jueves, 27 de junio de 2013

La soja, China, Monsanto y las elecciones.

Si la tierra es de todos y para todos, o debería serlo, habría que ocuparse un poco de ella.
¿Quiénes son los verdaderos usufructuarios de la tierra? Hablo de la tierra productora de alimentos, de la industria agrícola-ganadera. Por eso es bueno saber qué se siembra y para qué, cual es su destino.
El área sembrada con soja transgénica es más de la mitad de las tierras cultivadas.

Argentina es el primer exportador del mundo de aceite de soja. Más de una cuarta parte del valor de las oleaginosas son de poroto de soja. Una cuarta parte de las exportaciones tiene como destino China. China absorbe el sesenta por ciento de las exportaciones mundiales de porotos de soja.
En China habitan 158 millones de desnutridos de los 870 millones que hay en el mundo, la quinta parte. Su población total es de l.354 millones de habitantes, es decir el 8,59% está desnutrido.

El 6 de junio de este año se dio a conocer el informe Perspectivas Agrícolas FAO-OCDE 2013-2022 realizado en Pekín con una especial atención a las perspectivas de China.
En los últimos cinco años, China ha duplicado las importaciones de commodities agrícolas, y respecto al año anterior las importaciones de cereales se han triplicado. 
China mantendrá su papel de país líder en agricultura, con un 63% de la producción mundial.
El Director General de la FAO, José Graziano da Silva, aseguró por su parte que "los elevados precios de los alimentos son un incentivo para incrementar la producción".

Se espera que el crecimiento del consumo de China supere el aumento de la producción en cerca del 0,3% anual, lo que indica una mayor apertura –aunque modesta- del sector agrícola chino, según el informe. Este prevé también que las importaciones de semillas oleaginosas en China aumentará un 40% en los próximos diez años, alcanzando el 59% del comercio mundial.

"Para compensar el superávit en comercio, China exporta capitales, invirtiendo en bonos de los gobiernos de los países importadores, sobre todo de Estados Unidos".
Según los datos publicados este lunes por Bloomberg, China ha sobrepasado a Estados Unidos y se convierte así en la nación comercial más importante del mundo en términos de tráfico comercial.

Monsanto produce el glifosato. Es un herbicida, un matayuyos. Los yuyos se adaptan, mutan y vuelven a aparecer, por lo que las dosis tienen que ser mayores. Pero el peligro es que el glifosato mate también a la soja. Por lo cual Monsanto desarrolla nuevas genéticas resistentes al propio glifosato que fabrica.
Los chinos le compran el herbicida pero no la tecnología para resistirlo. Pero compran soja (porotos, harinas y aceite) transgénica, entre otros a la Argentina. Hasta ahora aun no había aprobado la compra de una soja de nueva tecnología, la RR2Bt.  

El último suplemento rural de Clarín está eufórico, titula Una nueva era comienza.
China aprobó la soja transgénica de Monsanto RR2Bt, que ahora sí va a poder sembrarse en la Argentina desde esta misma campaña.
El 16 de agosto de 2012 el Ministerio de Agricultura la aprobó. Desde entonces se esperaba que China también la aprobara ya que la mayor parte de la producción de soja y derivados tiene como destino la exportación y la principal importadora es China.
Allá fueron misiones de Timmerman, Yahuar y otros funcionarios a convencer a los chinos. Mientras tanto los dos grandes productores de semillas ya trabajaban preparándolas para venderla a los productores.
Las semillas que se preparan para sembrar (germoplasma) son los que adquieren la tecnología genética de Monsanto. Son además los recaudadores de su patente. La patente que pagan los productores.
Los grandes semilleros, Nidera y Don Mario, contentos. Por supuesto también Monsanto que no sólo vende su tecnología, sino que aprovechando la volada él mismo ahora produce el germoplasma, esto es la semilla para sembrar. De este modo es socio de los semilleros y, a la vez, competidor a largo plazo.

En suma, Monsanto no se pierde el negocio de China sino que lo hace a través de las exportaciones argentinas.
Pero ¿qué es lo que se exporta? El poroto de la soja, en cualquiera de sus formas, contiene la fertilidad, los nutrientes de la tierra y los que el productor paga para renovarlos, agua (el bien más preciado) de las lluvias y las napas y trabajo. Sobre todo nutrientes y agua. Se exporta tierra y agua como vehículo de la tecnología de Monsanto. Se exporta erosión (a pesar de la siembra directa, que también genera hongos y especies de lombrices riesgosas para los cultivos) y se exporta la desaparición de flora y fauna autóctona. 

Monsanto tiene domicilio en los Estados Unidos de Norte América.
¿Quién es Monsanto?  La mayoría de sus acciones se encuentra en manos de fondos mutuales y de inversión, ranqueando entre los principales el grupo Fidelity Investments (controlado por la familia de Edward C. Johnson II, con algo más de un 8%), The Vanguard Group (casi un 10%), State Street Corporation (un 4.35%) y la neoyorquina BlackRock Institutional Trust Company (con una participación cercana al 3%). Otro de los inversores es Bill Gates.

Es decir, grandes grupos de inversión financiera, sin ser propietarios directos de la tierra, hacen negocio con ella, pero ni siquiera para darle de comer a los chinitos desnutridos, porque los chinos, como vimos, alimentan a los que les interesa. Prefieren poner sus capitales en Estados Unidos antes que alimentar muertos de hambre.
Esto sucede con la tierra de la mentada oligarquía.

La Cámara Nacional Electoral emitió un listado con las plataformas electorales de los partidos políticos reconocidos a Mayo de 2011.
No son muchos los partidos que presentaron su plataforma.
El Frente Para la Victoria tiene la misma que el Partido Justicialista, nada dice respecto al uso de la tierra.
La Unión Cívica Radical, siempre tan pulcra y ordenadita, sólo se ocupa de la baja de las retenciones a la exportación agrícola.
Los clásicos partidos de izquierda, el Partido Obrero y el Partido Comunista no presentaron plataformas.
Indagando un poco más la plataforma del P.O. del 2009 no menciona el tema de la tierra. Algunas plataformas provinciales del P.C. se refieren a una redistribución de la propiedad de la tierra, nada sobre su uso. Los socios menores del P.O. no mencionan la cuestión.   
La escuálida plataforma del Frente Renovador es un pequeño enunciado de generalidades.
La de Libres del Sur dice: Terminar con el latifundio y el minifundio improductivo mediante una Reforma Agraria Integral y Profunda; para que la tierra sea de quien la trabaje. Frase arqueológica hallada seguramente en algún yacimiento de panfletos del PC.
El Frente Amplio Progresista celebra la modalidad el crecimiento de esta industria agrícola.
Nuevo Encuentro promete que definirá en el futuro una política de usos y asignación del suelo rural conforme a los objetivos de gobierno, que no dice cuales son. Del Partido bancario Solidario no existe plataforma.
El PRO es muy claro: Se deben apoyar las exportaciones de la Provincia a través de la identificación de demandas externas, asistencia técnica a las empresas que estén exportando o que lo quieran hacer por primera vez, programas de créditos más flexibles y establecer en forma frecuente y consecuente misiones comerciales en los distintos mercados.
Bien mirado lo que postula el PRO lo hace el gobierno.

Tal parece que mientras en Chicago anden bien los commodities agrícolas el problema de la tierra no existe.
El 27 de octubre votaremos por el yuyo de Monsanto. Los fondos de inversión agradecidos.



Edgardo Logiudice
Junio 2013


sábado, 22 de junio de 2013

¿Otro capitalismo?

Conjeturas alrededor de El enigma del capital de David Harvey[1].

Pensé escribir una reseña del libro, decidí apropiarme del texto en mi provecho.
Después de todo, una obra es tanto más rica cuanto más fecunda para otras ideas. Y no por eso hace responsable a su autor de los efectos no deseados. En este caso mis conjeturas.
Conviene aclararlo por respeto a Harvey, cuya seriedad es conocida.

Mis conjeturas giran sobre tres conjuntos de supuestos.
El primero es que los productores directos, entre ellos la clase obrera industrial no vende su fuerza de trabajo sino que es mantenida por los capitalistas para que trabaje, cuando el capital así lo necesita para volcar sus excedentes y generar nuevos.
El segundo es que hay nuevas formas de apropiación del trabajo que no surgen del sistema salarial sino del consumo para generar deudas que significan trabajo futuro como trabajo forzado.
El tercero es que la hegemonía del capitalismo financiero puede significar un nuevo modo de producción y apropiación con nuevas formas ideológicas que erosionan las formas jurídico-políticas.


I.

¿Cuál es la mirada holística de Harvey? Su visión de totalidad que él defiende frente a las miradas fragmentarias e inconexas.
Harvey rememora los flujos de la circulación de la sangre que describiera otro Harvey, del siglo XVI y del mismo condado de Kent.
"Este libro -dice- trata de 1os flujos de capital".
"E1 capital es el flujo vital que nutre el cuerpo político de todas las sociedades que
llamamos capitalistas, llegando a veces como un goteo y otras como una inundación,
hasta el último rincón del mundo habitado. Gracias a ese flujo adquirimos quienes
vivimos bajo el capitalismo nuestro pan cotidiano, así como nuestras viviendas, automóviles, teléfonos móviles, camisas, zapatos y todos los demás artículos necesarios
para mantener nuestra vida diaria cotidiana. Mediante ese flujo se crea la riqueza
que proporciona los muchos servicios que nos sustentan, entretienen, educan, reaniman o restablecen y, gracias a los impuestos sobre él, aumentan su poder los Estados; no sólo su poderío militar, sino también su capacidad para mantener un nivel de vida adecuado para sus ciudadanos. si se ve frenado o, peor aún, si se interrumpe o bloquea, nos encontraremos con una crisis del capitalismo en la que la vida cotidiana no puede proseguir de la forma acostumbrada", dice el autor en el Preámbulo (Pág. 5).

Es durante las crisis, cuando falta ese flujo que representa nuestras condiciones de vida, cuando aparece en su crudeza que ese flujo es vital, cuando sin él la vida no puede proseguir.

Pero cuando ese flujo llega, con él llegan las condiciones de vida, no sólo representadas en el capital sino encerradas ya en su forma material.
Cuando el obrero aparece comprando el pan con el dinero de su salario, el pan ya está caliente en el horno del capitalista. El capital ya fue transformado, en algún sector suyo, en alimento. Alimento que va a ser pagado con trabajo futuro del obrero, por el que algún capitalista pagará un salario. Sólo que en vez de entregarle el pan le da el dinero. Lo cual obliga, en este caso al obrero, a trabajar. El capital alimenta a la clase obrera para que trabaje, cuando necesita que lo haga. Haciéndolo consumir se garantiza el trabajo futuro.

Decía Marx en 1847[2]: “¿Qué es el salario? […] al parecer, el capitalista les compra a los obreros su trabajo con dinero. Ellos le venden por dinero su trabajo. Pero esto no es más que la apariencia. […] Con el mismo dinero […] el capitalista podía haber comprado dos libras de azúcar o una determinada cantidad de otra mercancía. […] Al entregarle dos marcos, el capitalista le entrega, a cambio de su jornada de trabajo, la cantidad correspondiente de carne, de ropa de leña, de luz, etc. […] el capitalista no paga este salario del dinero que ha de obtener […] sino de un fondo de dinero que tiene de reserva. […] [El obrero] no pertenece a tal o cual capitalista, sino a la clase capitalista en conjunto […].”

El capital tiene que producir por adelantado las condiciones de su propia expansión continua, dice Harvey[3]. La primer condición de tal expansión es su fuente, el trabajo vivo, los obreros, que figuran anticipadamente como capital destinado a capital variable, esto es, la representación en dinero de las condiciones de vida del obrero.

No es en el acto individual y aislado ni en la cadena de contratos donde vamos a encontrar la resolución de este enigma, sino en una mirada totalizadora e histórica.
Se trata de la acumulación primitiva y su reproducción constante. Es lo que Harvey denomina desposesión. Un presupuesto, un punto de partida que se reproduce una vez desarrollado el proceso como resultado. La separación del productor de sus condiciones de vida y de producción.

Sabemos que el salario equivale a los gastos de renovación-reproducción de la fuerza de trabajo, pero que de la aplicación de ésta resulta un valor que los excede y que, junto con los productos resultantes son propiedad del capitalista industrial. Este excedente configura la ganancia que se aplicará a un nuevo ciclo productivo del que resultará un nuevo excedente.
"El capitalismo -dice Harvey- es una forma de sociedad de clases volcada a la producción perpetua de excedentes"[4].

Si el capitalismo industrial se apropia de esos excedentes a través de la forma contractual del salario, podemos afirmar: a) que el salario es una forma ideológica que oculta la apropiación del trabajo ajeno excedente y, b) que el capitalismo es el modo de apropiación del trabajo ajeno a través del salario.
Los modos de producción y apropiación del trabajo ajeno no operaron siempre a través de una forma contractual. Las guerras de conquista y ocupación, el modo de producción y apropiación bélico, generaron formas esclavistas y pre-capitalistas basadas fundamentalmente en la fuerza.   
El propio modo capitalista se ha apoyado en ellas en la llamada acumulación originaria[5].

 Lo que fue un punto de partida histórico, desposesión de las condiciones de vida, las tierras comunales que eran la condición de aprovisionamiento del sustento de las masas campesinas, su consumo, aparece luego como resultado subordinado del proceso capitalista desarrollado. El actual despojo de pueblos originarios, de campesinos y pequeños productores hoy es resultado, y no condición del capitalismo extractivo, que se materializa en los commodities.

La desposesión legal a través del salario y otras formas legales es constante y las formas de desposesión violentas o ilegales son excepcionales.
Ellas son la base real o supuesta sobre la que funcionan las formas especulativas de las finanzas ("toda la circulación del capital es especulativa", dice Harvey[6]) a  las que resultan a la postre subordinadas[7]. Se trata de la hegemonía del capital financiero.

El hecho de que los obreros, y no sólo ellos, consuman o no (sean mantenidos o hambreados) y, con ello, obligados a trabajar o a vagar, depende de las oportunidades de reinversión redituable. Puesto que son los capitalistas los que deciden si reinvertir sus excedentes en nueva producción o en especulación, conforme sean las ganancias[8].


II.

De la conjetura anterior se infieren dos propuestas: a) una centralidad originaria del consumo que parece obvia, pero que no lo ha sido cuando el modo de  producción y apropiación capitalista industrial y su teoría han privilegiado la producción propiamente dicha, dentro del ciclo general de la producción, desplazando el consumo (salvo el productivo) fuera de él y, b) si la venta de la fuerza de trabajo es una apariencia ideológica, que sin embargo opera efectivamente, porque la ideología no es más que el aspecto epistemológico de relaciones sociales, la compra de los bienes que constituyen las condiciones de vida también es aparente[9].
El capital, dueño de la clase obrera, la alimenta para forzarla a trabajar. La apariencia es que los obreros tienen derecho a trabajar para comer.   

Ligadas a las compras para el consumo surgen también formas de apropiación del trabajo ajeno, bajo la forma legal de una deuda. Es también una forma de desposesión, desposesión de bienes ya habidos, personales o sociales, y desposesión de condiciones de vida futura.
Se trata de una desposesión por préstamo, el préstamo para el consumo. Es decir la forma de un anticipo de bienes que ata al que lo pide o compra durante una parte de su vida a trabajar. Obligado a trabajar para pagar: trabajo futuro.

Pero el mantenimiento para obligar a trabajar y producir excedentes, dado que debe aparecer como compras (mercado), tiene la forma de generación de demanda, generación de consumos.
La demanda se genera creando necesidades nuevas. "El perpetuo surgimiento de nuevas necesidades es una condición crucial para la continuidad de la expansión sin fin de la acumulación del capital. Ahí es donde aparecen en escena las tecnologías y políticas de creación de nuevas necesidades, como espolón de la acumulación sostenible. [...] El 70 por 100 de la actividad económica estadounidense depende del consumismo inducido"[10].

No se trata ya de que haya bienes de sobra para que todos puedan consumir. Se trata de que se los pueda comprar, tiene que haber demanda del producto excedente. Si la demanda no existe se crea, si la capacidad de compra no existe también. A través del crédito. Allí se orienta el capital, es una oportunidad de reinversión rentable[11].

Esto genera dos cosas: a) Una "fuerza del trabajo cautiva por deudas"[12], la obligación de trabajar y, b) que "los banqueros y financieros que manejan el sistema de crédito, junto con los ahorradores que depositan su dinero en las instituciones de crédito, puedan de nuevo reclamar su parte de plusvalía futura en forma de interés y tasas por los servicios"[13]. Plusvalía futura significa el trabajo futuro a que está cautivo. Trabajo futuro que ya ha sido apropiado de antemano a través del consumo.
Si, como sostiene Harvey, el 70% de la economía estadounidense depende del consumismo, entonces el consumo parece ser, hoy, la forma de apropiación del trabajo ajeno dominante.

"El sistema de crédito se ha convertido ahora, no obstante, en la principal palanca moderna para la extracción de la riqueza del resto de la población por el capital financiero", dice Harvey[14]. Es decir de la apropiación del trabajo ajeno a través de la deuda que genera el consumo.

Pero eso mismo explica el no-consumo. La exclusión, el abandono. Cuando sólo se invierte en lo que es más rentable, sólo se obliga a trabajar en aquello que lo es. Sólo se mantiene, se hace consumir, a aquéllos que interesa que produzcan excedentes. Si el excedente de capital está en los productos financieros (commodities, futuros, derivados) no es necesario mantener quinteros. Tendremos soja en vez de lechuga. Agronegocios con crisis alimentaria.    


III.

Lo que afirmé en el bloque I , respecto a que la forma constante de la apropiación del trabajo ajeno es la forma legal, se circunscribe al capitalismo industrial, al período de su hegemonía que comienza a ceder alrededor de los años setenta-ochenta.
La llamada desregulación de los mercados significó establecer la regla de la no regla, el estado de excepción. No sólo en el sentido ético-político, planteado por Giorgio Agamben, de ausencia de Ley, sino también el de la contractualidad y la propiedad privada clásica.

Lo que existe en la cima de la montaña de contratos[15] que conforma la arquitectura financiera es el uso de facto de los bienes que garantizan las condiciones de la vida humana. El control de las ganancias por acuerdos privados sin intervención estatal que someten todas las contrataciones a su arbitrio. Donde el Estado juega el papel secundón de recaudador de deudas privadas o públicas.

El "nexo Estado-finanzas" dice Harvey; nexo que se advierte claramente en la desposesión del hábitat de los sectores humildes de la ciudad, en las ejecuciones hipotecarias[16], en el salvataje de los bancos, en la resistencia a controlar la actividad financiera, en la aplicación de fondos públicos para apalancar emprendimientos de grupos privados.

Si la ley, la contractualidad, el Estado moderno y la propiedad privada capitalista industrial caracterizaron el modo de producción y apropiación del capitalismo, su disolución creciente ¿nos autoriza a seguir hablando de capitalismo, aun distinguiéndolo como financiero frente al industrial, teniendo en cuenta que el Estado es una de las esferas de actividad que componen el conjunto del sistema? Esfera de actividad ideológica que induce cambios en la dinámica de acumulación del capital, señala Harvey[17].

Pero si la esfera jurídico-estatal no funcionara ya como la ideología orgánica, la que cohesiona el sistema, dominante ¿qué funcionaría en su lugar? O, mejor dicho, ¿qué complejo ideológico la subordinaría?
Creo que se podría arriesgar que se trata del complejo generador de las necesidades que activan el consumo, es decir, el publicitario. Aquello que genera la demanda extra a que se refiere Harvey.

¿No estamos metiendo vino nuevo en odres viejos? Después de todo diremos que el vino es bueno a malo por el contenido y no por el continente. En nuestro caso, el conjunto de mecanismos en funcionamiento, los procesos del proceso del que resulta la apropiación del trabajo ajeno y la dominación.

Creo que estamos viviendo una revolución en todos los órdenes, no precisamente la que esperábamos. Una revolución pasiva, es decir una revolución que conserva como dominante, precisamente la dominación, la explotación del hombre por el hombre, en palabras de la vieja ética revolucionaria emancipadora.                                                                                    
Dice Harvey: "[...] quiero señalar aquí [...] cuanto cambió el mundo en todas las esferas, dependiendo de dónde estaba cada uno, entre 1980 y 2010. [...] Posiblemente nos encontremos ahora inmersos en una de esas fases de cambio [radical], pero también se perciben intentos desesperados por restaurar el orden preexistente y de proceder como si nada importante estuviera pasando ni tuviera que pasar"[18]. Señala, además, cambios tan importantes como la existencia de un nuevo imperialismo que renuncia "al control directo del territorio" y de un nuevo "tipo de capitalismo que puede surgir de la actual crisis"[19].

Dominación y explotación a través de la apropiación del trabajo ajeno, donde conviven los modos de producción y apropiación históricos con los nuevos que los subordinan, otorgándoles nuevas características y funciones.
No se trata de cambiar los rótulos de los odres, sino de saber que vino tomamos. "Una política revolucionaria que pueda agarrar por los cuernos al toro de la acumulación sin fin de capital y ponerle freno como motor primordial de la historia humana requiere una comprensión detallada de cómo se producen los cambios sociales"[20]


IV.

Por supuesto que mis reflexiones no agotan ni hacen el debido mérito a las ideas de Harvey, pero quizá despierten interés sobre  esta obra y, con ello, se sugieran otras conjeturas más atinadas que éstas. Porque el mismo título del libro las induce: enigma. Enigmas que el estudioso, el geógrafo, el urbanista, el economista, va resolviendo con los sintagmas orientados en Marx: "acumulación-por-desposesión", "concepciones mentales-del-mundo" como estructuras de conocimiento coherentes con la acumulación sin fin del capital, "esferas-de-actividad" donde aquéllas operan,  "compresión espacio-temporal" de un mundo en el que el capital se mueve cada vez más de prisa y donde se reducen increíblemente las distancias de interacción de esas esferas de actividad: tecnologías y formas organizativas, dispositivos institucionales y administrativos, procesos de producción y trabajo, las concepciones mentales del mundo, son algunas de las siete que enumera. Que pueden constituir barreras que el capital debe eludir o superar[21]. Versiones sintácticas de complejas ideas alrededor de nuevos, novísimos procesos.
     
Me he apropiado del trabajo ajeno, he acumulado por desposesión, he tratado de producir un excedente. Pero como no quiero presentar balance falsos, debo sugerir, al lector, la lectura. La lectura de esta imprescindible obra de Harvey que me regaló mi hija.
Un fresco de un muralista mexicano del mundo que vivimos.


Edgardo Logiudice
marzo 2013.
   





[1] HARVEY, David. El enigma del capital y las crisis del capitalismo. Madrid, 2012. Akal, 239 págs.

[2] MARX, Carlos. Trabajo asalariado y capital. En MARX, Carlos; ENGELS, Federico; Obras Escogidas, Buenos Aires, 1957, Cartago. Págs. 48, 49, 50.
[3] HARVEY, D. Op.cit. pág. 62.
[4] Íd.ant. pág. 140.
[5] "La acumulación originaria de capital a finales de la Edad Media en Europa supuso 1a violencia, depredación, saqueos, fraudes y robo. Mediante esos medios extralegales, piratas, clérigos y comerciantes, además de los usureros, reunieron suficientes riquezas para comenzar a hacer circular sistemáticamente el dinero como capital. [...] en sus primeras fases, no obstante, el capital no se invertía directamente en la producción sino que tomaba muchas otras formas, como el capitalismo agrario, comercial, [...].Hasta que los capitalistas no aprendieron a hacer circular el capital a través de la producción empleando trabajo asalariado, a mediados del siglo XVIII poco más o menos, no pudo ponerse en marcha el crecimiento exponencial característico del capitalismo moderno. La burguesía en ascenso asentó gradualmente su poder dinerario, ejerciéndolo para reconfigurar la forma de Estado y asumiendo en último término su influencia determinantes sobre las instituciones militares y sistemas administrativos y legales. Entonces pudo utilizar formas legalmente sancionadas de acumulación de riquezas y poder mediante la desposesión y destrucción de formas precapitalistas de aprovisionamiento social. Lo hizo tanto dentro de su propio país -mediante, por ejemplo, el cercamiento de las tierras comunales [...] como externamente, mediante prácticas coloniales [...]. Cuanto más excedente creado ayer se convierte en nuevo capital hoy, mayor es la proporción del dinero invertido que proviene de los beneficios obtenidos ayer. Eso parecería hacer superflua la acumulación violenta practicada en otros tiempos, pero la «acumulación por desposesión» sigue desempeñando un papel para reunir el dinero con el que iniciar un negocio. Para ello se emplean medios legales como ilegales [...]. Íd.ant. págs. 47, 48.
[6] Íd.ant. pág. 51.
[7] "Esta centralización del capital líquido mediante el sistema de crédito tiene todo tipo de consecuencias para la trayectoria del desarrollo capitalista. Como poco, otorga a la clase privilegiada de financieros un inmenso poder social sobre los productores, comerciantes, terratenientes, promotores inmobiliarios, trabajadores asalariados y consumidores". Íd.ant. pág.51.
[8] "Los capitalistas [...] pueden elegir en qué reinvertir: pueden hacerlo en la expansión de la producción, o pueden emplear su riqueza para comprar activos tales como títulos de deuda, acciones, bienes inmuebles [...] un fondo de inversión de riesgo o algún otro instrumento financiero con el que puedan obtener jugosas ganancias: en ese caso su reinversión no sirve obviamente para apuntalar la demanda efectiva". Íd.ant. pág. 98.
[9] El hecho de que sea aparente  no significa de que esa apariencia sea falsa ni ilusoria. Significa que esa apariencia, efectiva en la inmediatez de los actos aislados (el entrecruzamiento continuo de los contratos) oculta los procesos más generales, dando lugar a procesos de inversión de las determinaciones y condicionamientos.
[10] HARVEY, D. Op.cit. pág. 94.
[11] "La demanda extra para la expansión de hoy absorbe entonces los excedentes de medios de producción y de bienes de consumo producidos ayer [...] la demanda efectiva para el producto excedente de ayer depende del consumo de los trabajadores, más el consumo personal de los capitalistas, más la nueva demanda generada por la expansión de la producción de mañana. ¡Lo que aparece como un problema de subconsumo no es en realidad sino el problema de hallar oportunidades de reinversión rentable para una parte del excedente producido ayer! [...] Para que esa reinversión tenga lugar [...] la segunda condición es que se pueda abreviar de algún modo el lapso de tiempo entre el excedente producido ayer y la reinversión de hoy. Eso requiere el uso del dinero como medio de cuenta y, en consecuencia, la existencia de un sistema crediticio que pueda introducirse en el proceso de circulación para resolver el problema de la demanda efectiva". Íd.ant. pág. 97.
[12] Íd.ant. pág. 125.
[13] Íd.ant. pág. 98.
[14] "Se utilizan todo tipo de prácticas depredadoras, más o menos legales [...] para llevar a la práctica maniobras de desposesión [...]. Una oleada de financiarización iniciada a mediados de la década de los setenta  es espectacular en su estilo depredador: promociones engañosas de acciones y manipulaciones de mercado; pirámides de Ponzi y fraudes empresariales; liquidación de activos mediante fusiones y adquisiciones: promoción de niveles de endeudamiento, que reducen a poblaciones enteras, incluso en los países capitalistas avanzados, a la servidumbre por deudas, desposesión de activos (asalto a fondos de pensiones [...]) ; todos esos son rasgos característicos del capitalismo contemporáneo". Íd.ant. pág. 203.
[15] "Redes de subcontratación", dice Harvey.  Tanto para el trabajo (fragmentándolo) como para las pirámides financieras.
[16] "La gente  busca razonablemente un espacio personal seguro -un hogar- en el que vivir su vida cotidiana y mantener su actividad reproductiva con un horizonte temporal, digamos de veinte años. Pero, para hacerlo, tienen que convertirse en propietarios de una vivienda contratando una hipoteca en un mercado de deuda organizado con una lógica espacio-temporal distinta. Alguno de ellos viven ahora en tiendas de campaña como consecuencia de esa lógica enloquecida". HARVEY, D. Op.cit. pág. 160.
[17] "Al ir cambiando las concepciones mentales, el Estado se ve también sometido a todo tipo de presiones para alterar su funcionamiento. El movimiento neoliberal iniciado en la década de los setenta, por ejemplo, constituyó un asalto ideológico radical a la concepción hasta entonces vigente del Estado. En la medida que tuvo éxito [...] indujo grandes cambios [...] en la dinámica de la acumulación del capital. Íd.ant. pág. 165.
[18] Íd.ant. págs. 112/113.
[19] Íd.ant. pág. 177.              
[20] Íd.ant. pág. 189.
[21] Íd.ant. págs. 106, 107, 133.

domingo, 16 de junio de 2013

La representación.

La representación, como forma política nace con los estados modernos unificados con un centro de decisión. El arbitrio es el medio que tienen los centros rurales para participar a pesar de las distancias espaciales. La representación es un medio y una mediación.
No lo es el voto, como no lo es en ninguna asamblea. El número sólo hace manifiesta directamente la cantidad de voluntades en algún sentido, como si el resultado conformara una voluntad común, que de esa manera se personifica. Este es un presupuesto de las democracias modernas.
Pero el arbitrio de la representación supone la existencia previa de una persona, la nación, el pueblo. La persona, que en la democracia directa era un resultado, en la democracia representativa electoral, aparece como un presupuesto supuesto, una ilusión de comunidad.
Comunidad de individuos libres, es decir que manifiestan y a través del sufragio ejercen su voluntad, e iguales ya que cada individuos equivale a un voto.
El individuo libre e igual es el individuo que contrata, que intercambia, cuyo modelo es el comerciante en el mercado. La matriz mercantil soporta al individuo libre e igual. Y la matriz mercantil es la matriz del capitalismo. El supuesto del salario es la libertad y la igualdad en el mercado del trabajo.
La incorporación a la producción a través del salario genera individuos ideológicamente libres e iguales, ciudadanos modernos. Como tales demandan sufragar. La primer gran lucha política fue el sufragio. El capitalismo industrial generó ciudadanos, a pesar suyo, para incluirlos como productores a través del salario.
Pero ciudadanos mediados por la representación, no fundada ahora en la distancia sino en la imposibilidad de la deliberación del gran número.
La participación significó, significa, la aceptación del supuesto de la pertenencia común al Estado, es decir a la forma en que se organiza un mercado, sobre bases geográficas e históricas, como una unidad.
Esta es la forma de legitimación por excelencia del Estado y de los gobiernos.

¿Qué sucede cuando el modo de apropiación del trabajo por medio del salario, el modo de producción capitalista industrial no es ya hegemónico?
¿Qué sucede con la ciudadanía, el Estado, la legitimación?
Para comenzar. La exclusión de grandes masas desposeídas a través de las migraciones genera no-ciudadanos, sin-papeles. No venden su fuerza de trabajo, no compran sus condiciones de vida, no votan.
El ciudadano no interesa como trabajador sino como cliente, como comprador. El lugar de nacimiento o la sangre fueron los presupuestos de la nacionalidad clásicos. La pertenencia a una nación como Estado. Desde hace tiempo para obtener la residencia -en Argentina en algún momento con migrantes asiáticos- fue necesario acreditar ya no la existencia de algún trabajo sino la tenencia de una suma de dinero. El dinero sirve para comprar. Ya en algunos países como España, México y Grecia, la compra de algún inmueble más o menos valiosos otorga la residencia para obtener la nacionalidad. Estamos frente a algo así como el ciudadano-cliente que sustituye al ciudadano-siervo.
De este modo la nacionalidad como historia,  tradición, lengua, que es el presupuesto de pertenencia a una comunidad del Estado moderno, pierde su sustento ideológico. El Estado va perdiendo su ilusión de comunidad para transformar a sus habitantes en una clientela. Y la misma nación se convierte en una marca de mercado.
Con lo cual el Estado va perdiendo su carácter de persona trascendente a la que se atribuye una voluntad general o común. El Estado no aparece más que como una organización administrativa y los gobiernos como sus gerentes, sus gestores. Gestores de la acción del gobierno, ya no mandatarios del pueblo[1].
Con ello se diluye la representación como legitimación. La legitimación apunta para el lado de la eficacia y eficiencia en la gestión. Experiencia y halo de idoneidad son propuestos como capacidades de liderazgo antes que de representación.  De allí la preeminencia de los ejecutivos sobre los legislativos.
El distanciamiento de los llamados representantes de sus representados no es sólo la denominada  crisis de representatividad, sino que la representación no es ya legitimadora.
Si la representación significaba la mediación necesaria para la apariencia de democracia, su debilitamiento erosiona la credibilidad en la propia democracia. Decrece la participación electoral donde el voto ya no es obligatorio.
La prescindibilidad  de la representación como legitimación acentúa el carácter de la personalidad de los candidatos, sus atributos reales o imaginarios, su imagen. Lo que convierte a los candidatos en tránsfugas partidarios y a los partidos en simples empresas de publicidad.
El electorado pasa a ser así, sin la ilusión de la representación de sus intereses y demandas, el elector de una marca, de un logo. Una imagen, una evocación difusa que no alcanza a ser siquiera un mito de los orígenes. Cumpliendo la función aun necesaria del trámite jurídico.
El voto, sin la mediación ideológica de la representación, queda reducido a su simple función numérica, como una abstracción.
La mediación de la representación es lo que da sentido al sintagma democracia-representativa-electoral,  su sentido legitimador del Estado-nación como unidad ideal de los nacionales. Su deterioro ha desarticulado sus términos. Por ello es que el discurso democrático apela sólo al número y el número parece legitimar cualquier decisión.
Es que el ciudadano no necesita ser incluido, para el capitalismo financiero es suficiente su capacidad de deuda sobre la que se alza el edificio de las finanzas que garantiza las ganancias. El papel del Estado es el de ayudar a cobrar esas deudas.
No me parece otra cosa ese pretendido nuevo intervencionismo estatal. No otra cosa han hecho los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra, España, Grecia, Irlanda.
No parece casual que la mayor cantidad de decisiones estatales se refieran a cuestiones fiscales en casi todos los países del mundo de que tenemos noticias. Allí está la función recaudadora de los Estados directamente vinculada a los avatares del capital financiero.

Por supuesto que esto que vengo diciendo no es más que un esquema en forma de hipótesis. No se me escapa que hay fenómenos sociales, culturales, religiosos y políticos que no pueden ser resueltos directamente por este esquema. Pero creo que no es arbitrario como punto de vista para apreciar las transformaciones de los mecanismos político-institucionales  de dominación. Sobre todo a la hora de decidir conductas colectivas.

Edgardo Logiudice
Junio 2013.





[1] La preeminencia de los Ejecutivos sobre el Parlamento está reforzada por un movimiento de separación de la política de la administración. De este modo se crea la figura del Alto Directivo Público. Tiene su origen en Nueva Zelandia y funciona allí y en Australia. Se trata de la selección por concursos de funcionarios de nivel ministerial, como si sus decisiones no fuesen políticas. En América Latina ha sido adoptado por Chile y en Uruguay fue propuesto por Tabaré. Para otros niveles de decisión ha sido adoptado por algunos países de la OCDE. En Nueva Zelandia ni siquiera es necesaria la nacionalidad para ocupar el cargo.

jueves, 6 de junio de 2013

La gallina ponedora o el lado oculto del capitalismo.

Huevos.

Quizá por el pedido vehemente y constante de las hinchadas futboleras con eso de ¡Pongan güevo! Argentina produjo el año pasado cerca de diez mil millones de huevos y exportó casi cuatro mil toneladas de ovoproductos (yema de huevo en polvo, huevo entero pasteurizado y albúmina).

Las gallinas ponedoras transforman los nutrientes de los alimentos que comen y beben en un producto rico en proteínas. La FAO declara que son necesarias más proteínas de origen animal para paliar la desnutrición y subnutrición que afecta a grandes masas de población.

La producción de las gallinas ponedoras se realiza en condiciones ambientales controladas adecuadamente. En el mismo lugar las gallinas comen, producen, duermen y cagan. Su ambiente está climatizado e higienizado. La luz es dosificada de acuerdo a la edad y estimula la alimentación y la producción.
Las gallinas ponedoras son alimentadas para producir.


Trabajo esclavizado.

I.- Foxconn es parte de Hon Hai Precision Industry Co., uno de los mayores proveedores mundiales de componentes para la industria electrónica, con sede en Taiwán. Gran parte de su división de manufacturas está basada en China continental, donde ensambla un amplio rango de productos como el iPhone y la iPad de Apple, el Kindle de Amazon y el Xbox de Microsoft.
Con 1.2 millones de empleados solamente en China, la producción se realiza en más de 12 fábricas en todo el país, incluyendo la enorme planta Longhua en la ciudad sureña de Shenzhen; la instalación de manufactura más grande de la empresa, y que emplea casi la mitad de su fuerza laboral china.
Foxconn produce un estimado del 40% de los productos electrónicos de consumo del mundo.
Los trabajadores son tratados como máquinas con bajos salarios en un opresivo ambiente de estilo militar; los empleados usualmente comen, duermen y trabajan en los gigantesco complejos.
“Se despiertan, desayunan, van a trabajar, trabajan un turno duro, regresan a sus dormitorios y duermen... es un lugar muy deshumanizador, y los trabajadores son poco más que máquinas de allí”, dijo Geoffrey Crothall del China Labor Bulletin, un grupo sin fines de lucro con sede en Hong-Kong que trata de proteger los derechos de los trabajadores en todo China.

II.- Según publica Infobae, el pasado 20 de diciembre de 2012 un funcionario de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) realizó la denuncia tras una fiscalización, en donde constató el funcionamiento de dos talleres textiles clandestinos. Se trata de la empresa chilena Falabella.
En dichos inmuebles trabajaban diez personas, en su mayoría de nacionalidad peruana, en deplorables condiciones de higiene por un sueldo de 2.500  monto del que le descontaban mil pesos para la comida y vivienda.
De acuerdo a los antecedentes, los obreros tendrían jornadas de trabajo que se extendían entre 8 y 17 horas.
“Viven ahí, duermen ahí y confeccionan todo el tiempo… no salen mucho de la casa. Tenían cara de cansados, con ropa de trabajo, sucios. Aparte, el olor a encierro era terrible, no había ni una ventana abierta”, reveló uno de los funcionarios del AFIP.

III.- Una organización no gubernamental de Argentina presentó una denuncia judicial contra talleres textiles de Buenos Aires por la presunta explotación laboral de inmigrantes bolivianos.
La presentación judicial involucra a la española Zara, ya que en los talleres, según la denuncia, se encontraron prendas de vestir con etiquetas de esta marca.
En esos talleres, según el titular de La Alameda, "había costureros que estaban encerrados, trabajando en jornadas desde las 7 de la mañana hasta las 22, en condiciones de hacinamiento, todos inmigrantes de nacionalidad boliviana, varios de ellos sin la documentación regular".

Es lo que suele llamarse trabajo esclavizado.
Después de la masacre de Bangladesch, a raíz de las denuncias y protestas de algunas ONG, algunas grandes empresas activaron algunos acuerdos sobre las condiciones de trabajo a bajo costo asiático de marcas occidentales, en su mayoría de los Estados Unidos, Europa y China. Las empresas norteamericanas y chinas no adhirieron a los acuerdos.
En Bangladesh el 90% de los trabajadores de la manufactura textil son mujeres. La producción representa el 70% de las exportaciones. El salario promedio es de 32 u$s mensuales.  El gobierno local tampoco colabora con los acuerdos.
No hemos leído ninguna denuncia de las CGT, ni de Moyano ni de Caló.


Analogías y diferencias.

¿Este tipo de trabajo es una anomalía del capitalismo?
La semejanza de este tipo de producción con la producción de huevos de la ponedora no es una arbitrariedad ni una metáfora.

Podría observarse que la mayoría de los trabajadores, no sólo los de los servicios sino tampoco los manufactureros no comen, duermen, producen y cagan en el lugar de trabajo.
También podría observarse que las gallinas no compran su alimento ni cobran salario.
Ambas observaciones son conducentes.

También es cierto que un barrendero que trabaja en Villa Urquiza y vive en González Catán toma tres colectivos para llegar y otros tantos para volver. Y, como es pentecostal, agradece a Dios que tiene trabajo. El que viene de Solano, para estar en Urquiza a las seis y media parte a las tres de la mañana. También agradece al Señor, porque es de otra rama evangélica. De ellos se preocupa Francisco, no tanto por pobres sino por infieles.
Comen algún sandwich parados al lado del carrito y el escobillón. Cagan en algún boliche que todavía no reserva el baño para los clientes.
Si no hay una masacre como en el edificio de Bangladesh puede haber otra como la de Once.
Es verdad que no son productores. Pero los albañiles también comen y cagan en la obra. Los obreros de Edenor y Aysa comen en la calle y cagan también donde los dejan.
¿Cuántos empleados almuerzan en su casa? ¿Cuántos viajan horas en el Roca sin que nadie cuide de que lleguen en condiciones al frigorífico, como a las vacas?

Es verdad que las gallinas no compran ni venden.
Los trabajadores, productores directos o no, venden su fuerza de trabajo por un precio, el salario diario, quincenal, mensual. Con él compran sus alimentos y demás condiciones de vida.
¿Venden para comprar o compran para vender?
Podría observarse que se plantea un círculo vicioso. Tienen que vender su trabajo para comprar los medios de subsistencia y si no se alimentan no pueden vender su trabajo.
La experiencia parece decir que el trabajador adelanta su trabajo, un día, una quincena, un mes, hasta que cobra el salario. Este, en dinero, representa sus medios de vida. Con el monto del salario los compra.
Esta experiencia es la que adquirimos en nuestra relaciones cotidiana de relación entre individuos, con el empleador o quien lo represente, con el colectivero, con el almacenero, el verdulero, el panadero o con el súper que los junta todos impersonalmente. Son los actos de compra individuales y aislados que realizamos habitualmente en los que comprar es un acto casi inconsciente, natural. Que aprendemos desde chicos. Para poseer alguna cosa para usar o consumir hay que comprar. Es decir, pagar, más tarde o más temprano, a crédito o cash.
Y para comprar hay que tener dinero que, si no lo ganamos al quini o nos legó alguna tía del campo, obtenemos vendiendo nuestro trabajo. Para vivir hay que trabajar porque hay que comprar. Pagar es la primera obligación, la segunda o derivada es trabajar.

Pero si tenemos que comprar, alimentos y condiciones de vida en general, es porque no son nuestras. Las condiciones de vida no nos pertenecen, tiene dueños, la clase que los posee.
El asunto es que nos podrían pagar directamente con los bienes que necesitamos para vivir.
Acá está la cuestión.
Si nos pagaran con los bienes que necesitamos para vivir estaría claro no sólo que con los que producimos, sino que producimos más de lo que necesitamos. Y así estaría claro que la ganancia del capitalista la producen los trabajadores, todos.
Entonces, dado que no nos pagan directamente en bienes, sino en dinero, estamos obligados a comprar. Con el salario.
Es la forma no violenta de obligarnos a trabajar. La clase capitalista da de comer a los productores para obligarlos a trabajar. Dulcemente, haciéndoles creer que compra y venden, como si fueran comerciantes, cuando en realidad son esclavos.

Pero esto significa que, en realidad nos alimentan, nos cobijan y nos educan, para que trabajemos. Cuando, para obtener ganancias les sea útil que lo hagamos. Nos hacen producir si hay mercado, como a las gallinas. Se hace producir a las gallinas si los huevos se venden o se exportan, de lo contrario las gallinas se matan para caldos.

No parece casualidad que el nuevo capitalismo manufacturero  en que emperna el capital financiero quiera controlar la producción de productores. Los que hay que alimentar y no producen ganancia sobran. Y los que sobran quedan afuera, son excluidos.
Las masas de campesinos chinos tiene que controlar su reproducción, por un lado, y emigrar, por otro.  Sobrantes y excluidos.

Los excluidos son los que no pueden consumir, no los que no pueden trabajar.  


Averiguación y antecedentes.

Esto que vengo diciendo puede parecer algo forzado, en mi opinión no lo es.
Una razón es que yo no inventé esto, mucho antes lo hizo Carlos Marx. Sólo que se lo lee poco. Y no siempre se ha leído de la misma manera.
Marx puso su acento en la producción y el salario como modo de apropiación del trabajo ajeno. Por eso se preocupó de lo que llamó el consumo productivo, el de la fuerza de trabajo en la producción, y no tanto del consumo de subsistencia.
Acentuó la venta de la fuerza de trabajo como forma jurídica encubridora de la plusvalía más que la compra como extorsión.

No voy a repetir acá citas de Marx, tanto del joven como del viejo, que transcribí en otros trabajos.
Pero lo cierto es que en más de una oportunidad señaló que la continuidad incesante de contratos de compras y de ventas hacía aparecer al propio trabajador que él vendía su trabajo y que con su precio, el salario, compraba sus condiciones de vida.
En realidad, y también lo señalaba, los medios de vida que había producido el obrero industrial estaban en poder de la clase capitalista. Ésta se había ido apropiando, después de la desapropiación violenta de la acumulación primitiva, paulatinamente de lo producido a través de la apropiación del plus-producto, en la forma de la plusvalía. A tal punto que el capital inicial puesto por el capitalista se había confundido, primero con el aportado por la plusvalía y perdido, luego, todo vestigio de él.
Esto significa que todos los medios de producción, entre los que se halla la fuerza de trabajo, en la forma de alimentos, vestidos, vivienda se hallan ya apropiados por el capital, distribuido entre distintos capitalistas. Unos los poseen físicamente en su forma natural y otros representados en dinero bajo la forma de capital variable destinado al pago de salarios.
Por eso dice Marx que los obreros pertenecen a la clase capitalista en general.
Por eso mismo dice que los trabajadores son esclavos. Los capitalistas los alimentan para que produzcan.


De santos y demonios.

Por lo que dije no están muy desacertados aquéllos empresarios que dicen yo les doy de comer a tantos empleados.
Sin embargo no es que sean santos caritativos, pero tampoco demonios.
No es necesario que un capitalista sepa cómo funciona este sistema de apropiación a través del intercambio mercantil para que el sistema funcione.
Marx decía, no saben pero lo hacen.
Este sistema de apropiación del trabajo ajeno empernado en contratos de compra y de venta, que hacen que el derecho funcione como una ideología orgánica que da consistencia y coherencia aparente al sistema, es un resultado histórico. Una forma histórica de dominación. Ha habido otras, pre-capitalistas, y pueden haber otras, con otras formas capitalistas o no capitalistas.
Y eso es lo que Marx quería demostrar.
De hecho podríamos decir que ya no es dominante el modo del capitalismo industrial sino del financiero. Y con este modo parece preeminente que la forma de apropiación del trabajo ajeno, aunque persiste el salario, es sobre todo la deuda originada en el préstamo para el consumo. Deuda que permite al capitalismo apropiarse del trabajo futuro y no sólo presente o pasado de los trabajadores.
En efecto la deuda, las deudas, son la forma de coerción dulce que hipoteca el futuro. Lo que consumimos hoy mañana habrá que pagarlo. Y lo sabemos para pagar hay que trabajar. 
Es la masificación de esta forma de vida, donde comprar es obligatorio, no sólo por lo que llamamos consumismo, la que hace más evidente que el capitalismo alimenta viste y cobija para obligar a trabajar.
Este fenómeno no existía de esta manera en el Siglo XIX, por eso Marx no ponía su acento en él. Creo que hoy nuestra obligación militante (aunque no me guste la palabra) es atender a estos cambios. Con un poco de audacia para pensar.
Para no ser gallinas.



Edgardo Logiudice

junio 2013