viernes, 8 de julio de 2016

Los Testigos de Carta Abierta. La aporía de Primo Levi y las puertitas del Señor López.

"Estoy en paz conmigo mismo porque he testimoniado". Primo Levi.
“Quién asume la carga de testimoniar sabe que tiene que dar testimonio de la imposibilidad de testimoniar”. Agamben.

Es lo que Agamben llama la aporía de Levi.

El grupo de Carta Abierta, en el que hay filósofos,  ha decidido Dar testimonio. De su fidelidad al que fue el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, de su repudio al nuevo gobierno y de excepcionalidad de algunos actos de presunta corrupción.

Como otros grupos o personajes suman a la operación Despegar.
Es su derecho y es también un deber para los muchos honestos adherentes a tantas expresiones declarativas de lo que llamamos kirchnerismo. 
Es un derecho y un deber evitar la confusión cuando la campaña de sospecha de corrupción alcanza a cualquier simple simpatizante de aquéllas.
Es un derecho y un deber repudiar las políticas expresadas e implementadas por lo que denominamos macrismo.

La campaña desatada tiende a ocultar tanto las crueles intenciones como los negocios sucios de muchos de los nuevos gobernantes. Pero el manto de corrupción sobre el proceso K también oculta la realidad, la naturaleza -por decirlo así- del mismo. Y la discusión sobre la excepcionalidad o generalidad del Señor López, es un artificio útil para ambas distracciones.

Carta Abierta parece haber abierto una de las puertitas del Señor López no tanto para negar la cruda realidad del macrismo como para fantasear sobre la imagen del kirchnerismo que ayudó a generar. Del proceso difícil de testimoniar. 

Hay razones hasta para dudar del “vergonzoso caso López”.
Como se sabe la Virgen de Fátima, a la que está consagrado el convento lapidado, se originó en una de las tantas apariciones de María. Lo de José López puede haber aparecido, a las monjitas de claustro, como un milagro. Las contemplativas, fuera del mundo secular, imaginaron la multiplicación de los bolsos. Como obra de la Providencia: “Creyendo que eran bolsos de comestible, le dije «déjelos en la cocina», dijo Sor Inés”.
Podrían dar testimonio del milagro. El Episcopado no cree en él, prefiere despegar.
Milagro no fue, vaya a saber qué mano de servicio armó la escena de la historieta. De la inteligencia servicial que no fue desmantelada.
O, el señor López, desvelado decidió, a maitines, hacer limosna para ganar algunas indulgencias en el Jubileo de la Misericordia.
Lo cierto es que, como dice el testimonio de Carta, “la fuerte evidencia visual obligó al kirchnerismo a escribir cartas de repudio y a preguntarse sobre los alcances de la pegajosa palabra en juego: corrupción”. Pero “López está muy lejos de ser el arquetipo del kirchnerismo, ni tampoco su campanazo lúgubre y definitivo”.
Filosóficamente “El vituperable caso de López y todos los que se les parezcan, son graves ante los ojos del presente - dice el testimonio- pero si la historia común mueve sus motores hacia la justicia y la renovación de las instituciones, será un asterisco doloroso que servirá de advertencia para todos los movimientos sociales y democráticos”.

Demasiadas palabras para relativizar un acto, o más de uno -por las dudas -, sosteniendo que la pegajosa palabra de hoy será un asterisco del mañana.

No son necesarias, porque la verdad es que los bolsos revoleados no son más que chirolas. Calderilla de una gran defraudación, un vuelto por la vía libre a los grandes negocios de verdad, de la que la corrupción no es más que un lubricante. Las llaves de San Pedro abren las puertas del cielo, dicen, pero hay que engrasarlas. Las llaves de San Pedro fueron el pago de la deuda, cuyo último acto quedó preparado desde la re-estructuración. Que Carta insiste en mostrar como desendeudamiento y acto de soberanía.
Pese a tantas frustraciones todavía se puede entender aquella estrategia de pelear desde adentro. Pero, a veces, no hace falta más que leer y escribir para darse por enterado de algunas cosas. Pichetto fue Presidente del bloque de Senadores del FPV durante todo el período K. Fue muy claro respecto al pago a los buitres: “Hay que leer sus discursos [los de Néstor] de 2005 o cuando le pagó al FMI en 2006”. “Néstor pagaría, el desendeudamiento fue su meta desde el primer día. Además también pagamos al Club de París, a YPF, al Ciadi, a todo el mundo, este ciclo hay que completarlo, no entiendo como no se pone todo eso en defensa del gobierno anterior”. Y se completó.

Carta nació a la luz de la 125. Lo de López son centavos al lado de los Grobo con la soja financiera de Monsanto a quienes el kirchnerismo  abrió las puertas del cielo en el que ahora son recibidos.  Todo preparadito. En 2007, plena expansión de los commodities, los Grobo se asocian al Grupo de Inversiones brasileño PCP para financiar planes de crecimiento. En 2013, cuando había pasado el boom  sojero Gustavo Grobocopatel se reúne con Cristina para anunciar juntos  que se dedicará a los agroquímicos. En 2014 dijo en Córdoba “necesitamos 20 Monsantos”.  La sociedad controlante de Los Grobo Agropecuaria es la financiera de inversión Grupo Los Grobo.
Este año, con Macri anuncian juntos el debut de los Grobo en las APPs.  Frontex, una Asociación Público Privada, que es el lugar donde van ahora a refugiarse los grandes grupos de inversión para remediar su hiperliquidez y volatilidad después de la caída de las materias primas. Inversión extranjera directa en infraestructuras con membrete estatal: apropiación capitalista de lo público. Antecedidas por Chevron-YPF. 

Calderilla lo de López. Al lado del negocio de los bancos, y a su sombra, al lado del subsidio al capitalismo prebendario al que ni siquiera se le exigió la mínima inversión y se le garantizaron sus ganancias. A lado de los negocios bursátiles desgravados, parte de una política fiscal regresiva que castiga con el IVA a las clases populares.
De estos grandes negocios no se quiere despegar nadie. Nadie quiere testimoniar. Gustavo Grobocopatel no anda revoleando verdes de noche. Hizo el dinero con la tierra de los agricultores. Fue distinguido con la mención de honor por el Senado de la Nación durante el gobierno de Néstor Kirchner.
No se puede negar que hay una revolución tecnológica en la agricultura, pero sembrar (literalmente) enfermedades, degradar la tierra que es patrimonio humano,  llenar de malezas las praderas, agotar los recursos hídricos, en aras de un buen negocio, no puede ser, me parece, ocultado por intelectuales. Que, además ahora acuden a la clase obrera y a la unidad frentista. ¿Con Moyano? ¿Con Gioja?

Despegar, en el contexto de Carta Abierta, quiere decir aceptar como bueno todo eso.
Y aceptarlo con el aire místico, casi mesiánico, del testimonio. Tan serio como el que se pueden dar de las apariciones de los ángeles. Gratuitas complicidades que no alcanzan a ser justificadas por la barbarie macrista. Sofisma que espeja el de los tecnócratas marketineros. Pretendidamente oculto por una proclamada “autocrítica madura” cuyo contenido también es un misterio no revelado.

La apología en ausencia de objeto ha devenido como el culto al Santo Prepucio una vez desaparecida la reliquia.
Cabe preguntarse si es desde ese lugar de la falsa memoria desde donde se podrá enfrentar la barbarie cavernícola que acompaña las nuevas estrategias de dominación.
La Santa Alianza Público Privada que hace innecesaria la mediación política y la retórica vacía de bibliotecarios y filosóficos estrategas del pensamiento nacional.
Y me temo que no. Que no habrá luchas si estas no son escoltadas de pensamiento crítico. De crítica al poder, a los poderes.

Al menos después de los estudios de Giorgio Agamben sobre Primo Levi los filósofos, que en Carta los hay, deberían saber de las dificultades del testimonio. Son testigos los sobrevivientes a un hecho o a un proceso. Hay quienes sobreviven sólo para dar testimonio, pero no lo pueden dar precisamente porque sobrevivieron: no llegaron al final de la experiencia. Porque el proceso no lo pudieron completar. Fue dicho: este ciclo hay que completarlo.
Y los que cumplieron su ciclo son testimonio de que no pueden testimoniar. Demasiada carga para tan poca cosa. El testimonio crítico no tiene atajos, ni puertitas del Señor López.



Edgardo Logiudice

Julio 2016