Porque
mi pueblo es necio, no me conocieron; son hijos ignorantes y no son entendidos.
Jeremías 4:22.
Reina Valera 1960.
Estos tiempos no parecen de críticas tardías. Se impone la
urgencia de parar a la bestia.
Ni tampoco de autojustificaciones no reclamadas. Mucho menos
de reproches.
Pero parece que algunos compañeros se han visto obligados a
hacerlo con, al menos la declarada, intención de promover un debate sobre las
causas de la derrota.
Así desde dos distintas posturas, aunque convergentes, lo
han hecho Mempo Giardinelli y Atilio Borón. Ambos se definen como acompañantes
del proceso kirchnerista. Ambos sostienen haber hecho cuestionamientos
críticos.
Para ambos la derrota electoral se podría haber evitado, fue
"gratuita" dice Atilio. Coinciden en la existencia de gruesos
errores. Aislamiento, incapacidad para tejer alianzas. Cosas básicas en la "gran
política". La negociación, "que eso es la famosa gobernabilidad"
dice Giardinelli. Pese a la estatura de estadista inteligente y aguerrida de la
encargada de la jefatura. Líder.
Además está el "entorno". Y finalmente el pueblo
que, para Mempo, también se equivoca.
De paso ¿por qué no? el reproche al voto en blanco. Para el
que Borón recurre a sus conocimientos de la teoría de los juegos: unos hacen el
gasto y otros aprovechan, sin riesgo, el beneficio. Los que hacían el gasto
eran los que votaban "desgarrados" a Scioli y los otros "se iban
a dormir con su conciencia revolucionaria en paz". El compañero Atilio.
El discurso de Giardinelli es un discurso al interior del
peronismo[1].
Para él "el kirchnerismo hizo una revolución democrática con innovaciones
políticas, reformas institucionales, económicas y sociales…y sin dudas estos 12
años fueron una fiesta para vastos sectores populares". Un artículo
periodístico de un reconocido escritor. Que tiene el derecho de hipostasiar al
Pueblo para, luego, cargar las tintas sobre la responsabilidad y las
características del Líder y los errores de aquél pueblo. Como Jeremías.
El texto de Borón es presentado como un "ensayo".
Y el autor no ahorra títulos para presentarse: "un pensador
revolucionario, anticapitalista, comunista" que reivindica el marxismo y
el materialismo histórico. Títulos suficientes para merecer algo de atención.
Más aun cuando a esos galardones se les pueden agregar muchos otros, como su
doctorado en Harvard. Y su amplia trayectoria académica de las que resulta el
conocimiento de prestigiosos autores con cuyas citas nos enteramos, por
ejemplo, de que "en política la forma es el fondo".
Ni todos esos títulos, ni ser un hombre público, con llegada a medios de prensa nacionales y
regionales, presencia en congresos y foros internacionales, le valieron a Borón
para hacer llegar sus críticas "expresadas con la intención de mejorar lo
que debía mejorarse". "Esas críticas…estaban condenadas al
ostracismo. Sobrevivían en los pequeños círculos de los amigos, que compartían
la preocupación…pero no pasaban de allí". Patético: "La voz de orden era, pues, de acompañar
el proceso y abstenerse de formular críticas o, en caso de hacerlas, cuidar que
la misma no trascendiera más allá de un insignificante cenáculo de
iniciados". ¿El pensador revolucionario, anticapitalista y comunista está
diciendo que el fascismo ahogó su voz? Puede ser, ya que ni él, marxista ni
Giardinelli, peronista, cuentan entre los "errores" del kirchnerismo
la ley antiterrorista.
Dispuesto, ahora,
a cumplir con "una suerte de juramento hipocrático a decir la verdad a
cualquier precio", atendamos a los análisis de su ensayo.
Atilio nos advierte que el peronismo no es revolucionario,
nos explica porque había que apoyar al kirchnerismo y nos dice que deberemos
hacer de aquí en más.
"Es sabido que una experiencia de matriz peronista
inevitablemente carece de la radicalidad que las condiciones actuales
exigen". Tomamos nota. "Sus contradicciones son inocultables:
promoción del «capitalismo
nacional» pero
vigencia de las leyes de Inversiones Extranjeras y de Entidades Financieras de
la dictadura militar.." Y así AUH pero regresividad tributaria, YPF
sociedad anónima con acuerdos secretos, alianza con Barrick, Chevron,
Monsanto…enumera Borón.
"El kirchnerismo no tenía la superación del capitalismo
en su agenda, ni siquiera remotamente". "La izquierda, para ser tal,
es necesariamente anticapitalista". "¿Por qué brindarle entonces un
apoyo crítico?...Kirchner sintonizó muy rápidamente, al inicio de su gestión,
con el nuevo clima político regional…Su indocilidad ante el FMI también lo hizo
merecedor del apoyo de las fuerzas de izquierda". Tal indocilidad se
agrega a los conocidos latiguillos del cambio de la Corte, etc.
Méritos tales, entonces para que aceptemos que la izquierda
debía hacer una "alianza táctica con el kirchnerismo": remendar una
Corte que se caía sola, disfrazar el pago de la deuda con la palabra
desendeudamiento. Claro es que "teniendo en cuenta las duras realidades
del tablero geopolítico mundial ¿en qué otro lugar podía estar una fuerza de
izquierda?". Es que, "uno de los grandes enigmas de la política
latinoamericana es la sistemática ceguera de un sector de la izquierda ante las
multifacéticas políticas del imperialismo en la región". Tomamos nota de
nuestra ceguera que nos impide ver que Barrick, Chevron, Monsanto, no tienen
nada que ver con las multifacéticas políticas del imperialismo. Tampoco la Ley
de Inversiones Extranjeras, ni todo lo que Borón contabiliza como
"contradicciones": el protagonismo "del rechazo del ALCA pero
sin ingresar al ALBA". Como para Giardinelli, la corrupción es un mal
endémico argentino.
Dado que Borón alega las explicaciones dialécticas ¿puede el
lector intuir al menos que esas contradicciones no sean contradictorias? ¿Que
sean en realidad formas de las estrategias en ese enigmático tablero
geopolítico como una cara más de las multifacéticas políticas?
Políticas de restauración del Orden. ¿Que la forma de
contradicción no esté ocultando su función gatopardística?
La izquierda deberá movilizarse para escuchar a Alex
Kiciloff. Dice Atilio, con resonancias leninianas, "la constatación de la
catástrofe que se avecinaba provocó la espontánea movilización de vastos
sectores de la sociedad ante la imperdonable deserción del FpV, La Cámpora, UyO
y las organizaciones sindicales…salieron a la calle imbuidos por un fervor
militante como no se había visto desde las grandes jornadas de finales de
2001…esa irrupción de masas…también se manifestó en el acto de despedida de
Cristina…las sucesivas autoconvocatorias…como por ejemplo la que tuvo lugar en
el Parque Centenario…para escuchar al ex ministro de Economía Alex
Kiciloff".
"Es ese espacio de autoconvocados y movilizados donde
deberá trabajar la izquierda para construir esa alternativa que el kirchnerismo
no supo ser". Bien, tomamos nota.
Desde ese atalaya, o composición de lugar Borón se propone
arrojar "algo de luz sobre las causas y las consecuencias de la derrota
del kirchnerismo".
Propone distinguir dos órdenes de factores causales:
mediatos (económicos) e inmediatos (la campaña electoral).
De las causas mediatas el ensayista enumera: 1) la
inflación, 2) el impuesto a las Ganancias y 3) el dólar (el cepo).
De las inmediatas: 1) el maltrato, por parte de Cristina Fernández
y su entorno, al "único político que podía haberles evitado la
derrota", Scioli; a) el error estratégico de no aceptar el "voto
táctico a Lousteau" en el balotaje de la Ciudad que, de haberse adoptado
"probablemente la situación de la Argentina, y de América Latina, sería
hoy bien diferente"; 3) la elección de Zanini: "un error mayúsculo
que podría haber sido evitado si Scioli elegía (y no Cristina) un compañero de
fórmula si no atractivo al menos digerible"; 4) la imposición de Aníbal
Fernández como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires. El autor
sostiene que, dado que "el Papa Francisco haría asegurado un discreto
apoyo al sciolismo…y sugerido la conveniencia de un hombre como Julián
Domínguez, muy allegado a la Iglesia y su obra pastoral en el conurbano"
era conveniente oír su sugerencia; 5) el "fuego amigo" del internismo
y, 6) no haber "percibido que vastos sectores de la sociedad querían un
cambio".
Todo esto que el pensador revolucionario no pudo decir sino
a los allegados lo habían anticipado Marcelo Bonelli o Maximiliano Montenegro,
en forma verbal o por escrito.
Finalmente el Doctor Borón, después de señalar las
diferencias de estilo entre Néstor y Cristina (esta última con actitudes
soberbias y limitación de su capacidad de escuchar, dialogar y hacer alianzas)
y de acudir a Gramsci a Maqiavelo y a Jesús Reyes Heroles, extrae de ese
análisis un conclusión teórica: el consumo no crea hegemonía.
La tesis está construida en base dos historias apreciadas
bajo la lente del sociólogo.
"Un humilde lustrabotas del microcentro porteño, un
hombre entrado en años, venido de una provincia pobre de la Argentina le
confiesa a uno de los habituales clientes que había votado a Macri «porque estaba demasiado
grandecito para soportar que la presidenta lo retara en la televisión». Otro: en un modesto
almacén del conurbano su dueña debía apagar la televisión cada vez que
comenzaba una cadena nacional porque su clientela ya no quería escuchar a
Cristina. Y la mayoría estaba formada por beneficiarios de diversos programas
sociales del gobierno".
De esta aguda observación el ensayista ahonda en su tesis.
"Se confió en la magia del mercado: accediendo a algunos bienes se suponía
que los nuevos consumidores retribuirían lealtad política". Para concluir:
"la hegemonía es el resultado de la educación política".
Cualquiera podría preguntar ¿Y quién es el educador, los
educadores? ¿el líder providencial? ¿la vanguardia iluminada? ¿el Secretario de
Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional?
El escritor Giardinelli nos decía que el pueblo se puede
equivocar. Bien parece que los beneficiarios de los programas sociales del
gobierno volcados al mercado consumista no responden de forma adecuada si no se
los educa políticamente. Será que, como decía el profeta, no son entendidos, mi
pueblo es necio. En suma, no estarán Maduros para entender de geopolítica.
A este ensayo llamó el autor: El poder de la crítica y la crítica del poder[2].
¿Con estas críticas y autocríticas vamos a encarar la
resistencia?
Mal me temo que, si no intentamos superar este nivel de
análisis del papel del kirchnerismo, poco podamos entender qué cosa significa
el macrismo. Al que aquél dejó todos los instrumentos para gobernar como lo
está haciendo. En las formas y en el fondo.
Edgardo Logiudice
diciembre 2015