jueves, 27 de diciembre de 2012

Apuntes sobre el modelo económico kirchnerista. Un cuento de El Tio.


A mí se me hace cuento...
Jorge Luis Borges, Fundación mítica de Buenos Aires.

Buena parte de economistas e intelectuales, funcionarios o partidarios del gobierno sostienen que el modelo económico en marcha es de carácter nacional-industrial en un proceso de neo-desarrollismo.
Algunos sectores de izquierda opositores basan sus críticas en los límites de este presunto proceso, dando por sentado que tal modelo está vigente. Sus límites estarían en la propia concepción ya que no sobrepasaría las frontera redistribucionista keynesiana.
La Presidenta de la Nación sostiene el slogan de desarrollo con inclusión mostrando números de crecimiento del PBI, del mayor peso relativo del sector industrial en las exportaciones y del descenso de la tasa de desempleo.
El conjunto de la oposición partidaria clásica cuyas fracciones son denominadas centro-izquierda, centro y derecha sólo emiten críticas puntuales tanto al discurso como a la práctica de la política económica del gobierno.

Algunos economistas e intelectuales de los mencionados al comienzo son conscientes de las dificultades de un proceso neo-desarrollista en una economía globalizada por un capitalismo transnacionalizado. Sin embargo apuestan a la factibilidad del modelo de los países del sudeste asiático y China. El secreto estaría en una fuerte intervención del Estado para sostén de una burguesía nacional, capaz de apropiarse de los avances tecnológicos que necesariamente deben exportar desde los países centrales hacia las periferias en los procesos productivos transnacionalizados[1].
La cuestión de la deuda externa se percibe como un obstáculo superable y superado con lo que se dio en llamar el des-endeudamiento, es decir el pago anticipado de la deuda durante el gobierno de Néstor Kirchner.
La cuestión de la hegemonía o, quizá mejor, dominio del capital financiero sobre el capital industrial, no aparece señalada.

Este me parece que es a grandes rasgos el panorama discursivo respecto al mentado modelo económico.
Mi objetivo, en este texto, no es el de plantear la viabilidad de otro modelo alternativo o de un modelo socialista, como plantean algunos amigos de la izquierda, sino de presentar mis dudas sobre la realidad de la existencia de ese modelo más allá del discurso, teórico en algunos caos y propagandístico en los más.

Mi opinión es que se trata de un nuevo aspecto de una revolución pasiva a nivel del capitalismo global con sus consecuentes fenómenos transformistas. Y que, en definitiva, no se trata muchos más que de un cuento de El Tío.
El Tío porque, como se sabe, era el nombre cariñoso que daban los jóvenes peronistas de izquierda de los setenta a Héctor J. Cámpora, el hombre designado por el General Perón desde Puerta de Hierro, para llegar a la Presidencia de la Nación y preparar las condiciones de su retorno al país.
Desde sus inicios este gobierno asumió una mística setentista que, entre otras cosas, cuenta con una agrupación de la que es dirigente Máximo Kirchner, hijo de Néstor Y Cristina, llamada "La Cámpora". El breve gobierno de El Tío contó con un ministro de economía, que lo fue luego también con Perón, que fue un líder de los empresarios nacionales, fundó la Confederación General Económica, y tenía una definida concepción desarrollista.
Pero esto no es más que una anécdota, sólo para ilustrar un aspecto concreto de la apelación a tradiciones pasadas en los fenómenos de transformismo que suelen acompañar a las revoluciones pasivas. Revoluciones que son capaces de absorber nuevas formas y demandas bajo la misma dominación fundamental. Dos arbitrios son clásicos en estos procesos: la cooptación de dirigentes e intelectuales y el transformismo, apelación a formas de legitimación de la representación popular en base a presuntos orígenes étnicos o sociales. Si el caso de Obama, que ha demostrado que representa bien los intereses del capital financiero hegemónico con el rescate bancario, se legitima electoralmente en la negritud, nuestro Carlos Menem fue un pionero apelando al poncho y las patillas de los caudillos criollos para abrir las puertas a la transnacionalización y el llamado neo-liberalismo.
Creo que no son ajenos a esto varios aspectos del proceso en curso en América Latina.

Desde los ochenta el capitalismo absorbe una profunda revolución científico-técnológica y las transformaciones en el modo de producir, colocándolas desde entonces bajo la hegemonía del capital financiero, cuya movilidad no tiene ya las trabas de localización del capital industrial. Al mismo tiempo absorbe la revolución en la información y las comunicaciones, generando nuevas formas de apropiación. Revolución pasiva que se manifiesta políticamente. No sólo el discurso neo-liberal absorbe la defensa de las libertades y la democracia en sus intervenciones bélicas, sino que sabe replegarse de la escena propiamente política cuando se trata de negocios: asimila a China y otros regímenes autocráticos. También aparece el transformismo cuando aparecen sus lacras deslegitimándolo. Sabe absorber como logos otros íconos: toda la socialdemocracia europea.

En este contexto arriba el kirchnerismo luego de una deslegitimación radical de la misma democracia representativa electoral con la consigna Que se vayan todos  y la presión popular de la que resultaron cinco presidentes en una semana. La misma presión que forzó al Presidente Duhalde a convocar a las elecciones de las que surge Néstor Kirchner. Llega de la mano de aquél, como Gran Elector, al inclinar su apoyo, en el ballotage, contra Menem que había ganado por un pequeño porcentaje. Kirchner había logrado apenas el veintidós por ciento de los votos. Pero Menem declinó presentarse a la segunda vuelta.
Kirchner aparece así como la única alternativa al menemismo, con poco caudal electoral pero sin predisposición en su contra, puesto que su actuación no era demasiado conocida en el ámbito nacional.
Se trataba de un equipo político provincial, aunque de formación urbana, con intereses económicos en una provincia con renta petrolera. Habían demostrado sí una fuerte vocación de poder en la gobernación provincial.
En esa situación adoptan con perspicacia un discurso "transversal", como modo de reforzar su exigua base electoral, cooptando dirigentes e intelectuales.
Dos de los Presidentes en tránsito de la célebre semana habían hecho el trabajo sucio y necesario: la cesación de los pagos de la deuda externa y la devaluación de la moneda.
Las fuerzas tradicionales, desprestigiadas y debilitadas. La debilidad de los partidos políticos, la iglesia, las fuerzas armadas, la banca y el poder judicial, le permiten a Kirchner realizar algunos gestos de autoridad, que lo revisten de una aire progresista, sin riesgo[2]. La izquierda tradicional ya había desaparecido. Las burocracias sindicales, muchas de las cuales habían aceptado y convertido en negocios personales las privatizaciones de Menem, tenían sus bases diezmadas por el desempleo y la precarización. Se conformaron con negociar los aumentos de salarios propuestos por el gobierno y bregar por aumentar el fondo de las obras sociales sindicales, que son también fuente de negocios privados.
Al mismo tiempo esa situación indujo a los creadores de imagen a generar o a exagerar distintos enemigos ad hoc[3].
 La actividad económica, salvo quizá el sector exportador de granos, estaba en punto muerto. Los bajos salarios, una vez producida la devaluación, posibilitan una reactivación suficiente como para que cualquier mejora signifique más que cero. Por lo demás la suspensión del pago de la deuda pública permitió cierto desahogo fiscal.
La banca quedó a la espera, salvo un par de bancos que se retiraron y algunas absorciones.
El agro con una coyuntura favorable se acomoda a la necesidad exportadora. Este ya no era la vieja oligarquía ganadera, en particular la agricultura había  sufrido una fuerte transformación técnico-productiva, con una impronta de desarrollo capitalista industrial. El alza mundial del precio de los granos permitió también una mejoría de la balanza comercial. La producción agrícola ya presentaba rasgos financieros con el alquiler y no la propiedad de la tierra por medio de los fideicomisos y los granos ya funcionaban como comodities  en los mercados a término globales.
La reapertura de algunas pymes, ahora con salarios devaluados y todavía fuerte precariedad laboral, generó una idea de re-industrialización.
En el conjunto de la población se generaron muchas expectativas. La actividad de los movimientos piqueteros fue decreciendo y el gobierno, respecto a ellos, transformó la necesidad en virtud: los dejó hacer sin reprimir, soportó las molestias de algunos sectores, al mismo tiempo que comenzó a tratar con las dirigencias proveyendo algunos recursos asistenciales.
El gobierno tomó el discurso de generar una nueva burguesía nacional[4] con un tinte neo-desarrollista de modelo nacional-industrial[5]. Dándole así un nombre específico al (abstracto) "cambio de modelo" ya propugnado por Duhalde.
El posterior conflicto a propósito de las retenciones a la exportación de granos, donde afloró lo más cerril de la actividad agropecuaria, contribuyó a generar una épica industrialista[6]. El gobierno perdió la batalla legislativa por imponerlas pero aparece así un real enemigo. Esto será utilizado luego como un chantaje para oponer a cualquier crítica a una presunta epopeya. Epopeya que aparece con un sólo sujeto: el o la líder. Situación que es avalada por algunos sectores intelectuales[7].
Con ese discurso y con una oposición que no que puede oponer porque, salvo matices, gira sobre los mismos ejes se asegura que no hay nada a la izquierda del gobierno. Afirmación que manifiesta y reafirma un posibilismo pragmático con el que se ocluye hasta la probabilidad, no de ensayar sino siquiera de pensar alguna alternativa. El último argumento presidencial ha sido el banal: "El mundo es redondo y el que se va muy a la izquierda termina por la derecha". 

Si observamos los resultados de la gestión kirchnerista es difícil ubicarla fuera de su adaptación al juego del capitalismo financiero. Como quizá lo sean también las políticas de Venezuela y de Brasil. La primera a través del manejo financiero de los recursos de Pdvsa[8] y el segundo con el peso de las exportaciones de soja y hierro, es decir los comodities y la caída de las exportaciones de sus manufacturas, proceso que ha sido calificado como re-primarización de la economía. 
Los comodities son una de las bases más destacadas de la ingeniería financiera. La soja se cotiza como futuro en la bolsa de futuros agrícolas de Dalian, en la comunista China.
En el caso de Argentina la presencia relevante de la actividad financiera más que de las manufacturas industriales se refleja, además, en la creación del empleo[9].

Naturalmente, esto no significa ni que no haya habido crecimiento de la economía ni del empleo. Desde esa óptica un personaje como Juan Llach[10] reconoce un crecimiento de la industria manufacturera[11]. Claro es que el crecimiento puede significar muchas cosas: el PBI puede crecer en base a la industria bélica. El asunto es qué se produce, para qué y para quién se produce.
Lo cierto es que hubo "crecimiento económico". (Aunque quizá un dato relevante, respecto a la "industrialización" sea la participación de las manufacturas industriales en las exportaciones, pese a las últimas declaraciones de la Ministra Débora Giorgi. Puesto que más de un tercio de lo computado pertenece a la vehículos armados en el país -por empresas de capital extranjero- y alrededor del 10%  de piedras preciosas y metales[12].)
De lo contrario no se explicaría el entusiasmo y la adhesión  a este gobierno de la mayor parte de la población, desde muy variados sectores. Al punto que, hace dos años, un clásico núcleo social de historia combativa como los jubilados no reaccionó ante el veto de la Presidenta al reconocimiento del derecho al 82%[13].
Por otro lado, no sólo se trata del capital transnacional en nuestro país, sino la transnacionalización de algunos capitales nacionales (por lo menos en materia agrícola y alimentaria). Pero, además, los mejores balances de los últimos años fueron los del capital bancario, favorecidos directamente tanto por la bancarización privada de fondos públicos como por los negocios con los bonos de la deuda[14].
Este gobierno supo hacer una lectura financiera del ahorro social al tiempo que con ellos mantuvo la rentabilidad de los grupos que habían saqueado con las privatizaciones, sin siquiera exigirle inversiones, pero que siguen distribuyendo dividendos. De este modo empresas deficitarias no sólo cubren sus pérdidas sino que reparten ganancias con fondos sociales[15].
De modo que, más allá del discurso, no parece que su plan fuera del "capitalismo serio" ni de la generación de una burguesía nacional o local. Por lo demás, siempre propensa a asociarse al capital extranjero y hasta a transnacionalizarse, cuando le es posible (por otro lado, conducta racional -de cálculo racional- en esta época de globalización) .
La mejora en algunos aspectos del régimen asistencial no ha sobrepasado el reparto de la pobreza, acudiendo a los ahorros de pensión. Que sirvieron, además, para suplantar los capitales no invertidos por aquéllos que ya habían agotado el negocio, dándole el título de nacionalización[16]. Pero, además de no nacionalizar, habrá que pagar indemnización[17]. El demoníaco capital español será reemplazado por el angelical de Chevron, que ya tiene juicios en Argentina[18]. En esto ha quedado el presunto keynesianismo.

La epopeya incluye también el "des-endeudamiento". Vale decir, el pago anticipado e indiscriminado a valor de plaza de la deuda previamente estatizada, presentado como un inteligente acto de soberanía, con el beneplácito del entonces Director del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato, que había inducido a ello ya a otros catorce países.
Lo que se ha suplido de deuda con fondos públicos (entre otros, el impuesto al trabajo) sólo significa que esa inversión de fondos no tiene más garantía que la miseria de los jubilados.
En este esquema, y con la justificación de la falta de capitales, al mismo tiempo que se permitió el giro de remesas al exterior[19] se mantienen desgravadas las operaciones bursátiles y financieras. 
 No parece casual, entonces, la profusa presencia de funcionarios del neo-liberalismo menemista y cavallista en el gobierno, con la cubierta de que son funcionarios técnicos.
Por lo demás, la Presidenta ha sido clara el día de la industria: precisamos los dólares para pagar la deuda. Queda todavía para el discurso el tema de los "fondos buitres"[20], como si aquéllos a los que se pagó (y se paga) fueran fondos palomas.
La ubicación dentro de la estrategia del capital financiero se completa con el privilegio del crédito para el consumo (el endeudamiento) de bienes muebles (resultado de la maquila) frente a los créditos para las pymes que siguen pagando altas tasas por los adelantos de cheques diferidos[21].
A todo esto quizá debería agregarse el último convenio firmado con Monsanto, con lo que la actual fuente de recursos del país (el yuyo) queda a sus expensas de la transnacional[22].

Más allá del discurso no parece tratarse tanto de límites del neo-desarrollismo, como plantean algunos amigos, como de una adecuación a las nuevos modos de apropiación del trabajo ajeno, cuya legitimación no es ya "neo-liberal", aunque su ideología mantenga su pregnancia en grandes sectores de la población. Particularmente en los sectores medios urbanos, algunas de cuyas reacciones parecen asentarse, sobre todo, en cierto temor al debilitamiento del consumo como efecto de la inflación.
No es cuestión de ponerse a hacer análisis del discurso pero la expresión de la Presidenta de la Nación de que “algunos quieren hacernos retornar al régimen ultraconservador que arruinó a la Argentina”[23], bien parece la confesión de cuál es la ubicación de este gobierno.
No es ultraconservador, es apenas conservador.

Como en el cuento del tío quizá lo más dañoso sea la posterior desilusión.
Como decía la poesía criolla de Atahualpa Yupanqui:

   Hay diferentes montones,
unos grandes y otros chicos.
Si va p’al montón del rico
el pobre que piense poco,
detrás de los equivocos
se vienen los perjudicos.


Edgardo Logiudice.
Noviembre 2012



[1] Hacia allí apuntan los argumentos del actual Vicepresidente del Banco de la Nación, Dr. Enrique Arceo, de destacada militancia revolucionaria en los años setenta.
[2] El Presidente Kirchner ordenó al Jefe del Ejército descolgar los cuadros de los dictadores Videla y Bignone de un salón del Colegio Militar de la Nación en su carácter de Comandante en Jefe de las fuerzas armadas, como gesto de autoridad. Kirchner impulsó el cambio de los miembros de la Corte Suprema de Justicia que estaba absolutamente desprestigiada por su obsecuencia a Carlos  Menem, para ello utilizó la cadena nacional de radio y televisión como aparente manera de apelar al pueblo. Estas medidas de fuerte carga simbólica contribuyeron a la legítima aceptación de vastos sectores político-intelectuales de izquierda.
[3] Frente a ellos fogosos discursos han creado el halo de una gesta nacional y popular: en uno de sus discurso la Presidenta dijo que le parecía mentira que hayamos dejado de ser colonia.
[4] "Frente a los banqueros nacionales, el presidente Néstor Kirchner dijo: «Es imposible un proyecto de país si no consolidamos una burguesía nacional»". María Seoane, Clarín, 12/10/2003.
[5] Schorr, Martin. Modelos nacional-industrial. Límites y posibilidades.  Bs.As. 2005, Capital Intelectual.
[6] Durante la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner el gobierno impulsó un aumento a las tasas de exportación de granos a la que se opuso el sector agropecuario generando un conflicto sembrado de lock-outs amenazando con la distribución de alimentos a la población.
[7] Ernesto Laclau ha escrito La razón populista. Profesor en Essex visita asiduamente el país sosteniendo la tesis de que en América Latina los liderazgos fuertes garantizan la democracia y por ello deben ser reelectos indefinidamente.« Laclau planteó que resulta "una falacia hablar de reelección y autoritarismo. Estoy totalmente de acuerdo con la reelección indefinida. Escucho que la oligarquía dice (por Chávez) «se perpetúa en el poder». Y yo digo, si no lo votan, no hay perpetuación"». diario La Capital, 31/05/09. Presentándose como gramsciano post-marxista, junto con su esposa Chantal Mouffe, se manifiestan partidarios de una "democracia radical".
[8] Petróleo de Venezuela Sociedad Anónima, empresa estatal venezolana de producción, distribución y comercialización de petróleo, principal fuente de divisas de ese país.
[9] "Entre 1993 y 2010 el valor agregado generado por el sector Comercio y Servicios dentro de la economía argentina se incrementó un 82%, lo que implica una tasa de crecimiento promedio anual de 3,6 por ciento.  Desde 2002 el sector crece al 6,9% promedio anual. En los últimos años el sector Comercio y Servicios
incrementó su participación en el PIB argentino, alcanzando en 2010 el 67,3 por ciento.  Es decir, Comercio y Servicios genera más de dos tercios del PIB del país". Informa de la Cámara Argentina de Comercio, Abril de 2011. "Este crecimiento interanual del empleo estuvo impulsado especialmente por los servicios
financieros y a las empresas (7,7%), los servicios comunales, sociales y personales (4,7%),
transporte, almacenaje y comunicaciones (4,2%) y la industria manufacturera (3,5%) actividad
que viene sosteniendo un incremento del empleo interanual a lo largo del todo el año 2010". Encuesta de Indicadores Laborales - Primer Trimestre 2011. Ministerio de Trabajo, empleo y seguridad social.
Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales, Dirección General de Estudios y Estadísticas Laborales.
[10] Fue viceministro de Economía en tiempos de Menem y mano derecha de Cavallo, dirigente de la Fundación Mediterránea, teórico de la convertibilidad, ministro de Educación de Fernando de la Rúa y asesor de la Conferencia Episcopal
[11] "Apoyada en un marco externo favorable, la devaluación, la gran capacidad ociosa y la gradual recuperación del consumo interno, la industria manufacturera alcanzó logros importantes en lo que va del siglo. La producción aumentó cerca de 8% anual, el doble de la década anterior, pero aportó sólo un 15% del crecimiento total del PIB. Las exportaciones de manufacturas de origen industrial en divisas también tuvieron buen desempeño al crecer 13.3% anual, algo más que el total exportado y algo menos que las manufacturas agroindustriales. Sumadas estas y aquellas exportaciones, resulta que la industria argentina aporta ya cerca del 70% del total. El aumento en volumen físico, sin embargo, no logró superar al de la década del 90 (9,6% anual)". La Nación, 24/2/2012. (Productos agroindustriales son: " residuos y desperdicios de la industria alimenticia, grasas y aceites, cereales, semillas y frutos oleaginosos, carnes, pieles y cueros, frutas frescas, productos lácteos y huevos y hortalizas, legumbres y frutas preparadas. Quienes, en conjunto, pasaron de representar un 78.8 % a un 80.3 % de las exportaciones agroindustriales" Copello, Juan. Evolución de las exportaciones agroindustriales. Apuntes agroeconómicos, Año 4, n° 5, Facultad de Agronomía, UBA.) 
[12] La exportación de esos vehículos importa un envío de remesas de divisas de las empresas al exterior. Exportaciones de manufacturas de origen industrial: evolución reciente y perspectivas . Saber cómo, n° 96,  enero 2011, INTI, Ministerio de Industria, Secretaría de Industria y Comercio.
Por lo demás el armado y el montaje es un mero pasaje del proceso de producción que, en su conjunto, se decide fuera del país, desde la tecnología hasta la realización el precio total y la ganancia. Estos resultados se logran a veces sin establecer filiales, por medio de licencias, representaciones y franquicias. Robinson, William I. Una teoría sobre el capitalismo global. Producción, clases y Estado en un mundo transnacional. Bogotá, 2007. Desde abajo. Por lo demás lo reconoce la Ministra Giorgi al presentar como un logro la exportación de mediana tecnología.
[13] La percepción de pensiones y jubilaciones en un índice del 82% móvil de los sueldos de los convenios de trabajo es una antigua reivindicación objeto de muy importantes luchas frente a todos los gobiernos. El Congreso Nacional votó esa ley acorde con la Constitución Nacional y fue vetada por la Presidenta de la Nación. Su argumento fue que, de pagarse ese índice, se agotarían los fondos. Sin embargo ellos fueron destinados a subvencionar empresas privadas. En un momento hasta a la misma General Motors. 
[14] "Los balances que cerraron el 30 de junio. Un contexto de alta inflación, en el que se pagan tasas de interés negativas y se cobran intereses positivos que castigan a los que toman préstamos convirtió, otra vez, a los bancos en el sector de la economía que se queda con el grueso de las ganancias cada vez más exiguas que consiguen las empresas argentinas". http://www.eleconomista.com.ar/?p=4188 28/12/2012
"Bancos cosechan ganancias récord por boom del consumo y bonos del Banco Central.  Jueves, 17 de febrero de 2011. En la city hacen la siguiente lectura: aquellos bancos con mayor crecimiento en sus ganancias fueron los que mayor participación de los títulos de deuda tenían en su portafolio de inversiones". http://www.zonabancos.com/ar/analisis/noticias/15392
[15] "El entramado de los subsidios en el país es complejo. El esquema aplicado hasta el momento apunta a financiar directamente a las empresas y no a los usuarios. En el caso de la electricidad, las subvenciones son canalizadas a través de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) y llegan directo a las generadoras. Según datos de Economía, en 2010 Cammesa habría recibido y transferido 13.487 millones de pesos y para este año se calculan 20.000 millones". Página 12, 3/11/2011.
[16] "«La eficaz gestión de la compañía ha permitido consolidar paulatinamente la fortaleza de los negocios de Repsol, particularmente tras la expropiación ilegal de YPF en abril de este año», señala la empresa". El País, Madrid 8/11/2012.
[17]" La petrolera española conserva un 12% de las acciones de YPF y reclama al Gobierno argentino 7.665 millones de euros por la expropiación de su filial". El País, Madrid 4/10/2012.
[18] "La demanda en Ecuador contra Chevron por presuntos daños medioambientales se extendió hoy a Argentina, donde un juez dictó un embargo preventivo por hasta 19.000 millones de dólares sobre los bienes de la petrolera estadounidense. La meta de los demandantes, un grupo de indígenas y colonos de la Amazonía, es cobrar fuera de Ecuador los 19.000 millones de dólares, incluidos honorarios legales, que dos tribunales de ese país han ordenado pagar a Chevron por daños al medio ambiente, dado que en el país andino la multinacional apenas tiene activos". Buenos Aires, 7 nov 2012  (EFE).
[19] En los últimos años alrededor de 80.000 millones de dólares.
[20] Acreedores que no aceptaron el pago anticipado.
[21] La reciente medida para los 20 bancos calificación A de prestar al 15% para la producción demuestra, al menos, lo que sucedió hasta ahora: altas tasas para las pymes productoras y subsidios para los grandes grupos concesionarios de servicios.
[22] En ocasión del conflicto con el agro (nota 5) la Presidenta se refirió despreciativamente a la soja como yuyo. Durante varios años el gobierno se resistió, presionado por grupos ambientalistas, a avalar el ingreso de un tipo de semilla transgénica y el pago de su patente. Finalmente aceptó las gravosas condiciones impuestas por la transnacional que impide el tradicional derecho de los productores a utilizar parte de la cosecha para una nueva siembra sin volver a pagar las patentes.
[23] Página 12, 13/11/2012.

Marx espigado.


Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada. Ruth 2, 17.

Se me hace que las lecturas son como siegas.

Julein Dupré fue un pintor realista de la segunda mitad del siglo XIX. Admirador de Jean-François Millet; como él, pintó la vida campesina de la Normandía y sus tareas. Entre ellas la siega donde las mujeres aparecen recogiendo el cereal para emparvarlo. Con una horquilla. Son las segadoras, erguidas en pleno día.
En el conocido cuadro de Millet las mujeres, encorvadas, recogen espigas con sus manos para guardarlas en el arremangado mandil. Son las espigadoras, ya cerca de la hora del ocaso. Al fondo se recortan las parvas y se van alejando los cosecheros y sus cargas.
Tan viejo o más que el exilio de Babilonia parece ser el derecho a espigar. El cuadro de Millet es de 1857 y en Italia, como una huella, legisla aun sobre él el Código Penal: hasta un año de reclusión si se espiga antes de que esté concluida la cosecha, como si fuera un hurto (art. 626).
Derecho de los huérfanos, de las viudas y de los pobres a recoger las espigas volcadas en la melga después de la cosecha.
Esto era mucho antes de la siembra directa. Y antes de que se declarara ilegal al chacarero guarde parte de su propia cosecha para sembrarla.
Derecho de los más pobres y desvalidos cuando aun entre el alimento de las gentes y la tierra no existían las distancias de Wallmart o Carrefour. Cuando éstas ya existen apenas se puede espigar cartón.
Sin embargo los Stallman espigan. Y bien que hacen.  
Pero no es necesario ir tan lejos. Todavía están los viejos libros.
El pensamiento, una vez expresado, es difícil de cercar y fácil de apropiar. Por ello decía Hegel que la propiedad del intelecto y el plagio eran sólo una cuestión de honor. 
Marx ha sido cosechado muchas veces, al punto que parece ya agotado. Engels, Kautsky, Lenin, Trotsky, Gramsci, Lukács, Marcuse, Althusser y tantos lo han trillado sin medida.
Sin embargo quizá no sea vano el uso de espigar. No está probado que alguna semilla no llegue a ser útil para la bolsa blanca.

Con respecto a los alimentos, algunos muebles, los remedios y algún techo, no se puede andar espigando alegremente por ahí. Por lo común esas cosas se compran, se pagan con dinero contante presente o plástico futuro. Y, por lo común también, si uno no lo tiene ya por lo que sea, habrá de procurárselo, si quiere ladear el código penal, trabajando. Entregando temporalmente su fuerza, habilidades o conocimientos a cambio de ese dinero. Este precio, en cualquier modalidad que lo cobre se llama salario.

¿Qué diríamos si a alguien se le ocurriera decir que ni el trabajador vende su fuerza de trabajo ni compra sus alimentos y demás enseres?
Pues bien, ese alguien fue Marx. Lo dijo cuando tenía veintinueve años, poquito antes de que viera la luz el manifiesto de los comunistas. Y lo ratificó veinte años después, ya madurito.
Los obreros no espigan, pero tampoco compran ni venden nada.
Decía Marx en 1847[1]: “¿Qué es el salario? […] al parecer, el capitalista les compra a los obreros su trabajo con dinero. Ellos le venden por dinero su trabajo. Pero esto no es más que la apariencia. […] Con el mismo dinero […] el capitalista podía haber comprado dos libras de azúcar o una determinada cantidad de otra mercancía. […] Al entregarle dos marcos, el capitalista le entrega, a cambio de su jornada de trabajo, la cantidad correspondiente de carne, de ropa de leña, de luz, etc. […] el capitalista no paga este salario del dinero que ha de obtener […] sino de un fondo de dinero que tiene de reserva. […] [El obrero] no pertenece a tal o cual capitalista, sino a la clase capitalista en conjunto […].”
Resumiendo el salario aparece como un contrato de compraventa del trabajo, pero se trata de una apariencia: el precio del trabajo no es otra cosa que las mercancías para el consumo de subsistencia, que ya están en manos de la clase capitalista industrial. Por lo tanto el obrero pertenece desde el vamos a la clase capitalista. De allí que el capitalista pueda decir sin ruborizarse que, cuando lo emplea le da de comer.
 Y, ya en El Capital: “[…] desde el punto de vista social, la clase obrera, aun fuera del proceso directo de trabajo, es atributo del capital, ni más ni menos que los instrumentos inanimados. Hasta su consumo individual es, dentro de ciertos límites, un mero factor en el proceso de reproducción del capital. […] El cambio constante de patrono y la fictio juris del contrato de trabajo mantienen en pie la apariencia de la libre personalidad”[2].
Si la clase capitalista es dueña de los obreros y, por lo tanto, no hay venta de la fuerza de trabajo sino manutención, entonces, tampoco hay compra sino apariencia de compra. El consumidor cree  que compra, lo están embuchando como a un pavo de Navidad. Con un voucher.
Una especie de criadero de aves, que también termina en el desplume.
“[…] el obrero lejos de poder comprarlo todo, está obligado a venderse a sí mismo y a vender su condición de hombre”[3].
“La escala mínima –la única necesaria- para establecer el salario es la subsistencia del obrero durante el trabajo, más el necesario excedente para poder alimentar una familia y para que la raza de los obreros no se extinga”[4].
“[Adam Smith] Nos dice que […] en realidad, lo que vuelve al obrero es la parte más pequeña y estrictamente indispensable del producto; justo lo necesario, no para que exista como hombre, sino para que exista como obrero; no para que perpetúe la humanidad, sino para que perpetúe la clase esclava de los obreros”[5].
“El cebo del ganado de labor no deja de ser un factor necesario del proceso de producción porque el ganado disfrute lo que coma. La conservación y reproducción constantes de la clase obrera son condición permanente del proceso de reproducción del capital”[6].

El capitalista industrial productor de alimentos no vende alimentos sino que compra obreros. No sólo como mano de obra sino como consumidor. No le vende los alimentos sino que compra su capacidad de comerlos. Paga con los mismos alimentos en forma de mercancías. El obrero no compra medios de subsistencia, le pagan con ellos, en forma dinero.
Marx citaba a Adam Smith: “Como los hombres, al igual que las demás especies animales, naturalmente se multiplican en proporción a sus medios de subsistencia, siempre hay mayor o menor demanda de alimentos. Siempre el sustento podrá comprar […] una cantidad más o menos grande de trabajo, y siempre ha de hallarse alguien dispuesto a hacer algo para ganárselo”[7].
El obrero no compra ni vende, es vendido y comprado. Enajenado, por otros hombres.
Mantenido mientras es útil, para el capitalista vale por su valor de uso: mercancía viva que transforma, genera nuevas formas a la materia. Si el obrero ni compra ni vende, nunca puede ser propietario sino en apariencia. Esa apariencia no es una ilusión religiosa sino una ilusión jurídica.
“El esclavo romano se hallaba sujeto con cadenas a su señor: el obrero asalariado se halla sometido a su propietario por medio de hilos invisibles. El cambio constante de patrono y la fictio juris del contrato de trabajo mantienen en pie la apariencia de su libre personalidad[8]. El dinero, la forma dinero, es el cebo, la carnada que tragó en el contrato de salario y que ahora, por el contrato de compra (la factura del supermercado), devuelve a su dueño. La contraseña, el vale, que se llama ticket.
Estas espiguitas quizá nos hagan dudar de algunas naturalidades que a veces escandalizan. El éxito de los shoppings en La Matanza, San Justo o González Catán donde, a pesar de haber disminuido el índice de propietarios de viviendas y aumentado el índice de hacinamiento, se venden bien las zapatillas de marca a mil pesos. Consumismo de pobreza, el ciudadano cliente. Como en Roma va todas las mañana a saludar a su patrono y recibe la sportula en dinero. Después el LCD, colgado, enganchado al palo, espigando la luz. La libre personalidad del que compra y el que vende, acompañada por otra ficción: la tarjeta Naranja. "Somos Tarjeta Naranja, la principal emisora de tarjetas de crédito de Argentina. Una empresa que brinda servicios orientados al consumo con calidad y calidez, a través de colaboradores alegres, capaces y motivados", dice su presentación. Producir consumidores, clientes y deudores. Que es necesario mantener y conservar. Fidelizar, fiel al patrono, como el cliente de la antigua Roma. La clientela, que era (es) signo de poder. Compuesta primero de hombres libres y luego de proletarios, para quienes además del pan estaba el circo. Hoy, la industria del entretenimiento[9].   

¿El capitalista me puede explotar porque es propietario privado o es propietario privado porque me compra?
¿Qué diríamos si nos dijesen que un obrero es un esclavo que se vende a sí mismo? Que nos dijesen que no es la propiedad privada la causa de la venta del trabajo sino que vender el trabajo genera la propiedad privada.
Podemos seguir espigando.
Para ser libre en la sociedad moderna, decía Hegel, otro susceptible de espigar, hay que ser propietario. Sólo el esclavo no es propietario. Si yo vendo mis capacidades y habilidades es porque soy propietario de ellas y con ellas hago lo que quiero. Pero para seguir siéndolo no las puedo vender íntegramente, mi personalidad es invendible, inalienable. Si vendiera mi personalidad, toda mi libertad, sería un esclavo. Por eso cuando vendo mis capacidades lo hago por períodos de tiempo y entonces sigo siendo libre.
La idea de Marx parece ser algo distinta.
Mientras yo aparezco vendiéndome en cuotas, en realidad me están vendiendo a mí. "[...] el obrero libre se vende él mismo y, se vende en partes”[10]. Pero, “La producción produce al hombre no sólo como mercancía, como mercancía humana, el hombre definido como mercancía […]”[11]. Una mercancía que, como cualquier instrumento de trabajo que se compra, hay que conservar mientras sea útil. Y eso significa un gasto.
“Las necesidades del obrero sólo son para ella […] la necesidad de mantenerlo durante el trabajo, pero de mantenerlo sólo de una manera que impida que la raza de los obreros de extinga. El salario posee, pues, en un todo la significación que la conservación o mantenimiento en servicio de cualquier otro instrumento productivo […] De modo que el salario forma parte de los gastos necesarios del capital y del capitalista […]”[12].
El trabajador moderno es un siervo. Los esclavos eran alimentados para trabajar y eran comprados y vendidos en el mercado al mejor postor. Un instrumento de trabajo que habla.
Porque habla, en condiciones históricas determinadas, es que puede contratar como si fuera un comerciante, dueño de sus fuerzas. Porque entrego mis fuerzas como si fuera una venta (salario) es que me declaran propietario. Es cuando me dan el alimento, o la zapatilla o el plasma, en forma de dinero que me convierten en propietario.

Marx decía una cosa aparentemente extraña: “[…] el salario y la propiedad privada son idénticos […]”[13].
En la contabilidad del capitalista el fondo destinado a salarios es el resultado de la venta de los productos que produjeron los trabajadores que se destinará a ese fin: alimentar a aquéllos.  “[…] desde el punto de vista capitalista los medios de consumo  de la fuerza de trabajo [son] la forma natural de su capital variable”[14]. Pero el capital es también la forma dinero de la propiedad privada del capitalista. De modo que la forma salario y la forma propiedad privada son la misma cosa porque es la forma dinero del trabajo. Y la forma dinero de la manutención del esclavo trabajador es la que le da carácter de venta, de salario.
Lo que da carácter de propietario a ese esclavo es que el alimento lo recibe en moneda, lo que lo hace aparecer como propietario: “porque el salario –en el que el producto, el objeto de trabajo, remunera el trabajo mismo- no es más que una consecuencia necesaria de la venta del trabajo"[15].

¿Nos sorprendería que Marx hubiese dicho que un capitalista industrial es un obrero y que, como él, está sometido al capital? ¿qué explotar es un trabajo?
Pues parece que lo dijo: “El capitalista industrial […] no aparece […] sino como funcionario […] como simple exponente del proceso de trabajo en general, como obrero y, concretamente, como el obrero asalariado[16].
“Frente al capitalista dueño del dinero, el capitalista industrial es un obrero […]”[17].

El “proceso de explotación aparece aquí como un simple proceso de trabajo, con la diferencia de que el capitalista en activo realiza un trabajo distinto al de los obreros. Por donde se identifican como dos modalidades de trabajo el trabajo de explotación y el trabajo explotado. El trabajo de explotación es trabajo exactamente lo mismo que el trabajo al que se explota[18]. [Subr. EL]
“El salario que reclama y percibe [el capitalista industrial] por este trabajo equivale a la cantidad de trabajo ajeno que expropia, […] siempre y cuando que se someta al necesario esfuerzo de la explotación […]”[19]. [Subr. EL]
“La explotación del trabajo productivo cuesta un esfuerzo, lo mismo si corre directamente a cargo del capitalista que si se efectúa por otro en su nombre. Por oposición al interés, la ganancia del empresario aparece pues, ante él como algo independiente de la propiedad del capital, y más bien como resultado de sus funciones de no propietario, de obrero[20].
“El capital a interés es el capital como propiedad frente al capital como función[21].
¿Sirve lo anterior para pensar la relación de los capitalistas industriales frente al capital financiero, hoy hegemónico?
¿Es útil para pensar las distintas formas de propiedad privada de acuerdo a la función que cumplen, no como un derecho definido y natural del hombre?
¿Sirve para pensar la propiedad privada como una ilusión producto de relaciones históricas muy específicas?

En los idílicos  cuadros de Dupré y de Millet la explotación de la tierra daba de comer a unos con su trabajo y a los excluidos del mismo con la sobras. Viudas, huérfanos y pobres sin hoces, ni horquillas, ni martillos Si estos sobrevivían o no espigando poco importaba. Lo importante era que sobrevivieran los cosecheros necesarios hasta que terminara la cosecha. Nosotros conocemos el trabajo golondrina y el que cobraba con latas. No es nuevo pero es demostrativo. También para el trabajador industrial. Pero también para el nuevo trabajador del conocimiento, tan esclavo del capital como cualquiera. Si no lo es más. Eso sí, si no se asumen como propietarios, lo suelen hacer como emprendedores.

Please Marx, replay. Que pueden haber quedado otras espigas olvidadas.

Edgardo Logiudice
Noviembre 2012



[1] MARX, Carlos. Trabajo asalariado y capital. En MARX, Carlos; ENGELS, Federico; Obras Escogidas, Buenos Aires, 1957, Cartago. Págs. 48, 49, 50.
[2] MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Buenos Aires, 1956, Editorial Cartago, Tomo I, Págs. 462, 463.
[3] MARX, Carlos. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía. Buenos Aires, 1968, Editorial Arandú, pág. 43.
[4] MARX, Carlos. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía. Op. Cit. Pág. 50.
[5] Íd. Ant. Pág. 55.
[6] MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Buenos Aires, 1956, Editorial Cartago, Tomo I, Págs. 462.

[7] MARX, Carlos. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía. Op. Cit. Pág. 94.
[8] MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Buenos Aires, 1956. Op.cit. Pág. 462.
[9] En Argentina representó en 2008 el 1,7% del PBI. CRETAZZ, José. El entretenimiento, una industria en expansión. Diario La Nación, 22/3/2009.
[10] MARX, Carlos. Trabajo asalariado y capital. En MARX, Carlos; ENGELS, Federico; Obras Escogidas, Buenos Aires, 1957, Cartago,  pág. 49.
[11] MARX, Carlos. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía. Segundo Manuscrito. Op.cit. pág. 129.
[12] Íd. ant., Pág. 128.
[13] MARX, Carlos. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía. Buenos Aires, 1968, Editorial Arandú, pág. 122.
[14] MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Buenos Aires, Carrtago,1956. T. II, Pág. 395.
[15] Íd. Ant.
[16] MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Buenos Aires, 1956, Editorial Cartago, Tomo III, pág. 346.
[17] Id.Ant. Pág.350.
[18] Ibid. Pág. 347.
[19] Ibid. Pág. 351.
[20] Íd. Ant. Pág. 345.
[21] MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Tomo III. Op. Cit. Pág. 344.