lunes, 30 de octubre de 2017

Reconversión industrial, algunas cuestiones Innovaciones, emprendedores, robots, ideologías

Ya no es fecunda para todo la teoría del valor de Marx,
por haberse cumplido exacerbadamente algunas lúcidas
previsiones suyas.

Juan-Ramón Capella, "Marx, más allá de la teoría del valor",
mt-e, n.° 152, diciembre 2016 (http://www.mientrastanto.org/boletin-152)

Emprendedores ideológicos
Emprendedores ideológicos nos vienen sacudiendo con algunas innovaciones discursivas. Se suman con nuevos estilos a algunos ya veteranos, como Jorge Castro de Clarín. Este último conocedor de la jerga marxista que ya bregó por la revolución productiva siendo funcionario de Saúl Menem.
El centro de la cuestión gira alrededor del empleo, mejor dicho el desempleo que genera una probable reconversión industrial en escala, con la que vienen amenazando.
Por ahora el asunto funciona como amenaza para unos (los que se podrían quedar sin trabajo y algunos pequeños industriales) y como esperanza para otros (los que confían en salir de pobres con las innovaciones). Para los primeros el asunto se presenta como competitividad, para los segundos como crecimiento, con la “consecuente prosperidad”.
Para los primeros significa tendencia a la baja de los salarios o liso y llano cierre, para los segundos la más clara azarosa inseguridad social legitimada con el título de emprendedor. Para los primeros con pérdida de derechos gremiales y sociales y para los segundos la muy posible trampita de los microcréditos y la segura bancarización que vino a vender nuestra reina Máxima de Holanda por cuenta y orden de la Agenda 2030 del Programa de Desarrollo se las Naciones Unidas orientado por las reuniones de Davos y Davositos. Es decir las reuniones públicas y privadas donde se cocinan las estrategias de los más grandes capitalistas del orbe.
Y el chantaje mayor es que sólo el cumplimiento de estos “objetivos” es la condición de las inversiones que conducirán al crecimiento que, dentro de veinte años acabará con el hambre y la pobreza.
Por acá —por la República Argentina— todavía no aparecieron, porque nuestros CEOs no son de los más lúcidos, ciertos rasgos de lucidez que tienen algunos grandes capitalistas que ven el peligro de la ingobernabilidad, como algún Bill Gates con su impuesto al robot, al menos como probable forma de contención.
Pero lo cierto es que el problema existe y esa es una de las lúcidas previsiones a las que se refiere Capella.
La exacerbación de Marx
En el trabajo citado arriba el filósofo catalán nos recuerda algunos fragmentos de los Borradores de 1857/58. Se trata de textos del Capítulo VII que en la jerga, sobre todo de aquéllos que abordaron la cuestión del capitalismo cognitivo (en particular Carlo Vercellone), se conocen como el general intellect. Indagaciones similares aparecen en el Cuaderno XX escrito entre marzo y mayo de 1863 [1].
La cuestión ha dado lugar a diversas interpretaciones en relación a su pretendida propiedad como al desempleo de un sector de la fuerza de trabajo.
Lo cierto es que Marx entrevió allí el problema vinculándolo a la teoría del valor y a las innovaciones, cuando el desarrollo de las ciencias era aún incipiente. 
Si bien la cuestión de la propiedad fue abordada por algunos autores en relación a la apropiación privada de un producto eminentemente social, no lo fue tanto en relación a las nuevas modalidades de la propiedad en la época del capitalismo con hegemonía financiera. Por los apólogos de la tecnocracia, es directa y deliberadamente ignorada.
Respecto a la cuestión de la propiedad, es decir a la apropiación de los productos del intelecto general quienes se han ocupado del tema hablan de “cercamiento”. 
 En síntesis la observación-previsión de Marx en esos textos significa:
a) La generación de la riqueza, es decir los resultados de la producción, con la incorporación de la ciencia (el elemento intelectual del trabajo humano, único creador de valores de uso —entre ellos los medios de subsistencia—) depende fundamentalmente y de modo creciente de los agentes que son puestos en movimiento en esa producción más que del tiempo de trabajo inmediato de los productores.
b) El trabajo excedente apropiado sobre el que descansaba el industrialismo de su tiempo pasa a ser una base miserable en relación a la creación de la riqueza y el desarrollo de la ciencia va dejando de ser el trabajo de unos pocos para convertirse en un producto social.
c) El conocimiento se ha convertido en una fuerza productiva inmediata. Ese conocimiento es un producto del intelecto general social a través la invenciones que se convierten en una especie de artesanado, como factor autónomo (C. XX, 163).
d) Se produce la separación de la ciencia, como ciencia aplicada, del trabajo directo. (C. XX, 163). La ciencia aplicada se encarna, se materializa en la maquinaria y el proceso de la producción en general.
e) El constante perfeccionamiento de la máquina disminuye el número de obreros ocupados (C. XX, 156). Hace superflua la fuerza de trabajo viva y, en consecuencia, la devalúa.
f) El intelecto general no puede ser medido por el tiempo de trabajo. Vale decir no puede ser considerado una mercancía.
Este último punto es el que aparece así en el texto de Marx: “El capital […] se propone medir con el tiempo de trabajo esas gigantescas fuerzas sociales creadas de tal suerte y reducirlas a los límites requeridos para que el valor ya creado se conserve como valor”.
Es lo que sucede con las patentes, los royalties, las franquicias, etc. que, a través de su consideración como propiedad privada objeto de compraventa queda cercado para el conjunto social que los produce. Se trata en realidad de bienes intangibles que en virtud, por ejemplo, de su capitalización contable, adquiere un valor que queda al arbitrio azaroso del posible mercado futuro, pero que se transforma en dinero a través, por ejemplo de la cotización de las acciones.
Esto es lo que sucede con las innovaciones que, además, juegan otros papeles económicos, ideológicos, políticos y sociales. Éstas han dejado hace tiempo de ser un artesanado para ser ya una verdadera industria y muchas veces más que gratuitas para las corporaciones con nuevas tecnologías que aprovecha de ella.
Pero por ahora vayamos a la cuestión del desempleo.
Ahorrar trabajo vivo
La producción digitalizada, los nuevos materiales, la producción 3D, la interconectividad, la llamada economía colaborativa, tienen como objetivo explícito ahorrar trabajo vivo. Algo que no solamente en sí mismo no es criticable sino que, además, parece un proceso irreversible. Lo que no quiere decir que no tenga límites o, que violándolos no aparezcan riesgos, por ejemplo los ecológicos que todos conocemos y los humanitarios que, para los sectores dominantes se denominan gobernabilidad.
Tanto la estrechez de miras de los propios capitalistas acuciados por tener siempre en movimiento sus capitales —porque capital que no se invierte no es capital—, como sus apologistas deliberados ignoran o pretenden ignorar el desempleo masivo que provocan los nuevos procesos productivos.
Entonces el ahorro de trabajo sólo significa competitividad para el crecimiento. Esto es, desocupación y bajos salarios.
Jorge Castro, aparentemente marxista en otros tiempos, hace años viene insistiendo en el intelecto general, y ha pasado de ser entusiasta suyo en los Estados Unidos a serlo en China, sin olvidar por supuesto Alemania.
En un reciente artículo plantea “La economía norteamericana se expande en todo su potencial (2,6% anual) en los tres primeros meses del año, con una tasa de inflación anual de 1,9% […]. También dispone de un nivel de desocupación (4,8% en enero de 2017) que equivale a un virtual pleno empleo […].” El resultado es que la economía de EE.UU. —la primera del mundo— podría crecer 3,5-4% por año en 2018, muy por encima de la tasa de crecimiento potencial de largo plazo (2,6% anual). […] La clave es lo que sucede con la fuerza de trabajo. Los hombres jóvenes (25-35 años) en condiciones de trabajar que dejaron de buscar empleo o abandonaron el mercado de trabajo hoy ascienden a 1,85 millones. Esto hace que el nivel de participación laboral sea el más bajo de los últimos 70 años (69,4% en 2002, 62,3% en 2016)”.
En suma: la primera economía del mundo, en expansión, con una tasa de crecimiento alta, con una tasa de desocupación considerada hoy pleno empleo, tiene una participación laboral en la que casi el 40% (dos quintas partes) ya no tienen nada que ver con el trabajo.
Parece que el crecimiento no crea empleo: ahorra trabajo vivo, “baja el nivel de participación laboral”. Y con él la desigualdad y la pobreza. El FMI cifró, para el 2016, en 46,7 millones de estadounidenses, un 15% de la población, los que viven en niveles de pobreza. 
Las nuevas tecnologías
SAP SE es una empresa multinacional alemana dedicada al diseño de productos informáticos de gestión empresarial, tanto para empresas como para organizaciones y organismos públicos. Steve Hunt es el Vicepresidente de Investigación en Gestión de Capital Humano.
Contra lo que el sentido común indica —que la incorporación de tecnología en las empresas destruye puestos de trabajo— sostiene que la tecnología no elimina sino que crea trabajo “porque impulsa el crecimiento económico”. Lo dijo en una entrevista a Clarín.
“Hay un mercado de trabajo muy calificado, la gente que diseña y repara máquinas; y otro sin ninguna calificación, la gente que simplemente hace andar las máquinas […]
Solía haber un camino que conducía desde los trabajos no calificados hacia los calificados. Y la tecnología está eliminando ese paso y eso está creando esta separación entre dos diferentes mercados de trabajo. Esto es lo que vemos. Todavía no sabemos qué significa, pero es uno de los desafíos que enfrentamos […]”.
Sin contar ya los directamente eliminados que, algún día, tampoco sin saber cómo, el “crecimiento económico” absorberá, tenemos la separación de los sin calificación. Eso sí, no sabemos qué significa, pero es un desafío.
Accenture Limited es una empresa multinacional dedicada a la prestación de servicios de consultoría, servicios tecnológicos y de outsourcing. Fue constituida en Bermudas, aunque trasladó su domicilio social a Irlanda. La marca Accenture fue creada en 2001, tras abandonar el nombre Andersen Consulting debido al desprestigio por estar involucrada en el escándalo financiero de Enron.
Sergio Kaufman es su presidente para Argentina. Asegura: “si bien es información que todos tenemos, nuestro miedo al futuro nos impide procesar adecuadamente: con cada cambio tecnológico se crearon más y mejores puestos de trabajo […]”.
Pero “El proceso de transformación de los robots virtuales y la inteligencia artificial invade trabajos industriales y administrativos. Ahora, surgen las preguntas: ¿qué hacemos? ¿cómo prepararnos mejor para el trabajo del futuro? La respuesta es vital: con educación. […] Involucrarnos tempranamente y con urgencia en la formación de habilidades creativas, de interacción humana, artísticas, tecnológicas, científicas e ingenieriles funcionará no sólo como un amortiguador de los problemas de empleo, sino como un generador neto para aquellas sociedades que lo entiendan y dediquen esfuerzos conjuntos para reformular su sistema educativo […]”.
Habrá que esperar un tiempito para que la educación amortigüe los problemas de empleo (desocupación tecnológica) con la esperanza de que el cambio genere más y mejores puestos de trabajo. 
¿Quién será el robot?
Patricio O'Gorman, vinculado también a Accenture, alumno también del Champagnat, del Collège du Lemán, Suiza y, naturalmente Harvard. 
Creo que vale la pena atender a sus consideraciones, comenzando por su aspiración final en relación a la idea de un Ingreso Básico Universal: “Quizá podamos aspirar a una Argentina donde gracias a la tecnología no tengamos que tolerar piquetes, paros o cortes de ruta —algo que en estos días sería bienvenido por cualquier porteño—. Todos tendríamos un ingreso asegurado sin depender de una actividad específica, al menos hasta que los robots organicen su sindicato y nos corten Internet”.
Independientemente de tan loable deseo su artículo roza temas importantes.
“La automatización resultante del encuentro entre la inteligencia artificial (IA) y la tecnología es una amenaza real y tangible para muchos empleos actuales. […] Y la mayoría de las personas que se quedan desempleadas carecen de recursos para adaptarse y competir con máquinas y software que ni siquiera se toman feriados o vacaciones. Este año en un foro laboral en Davos se estimó que la robótica, la IA y la nanotecnología desecharán 5 millones de empleos para el 2020 en el mundo, aunque crearán otros 2,1 millones nuevos, alrededor de habilidades como matemáticas, arquitectura e ingeniería”.
“Un estudio de la firma 24/7 Wall Street que analizó proyecciones del Bureau of Labor Statistics en EE.UU. establece que entre las profesiones más afectadas están los operadores telefónicos, analistas estadísticos, agentes de viaje y operadores de plantas gráficas. Los operadores telefónicos tendrían la caída más grande, de aproximadamente 42% entre 2014 y 2024 en Estados Unidos.
Otro estudio de mediados del 2015 de NPR indica que telemarketers, cajeros y choferes tienen una probabilidad superior al 97% de desaparecer en los próximos diez años.”
Nada dice de los obreros empleados en la industria manufacturera. Es probable que, como Jorge Castro, los considere ya fuera de todo juego, ese casi 40% de la fuerza laboral. Al que el Presidente Trump le ha prometido la vuelta al trabajo, y con la que las empresas norteamericanas que siguen usufructuando la mano de obra barata asiática no quieren saber nada de volver a casa. 
“Las disciplinas más valoradas en el futuro tienen mucho que ver con lo 'humano'.”
Las fuerzas de seguridad también estarían a salvo de ser reemplazadas masivamente. Los empleos menos afectados se relacionan con las habilidades sociales y las tareas que requieren un enfoque basado en la empatía y cooperación, habilidades de muy difícil replicabilidad en las máquinas”. Tendremos una policía habilidosa, empática y cooperativa, seguramente porque no habrá piquetes ni Daríos Santillán.
Lo que probablemente haya sea otro tipo de robots.
“Sin darnos cuenta, ya hemos dejado entrar a los algoritmos a nuestras vidas laborales (LinkedIn), transporte diario (Waze [GPS]), entretenimiento (Netflix), compra (Amazon) e inclusive los llevamos a la cama (Tinder, Happn [hot y levante]).”
Cita luego a Yuval Noah Harari (historiador israelí).
“A tal punto llega la intromisión de la tecnología que Yuval Noah Hakari, en su más reciente obra “Homo Deus”, habla no sólo de la potencial pérdida del empleo sino de la pérdida de individualismo y libertad al ceder una parte representativa de nuestras elecciones a las máquinas.
Parece haber una sumisión a las tecnologías. En general no se contradicen las órdenes del GPS. Los algoritmos controlan los hábitos de compras, ofrecen ventajas por ellas, y el cliente empieza a esperar un retorno automático por parte de la empresa. No busca, espera los premios por su fidelidad a una “aplicación”.
“Este tipo de acciones es relativamente simple, pero muestra cómo pequeños esfuerzos tecnológicos pueden resultar en grandes ventajas bien valoradas por los clientes.
Los usuarios se transforman en clientes-consumidores robotizados.
“Es un principio de minimalismo muchas veces presente en sitios web; que no requieren intervención humana a menos que ésta sea realmente indispensable. Las implicancias de estas tendencias son muchas, profundas y no siempre agradables”.
De este modo las tecnologías orientadas hacia ciudadanos clientes, consumidores, constituyen pérdida de individualidad y libertad, en el contexto de un pretendido liberalismo.
“Resulta casi una obviedad a esta altura decir que el empleo se verá al menos afectado. En el mejor de los casos, las personas que resulten redundantes en un proceso de automatización podrán re-entrenarse en otras tareas; aunque vale aclarar que esto implica necesariamente un esfuerzo de capacitación y reubicación que no todas las empresas podrán brindar y no todos los empleados aceptarán […] muchos gobiernos reconocen que la tendencia hacia la automatización es prácticamente irreversible.”
La cuestión se plantea entonces como proceso irreversible donde el destino de buena parte de los humanos o se transforma en un robot o resulta redundante, sobrante. Librado a la caridad, sin esperanza de ser incorporado a ninguna reserva.
“En el caso extremo de un aumento masivo del desempleo estructural, Bill Gates, Stephen Hawking y Elon Musk mencionan diversas alternativas, tales como el impuesto al robot e instauración de un régimen de Ingreso Básico Universal sin una contraprestación laboral. Estas ideas son bastante disruptivas y están siendo estudiadas (e inclusive probadas) con minuciosidad […]”.
El Impuesto al robot, la gobernabilidad y la propiedad
Bill Gates y otros del mundo de la tecnología están preocupados por el temor de que muchos humanos podrían quedar obsoletos. Esto significa —dicen— mayor desigualdad, palabra que suele encubrir la pobreza, a la que están expuestos sectores de trabajadores que son clasificados —y se autocalifican— como clases medias.
El ingenioso artilugio de Bill Gates es el de que los robots deberían pagar impuestos.
Existen también otras propuestas. Sam Altman, joven empresario emprendedor y capitalista de riesgo, según la Agencia Blomberg, “está llevando a cabo un experimento con ingresos básicos: un pago en efectivo regular para todos los hogares. Dicha política no solo ha ganado popularidad en todo Silicon Valley, sino en el resto del país”.
Una idea, sugerida por el economista de Michigan, Miles Kimball, es un fondo de riqueza soberana. Esto redistribuiría esencialmente parte de los ingresos generados por los robots, entregando a cada ciudadano una participación en la nueva economía de la automatización.
En todos los casos se trata de medidas políticas. Porque el temor es político, no económico. Los desplazados, son contención, quedan “fuera” del sistema. Sistema que es a la vez de explotación y de dominación y, ésta es dominación política. Y quedan también fuera de la propiedad, que es la forma ideológica de integración orgánica al sistema donde explotación y dominación se confunden.
Más que por humanitarios por lúcidos en conservar sus posiciones los Bill Gates generan estas asombrosas figuras.
Pero la propuesta misma contiene sus límites. El robot es la materialización de sucesivas innovaciones y el capitalismo, como vimos, las requiere. Por ahora diré, repitiendo sus propios argumentos que si los robots son gravados se ralentizaría su producción, pues la ganancia por el reemplazo de trabajo vivo sería menor, se achicaría.
Comenta la Agencia Blomberg: “El argumento principal contra los impuestos a los robots es que podrían impedir la innovación. El crecimiento en los países ricos se ha desacelerado notablemente en la última década, lo que sugiere que cada vez es más difícil encontrar nuevas maneras de hacer las cosas. El estancamiento de la productividad, combinado con la caída de la inversión empresarial, sugiere que la adopción de nuevas tecnologías es actualmente demasiado lenta en vez de ser más rápida: el problema más grande en este momento no es que existan demasiados robots, sino que hay muy pocos. Imponer impuestos a las nuevas tecnologías, no importa cómo se haga, podría empeorar esa desaceleración”. Es decir frenar el “crecimiento”.
No es la única razón, ya veremos, otra es la de su papel financiero.
Y la cuestión reside en que las innovaciones son resultado de los conocimientos científicos que son sociales, y lo que debería ser usufructuado socialmente lo es por los productores del robot y los que les siguen en la cadena comercial y, sobre todo financiera. Cabe recordar la suerte de las punto.com como producto financiero basado en la especulación.
Innovaciones y emprendedores
Todos parecen andar a la caza de innovadores. Y de ellos se ha hecho una industria global y deslocalizada. Por nuestro país ya ha llegado de manos de una ley del Honorable Congreso. Constitución de sociedades relámpago, por Internet en 24 horas.
Cualquiera diría que se trata de una nueva forma más de eludir las leyes laborales y, de paso, cobrar algún monotributito para aliviar el déficit fiscal. No estaría errado.
Pero hay algo más: pueden recibir donaciones. Además de los microcréditos y la inmediata bancarización. Es atractivo. Al emprendedor se le aparece que sólo depende de sí mismo o de los dos o tres amigos que se reúnan en un taller o en un WhatsApp.
La cuestión es a dónde van a parar las innovaciones. Quien se queda en definitiva con las patentes y quien tiene la posibilidad de aplicar la innovación en un robot que no sea de juguete. Los “cazadores de talentos”, dice The Economist. Talentos cuya educación ya está pagada, pública o privadamente, pero cuyo origen es siempre intercambio social. Como cualquier capacidad laboral, sólo que no es apropiada por lo general a través del salario [2].
Probablemente luego allí aparezcan los donantes, el “capital semilla” y las “incubadoras”, propician, incuban innovadores. Algunos tendrán, tienen, algún nichito que durará hasta la próxima innovación.
Otros quedarán con la deuda del microcrédito. Pobres pero bancarizados. Mientras tanto el innovador se asume como libre de empleador, casi un empresario. Un próspero empresario. Que además trabaja en su casa cuando quiere. El problema es que ya son pocos los que pueden ser Bill Gates o similares.
En realidad muchos son, como vimos, uno de los tantos robots. Con cultura de pioneros, de inventores artesanales.
El sentido de las innovaciones es el ahorro de trabajo vivo, fundamentalmente energético, remplazado por el intelecto general, social y global.
Para los que viven de su trabajo, socialmente esto significa una amenaza cierta, tangible. Imprevisibilidad al menos sobre su futuro. Un cambio inesperado de las reglas de juego. Una vuelta atrás puede ser una esperanza. Políticamente aprovechable. 
Pero, además, tiene otras consecuencias económicas. La tendencia a la baja de los salarios frente a esa amenaza significa menos capital variable (fondo para salarios) que va a parar a otros destinos: máquinas automatizadas o inversiones financieras. Y entonces resulta una “base miserable” en relación al conjunto del capital.
La innovación es un producto. Una mercancía, porque va a tener un dueño, que no es una mercancía. O, si se quiere, un producto del que no se puede calcular el costo ni el resultado económico final. La historia es bien sabida.
Para lo primero baste pensar en el comienzo de Bill Gates y su socio. ¿Cuál era el valor de su trabajo basado sobre todas las experiencias anteriores?
Para lo segundo todos los negocios que pueden acumularse detrás de una pequeña innovación. Y acá también se puede recordar al creador que, según muchos, ni siquiera lo fue. El trabajo de Bill Gates no fue el de un simple programador de genio precoz. Y sus “mercancías” alcanzaron millones de dólares, en una historia no del todo clara, como resultado de negocios que poco tenían que ver son sus innovaciones.
El resultado económico tuvo poco que ver con las experiencias que hizo originariamente en algunas semanas de trabajo con su primitivo socio en un garajito.
Pero el mito funciona como una ideología movilizadora para la generación de trabajo que se acerca a costo cero y que, apropiado, queda integrado al robot. Proceso material del desplazamiento de trabajo vivo, encubierto por el proceso ideal de las patentes, una de las formas predominantes actuales de la “propiedad” de los bienes intangibles.
Final
Es indudable que Marx no fue un gurú, pero es cierto que sus “exuberancias” todavía sirven para pensar algunos problemas.
A nosotros nos queda buscar las soluciones. Creo que no las encontraremos repitiendo fórmulas y palabras que cuyo significado corresponde a otra época, sino re-significándolas en el estudio de las lógicas específicas de los procesos concretos.
Frente a estas nuevas problemáticas si no queremos conformarnos con la apología acrítica del sistema quizá debamos preguntarnos qué significa hoy la emancipación del trabajo.

Notas
[1] Las citas de los Borradores de 1857/58 en base a la cual hago esta síntesis corresponden a las páginas 227, 228, 229 y 230 de MARX, Carlos, Elementos para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858. Bs.As. 1972, Siglo XXI. Las del Cuaderno XX, cuya paginación figura en el texto a MARX, Carlos, Capital y Tecnología. Manuscritos inéditos (1861-1863). México, 1980.Terra Nova.
[2] El tema nos derivaría a otra importante cuestión como es la del papel actual de la mercancía. Como también al del alcance originario de la teoría del valor de Marx.




Abril 2017

lunes, 16 de octubre de 2017

Elecciones, representación y represión. Sus tics, el espacio y el tiempo.

I.
No han sido las técnicas las que ha puesto en crisis a la democracia representativa electoral, tampoco el socialismo, sino el propio capitalismo, aún más su absolutismo financiero. Que no sólo mostró sus límites sino que la viene demoliendo, porque ya no solamente es un obstáculo, sino porque no le sirve más que como apariencia o lugar de manipulación ideológica, apenas simbólica.
Sin embargo creo que las técnicas, en particular las de información y comunicación, no son ajenas al proceso de desmitificación que no ha sido hasta ahora superado con éxito a pesar de intentos autogestionarios democráticos.
Por eso, aunque no sea más que desde la reflexión liviana mediante la cual logremos algún paso adelante, quizá valga la pena algún ejercicio de especulación sin pretensiones (conjeturas) para criticar al menos un poco el sentido común, siempre presente cuando caminamos períodos electorales. No para sugerir no participar, que eso es privativo (además de un derecho o un deber, según se lo mire) sino para tener idea de sus límites y no generarnos demasiadas ilusiones. (Porque la des-ilusión, si acaece, des-moviliza y, si genera miedos, paraliza).
Acá quiero especular algo sobre la democracia y las TICs en relación al tiempo y el espacio.
Por democracia quizá deba entenderse mucho más que la representativa electoral.
Se intuyó así con el “que se vayan todos”, en el que “todos” eran los representantes electos. Creo que no pasó de intuición y que la gesta de haber tirado abajo varios gobiernos en pocos días devino euforia que hibernó la evidencia del propio poder de rebelión democrática.
Las TICs no sólo sirven a los trolls dominantes, ni alcanzan las redes para oponerse.
Creo que para aprovecharlas hay que pensar su alcance, aunque sea modestamente.             

II.                                       
La representación es la forma por excelencia de la legitimación del poder en sentido amplio, aun cuando éste se ejerza por medio de la fuerza y no el asentimiento o el consenso. La re-presentación es un término de una relación–en este caso político- no necesariamente vinculado a la manifestación de la voluntad general o popular. Así, por ejemplo, en las teo-cracias absolutistas originadas en actos electorales.
Re-presentar es hacer presente lo ausente que está o se concibe en otro lado o en otro tiempo.
Entiendo por política acá la toma de decisiones eficaces que afectan la conducta de grandes conjuntos de población humana, aun en el caso de que perjudiquen o beneficien a grupos no mayoritarios. Por ejemplo, respetar los derechos de alguna minoría.
En este sentido las decisiones pueden provenir de lo que llamamos Estado (como pretensión de representación de una comunidad) o no. Por ejemplo un cartel narco o una organización paraestatal (armada, o religiosa, o ideológica, o gremial, o empresaria). Sus decisiones son políticas siempre que afecten eficazmente a conjuntos humanos, pretendan o no alguna representación, celestial o terrena.

En lo que llamamos Modernidad, por lo menos en “Occidente” desde los siglos XII o XIII, la representación política se asienta en la idea de que las decisiones son el resultado de la expresión de la voluntad general o popular de los miembros (o de algunos de ellos más o menos privilegiados o reconocidos en razón de género, edad, patrimonio, etc.) de una comunidad, en particular de la llamada Nación. Ilusión de comunidad por excelencia, identificada como Estado-Nación. Todo un proceso histórico que transcurre con algunas gloriosas revoluciones y también modestas reformas.

La construcción de esa representación se realiza por el medio técnico del voto (como manifestación por lo general, de voluntad individual, no estamental o corporativa) en la elección de representantes que expresan distintas opiniones, deseos o intereses, que se postulan o presumen beneficiar al conjunto de su comunidad. Hoy denominadas políticas de Estado, otrora utilidad pública, común o bienestar general.
Digo que se trata de una técnica porque su objetivo es lograr una operación numérica y puede utilizarse tanto para elegir representantes o cualquier otra cosa. El capitán de un equipo de futbol amateur, un encargado de una tarea arriesgada, o un condenado por un tribunal disciplinario, o quién fusila o quien hace de gallinita ciega. Cosas que poco o nada tienen que ver con la autoridad o el imperium que caracterizan tradicionalmente la política.           
De modo que el voto es en sí mismo independiente de la representación. Un monarca hereditario puede re-presentar una estirpe originaria.
Hay voto sin representación y representación sin voto.
En suma, el sufragio es un modo de comunicación e información, en este caso como parte de un sistema de legitimación del poder. El medio o instrumento puede ser la voz, la mano levantada, un papel en una urna. Un gesto.


III.
Pero la representación es la forma, lo formado, trans-formado por el voto, en ese modo de legitimación.
Ese poner presente lo ausente tiene diversos orígenes y distintos aspectos.
No es cuestión de referirnos a ellos acá, en estas modestas conjeturas, sino muy brevemente. Podríamos aventurar sí, que siempre tienen relación con el espacio y el tiempo.
Hay antecedentes religioso-teológicos, al menos en la tradición cristiana, conocidos y muchas veces tratados, en la encarnación de Cristo, que hace presente a Dios (como los re-presentantes hacen presente y le dan voz al Pueblo). Ya no en el Cielo sino en la tierra. E, independientemente de tantas discusiones teológicas sobre desde cuando estaba prevista esa encarnación, lo cierto es que –como hombre- Jesús aparece mucho tiempo después que otros hombres para manifestar el Verbo.
Pero sea ése un paradigma o no de la re-presentación, hay otra de origen terreno y pragmático. Antes aún de la Modernidad. La vinculada ya a modos de producción bélicos, por lo menos desde el siglo III a.C., por medio de procuradores para la relación con otros pueblos en re-presentación de los reinados y los imperios. Enemigos o aliados.
Sin embargo es en materia comercial donde particularmente se desarrolla la re-presentación bajo la figura jurídica del mandato, la gestión en nombre de alguien que no está presente. Lo que llamamos poder de representación.
Acá, en materia jurídica “privada”, particularmente en el derecho romano, es donde se desarrolla esta institución: el mandato, originada en manum dare, dar la mano en señal de confianza a quien lo representará. Todavía, entre nosotros se utiliza la expresión mandatario y, si Primer Mandatario es el Presidente, lo es porque es también un representante, como lo son los senadores de cada Provincia y los Diputados del Pueblo de la Nación.
Y los propios constituyentes, si recordamos el Preámbulo de la Constitución.
Todavía hoy los representantes agregan  a su dieta el plus generado por los gastos de traslado, lo que nos señala el elemento espacial de la práctica de la representación. Como su misma dieta nos indica el tiempo que insumen las deliberaciones y sesiones.
Ha sido con el desarrollo de la economía capitalista mercantil que el derecho de las burguesías perfeccionó la institución. Pero en materia política no debemos olvidar que la representación jugó el papel de hacer llegar las peticiones, quejas y demandas rurales a los centros de poder. Por ejemplo en la Revolución Francesa. Aquí se ve el elemento espacio más claramente.
   

IV.
En suma, como en cualquier sistema de  poder,  aparece un apoderamiento a los representantes. Poder que se otorga. Esa es la figura ideológico-jurídica. Pero ¿es ésa la determinación  material?
No lo  sería si miramos dónde se halla el verdadero  poder. Que el poder soberano reside en el Pueblo no es mucho más que una construcción, desde que éste hoy no es sino una masa de deudores con título de propietarios. Y, para los grandes grupos de poder un registro de datos que proveen a su manipulación  publicitaria, con muy poco sentido de comunidad, desde que cada persona deja de ser tratada como individuo de la especie, para ser dividido en las parcialidades que registran los algoritmos. Constituyendo (o destruyendo) así nuevas subjetividades e identificaciones.
No obstante, las resistencias y las demandas existen y la idea de mandato, que aún  pervive, suele ser movilizadora. Y en la movilización, si encuentra algún rumbo superador del statu  quo establecido, se hallaría la potencia soberana capaz de liberarse de la dominación  del hombre por el hombre.

Acá quiero poner de relieve solamente  los dos elementos de la representación como mandato: espacio y tiempo. Para conjeturar que si ellos se contraen y hasta se anulan por medio de estas tecnologías, la representación se torna innecesaria.              
  

V.      

Dominación del hombre por el hombre significa que algunos seres humanos dependen de otros para vivir. No sólo subsistir biológicamente, sino como, precisamente, humanos  que se comunican con la especie en forma interindividual o colectiva.
En el capitalismo, por lo menos desde la gran industria hasta acá, los medios de producción y de subsistencia son distribuidos por sus poseedores (propietarios privados, si se quiere) conforme  se acreciente el valor de esos medios (acumulación. Y todo lo  demás que el lector conoce. Para ello (ya en la época de la economía de la deuda o fábrica de deudores, como dice Lazzarato) el capital adelanta a quienes necesita los medios de subsistencia, que deberán devolverse con trabajo. Más del necesario para subsistir, como quién paga intereses por una deuda.  De esa manera el capital produce (y reproduce)  productores y también consumidores. El capital no sólo produce mercancías, ésta es solamente una forma transitoria para convertir el trabajo en capital.
No es lugar acá de señalar las distintas formas, nuevas y viejas de apropiación del trabajo ajeno (conquista, desposesión, salario, deuda, prosumición).
Pero de esa forma produce seres humanos que se comunican y la forma y las técnicas con las que lo hacen. Y la comunicación es la forma necesaria de la política.
Dije que la DRE es un modo de legitimación de la dominación y que se vincula al tiempo y el espacio. Ámbito también de las nuevas tecnologías.

En el sufragio la cuestión técnica está clara, como lo está el tiempo derivado de la distancia entre mandante de las zonas rurales  y mandatario en otras épocas. Esto ya no existe  ni para los que sufragan fuera de su país. Pese a algunas discusiones bastante banales no debería existir para nada, salvo la presunción de la mala fe. Y algún negocito. De modo que aquí el asunto desaparece con la aplicación de nuevas tecnologías. Si se pueden transferir billones de dólares en tiempo real desde cualquier lugar del mundo, también se puede expresar y transmitir la voluntad del votante.   
Las TICs hacen intrascendente la ceremonia electoral que dogmática o interesadamente se confunde con la democracia: “Hemos vivido una jornada democrática ejemplar”.
Todavía sigue prohibido expender bebidas alcohólicas el día de los comicios.  

Veamos la cuestión de la representación.
Del mismo modo el tiempo real de las decisiones anula la distancia.
Pero vimos ya que las decisiones no son las del “pueblo soberano”, que sólo vota. Las decisiones políticas, en el sentido señalado, son las de los dominantes. Por eso la representación poco tiene que ver con la democracia (gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo. O cualquier variante, independientemente de que se entienda por Pueblo).
En algún momento se dijo que la burguesía delegaba el gobierno en los representantes mientras se dedicaba a sus negocios. Negocios que significaban tiempo. Y, en muchos casos, también distancia (las colonias). Cuando las burguesías (comerciales, manufactureras, bancarias) todavía eran de alguna manera calvinistas, aunque fueran católicas o judías. Ahorraban tiempo. Tiempo que hoy, cuando sus gestores producen dinero con dinero, en la época de la hegemonía financiera (también –y sobre todo – asentada en las TICs, ya les permite hacerse cargo directamente de la “política”, convirtiéndola en parte del negocio, aunque conserve una forma “pública” (asociación público-privada).
Y las TICs, siendo los medios también medios de producción y reproducción de ideología (en todo el amplio sentido del término) contribuyen a la propia in-necesariedad hasta de la forma de la representación como forma de la democracia.
Con lo cual también se anula el valor del sufragio como elemento democrático. De allí que, en el conjunto de los países donde el voto no es obligatorio (y no solamente en ellos) se acreciente la indiferencia política y la abstención electoral.
Las TICs desmitifican el sintagma de la DRE.


VI.

Pero desmitificación no quiere decir desaparición material.
Desde el punto de vista analítico los términos del sintagma anulan su sentido en el sentido común pero no necesariamente queda superado el dominio de los dominantes. Como tampoco significa ello la asunción de otra forma democrática.
Por el contrario lo que observamos (y sufrimos) es una forma política absolutista que, dada la desmitificación, deja al desnudo los modos represivos de aquélla dominación. Ajustando cada vez más el sistema de toma de decisiones a la ausencia de reglas que no sean la de la violencia sistemática excluyente.   
Lo “paradójico” es que las mismas técnicas que desmitifican son las que, en manos de los sectores poseedores de todos los medios de producción (tangibles e intangibles, materiales y culturales –la robótica y las técnicas de información-), excluyen a grandes masas de todo tipo de producción. Entre ellas la producción política democrática, propiciando las formas de identidad xenófoba, como medio de distracción y de represión.
Mientras tanto van quedando atrás slogans tales como el “hambre cero”. Suplidos por la eficiencia en la gestión. La gestión de las deudas, por un lado, y del hambre por el otro.
El famoso crecimiento global no parece más que el crecimiento de las deudas, las guerras y la pobreza para las grandes masas (FAO, El País, 16/09/17). Aun para aquéllas que parecen indiferentes pero, en realidad, están entretenidas en las redes con el telefonito.
Parte de la paradoja es esto de que la facilidad de la información y comunicación, que sustentaría nuevas formas democráticas sirve para la posverdad, el entretenimiento y los simulacros de democracia.
La otra, la de Lincoln, por ahora tiene final abierto. Misiles mediante.          

     


Edgardo Logiudice

Setiembre 2017

De I-libertades, A-legalidades, Excepciones y Milagros.

En el mundo del “liberalismo” vivimos la a-legalidad, eso es la des-regulación: sin reglas, sin ley.
Una especie de “poder soberano difuso” que se manifiesta en forma crudamente absolutista.

No i-legalidad, es decir contra la ley, sino sin ley. El far west, no simbólico, efectivo. Tanto que uno de los principales asesores de Trump va a los mitines con el arma al cinto. Aunque la Asociación Nacional del Rifle haya puesto restricciones a la venta de ametralladoras.

La Ley es sólo para los deudores, la mayoría de nosotros. El homo debitor de Lazzarato.
El mundo sin ley, o mejor, sin leyes demo-cráticas, es el mundo del Estado de excepción donde cualquiera puede ser sacrificado impunemente, el homo sacer de Agamben.
Lo que significa i-libertad y a-legalidad. La i-libertad del “liberalismo”.

Por eso Milagro no es ningún milagro, ni una excepción en el estado de excepción del absolutismo capitalista.

El “poder soberano difuso” global del capitalismo financiero se manifiesta nítida y concretamente en formas absolutistas.
El poder aplica el derecho penal del enemigo, el de Guantánamo. Pero acá.
El “derecho” de los que amenazan al mundo dejándolo librado a la violencia.
El “derecho” del nuevo poder global. El de los nuevos y “verdaderos nazis en el Bundgestand”. Los que asustan con los Trump, Bannon, Roy Moore, o el King Kong norcoreano.
Asustan y ajustan. Los presupuestos de la “lucha contra el hambre”, o política de manutención para contención y  gobernabilidad. Los presupuestos para la prevención del cambio climático, de la educación, de la salud. Dedicando las partidas al armamento. Al armamento nuclear.

La generación del miedo generalizado, permanente y de shock, como recurso de Milton Friedman para gobernar los desvíos de la “gobernabilidad”. Global y local.
Peligro del nuevo modo de acumulación del capitalismo financiero, desde que la moneda no es más moneda. Y lo que se produce para reproducir es expectativa de ganancia en forma de títulos y bonos que se pagan con promesas de pago, o sea, otros títulos de crédito. Lo que aleja la economía de la deuda (o ficticia) de la producción de bienes, acercándola sobre todo a la desposesión.

Por eso conviven, un poder difuso del capitalismo de las finanzas, a través de las deudas (“privadas” y “públicas”) con el absolutismo de la apropiación, como garantía de las primeras.  

Como el consumo no es más que medio de producir deuda, que se paga con trabajo futuro, poco interesa qué se produce y para qué. De allí que el entretenimiento pasó a ser una gran industria. Pero como no todos se entretienen todo el tiempo, cuando el ajuste ajusta, el peligro es la gobernabilidad. El peligro está, sobre todo, en los que no pueden o  ya no pueden endeudarse. Y éstos, de vez en cuando, se rebelan. Porque éstos quedan afuera.
El peligro está en los que se niegan a ser desposeídos. O a no poseer, a nacer desposeídos.
Proletarios sin industria y sin oficio. Y sin milagros.

Se dice de los misterios que son milagros y de los milagros que son misterios.
No es milagro lo de Milagro, ni misterio lo de Santiago. Se llama represión, contención violenta, crimen. De las luchas, de santos y pecadores, plebeyos. Y las luchas son nuestra defensa de los usos comunes. Del planeta y sus habitantes. Nuestro único poder contra el absolutismo del capital, o neofascismo o derecha radical. De los armamentos, de las guerras, deberían también ocuparse los discursos electorales.



Edgardo Logiudice

 Octubre 2017

De desigualdades, supremacías y crecimiento. Mapuches y mano dura.

En materia política, o geopolítica o geoeconómica, las desigualdades no son capacidades diferentes, suelen ser ventajas que originan ganancias en juegos de suma cero. No se trata de una competencia de obstáculos, sino de una lucha. Algunas veces por la sobrevivencia.
Por lo que el crecimiento mismo es una pelea, a veces hasta literalmente. Y esto último cada vez más. Por eso se vincula a las supremacías, que no son simbólicas sino efectivas.
Y las supremacías son la coronación, la investidura evidente y feroz de la desigualdad.

La desigualdad es la base histórica y lógica de la dominación, una de cuyas formas es la explotación. Pobreza y riqueza son los términos extremos de la desigualdad, por eso no existen la una sin la otra, no hay juego donde ganemos todos, salvo en la teoría de la cooperación. Lo que algunos llaman hoy economía colaborativa. Que no es más que un tipo de organización comunicativa. En la que tampoco los participantes ganan todos sino los más fuertes “asociándose” a las grandes cadenas de valor.

La sensación superficial es la de una competencia deportiva, donde gana el que obtiene mayor índice de producción, cualesquiera sean los productos. Entre ellos, y sobre todo, los financieros. Que no alimentan más que a sus poseedores para ampliar las finanzas. Abriendo más la brecha de la desigualdad. Aunque haya muchos pobres que comen pero no se alimentan, comen chatarra: gorditos y desnutridos. Tantos como desnutridos delgados. La urbanización, Nestlé y las gaseosas, (OMS, NYT).

Esa desigualdad es la base de las supremacías, de los dominantes. Mimetizada con nacionalidades, tradiciones, religiones y valores morales. Hasta de etnias, bautizadas como razas, por los racistas.

Mimetizadas también en las capacidades técnicas, como en Alemania. Esta aparece como líder mundial en innovación tecnológica. De allí que Barañao haya dicho en el Polo Tecnológico que Merkel era “la líder mundial más relevante”. Alemania es el país de mayor crecimiento del G7. Y los banqueros dicen que en la Europa financiera se habla alemán.
Según un informe de la Fundación Bertelsmann el 15,7% de los alemanes están bajo la línea de pobreza y 600.000 niños” viven en una pobreza absoluta y no toman una comida caliente al día”. (El País Global, 23/09/17)).

Pero para supremacía, la de los Estados Unidos de Norte América.
La economía creció 3,1% anual en el segundo trimestre de 2017. La pobreza es del 12,7% de la población: 40,6 millones (casi la población de Argentina).
En la distribución del ingreso el 1% de arriba ha logrado más de 30% de ganancias, el 80% muestra salarios estancados o en retroceso. La tasa de participación laboral disminuyó al 62, 7%, cayendo 4 puntos desde el 2007. “Los 4 puntos de disminución de la fuerza laboral -unos 8 millones de operarios- constituyen el terreno fértil en que se nutre la epidemia de drogadicción, alcoholismo y suicidio que diezma a los trabajadores industriales estadounidenses y los sumerge en un agudo proceso de desesperación acumulada”(Jorge Castro, Clarín Económico, 17/09/17).
Unos acumulan capital y otros, desesperación. El cuento resarcitorio: la supremacía. Y el crecimiento.
Resultado: la desigualdad y la pobreza, en crecimiento.
Pobreza que diferencia (desiguala) a los mismos pobres, ya desiguales respecto a los dominantes. La desigualdad genera desigualdad entre los mismos desiguales.
Y así se prenden a la supremacía, la del “pueblo americano” o la del “pueblo alemán”.

¿Ahora la del “pueblo argentino” respecto a emigrantes y pueblos originarios?
Los gendarmes de menor graduación exigen a sus superiores mayor mano dura contra los vagos y roñosos “indios mapuches”.  Si no la tienen son cagones, es decir cobardes. Si la tuviesen serían valientes defensores de los trabajadores, limpios y “argentinos”.
Independientemente de pistas falsas, que más que para desorientar la investigación de la desaparición forzosa de Santiago sirven para banalizarla, naturalizarla y olvidarla, el signo tanto o más preocupante es la aparición (o reaparición) de la “supremacía” fundada en la evidente desigualdad (Benetonn-campesinos). Desigualdad que genera otras desigualdades criminales, signo a su vez de barbarie. De “obsolescencia programada”, vida limitada de hombres (sobrantes) como “necesidad” para el crecimiento. No hay progreso sin inversiones y no hay inversiones con indios mapuches o cualquier otro “vago y roñoso”.
Los Trump, los Macron y los Macri no son casuales. Y no son solo producto de la “indiferencia” de algunos sectores “medios” y el gorilismo cerril.



Edgardo Logiudice

setiembre 2017    

domingo, 2 de julio de 2017

Pobreza, revolución y el capital. La startup-ización y el cuentapropismo digital

I.
Hace ya unos años Naomí Klein expuso los experimentos de la doctrina del shock de Milton Freideman para domar o desestabilizar gobiernos e imponer las políticas de ajuste, eufemismo de la creación de pobreza. Implementadas de distinta forma según los países, las circunstancias y los tiempos. El shock que anuncia, produce o amenaza un desastre. Se funda en el olvido y el miedo. El terror paraliza, elimina la memoria y genera nuevos sujetos obedientes. También induce a consentir la pobreza con otro nombre o con la ilusión de escapar de ella.
Algo de esto parece ocurrir con las nuevas clases medias (en realidad, cuasi-medias), que por su misma denominación ocultan el papel de dominados o de sujetos de una nueva pobreza. Paradójicamente  una pobreza consumista. En su mayoría en el borde, según los parámetros de medición. Ya que es una obviedad repetir que la pobreza es un estado relativo. Para un pobre que realiza servicios, un teléfono móvil es parte de sus medios de sobrevivencia. O, una motocicleta. Más aun, un automóvil.  
Por eso mismo las estrategias de dominación y las promesas cambian, y el cambio mismo es una promesa. Convincente, porque satisface un anhelo. Quizá  individualmente, en cada individuo singular, el más común.
Una manera oculta de escapar a la pobreza. Que opera siempre como una amenaza, velada por una promesa. Cambiar la situación de “desventajado”, diría Rawls. Obtener “logros”, diría Amartya Sen.

Ahora aparece la amenaza nueva, y no descabellada, del desplazamiento por medio de la robótica y las nuevas tecnologías, que pueden dejar millones de desempleados. No solamente en el ámbito de lo que usualmente llamamos industria. También en el agro que, como ya lo anunciara Marx es una industria, y ahora llamamos agro-industria. Donde, además de la incorporación de la robótica en la maquinaria, la biotecnología (con todas sus contradicciones ecológicas) ha desplazado al clásico campesino agricultor o ganadero.
Así lo afirman algunos estudios y algunos propios tecno-pesimistas que lo consideran un mal necesario. (Acá habría que agregar la financierización y la integración de los procesos agrícolas y ganaderos y, más aun, los energéticos).

Los tecno-optimistas sostienen que la destrucción de empleo en algunos sectores, los genera en otros. Con la condición de adaptabilidad. Para lo cual, dicen, hay que implementar políticas público-privadas de educación. Donde lo privado se come el asado y lo público se queda con el humo. Lo que denominan educación dual. Preparar para las nuevas tecnologías: El Estado pone los fondos, las empresas las “residencias”, eufemismo de trabajadores baratos y sin legislación laboral.
Y esto debería funcionar como esperanza de empleo para las nuevas camadas. A través, sobre todo, de los innovadores y emprendedores, con el paradigma del Silicon Valley, donde cualquiera puede ser Bill Gates. Que ahora se replica en Shenzem, China, y en otros lugares.
Para eso está la Ley de emprendedores. Y el que no es emprendedor se embroma.
Los capitales “ángeles” ponen un dinerito, cuando son empresas (las grandes cadenas de valor global) se llaman “incubadoras”. Los inversores se reservan un porcentaje de la participación en el emprendimiento y hasta el derecho de compra total si el emprendimiento prospera. Lo hace –según dicen- uno de cada diez. Telefónica invirtió en 50 de 6000 proyectos evaluados. El resto fue trabajo inútil, desechable.
Las incubadoras de talento son un gran negocio de uso de los innovadores cubiertos por la promesa del éxito, a veces de prosumidores baratos, o gratuitos. Las grandes empresas que han adoptado este método, son las que mejor cotizan sus acciones. Es una nueva forma de apropiación del trabajo ajeno consentida.
Los P.E.I. (Pequeños Emprendedores Insolventes) o cuentapropistas digitales, reemplazan a las Pymes. Su talento se cotiza en la Bolsa en los balances de los grandes grupos o cadenas, capitalizados como bienes intangibles. La promesa de una plusvalía futura. 
La posesión de alguna impresora 3D, da al poseedor la efímera sensación de ser mucho más que un artesano: es dueño de un medio de producción. Hasta que lo que produce pasa de moda.  
Dejemos por ahora el asunto acá.

II.

Para Carlos Marx la pobreza es una condición histórica, masas empobrecidas de los modos de producción pre capitalistas, y lógica, estar obligado a trabajar para sobrevivir. Situación que se repite después del cobro del salario, destinado al consumo de sobrevivencia. Es decir reproducción de la clase de los pobres-productores, con mayores o menores habilidades y conocimientos que, junto con la energía conforman la capacidad laboral creadora de riqueza, que la distingue de los otros medios de producción.
Pero la pobreza, también era condición de la revolución, porque los productores no tienen nada que perder sino sus cadenas.
Lo que oculta todo esto es el salario que da a la apropiación del trabajo ajeno la forma de una compraventa. Una ideología jurídica que sostiene la forma de alienación una vez, según Marx, vencida la de la teología y la religión. De allí su propósito, ya juvenil, de desbrozar la ideología jurídica de la economía, enunciado ya en 1844
Pero no ha sido sólo el salario lo que oculta que, en realidad, el capital alimenta a sus obreros en la medida que los necesita, a cambio de su capacidad laboral. Simplemente porque el capital es quién dispone no sólo de los medios de producción sino de los de sobrevivencia.
Cosa que Marx escribió pero no llegó a exponer en el primer tomo por razones de método didáctico. El mundo que se veía, y aun se ve, es el de las mercancías (es decir, el de las compra-ventas) y, por ello, por ahí comenzó. Por la superficie. Lo otro quedó olvidado durante mucho tiempo, no sólo para su amigo Engels sino para sus seguidores.
Por lo que, entre otras cosas, las luchas obreras pasaron fundamentalmente por allí. Por la superficie del salario. Pero algunas veces también la resistencia y la rebelión lograron entidad de revolución política. Una de ellas signó el siglo XX bajo el nombre de socialista, es decir social. Pero el asalariado y la pobreza quedaron allí. Y acá.
Lo que no se supuso, o no se insistió en ello, fue que el consumo también podía ser una forma de trabajo ajeno, a través del crédito para el  consumo que, como toda deuda hipoteca el futuro y obliga a trabajar, esto es, a producir riqueza con la que se paga lo que el crédito adelantó. Y que nunca es mucho más de los necesario para sobrevivir, como vimos, aunque se trate de un automóvil.

III.

Pobrezas hay muchas. Cada modo de producción genera su pobreza y, como ninguno se extingue del todo, sino que es absorbido y subordinado al dominante, cada uno deja la suya. Así se forman estratos de distintas formas de pobreza.
Algunos hablan de jerarquías de pobres o, lo que es lo mismo, de dominados. Explotados o no. No me refiero a los parámetros de medición según el acceso a determinados bienes, sino a roles específicos, llegando a la necesidad de la exclusión por una especie de selectividad natural. Tras la idea del mérito, esa selección se naturaliza. Y, con ella, la desigualdad más extrema.
La nueva pobreza parece ser pobreza comunicada. Y aparece como más libre. Pero están los algoritmos que controlan y conducen hacia un consentimiento de sumisión. Un sometimiento consentido. Los usuarios, los prosumidores, los innovares y  los emprendedores (PEI). Y hasta aquellos cuyo consumo es simbólico.
Y parece que esa puede ser la nueva pobreza dominante. Conviviendo con la pobreza  de la vieja industria asalariada no digital que, según muchos expertos, será excluida de la producción. Y que ya convive con otras pobrezas. Algunos serán parte de los servicios (en el sentido literal) y otros directamente excluidos. Estas son las jerarquías que se prevén.
Pese al consentimiento de sumisión y el control algorítmico, el problema que se le plantea al capitalismo es la gobernabilidad. Para eso está la coacción, ya ni siquiera regulada por el Estado. La coacción privada del absolutismo capitalista, los ejércitos y fuerzas de seguridad mercenarios.
La cuestión es qué sucederá con tantos pobres (viejos y nuevos) si el sistema llagara a colapsar.
¿Qué pasará con los portadores de proyectos que no son evaluados o que no prosperan?
Son obreros de la inteligencia artificial. Desplazados  por no ser rentables. Sumados a los expulsados por la robótica. Y a los estratos de formas de producción no digital. Y, en algunas regiones, hasta la pobreza colonial.

   
IV.

“La revolución es un sueño eterno”, escribió Andrés Rivera. Pero hay revoluciones y revoluciones. Por ejemplo, científicas, técnológicas (Marx llegó a hablar de una “verdad tecnológica”), económicas, políticas culturales.
La revolución política que se pensó desde los sectores dominados tuvo como paradigma la Revolución Francesa, desde abajo y con el poder de un  nuevo Estado. Así eran para Marx las Comunas y para Lenin los soviets. Con una  base territorial y productiva.
Hubo una revolución en la cultura (en el arte, la educación), pese a todo. Y hubo revoluciones productivas (el fordismo) y revoluciones reformistas en  lo social (todo el constitucionalismo social), las hubo también en lo económico (altos salarios el consumo), .Y una revolución geopolítica con dos guerras mundiales. Y revoluciones anticoloniales y antiimperialistas.
En la década del setenta comienza a cuajar la revolución de los intangibles.
Bienes intangibles, que existían sobre todo en la cultura (o en el modo de producción cultural, según Giuseppe Prestipino) se autonomizaron de la producción de bienes materiales (o modo de producción material, G.P.). Pero, a la vez, se capitalizaron. Literalmente, se transformaron en capital. Y, a la vez, después de la conversión del dinero en dinero fiduciario (paradójicamente con la no conversión de la moneda de cambio internacional), se financiarizaron. Y esto constituyó una revolución. En todas las relaciones sociales, particularmente las de explotación, pero también las políticas e ideológicas.

Hoy estamos viviendo un mundo revolucionado, con débiles Estados que no configuran siquiera “ilusión de comunidad”. Consecuentemente tampoco se conservan unidas las naciones en las Naciones Unidas, ni ya tampoco las uniones regionales. Lo que significa la ausencia de reglas, ni siquiera la de las guerras, que ya no se declaran en tal estado. Es el hecho consumado de la intervención y el genocidio de poblaciones civiles. El estado de excepción global y permanente, diría Agamben.

La globalización  de la producción es casi total. La concentración en las cadenas globales de valor, que muestra la evidencia de que el capital deja vivir sólo a los que le son necesarios según sea su rentablidad. Cadenas globales que transformaron en gran medida el comercio internacional y que ya está generando su propia moneda sin cuño legal. Las propias monedas nacionales son manejadas sin reglas, a través de la inyección o el retiro de los flujos financieros de los fondos de riesgo.
Los grandes grupos financieros y sus empresas están generando una nueva geografía “política” superpuesta a la existente. La propia migración es su efecto y su evidencia. Una geografía flotante, poblaciones flotantes. Temporarias. Una revolución geográfica en la que, lo que conocemos como nacionalidad muda de territorio, para no adoptar ya otra. Contracara del turismo. Todo esto ha cambiado el propio carácter de las ciudades como lugar habitable.

La revolución pasiva (Gramsci) es, sobre todo, una revolución ideológica. A la que el sardo oponía la reforma intelectual y moral. Y reforma (o revolución) intelectual supone, por un lado un rumbo estratégico, por otro ineludiblemente unido a aquél el conocimiento del funcionamiento económico social de lo existente. De ese modo se podría operar estrategia y tácticamente. Esto es, con alianzas (o como se las quiera llamar) y punto de partida en problemas específicos, conforme a los presuntos agentes (sujetos, decíamos)y, para la acción, creo, son necesarios conceptos que no prejuzguen y re-significar la conceptuación de dominación y explotación. Conocer sus mecanismos y oponer luchas, sobre todo ideológicas, acorde a ellos.

Las nuevas tecnologías no se pueden negar, salvo las que atentan contra el planeta. Pero me parece necesario criticar el “desarrollo” por el desarrollo mismo. Innovar y emprender qué cosa.
Creo que hay que resucitar la idea de la paz.  Que parece que se da de patadas con la rentabilidad, pero no necesariamente con todas las nuevas tecnologías.

V.

A 150 años de El Capital quizá se pueda seguir soñando. Con los ojos abiertos, como decía Bloch. Mientras tanto al menos debemos, me parece, como imperativo moral, es decir de la especie, vincular cada lucha con el destino del planeta que habitamos.

Edgardo Logiudice,

Junio 2017