martes, 1 de marzo de 2016

Autocríticas postelectorales.

Porque mi pueblo es necio, no me conocieron; son hijos ignorantes y no son entendidos.
Jeremías 4:22. Reina Valera 1960.


Estos tiempos no parecen de críticas tardías. Se impone la urgencia de parar a la bestia.
Ni tampoco de autojustificaciones no reclamadas. Mucho menos de reproches.
Pero parece que algunos compañeros se han visto obligados a hacerlo con, al menos la declarada, intención de promover un debate sobre las causas de la derrota.
Así desde dos distintas posturas, aunque convergentes, lo han hecho Mempo Giardinelli y Atilio Borón. Ambos se definen como acompañantes del proceso kirchnerista. Ambos sostienen haber hecho cuestionamientos críticos.
Para ambos la derrota electoral se podría haber evitado, fue "gratuita" dice Atilio. Coinciden en la existencia de gruesos errores. Aislamiento, incapacidad para tejer alianzas. Cosas básicas en la "gran política". La negociación, "que eso es la famosa gobernabilidad" dice Giardinelli. Pese a la estatura de estadista inteligente y aguerrida de la encargada de la jefatura. Líder.
Además está el "entorno". Y finalmente el pueblo que, para Mempo, también se equivoca.
De paso ¿por qué no? el reproche al voto en blanco. Para el que Borón recurre a sus conocimientos de la teoría de los juegos: unos hacen el gasto y otros aprovechan, sin riesgo, el beneficio. Los que hacían el gasto eran los que votaban "desgarrados" a Scioli y los otros "se iban a dormir con su conciencia revolucionaria en paz". El compañero Atilio.

El discurso de Giardinelli es un discurso al interior del peronismo[1]. Para él "el kirchnerismo hizo una revolución democrática con innovaciones políticas, reformas institucionales, económicas y sociales…y sin dudas estos 12 años fueron una fiesta para vastos sectores populares". Un artículo periodístico de un reconocido escritor. Que tiene el derecho de hipostasiar al Pueblo para, luego, cargar las tintas sobre la responsabilidad y las características del Líder y los errores de aquél pueblo. Como Jeremías. 
El texto de Borón es presentado como un "ensayo". Y el autor no ahorra títulos para presentarse: "un pensador revolucionario, anticapitalista, comunista" que reivindica el marxismo y el materialismo histórico. Títulos suficientes para merecer algo de atención. Más aun cuando a esos galardones se les pueden agregar muchos otros, como su doctorado en Harvard. Y su amplia trayectoria académica de las que resulta el conocimiento de prestigiosos autores con cuyas citas nos enteramos, por ejemplo, de que "en política la forma es el fondo".

Ni todos esos títulos, ni ser un hombre público,  con llegada a medios de prensa nacionales y regionales, presencia en congresos y foros internacionales, le valieron a Borón para hacer llegar sus críticas "expresadas con la intención de mejorar lo que debía mejorarse". "Esas críticas…estaban condenadas al ostracismo. Sobrevivían en los pequeños círculos de los amigos, que compartían la preocupación…pero no pasaban de allí". Patético: "La voz de orden era, pues, de acompañar el proceso y abstenerse de formular críticas o, en caso de hacerlas, cuidar que la misma no trascendiera más allá de un insignificante cenáculo de iniciados". ¿El pensador revolucionario, anticapitalista y comunista está diciendo que el fascismo ahogó su voz? Puede ser, ya que ni él, marxista ni Giardinelli, peronista, cuentan entre los "errores" del kirchnerismo la ley antiterrorista.

Dispuesto, ahora, a cumplir con "una suerte de juramento hipocrático a decir la verdad a cualquier precio", atendamos a los análisis de su ensayo.

Atilio nos advierte que el peronismo no es revolucionario, nos explica porque había que apoyar al kirchnerismo y nos dice que deberemos hacer de aquí en más.
"Es sabido que una experiencia de matriz peronista inevitablemente carece de la radicalidad que las condiciones actuales exigen". Tomamos nota. "Sus contradicciones son inocultables: promoción del «capitalismo nacional» pero vigencia de las leyes de Inversiones Extranjeras y de Entidades Financieras de la dictadura militar.." Y así AUH pero regresividad tributaria, YPF sociedad anónima con acuerdos secretos, alianza con Barrick, Chevron, Monsanto…enumera Borón.
"El kirchnerismo no tenía la superación del capitalismo en su agenda, ni siquiera remotamente". "La izquierda, para ser tal, es necesariamente anticapitalista". "¿Por qué brindarle entonces un apoyo crítico?...Kirchner sintonizó muy rápidamente, al inicio de su gestión, con el nuevo clima político regional…Su indocilidad ante el FMI también lo hizo merecedor del apoyo de las fuerzas de izquierda". Tal indocilidad se agrega a los conocidos latiguillos del cambio de la Corte, etc.

Méritos tales, entonces para que aceptemos que la izquierda debía hacer una "alianza táctica con el kirchnerismo": remendar una Corte que se caía sola, disfrazar el pago de la deuda con la palabra desendeudamiento. Claro es que "teniendo en cuenta las duras realidades del tablero geopolítico mundial ¿en qué otro lugar podía estar una fuerza de izquierda?". Es que, "uno de los grandes enigmas de la política latinoamericana es la sistemática ceguera de un sector de la izquierda ante las multifacéticas políticas del imperialismo en la región". Tomamos nota de nuestra ceguera que nos impide ver que Barrick, Chevron, Monsanto, no tienen nada que ver con las multifacéticas políticas del imperialismo. Tampoco la Ley de Inversiones Extranjeras, ni todo lo que Borón contabiliza como "contradicciones": el protagonismo "del rechazo del ALCA pero sin ingresar al ALBA". Como para Giardinelli, la corrupción es un mal endémico argentino.

Dado que Borón alega las explicaciones dialécticas ¿puede el lector intuir al menos que esas contradicciones no sean contradictorias? ¿Que sean en realidad formas de las estrategias en ese enigmático tablero geopolítico como una cara más de las multifacéticas políticas?
Políticas de restauración del Orden. ¿Que la forma de contradicción no esté ocultando su función gatopardística?      

La izquierda deberá movilizarse para escuchar a Alex Kiciloff. Dice Atilio, con resonancias leninianas, "la constatación de la catástrofe que se avecinaba provocó la espontánea movilización de vastos sectores de la sociedad ante la imperdonable deserción del FpV, La Cámpora, UyO y las organizaciones sindicales…salieron a la calle imbuidos por un fervor militante como no se había visto desde las grandes jornadas de finales de 2001…esa irrupción de masas…también se manifestó en el acto de despedida de Cristina…las sucesivas autoconvocatorias…como por ejemplo la que tuvo lugar en el Parque Centenario…para escuchar al ex ministro de Economía Alex Kiciloff".
"Es ese espacio de autoconvocados y movilizados donde deberá trabajar la izquierda para construir esa alternativa que el kirchnerismo no supo ser". Bien, tomamos nota.

Desde ese atalaya, o composición de lugar Borón se propone arrojar "algo de luz sobre las causas y las consecuencias de la derrota del kirchnerismo".
Propone distinguir dos órdenes de factores causales: mediatos (económicos) e inmediatos (la campaña electoral).

De las causas mediatas el ensayista enumera: 1) la inflación, 2) el impuesto a las Ganancias y 3) el dólar (el cepo).
De las inmediatas: 1) el maltrato, por parte de Cristina Fernández y su entorno, al "único político que podía haberles evitado la derrota", Scioli; a) el error estratégico de no aceptar el "voto táctico a Lousteau" en el balotaje de la Ciudad que, de haberse adoptado "probablemente la situación de la Argentina, y de América Latina, sería hoy bien diferente"; 3) la elección de Zanini: "un error mayúsculo que podría haber sido evitado si Scioli elegía (y no Cristina) un compañero de fórmula si no atractivo al menos digerible"; 4) la imposición de Aníbal Fernández como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires. El autor sostiene que, dado que "el Papa Francisco haría asegurado un discreto apoyo al sciolismo…y sugerido la conveniencia de un hombre como Julián Domínguez, muy allegado a la Iglesia y su obra pastoral en el conurbano" era conveniente oír su sugerencia; 5) el "fuego amigo" del internismo y, 6) no haber "percibido que vastos sectores de la sociedad querían un cambio".
Todo esto que el pensador revolucionario no pudo decir sino a los allegados lo habían anticipado Marcelo Bonelli o Maximiliano Montenegro, en forma verbal o por escrito.

Finalmente el Doctor Borón, después de señalar las diferencias de estilo entre Néstor y Cristina (esta última con actitudes soberbias y limitación de su capacidad de escuchar, dialogar y hacer alianzas) y de acudir a Gramsci a Maqiavelo y a Jesús Reyes Heroles, extrae de ese análisis un conclusión teórica: el consumo no crea hegemonía.
La tesis está construida en base dos historias apreciadas bajo la lente del sociólogo.
"Un humilde lustrabotas del microcentro porteño, un hombre entrado en años, venido de una provincia pobre de la Argentina le confiesa a uno de los habituales clientes que había votado a Macri «porque estaba demasiado grandecito para soportar que la presidenta lo retara en la televisión». Otro: en un modesto almacén del conurbano su dueña debía apagar la televisión cada vez que comenzaba una cadena nacional porque su clientela ya no quería escuchar a Cristina. Y la mayoría estaba formada por beneficiarios de diversos programas sociales del gobierno".
De esta aguda observación el ensayista ahonda en su tesis. "Se confió en la magia del mercado: accediendo a algunos bienes se suponía que los nuevos consumidores retribuirían lealtad política". Para concluir: "la hegemonía es el resultado de la educación política".
Cualquiera podría preguntar ¿Y quién es el educador, los educadores? ¿el líder providencial? ¿la vanguardia iluminada? ¿el Secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional?

El escritor Giardinelli nos decía que el pueblo se puede equivocar. Bien parece que los beneficiarios de los programas sociales del gobierno volcados al mercado consumista no responden de forma adecuada si no se los educa políticamente. Será que, como decía el profeta, no son entendidos, mi pueblo es necio. En suma, no estarán Maduros para entender de geopolítica.

A este ensayo llamó el autor: El poder de la crítica y la crítica del poder[2].

¿Con estas críticas y autocríticas vamos a encarar la resistencia?
Mal me temo que, si no intentamos superar este nivel de análisis del papel del kirchnerismo, poco podamos entender qué cosa significa el macrismo. Al que aquél dejó todos los instrumentos para gobernar como lo está haciendo. En las formas y en el fondo.



                    

Edgardo Logiudice
diciembre 2015



[2] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=207117