viernes, 24 de julio de 2015

Apuntes sobre el salario. Formas de los nuevos modos de apropiación del trabajo.

¿Qué serían…que serán de tus progresos
cuando pierdan toda fe tus sementales?

¡Meditad! Pedro B. Palacios, Almafuerte.

Propósito.

El salario es la forma ideal de apropiación del trabajo ajeno del capitalismo industrial.
El propósito de estos apuntes es, a partir de él, intentar alguna aproximación a nuevas formas ideales de apropiación generadas por y asentadas en las profundas transformaciones del modo de producción capitalista.   
Se trata de apuntes sugeridos por la lectura de textos de Carlos Marx, en particular los Borradores de 1857/58 y el Capítulo VI inédito de 1863/66. No abundaré en citas textuales más que para recordar la procedencia de alguna conjetura.
Los asuntos abordados son los inducidos por algunas consecuencias de las transformaciones del capitalismo, que involucran a grandes grupos humanos si no quizás al porvenir todo de la humanidad.
El descomunal desarrollo del consumo, del préstamo ya sin medida para su incentivación, la magnitud de las deudas públicas y privadas que comprometen las generaciones futuras, las crisis financieras globales, la exclusión de grandes contingentes humanos vinculados a la llamada extrema pobreza, el crecimiento exponencial de la desigualdad, la integración global de la producción hegemonizada por el sector financiero, la destrucción de la producción en la obsolescencia programada, el saqueo de recursos naturales concomitante con las guerras, son algunos de los fenómenos que no sólo obligan a pensar sino que ponen en evidencia la crisis de muchos presupuestos ideológicos.   
De modo que mi punto de vista ancla sobre esas preocupaciones, en suma, políticas.


Puntos de partida. Pobreza y consumo.      

El punto de partida del salario es la pobreza que manifiesta la no-propiedad.
La no-posesión o carencia de medios de subsistencia. En el límite el hambre.
El ámbito en que nos hallamos es el de la necesidad que se satisface con el consumo.
De modo que la propuesta es reflexionar sobre el salario a partir del consumo, es decir el destino ineludible y restringido del salario.

La pobreza se halla como un punto de partida histórico o como condición de la transición al capitalismo en la llamada "acumulación originaria", esto es la des-posesión de medios de subsistencia. Modo de apropiación pre-capitalista en el que subsisten relaciones de dominación personal, con formas de apropiación de coerción física, de saqueo. 
Privación, despojo de las condiciones de vida que generan al trabajador desnudo. Libre, en el doble sentido. Libre, en su determinación material[1], liberado de todo vínculo con bienes de producción y consumo, separado de ellos. Libre en su determinación ideal, puede disponer de sí. Libertad ésta que, dada la primera, le obliga a venderse. A vender de sí su rasgo antropológico específico, la capacidad laboral que expresa su potencia transformadora, creadora. Su energía, conocimientos y habilidades como su única posesión que, al venderla, lo transforman idealmente en propietario. Sólo vende quien es propietario y sólo es propietario quien lo puede exteriorizar en el mercado. En esto consiste la propiedad privada mercantil, la que inunda casi todas nuestras relaciones sociales cotidianas.
El trabajador desnudo deviene propietario en el intercambio, el ámbito de la circulación.
Propietario para consumir. El salario aparece como el pago del trabajo en dinero.
El dinero aparece como un equivalente general, es decir que sirve como medio de intercambio para toda clase de bienes. sin embargo el dinero del salario es un dinero particular, restringido. No representa cualquier clase de bienes, como sucede en el  comercio sino, para el obrero sólo uno, el de los medios de subsistencia.

Los intercambios y la circulación mercantil son previos al capitalismo, el intercambio mercantil es punto de partida histórico del salario, del obrero asalariado.
Las compras y las ventas, el mercado, son presupuestos lógicos también del capitalismo industrial. Constituyen el lugar de la realización de las mercancías, donde éstas consuman su destino. Transformarse en dinero para comprar, trasmitiendo su propiedad.
En la circulación el dinero es la circulación de títulos de propiedad. El dinero como medio de circulación es el instrumento de las compras y las ventas y éstas transmiten la propiedad.

Los medios de subsistencia son así mercancías cuya posesión el desposeído sólo puede alcanzar mediante la compra. La compra de los medios de subsistencia y condiciones de vida constituye al adquirente asalariado en propietario en el ámbito del intercambio para el consumo.
El campo del consumo es el lugar donde el asalariado aparece como propietario de los bienes de subsistencia.
Propietario de bienes cuyo destino es desaparecer inmediatamente de la circulación, agotarse al ser consumidos. Esa es su especificidad, su determinación material, a diferencia de otros cualquiera no reingresa al circuito de la producción en general.
El asalariado, propietario porque los adquiere de quien le trasmitió ese título, al tiempo que los consume vuelve a su carácter de no-propietario. El asalariado sólo es propietario ideal pues ha adquirido algo que no va más allá de su propia existencia como renovación de lo que no es otra cosa que el asiento de su capacidad laboral, que sólo puede vender si se la compran. La propiedad del asalariado no es más que una efímera determinación ideal.
El consumo determina al asalariado en propietario sólo ideal, sin  posesión ni posibilidad de disposición de los bienes que adquiere.
El asalariado se reproduce como pobre, no-propietario. Sin ese carácter no hay capitalismo, lo veremos.


Punto de vista.         

El punto de partida del salario, vimos, es la pobreza, el obrero desnudo.
Es legítimo otear desde esa altura, que es la del asalariado. Punto de vista de la pobreza.
El pobre asalariado es, como se sabe, un producto histórico del capitalismo industrial. No es el pobre romano, ni el pobre mendicante del medievo. Es un pobre producido. Como cualquier mercancía.
Se origina como expulsión, separación de sus condiciones de vida. Separado de los medios de subsistencia está listo para ser incorporado a la producción. La cuestión es que esté en condiciones de poner en acto su capacidad laboral. Que posea la energía física, las habilidades y mínimos conocimientos que lo hagan apto para disciplinarse a sus funciones. Para ello es menester proveérselas. Su mínimo es la alimentación, la nutrición. Pero no es su máximo, que no tiene más límite que su rentabilidad en la competencia. Lo que eufemísticamente los economistas llaman competitividad.
La pobreza también es determinada históricamente. Este es el problema que se plantea a economistas y sociólogos frente a los que llaman descenso de la pobreza, por el acceso a mayor cantidad de ingresos y bienes, frente a un crecimiento, aparentemente paradójico, de la desigualdad extrema. El resultado es la aparición de nuevas clases medias. Clases medias con aumento creciente de endeudamiento de hogares. Clases medias con futuro hipotecado. Merced al préstamo para el consumo.

Nada de esto es absolutamente nuevo, salvo porque se trata de otros bienes, otras esferas y otras magnitudes.
Así decía Marx que las condiciones de existencia y el monto de los salarios lo fuerzan a gastarlo en el círculo restringido de los medios de subsistencia; pero, para el trabajador urbano inglés de su época los periódicos se encuentran entre ellos. Como quizá hoy pueda serlo un teléfono móvil. Y aun más: "el obrero puede ahorrar algo, imaginarse que atesora"[2].
El contenido material de estos bienes cambia, temporal y espacialmente. Su propiedad en realidad lo es de bienes destinados a desaparecer y, con ellos, su valor. Como el del periódico también y el del propio celular merced a la aceleración de las innovaciones. Pero pocos dudarían de que son propietarios de ellos. Propietarios y hasta atesoradores, pobres. Barrenderos que viajan al lugar de trabajo en su automóvil.

El monto del salario, limitado a la subsistencia, es una barrera para el consumo y, por lo tanto para la circulación y el intercambio. Es necesario vender lo producido para la realización del ciclo completo del capital. El préstamo para comprar, en épocas de Marx, era "más imponente y clásico en la relación entre los pueblos que en relación entre los individuos". "Los ingleses -decía- se ven forzados a prestar a naciones extranjeras para convertirlas en sus clientes". "Todo el sistema crediticio, y con él el comercio especulativo, desenfrenado, [comprar más de lo que es posible vender o pagar] se funda en la necesidad de ampliar y saltar por encima de las barreras para la circulación y para la esfera del intercambio"[3].
Los ingleses prestaban para fabricar clientes que les compraban con su mismo dinero, eran clientes deudores. Deudores propietarios porque compraban, el que compra se hace propietario. Tan propietario como los que compran con un crédito hipotecario o un automóvil con prenda. Propietarios endeudados, eso significa el endeudamiento de hogares, que supera en la Inglaterra de hoy en una vez y media el monto de sus ingresos.
Esta es una pista de quiénes son los propietarios materiales, efectivos de lo que se usa y se consume (el uso es un consumo que no agota inmediatamente la cosa). Propietarios de las condiciones de vida y medios de subsistencia.

El punto de vista de la pobreza no significa instalarse en los actos singulares y aislados sino para criticar, trasponer el horizonte de su naturalización. Transponerlo no significa concebir ninguna esencia trascendente sino buscar los vínculos, las relaciones donde la idealidad es parte del mecanismo de funcionamiento del conjunto. Las múltiples determinaciones y los vínculos entre ellas, el conjunto articulado de las especificidades que constituye el plexo complejo, irreductible a una sola determinación.
En suma, la crítica de las determinaciones ideales, ilusión de propiedad en nuestro caso, irreductible al dinero, que no es el demonio, sino una especificidad de la forma del sistema, como totalidad concreta, históricamente determinada. Esto es en continua trans-formación.
De allí que el conjunto fenoménico de la alienación, como ajenidad, extrañamiento y cosificación tiene determinaciones específicas conforme a esas transformaciones y, por lo tanto, son determinadas históricamente.    


La "pequeña circulación".

Uno de los pocos textos en que Marx atiende al consumo de los medios de subsistencia se halla en el Cuaderno VI de los Borradores[4].
Allí se distingue, "dentro de la circulación en cuanto proceso total…entre la gran circulación y la pequeña". Corresponde la última al "proceso de intercambio entre el capital y la capacidad de trabajo en general" y atiende al "capital en la reproducción de la capacidad laboral", según reza el título del apartado.
Se trata de "la parte del capital que se paga como salario, que se intercambia por la capacidad de trabajo".

Doy por conocido acá el concepto de plusvalor en el significado cuantitativo de diferencia entre el valor, representado en el salario, del trabajo socialmente necesario para la conservación y reproducción de la capacidad laboral o fuerza de trabajo y el valor de lo producido por ella. Ello merced a la especificidad del trabajo vivo de crear más valor que el necesario para su subsistencia.   

Recordé que la llamada "acumulación originaria" comprende la desposesión de los medios de subsistencia del que será el obrero desnudo, es decir de su apropiación por quienes serán los capitalistas, no individualmente sino como clase.
Pero éste es un punto de partida histórico, una condición del modo de producción y apropiación capitalista que supone la separación del productor directo de los medios de producción y condiciones de vida. Pero no es aun más que una probabilidad del modo de producción capitalista industrial. De modo que podemos abstraer esta circunstancia histórica para el análisis del modo ya establecido.

Si partimos del consumo, lo que consumen los asalariados son productos terminados, productos que no requieren ninguna otra transformación. Están destinados al consumo individual de los obreros, esto es a desaparecer de la circulación. En general más o menos inmediatamente. Son los medios de subsistencia.
Pero estos son, como productos terminados, mercancías o la forma mercancía del capital variable, una parte del capital que, como tal debe realizarse para terminar el ciclo y reiniciar otro. De este modo el consumo es una condición de la continuidad de la producción.
El consumo aparece como la finalidad ideal de la producción. Pero, en realidad, el consumo individual de los medios de subsistencia está fuera del ciclo general de la valorización del valor. Lo que el capital requiere es realizar las mercancías, transformarse en dinero para volver a adquirir los medios de una nueva producción. La forma dinero del capital variable debe retornar a él, y vuelve en el momento de su venta.
La compra de los medios de subsistencia que realiza el obrero es una condición necesaria para la reiniciación del ciclo.
El dinero del salario con el que el obrero compra representa el valor de los bienes que adquiere. Ese valor comprende el plusvalor creado por el propio obrero. En el límite, como dije, todo el valor de esas mercancías es plusvalía. De modo que el obrero está comprando lo que él mismo creó. De hecho, materialmente, no existe ningún intercambio más que formalmente. En el ámbito de la circulación.

Pero el consumo del obrero, para el capital como clase, es también una producción. La capacidad laboral es también un producto acabado, terminado, para ser consumido. Esto es lo que adquiere el capital, la capacidad laboral. La capacidad laboral reproducida por el mismo capital variable en la forma dinero de los medios de subsistencia, esto es su conservación y reproducción en la persona del obrero.
Como compra de la capacidad laboral (producto terminado) el capital variable toma la forma de mercancía y el capital-dinero abandona el carácter de capital. En manos del obrero es dinero-medio de circulación que sólo vuelve a estar listo para su función de capital después que el obrero lo gastó para consumir los medios de subsistencia que él mismo produjo. Su consumo es, entonces, una función necesaria para el capital.
Pero al pagar la capacidad laboral el capitalista adquirió su valor de uso que es el de conservar y acrecentar el valor, crear más valor que el de los medios de subsistencia, el precio de la capacidad laboral.
No hay acá tampoco intercambio más que formalmente, porque materialmente el capital pagó una cosa y se apropió de otra, el trabajo vivo.

En el conjunto renovado del ciclo de la producción en general el obrero jamás es propietario más que idealmente. Los medios de subsistencia que produce son siempre propiedad del capital, bajo distintas formas. Su valor vuelve siempre a la clase capitalista.
"El capital paga, por ejemplo, semanalmente el salario; el obrero lleva ese salario al almacenero, éste lo deposita directa o indirectamente en su banco; y a la semana siguiente [a través de un medio de pago] el fabricante lo retoma del banquero para repartirlo de nuevo entre los mismos trabajadores, etc., y así sucesivamente […] Aquí el dinero se presenta como mero medio de circulación"[5]. Es decir, el dinero sólo circula por las manos del obrero. Si puede ahorrar algo, sin embargo -como recordaba Marx -, es decir postergando o suprimiendo algún medio de subsistencia (el obrero urbano inglés que no compraba el diario), se puede imaginar atesorador.
Los actos singulares y aislados en la inmediatez del intercambio ocultan el proceso de conjunto generan en su superficie; su forma, la apariencia de que el salario es el precio de la venta de la jornada de trabajo.
Desde el "atesorador" podemos llegar hasta un jubilado que postergó gastos toda su vida útil se imagine inversor financiero. Hasta que se derrumba la pirámide.   
"La premisa es que el obrero trabaja como no-propietario y que las condiciones de su trabajo se le enfrentan como propiedad ajena. Que el capitalista n° I sea poseedor del dinero y le compre al capitalista n° II, poseedor de los medios de producción esos mismos medios, mientras que el obrero con el dinero recibido del  capitalista n° I compra medios de subsistencia al capitalista n° III, no altera absolutamente en nada el hecho de que los capitalistas n° I, II y III con en su conjunto los poseedores exclusivos del dinero, los medios de producción y los medios de subsistencia"[6].

Cuando los capitalistas I, II y III confluyen en una misma persona o conjunto económico esto último se hace evidente. Es como si la clase estuviese concentrada, una concentración de capital.
Veamos dos casos paradigmáticos. Uno casi pre-capitalista, de transición, muy cercano a nosotros y, otro, de concentración capitalista global.


La Forestal.

El modelo es bien conocido.
Miniatura que, en su forma simple, poco desarrollada, muestra la posesión exclusiva del dinero, los medios de producción y los medios de subsistencia del capital.
Un aviador, el que proveía los avíos, "los sábados adelanta plata a los obreros, pero la plata consiste en unas ruedas de lata que se supone que valen un peso; el que gana va a la proveeduría a convertirlas; pero le dicen que las latas no son dinero y que no se convierten sino en mercaderías", decía en Informe Bialet Massé en 1904[7].

Una lata, una especie de moneda de bronce con la que pagaba La Forestal a los obrajeros de Villa Guillermina, tenía su valor inscripto "1 kilo carne",  otras 5 Kg., otras 10 Kg. Las había "en mercaderías" sin distinción. Y alguna, muy elocuente, "Vale por un día de trabajo". Se trata de signos de valor: vale.   
La medida temporal de trabajo equivale a mercaderías, un kilo, cinco o diez de carne. Forma rústica, embrionaria del salario. Forma de trueque simbólico, porque "las latas no son dinero". No hay venta de la fuerza de trabajo, ni intercambio.
Quien "adelanta la plata a los obreros" era el mismo que proveía los avíos. Un empleado de La Forestal, ésta adelantaba los avíos, los medios de subsistencia a los obreros, y los medios de subsistencia  estaban en la proveeduría de la misma empresa.
No hay venta de la capacidad laboral. Sólo una rústica forma de lata, que no es dinero, aparenta mediar entre el trabajo y el capital. Tosca apariencia de intercambio, simbólico.
Otras veces se proveía a través de la libreta del "fiado" mensual con el membrete de La Forestal. Es decir, un préstamo para el consumo, como el antes recordado por Marx de los ingleses para que les compraran. El obrajero consumía endeudado.
El obrajero no es propietario de la fuerza de trabajo porque no la vende. Debe trabajar porque le adelantan los medios de subsistencia, en forma de latitas de bronce o de latón. Todo es propiedad de la empresa. En relación al obrero no hay compra ni venta. No hay intercambio.
Se trata de una noria en la que la empresa adelanta los medios de subsistencia para que los trabajadores reproduzcan su fuerza de trabajo que la empresa consume en la producción apenas interrumpida fugazmente por una latita.

Posesión exclusiva significa propiedad; de los medios de producción y de subsistencia. Y del dinero, que representa trabajo.
 Las "latas" y el papel moneda de La Forestal, también de varias denominaciones.
La inscripción en el anverso de un billete dice: "La Administración de la Colonia Ocampo Pagará al portador por el presente vale Cincuenta Centavos Moneda Nacional por trabajos. Villa Ocampo. Enero 1° de 1888". Sobre impreso N° 09197 Serie A. Hay una firma.
La Forestal "fabricaba" dinero. Como la moneda "fiduciaria" que impuso Nixon al mundo con el abandono de los Acuerdos de Bretton Woods en 197l.


Cadenas de Valor Global (CVG).          

Se trata de empresas trasnacionales. Su actividad va desde los proyectos, la investigación, el diseño, la manufactura, hasta la logística y el transporte, la distribución, el arribo al consumidor y, en muchos casos, la financiación del consumo.

En relación a los productos cuyo destino es el consumo inmediato, que se agotan con él o en un término más o menos breve, como la indumentaria o los electrodomésticos, se hallan las grandes cadenas de retail. Pero, sobre todo, las de la industria alimentaria y, vinculado a ella, todo lo relacionado a los llamados agronegocios. A ellos se enlazan también las cadenas de los fármacos. Vale decir, todo aquello que conforma el universo de los medios de subsistencia básicos .  

Su carácter trasnacional determina que, unidas en un conjunto económico, la circulación de las mercancías no se realice en la forma clásica de los intercambios mercantiles, las compraventas, sino como transferencias intra-empresariales.  
Sus capitales son el resultado de grandes inversiones concentradas y centralizadas a través de absorciones, fusiones y participaciones, estrechamente vinculadas al capital financiero.
Como recuerda Chesnais[8], su emergencia no es sólo el resultado de avances tecnológicos sino, sobre todo se relaciona directamente con las dimensiones de las finanzas.
No parecen responder a un único modelo de organización, pues ésta, así como las figuras contractuales  con que se realiza el entramado de las actividades, debe responder a las características a veces de muy diversas actividades. "Aguas arriba" y "aguas abajo" pueden participar empresas o individuos con autonomía jurídica en actividades de provisión de bienes o en tercerización de servicios y tareas. Esto se visualiza como una gran fragmentación y subcontratación.

Sin embargo no parece muy arriesgado afirmar que cualquier trabajador de la CVG, cualquiera sea su vínculo jurídico con ella, se halla como ante una encarnación empírica de toda la clase capitalista. Poseedora exclusiva de los medios de producción, de subsistencia y del dinero.
En poco difiere su situación de la del obrajero, salvo - y esto es lo que quiero señalar - en su rasgos ideológicos. Porque son otras los modos de apropiación y las formas de propiedad capitalistas.
La tarjeta de plástico, con que dispone de lo que acreditan en un banco por su trabajo, parece diferir sólo en que no es un "vale" por mercancías o el equivalente de sus horas de trabajo. Pero un trabajador de Wal-Mart, Carrefour, Tesco, bien podría abastecerse casi íntegramente en la misma empresa. Que hasta puede "venderle al fiado" con la tarjeta del propio grupo.
Los actos materiales de comprar y vender devendrían también puramente simbólicos o ideales, hoy diríamos virtuales.


El modo y los modos de apropiación capitalista.       

Hemos visto como el salario puede generar la ilusión de propiedad merced al intercambio mercantil. Pero éste, que es anterior y presupuesto del capitalismo industrial en esta relación capital-trabajo se trastoca en desposesión renovada del obrero. Sin embargo en la determinación formal del proceso de producción material, la determinación ideal del intercambio mercantil perdura, no sólo como relación aparente o ilusoria, sino como relación efectiva y eficaz.
La propia forma mercantil, la del comercio en el que se asienta el capitalismo, está despegada de sus presupuestos históricos, esto es la propiedad personal originada en el trabajo. La relación entre individuos productores independientes que se encuentran en el mercado para intercambiar sus productos. Los productos que intercambian los comerciantes les pertenecen, pero porque los han comprado para vender. Si en el primero el intercambio tenía en mira el valor de uso, en el segundo caso la mira está exclusivamente en el valor de cambio. Aunque formalmente el instrumento de la compraventa sea el mismo, no se trata ya del mismo intercambio. El primero se asienta en la propiedad personal producto del trabajo propio, el segundo da lugar a la propiedad privada mercantil, la que nace del mercado, no del trabajo.   
Pero el resultado de la venta es la posesión de dinero, como medio de circulación. Éste es el que homologa a ambas relaciones distintas. Y el dinero es la posibilidad de compra, de adquisición de una propiedad[9]. El dinero, que no huele, del obrero es idealmente igual al del comerciante. Y como tal actúa.  La idea dominante es que, a través del dinero, el trabajo genera propiedad. La que surge de la inmediatez. Para el comerciante también: "lo que tengo lo hice trabajando".
No es casual ni arbitraria la alusión de Marx al obrero que se imagina atesorador. Como no lo será luego, como veremos, la del productor que no sólo se imagina propietario sino, además, dueño de un "capitalito". Porque el dinero, para algunos, significa capital. Pero no para él sino para los que "compran" su capacidad laboral. Con o sin la forma jurídica del salario.

"La producción capitalista suprime la base de la producción mercantil, la producción dispersa e independiente"[10]. Suprime la base, la materialidad, la producción dispersa como arcilla de la forma del intercambio. Pero no suprime sino que adopta y subordina esta forma, como forma generalizada de circulación. Todo, incluso el trabajo, circula como mercancía. El medio, el instrumento, es el dinero. Con él circulan los títulos de propiedad de todas las mercancías. Sobre todo el de la más preciada, la que crea valor. Así el dinero deviene capital: valor que se valoriza. Es el nuevo modo de apropiación, el del capitalismo industrial. Ya no se trata, como en la economía mercantil de comprar barato y vender caro sino de respetar la equivalencia pero -como vimos- pagando una cosa y recibiendo otra. La propiedad no es un robo sino una des-posesión legal. Esta des-posesión es la determinación material, la arcilla que determina la forma, es la materialidad de la propiedad capitalista industrial.

En el lugar de la forma de la apropiación, la propiedad mercantil adopta y subordina el intercambio del trabajo personal con mira en el valor de uso, más la forma ideal, la imagen, permanece. La propiedad capitalista industrial, suprime las bases de la producción mercantil, más su forma ideal permanece, adoptando y subordinando la propiedad mercantil en la circulación. El capitalismo suprime todos los modos materiales anteriores adoptando y subordinando sus formas ideales.



Transformaciones en el modo de apropiación.      

El valor que se valoriza no puede detener su marcha. Si se detiene se des-valoriza. El capital debe culminar su ciclo y reiniciar otro, la maquinaria parada no vale nada, se desvaloriza. La circulación, momento formal del proceso material, es condición de la producción. El capital se realiza en el intercambio, sus mercancías deben ser demandadas, por otros capitalistas, por comerciantes o por consumidores. La falta de demanda es una barrera que debe ser superada. El préstamo para el consumo, lo vimos, es un arbitrio para saltar la barrera.
Al que acudió John Ford. Salarios altos, venta en cuotas. Sus propios obreros devinieron así propietarios de lo que producían. Adquirieron el automóvil con sus salarios. Futuros.
Aparece el propietario-deudor. La propiedad basada en la deuda. El compromiso de saldar la deuda significa la obligación anticipada de volver a vender su capacidad laboral.
El imaginario atesorador ahorraba sobre su trabajo pasado, el propietario-deudor gasta su trabajo futuro. Titular de una propiedad sin patrimonio. En su determinación material el nuevo medio de subsistencia sigue siendo la clase capitalista en su conjunto, pero ahora con el nombre de acreedor
Esta es la parte financiera de la propiedad o, propiedad financiera. Todavía en ciernes, como apéndice del capital industrial.
Pese a ser un propietario virtual, el dinero anticipado en forma de automóvil, sigue haciendo circular títulos de propiedad. El obrero que se imagina propietario, la obstinada realidad dice que es un deudor. Que por este arbitrio, el capitalista aceleró la circulación, ya que la deuda es un crédito por el que el banco le adelantará el dinero que abandonará su forma de medio de circulación para volver a reinvertirse como capital. Su acreedor será el banco, el dueño del dinero, una de las patas de la clase en su conjunto.
El salario fue anticipado en forma de mercancía. Es como si la latita del auto llevara inscripto "Vale por tus jornadas de trabajo a realizar"[11].  Forma de apropiación del trabajo ajeno por medio del consumo.   

Quedan así evidenciadas dos cuestiones al menos. Que la propiedad efectiva, material, de los medios de subsistencia son siempre de la clase capitalista, pese a las transformaciones en la forma de apropiación. Que la "propiedad" del asalariado nunca es más que su obligación de entregar su capacidad laboral a quien lo produce como trabajo objetivado (mercancía) y lo utiliza como trabajo vivo.




Los años ochenta del Siglo XX.

Parece existir gran acuerdo en señalar los fines de la década del setenta y la del ochenta como el inicio de grandes transformaciones. En el ámbito de la producción con la robótica y la dislocación del modelo fordista, la especialización y su consecuente aumento de la división del trabajo y la fragmentación de los procesos productivos. Un mayor peso del contenido inteligente en los procesos de trabajo y por lo tanto en la formación del valor. Lo que algunos denominan capital tecnológico, con aceleración de los procedimientos de innovación. 
El crecimiento del sector servicios concomitante con el de las grandes ciudades, el de las comunicaciones y logística merced a la informática. La incidencia de estas últimas en los intercambios y circulación conectada a la actividad bancaria y financiera y el dinero plástico en el préstamo para el consumo. Los fenómenos de concentración de capital  a través de fondos de inversión y las fusiones y absorciones de empresas y la arquitectura financiera a través de los futuros y derivados.

Aludí antes a las cadenas de valor global como una especie de encarnación empírica del conjunto de la clase capitalista.
El ya citado Chesnais  señala la existencia de una situación sistémica específica, una fase histórica específica del capitalismo.  
La especificidad del proceso consiste en una "acumulación financiera propiamente dicha", que "se desarrolla mediante el juego de apropiación y crecimiento endógeno que le son propios". Así "El capital financiero constituye un bloque diferenciado. Está compuesto por los llamados «grupos industriales» (producción manufacturera, servicios, agroindustria y minas), los inmensos grupos de distribución (Wal-Mart, Carrefour, Tesco) y las sociedades financieras -grandes bancos, aseguradoras, fondos de pensiones y hedge funds- cuyo «trabajo» consiste en valorizar el dinero que se ha convertido en capital a causa de la centralización en sus manos y, también, a «fabricarlo» mediante mecanismos crediticios que las finanzas han puesto a su disposición".

Claude Serfati[12], con algún matiz, coincide con esta concepción. Dice: "El          capital financiero asume una dimensión doble.  Es un sector institucional, hecho de empresas cuyo negocio se basa en la actividad financiera (la industria  financiera  como distinta  a la industria  automotriz  o eléctrica).  Sin embargo, tambn es un proceso funcional mediante el cual el dinero se convierte en capital (eso es, una cantidad de dinero generando más dinero que el monto original) para su propietario gracias a sus avances como derechos de propiedad (acciones y préstamos bonos, crédito…) en el capitalismo           contemponeo, esta oportunidad  funcional  no se restringe  a las instituciones bancarias y no bancarias (fondos mutuos, de inversión, etc.). También se ofrece a los grupos industriales mediante la tenencia de activos financieros u otros activos que generan rentas, que en cuanto a esta oportunidad pueden ser considerados como componentes del capital financiero".
Se trataría, en este caso de   "centros financieros con actividades industriales", o como "una modalidad organizativa del capital financiero.
En suma el capital industrial subordinado a la hegemonía del capital financiero.
El capitalismo financiero como nuevo modo y formas de apropiación del trabajo ajeno. De lo que resulta una nueva forma de propiedad, la propiedad financiera que adecua y subordina la forma de propiedad industrial.
Podríamos decir que lo que se observa al interior de estas cadenas de valor es reflejo de lo que ocurre en la "nueva situación sistémica específica".

El conjunto abarca actividades de producción y circulación a través de una trama de conexiones endógenas muy  variadas entre diversas actividades de provisión de bienes, tareas y servicios. En ellas participan empresas medianas, pequeñas y hasta individuales.
La relación de los trabajadores suele estar mediatizada por subcontrataciones que dan lugar a lo que se denomina tercerización, de algunos de cuyos fenómenos se ha ocupado la Organización Internacional del Trabajo[13]. Se trata de nuevas formas jurídicas que encubren relaciones de dependencia eludiendo la forma salarial. Esto es, generando nuevas formas del modo de apropiación.

Creo que se trata de un aspecto de lo que Antunes llama nueva morfología del trabajo[14].
Extendiendo quizá su concepto de clase trabajadora a sectores afectados al campo tecnológico. En el propio sentido de su concepción expresada en el sintagma "clase-que-vive-del trabajo", ya que sigue tratándose de no-propietarios, obligados por ello a trabajar para subsistir.

Los fenómenos más destacados respecto al trabajo suelen ser la precarización, la inestabilidad, la flexibilización. Pero creo que, vinculados a ellos, se hallan otros que son resultado del peso de la intangibilidad del contenido inteligente en la producción y los productos, que hacen posible otras formas de trabajo y de "intercambio" entre el capital y el trabajo.
Formas que oscurecen aun más el carácter de no-propietario de los productores.
Cuando,  a raíz de ciertas subcontrataciones, "se desvanece la representación del patrono"[15],  y "la nota de ajenidad no se halla presente"[16], el trabajador aparece como independiente, autónomo. Allí "a diferencia de lo que ocurre en el trabajo dependiente -en el que el empleador se apropia de antemano de los frutos del trabajo llevado a cabo por el prestador de tareas- el trabajador autónomo es el dueño de los frutos, de los que se apropia, generados por su actividad; y, por tanto, es quien asume los riesgos económicos de la ocupación que despliega"[17].
Esto sucede en ciertas formas de producción de diseño e innovación de aplicaciones y programas en lo que llaman la "producción en la nube" (cloud computing). Producción que representa hoy una muy buena parte del P.B.I. de muchos países.

Pero, aun por fuera de este sector de la producción menos tradicional, el sector de los servicios también es propicio para esta presunta autonomía. Y a ella se agrega y se refuerza la imagen de propiedad. Aunque no sólo ya la de la propiedad mercantil sino la de la propia propiedad capitalista industrial. La propiedad de un capital que produce valor. Se trata de la figura del emprendedor, cada vez más difundida.
Junto a ella aparece la forma de la franquicia. La bibliografía habla del "sujeto emprendedor" al que se le atribuyen virtuosas cualidades que benefician tanto a él mismo como a la sociedad[18]. La precarización se transforma en "una capacidad de aprovechar las situaciones de crisis para generar nuevas posibilidades"[19]. Esa capacidad para aprovechar su precarización se materializa en " un dispositivo moral que otorga sentido a las prácticas económicas individuales en términos de «una aventura», «de la asunción del riesgo» y «la preeminencia del placer sobre el estoicismo del trabajador fordista»".
A esos atributos se añade un capitalito, producto de algún atesoramiento  o una indemnización por despido, cuando no algún préstamo, a veces del mismo franquiciador. Lo que lo convierte en deudor. Un deudor capitalista comercial o industrial.
Su no-propiedad se reviste entonces de la ideología de la propiedad capitalista industrial subordinada al sector financiero.


Conjeturas finales.       

Es probable que muchos de estos propietarios constituyan las nuevas clases medias tan mentadas, las clases cuasi medias.
Asunto para tener en cuenta, quizás, cuando se habla de pobreza y desigualdad.
Las determinaciones ideales del trabajo no parecen ser inocuas y, cuando mentamos la alienación, quizá deberíamos pensar en ellas.
También cuando hablamos de Pueblo y Multitudes.
En suma, de política.
Quizá evitemos recitar oraciones de capillas monásticas o conventuales.
Edgardo Logiudice
Julio de 2015. 



[1] Mantengo el término determinación pese a sus dificultades pues es al que apela Marx en estos textos. Por lo general su sentido es el de rasgo específico, carácter propio, como opuesto a genérico. En otros alude a un proceso generador. Como lo sugiere Giuseppe Prestipino (Modelli di strutture storiche, Bibliotheca, Roma, 1993, p. 27) ambos sentidos se vinculan puesto que un rasgo específico corresponde a un proceso específico, a singulares conexiones internas de un sistema. La distinción material/ideal es puramente analítica, la idealidad suele corresponder a la forma, en el sentido de la apariencia en la superficie de un proceso, material sólo en tanto decisivo, determinante. Lo que no significa que la forma ni su apariencia, aun en el caso de ilusorias, sean ineficaces. 
[2] MARX, Karl. El Capital. Libro I, Capítulo VI inédito. Buenos Aires, 1971, Siglo XXI, Pág. 70.
[3] MARX, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858. Siglo XXI, Bs. As. 1971, T.1. Pág. 369.
[4] MARX, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858. Siglo XXI, Bs. As. 1972, T.2. Págs.195 y ss.
[5] Íd.ant. Pág.199.
[6] MARX, Karl. El Capital. Libro I, Capítulo VI inédito. Buenos Aires, 1971, Siglo XXI, Pág. 35.
[7] BIALET MASSÉ, Juan.  Informe sobre el Estado de las Clases Obreras Argentinas I. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985. Pág. 125.

[8] CHESNAIS, François. Notas sobre el momento actual del capitalismo (primera parte). Revista Herramienta Web, n° 16, febrero 2015. http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-16/notas-sobre-el-momento-actual-del-capitalismo-primera-parte

[9] "Lo que el dinero hace circular no son las mercancías sino los títulos de propiedad sobre ellas". MARX, K. Elementos ... 1971, T.1. Pág. 128.
[10] MARX, Karl. El Capital. Libro I, Capítulo VI inédito. Buenos Aires, 1971, Siglo XXI, Pág. 112.

[11] El modelo T. de Ford fue llamado "The Tin Lizzie.", la lata confiable.
[12]  SERFATI, Claude. Dimensiones Financieras de la Empresa Transnacional: Cadena Global de Valor e Innovación Tecnológica. Ola Financiera, Unam, N° 4, Sept-dic 2009, pág.111. http://www.olafinanciera.unam.mx/new_web/04/pdfs/Serfati-OlaFin-4.pdf

[13] O.I.T. R198 - Recomendación sobre la relación de trabajo, 2006 .
[14] Entrevista a Ricardo Antunes por Ricardo Machado. HERRAMIENTA Web n° 17, julio 2015. http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-17/entrevista-ricardo-antunes-el-trabajo-que-estructura-al-capital-desestructura-la-
[15]  HERNÁNDEZ, Carmen Añez. Subcontratacion y triangulación laboral: relaciones encubiertas.  Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, 2012, Vol. XVIII, No. 2 (jul-dic), pp. 163-177. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=36426153003
[16] CAPARRÓS, Fernando Javier.  Ámbito personal del derecho del trabajo nuevas fronteras entre el trabajo autónomo y el trabajo dependiente en la argentina. I Congreso Regional “El Estado de la Ciencia del Derecho en América Latina”, 2013. Facultad de Derecho UBA.
http://www.derecho.uba.ar/institucional/programasinternacionales/fernando-javier-caparros-uba-ambito-personal-del-derecho-del-trabajo.pdf
[17] CAPARRÓS, Fernando Javier. Íd.ant.
[18] PEREYRA, Diego. Notas para una sociología de la cultura emprendedora. En Creatividad e innovación aplicadas al desarrollo emprendedor: experiencias de la Red Latinoamericana de Buenas Prácticas de Cooperación Universidad Empresa /Simón González y Eduardo Matozo - 1a ed. - Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral,2013. E-Book.
https://www.google.com.ar/?gws_rd=ssl#q=Creatividad+e+innovaci%C3%B3n+aplicadas+al+desarrollo+emprendedor:+experiencias+de+la+Red+Latinoamericana+de+Buenas+Pr%C3%A1cticas+de+Cooperaci%C3%B3n+Universidad+Empresa
[19] Creatividad e innovación aplicadas al desarrollo emprendedor: experiencias de la Red Latinoamericana de Buenas Prácticas de Cooperación Universidad Empresa. Introducción, pág.9.