¿Qué serían…que serán de tus progresos
cuando pierdan toda fe tus sementales?
¡Meditad! Pedro B. Palacios, Almafuerte.
Propósito.
El salario es la forma ideal de apropiación del trabajo ajeno del
capitalismo industrial.
El propósito de estos apuntes es, a
partir de él, intentar alguna aproximación a nuevas formas ideales de
apropiación generadas por y asentadas en las profundas transformaciones del
modo de producción capitalista.
Se trata de apuntes sugeridos por la
lectura de textos de Carlos Marx, en particular los Borradores de 1857/58 y el
Capítulo VI inédito de 1863/66. No abundaré en citas textuales más que para
recordar la procedencia de alguna conjetura.
Los asuntos abordados son los inducidos
por algunas consecuencias de las transformaciones del capitalismo, que
involucran a grandes grupos humanos si no quizás al porvenir todo de la
humanidad.
El descomunal desarrollo del consumo,
del préstamo ya sin medida para su incentivación, la magnitud de las deudas
públicas y privadas que comprometen las generaciones futuras, las crisis
financieras globales, la exclusión de grandes contingentes humanos vinculados a
la llamada extrema pobreza, el crecimiento exponencial de la desigualdad, la
integración global de la producción hegemonizada por el sector financiero, la
destrucción de la producción en la obsolescencia programada, el saqueo de
recursos naturales concomitante con las guerras, son algunos de los fenómenos
que no sólo obligan a pensar sino que ponen en evidencia la crisis de muchos
presupuestos ideológicos.
De modo que mi punto de vista ancla
sobre esas preocupaciones, en suma, políticas.
Puntos de partida.
Pobreza y consumo.
El punto de partida del salario es la
pobreza que manifiesta la no-propiedad.
La no-posesión o carencia de medios de
subsistencia. En el límite el hambre.
El ámbito en que nos
hallamos es el de la necesidad que se satisface con el consumo.
De modo que la
propuesta es reflexionar sobre el salario a partir del consumo, es decir el
destino ineludible y restringido del salario.
La pobreza se halla
como un punto de partida histórico o como condición de la transición al
capitalismo en la llamada "acumulación originaria", esto es la des-posesión de medios de subsistencia.
Modo de apropiación pre-capitalista en el que subsisten relaciones de
dominación personal, con formas de apropiación de coerción física, de saqueo.
Privación, despojo de
las condiciones de vida que generan al trabajador desnudo. Libre, en el doble
sentido. Libre, en su determinación material[1],
liberado de todo vínculo con bienes de producción y consumo, separado de ellos.
Libre en su determinación ideal, puede disponer de sí. Libertad ésta que, dada
la primera, le obliga a venderse. A vender de sí su rasgo antropológico
específico, la capacidad laboral que expresa su potencia transformadora,
creadora. Su energía, conocimientos y habilidades como su única posesión que,
al venderla, lo transforman idealmente en propietario. Sólo vende quien es
propietario y sólo es propietario quien lo puede exteriorizar en el mercado. En
esto consiste la propiedad privada
mercantil, la que inunda casi todas nuestras relaciones sociales
cotidianas.
El trabajador desnudo
deviene propietario en el intercambio, el ámbito de la circulación.
Propietario para
consumir. El salario aparece como el pago del trabajo en dinero.
El dinero aparece
como un equivalente general, es decir que sirve como medio de intercambio para
toda clase de bienes. sin embargo el dinero del salario es un dinero
particular, restringido. No representa cualquier clase de bienes, como sucede
en el comercio sino, para el obrero sólo
uno, el de los medios de subsistencia.
Los intercambios y la
circulación mercantil son previos al capitalismo, el intercambio mercantil es
punto de partida histórico del salario, del obrero asalariado.
Las compras y las
ventas, el mercado, son presupuestos lógicos también del capitalismo industrial. Constituyen el lugar de la
realización de las mercancías, donde éstas consuman su destino. Transformarse
en dinero para comprar, trasmitiendo su propiedad.
En la circulación el
dinero es la circulación de títulos de propiedad. El dinero como medio de circulación es el
instrumento de las compras y las ventas y éstas transmiten la propiedad.
Los medios de
subsistencia son así mercancías cuya posesión el desposeído sólo puede alcanzar
mediante la compra. La compra de los medios de subsistencia y condiciones de
vida constituye al adquirente asalariado en propietario en el ámbito del intercambio para el consumo.
El campo del consumo es
el lugar donde el asalariado aparece como propietario de los bienes de
subsistencia.
Propietario de bienes
cuyo destino es desaparecer inmediatamente de la circulación, agotarse al ser
consumidos. Esa es su especificidad, su determinación material, a diferencia de
otros cualquiera no reingresa al circuito de la producción en general.
El asalariado,
propietario porque los adquiere de quien le trasmitió ese título, al tiempo que
los consume vuelve a su carácter de no-propietario. El asalariado sólo es
propietario ideal pues ha adquirido algo que no va más allá de su propia
existencia como renovación de lo que no es otra cosa que el asiento de su
capacidad laboral, que sólo puede vender si se la compran. La propiedad del
asalariado no es más que una efímera determinación ideal.
El consumo determina
al asalariado en propietario sólo ideal, sin
posesión ni posibilidad de disposición de los bienes que adquiere.
El asalariado se
reproduce como pobre, no-propietario. Sin ese carácter no hay capitalismo, lo
veremos.
Punto de vista.
El punto de partida
del salario, vimos, es la pobreza, el obrero desnudo.
Es legítimo otear
desde esa altura, que es la del asalariado. Punto de vista de la pobreza.
El pobre asalariado
es, como se sabe, un producto histórico del capitalismo industrial. No es el
pobre romano, ni el pobre mendicante del medievo. Es un pobre producido. Como cualquier mercancía.
Se origina como
expulsión, separación de sus condiciones de vida. Separado de los medios de
subsistencia está listo para ser incorporado a la producción. La cuestión es
que esté en condiciones de poner en acto su capacidad laboral. Que posea la
energía física, las habilidades y mínimos conocimientos que lo hagan apto para
disciplinarse a sus funciones. Para ello es menester proveérselas. Su mínimo es
la alimentación, la nutrición. Pero no es su máximo, que no tiene más límite
que su rentabilidad en la competencia. Lo que eufemísticamente los economistas
llaman competitividad.
La pobreza también es
determinada históricamente. Este es el problema que se plantea a economistas y
sociólogos frente a los que llaman descenso de la pobreza, por el acceso a
mayor cantidad de ingresos y bienes, frente a un crecimiento, aparentemente
paradójico, de la desigualdad extrema. El resultado es la aparición de nuevas
clases medias. Clases medias con aumento creciente de endeudamiento de hogares. Clases medias con futuro hipotecado.
Merced al préstamo para el consumo.
Nada de esto es
absolutamente nuevo, salvo porque se trata de otros bienes, otras esferas y
otras magnitudes.
Así decía Marx que las
condiciones de existencia y el monto de los salarios lo fuerzan a gastarlo en
el círculo restringido de los medios de subsistencia; pero, para el trabajador
urbano inglés de su época los periódicos se encuentran entre ellos. Como quizá
hoy pueda serlo un teléfono móvil. Y aun más: "el obrero puede ahorrar
algo, imaginarse que atesora"[2].
El contenido material
de estos bienes cambia, temporal y espacialmente. Su propiedad en realidad lo
es de bienes destinados a desaparecer y, con ellos, su valor. Como el del
periódico también y el del propio celular merced a la aceleración de las
innovaciones. Pero pocos dudarían de que son propietarios de ellos.
Propietarios y hasta atesoradores, pobres. Barrenderos que viajan al lugar de
trabajo en su automóvil.
El monto del salario,
limitado a la subsistencia, es una barrera para el consumo y, por lo tanto para
la circulación y el intercambio. Es necesario vender lo producido para la
realización del ciclo completo del capital. El préstamo para comprar, en épocas
de Marx, era "más imponente y clásico en la relación entre los pueblos que
en relación entre los individuos". "Los ingleses -decía- se ven
forzados a prestar a naciones
extranjeras para convertirlas en sus clientes". "Todo el sistema crediticio, y con él el comercio
especulativo, desenfrenado, [comprar más de lo que es posible vender o pagar]
se funda en la necesidad de ampliar y saltar por encima de las barreras para la
circulación y para la esfera del intercambio"[3].
Los ingleses prestaban
para fabricar clientes que les
compraban con su mismo dinero, eran clientes deudores. Deudores propietarios
porque compraban, el que compra se hace propietario. Tan propietario como los
que compran con un crédito hipotecario o un automóvil con prenda. Propietarios
endeudados, eso significa el endeudamiento de hogares, que supera en la
Inglaterra de hoy en una vez y media el monto de sus ingresos.
Esta es una pista de
quiénes son los propietarios materiales,
efectivos de lo que se usa y se consume (el uso es un consumo que no agota
inmediatamente la cosa). Propietarios de las condiciones de vida y medios de
subsistencia.
El punto de vista de
la pobreza no significa instalarse en los actos singulares y aislados sino para
criticar, trasponer el horizonte de su naturalización. Transponerlo no
significa concebir ninguna esencia trascendente sino buscar los vínculos, las
relaciones donde la idealidad es parte del mecanismo de funcionamiento del
conjunto. Las múltiples determinaciones y los vínculos entre ellas, el conjunto
articulado de las especificidades que constituye el plexo complejo, irreductible a una sola determinación.
En suma, la crítica de
las determinaciones ideales, ilusión de propiedad en nuestro caso, irreductible
al dinero, que no es el demonio, sino una especificidad de la forma del sistema, como totalidad concreta, históricamente
determinada. Esto es en continua trans-formación.
De allí que el
conjunto fenoménico de la alienación, como ajenidad, extrañamiento y
cosificación tiene determinaciones específicas conforme a esas transformaciones
y, por lo tanto, son determinadas históricamente.
La "pequeña
circulación".
Uno de los pocos
textos en que Marx atiende al consumo de los medios de subsistencia se halla en
el Cuaderno VI de los Borradores[4].
Allí se distingue,
"dentro de la circulación en cuanto proceso
total…entre la gran circulación y la pequeña". Corresponde la última
al "proceso de intercambio entre el capital y la capacidad de trabajo en
general" y atiende al "capital en la reproducción de la capacidad
laboral", según reza el título del apartado.
Se trata de "la parte del capital que se paga como
salario, que se intercambia por la capacidad de trabajo".
Doy por conocido acá el concepto de
plusvalor en el significado cuantitativo
de diferencia entre el valor, representado en el salario, del trabajo
socialmente necesario para la conservación y reproducción de la capacidad
laboral o fuerza de trabajo y el valor de lo producido por ella. Ello merced a
la especificidad del trabajo vivo de crear más valor que el necesario para su
subsistencia.
Recordé que la llamada "acumulación
originaria" comprende la desposesión de los medios de subsistencia del que
será el obrero desnudo, es decir de su apropiación por quienes serán los
capitalistas, no individualmente sino como
clase.
Pero éste es un punto de partida
histórico, una condición del modo de producción y apropiación capitalista que
supone la separación del productor directo de los medios de producción y
condiciones de vida. Pero no es aun más que una probabilidad del modo de
producción capitalista industrial. De modo que podemos abstraer esta
circunstancia histórica para el análisis del modo ya establecido.
Si partimos del consumo, lo que consumen
los asalariados son productos terminados, productos que no requieren ninguna
otra transformación. Están destinados al consumo individual de los obreros,
esto es a desaparecer de la circulación. En general más o menos inmediatamente.
Son los medios de subsistencia.
Pero estos son, como productos
terminados, mercancías o la forma
mercancía del capital variable, una parte del capital que, como tal debe
realizarse para terminar el ciclo y reiniciar otro. De este modo el consumo es
una condición de la continuidad de la producción.
El consumo aparece como la finalidad ideal de la producción. Pero,
en realidad, el consumo individual de los medios de subsistencia está fuera del
ciclo general de la valorización del valor. Lo que el capital requiere es
realizar las mercancías, transformarse en dinero para volver a adquirir los
medios de una nueva producción. La forma dinero del capital variable debe
retornar a él, y vuelve en el momento de su venta.
La compra de los medios de subsistencia
que realiza el obrero es una condición necesaria para la reiniciación del
ciclo.
El dinero del salario con el que el
obrero compra representa el valor de los bienes que adquiere. Ese valor
comprende el plusvalor creado por el propio obrero. En el límite, como dije,
todo el valor de esas mercancías es plusvalía. De modo que el obrero está
comprando lo que él mismo creó. De hecho, materialmente,
no existe ningún intercambio más que formalmente.
En el ámbito de la circulación.
Pero el consumo del obrero, para el
capital como clase, es también una producción. La capacidad laboral es también
un producto acabado, terminado, para ser consumido. Esto es lo que adquiere el
capital, la capacidad laboral. La capacidad laboral reproducida por el mismo
capital variable en la forma dinero de los medios de subsistencia, esto es su
conservación y reproducción en la persona del obrero.
Como compra de la capacidad laboral
(producto terminado) el capital variable toma la forma de mercancía y el
capital-dinero abandona el carácter de capital. En manos del obrero es dinero-medio
de circulación que sólo vuelve a estar listo para su función de capital después
que el obrero lo gastó para consumir los medios de subsistencia que él mismo
produjo. Su consumo es, entonces, una función necesaria para el capital.
Pero al pagar la capacidad laboral el
capitalista adquirió su valor de uso que es el de conservar y acrecentar el valor,
crear más valor que el de los medios de subsistencia, el precio de la capacidad
laboral.
No hay acá tampoco intercambio más que formalmente, porque materialmente el
capital pagó una cosa y se apropió de
otra, el trabajo vivo.
En el conjunto renovado del ciclo de la
producción en general el obrero jamás es propietario más que idealmente. Los medios de subsistencia
que produce son siempre propiedad del capital, bajo distintas formas. Su valor
vuelve siempre a la clase capitalista.
"El capital paga, por ejemplo,
semanalmente el salario; el obrero lleva ese salario al almacenero, éste lo
deposita directa o indirectamente en su banco; y a la semana siguiente [a
través de un medio de pago] el fabricante lo retoma del banquero para
repartirlo de nuevo entre los mismos trabajadores, etc., y así sucesivamente
[…] Aquí el dinero se presenta como mero medio de circulación"[5].
Es decir, el dinero sólo circula por las manos del obrero. Si puede ahorrar
algo, sin embargo -como recordaba Marx -, es decir postergando o suprimiendo
algún medio de subsistencia (el obrero urbano inglés que no compraba el
diario), se puede imaginar atesorador.
Los actos singulares y aislados en la
inmediatez del intercambio ocultan el proceso de conjunto generan en su
superficie; su forma, la apariencia de que el salario es el precio de la venta
de la jornada de trabajo.
Desde el "atesorador" podemos
llegar hasta un jubilado que postergó gastos toda su vida útil se imagine
inversor financiero. Hasta que se derrumba la pirámide.
"La premisa es que el obrero
trabaja como no-propietario y que las
condiciones de su trabajo se le
enfrentan como propiedad ajena. Que
el capitalista n° I sea poseedor del dinero y le compre al capitalista n° II,
poseedor de los medios de producción esos mismos medios, mientras que el obrero
con el dinero recibido del capitalista
n° I compra medios de subsistencia al capitalista n° III, no altera
absolutamente en nada el hecho de que los capitalistas n° I, II y III con en su
conjunto los poseedores exclusivos del dinero, los medios de producción y los
medios de subsistencia"[6].
Cuando los capitalistas I, II y III confluyen
en una misma persona o conjunto económico esto último se hace evidente. Es como
si la clase estuviese concentrada, una concentración de capital.
Veamos dos casos paradigmáticos. Uno
casi pre-capitalista, de transición, muy cercano a nosotros y, otro, de
concentración capitalista global.
La
Forestal.
El modelo es bien conocido.
Miniatura que, en su forma simple, poco
desarrollada, muestra la posesión exclusiva del dinero, los medios de
producción y los medios de subsistencia del capital.
Un aviador, el que proveía los avíos, "los
sábados adelanta plata a los obreros, pero la plata consiste en unas ruedas de
lata que se supone que valen un peso; el que gana va a la proveeduría a
convertirlas; pero le dicen que las latas no son dinero y que no se convierten
sino en mercaderías", decía en Informe Bialet Massé en 1904[7].
Una lata, una especie de moneda de
bronce con la que pagaba La Forestal a los obrajeros de Villa Guillermina,
tenía su valor inscripto "1 kilo
carne", otras 5 Kg., otras 10
Kg. Las había "en mercaderías"
sin distinción. Y alguna, muy elocuente, "Vale por un día de trabajo". Se trata de signos de valor: vale.
La medida temporal de trabajo equivale a
mercaderías, un kilo, cinco o diez de carne. Forma rústica, embrionaria del salario. Forma de trueque simbólico,
porque "las latas no son dinero". No hay venta de la fuerza de
trabajo, ni intercambio.
Quien "adelanta la plata a los obreros"
era el mismo que proveía los avíos. Un empleado de La Forestal, ésta adelantaba
los avíos, los medios de subsistencia a los obreros, y los medios de
subsistencia estaban en la proveeduría
de la misma empresa.
No hay venta de la capacidad laboral. Sólo
una rústica forma de lata, que no es dinero, aparenta mediar entre el trabajo y el capital. Tosca apariencia de
intercambio, simbólico.
Otras veces se proveía a través de la
libreta del "fiado" mensual con el membrete de La Forestal. Es decir,
un préstamo para el consumo, como el antes recordado por Marx de los ingleses
para que les compraran. El obrajero consumía endeudado.
El obrajero no es propietario de la
fuerza de trabajo porque no la vende. Debe trabajar porque le adelantan los
medios de subsistencia, en forma de latitas de bronce o de latón. Todo es
propiedad de la empresa. En relación al obrero no hay compra ni venta. No hay
intercambio.
Se trata de una noria en la que la empresa adelanta los medios de subsistencia para
que los trabajadores reproduzcan su fuerza de trabajo que la empresa consume en
la producción apenas interrumpida fugazmente por una latita.
Posesión exclusiva significa
propiedad; de los medios de producción y de subsistencia. Y del dinero, que
representa trabajo.
Las "latas" y el papel moneda de La
Forestal, también de varias denominaciones.
La inscripción en el anverso de un
billete dice: "La Administración de la Colonia Ocampo Pagará al portador
por el presente vale Cincuenta
Centavos Moneda Nacional por trabajos.
Villa Ocampo. Enero 1° de 1888". Sobre impreso N° 09197 Serie A. Hay una
firma.
La Forestal "fabricaba"
dinero. Como la moneda "fiduciaria" que impuso Nixon al mundo con el
abandono de los Acuerdos de Bretton Woods en 197l.
Cadenas de Valor Global (CVG).
Se
trata de empresas trasnacionales. Su actividad va desde los proyectos, la
investigación, el diseño, la manufactura, hasta la logística y el transporte,
la distribución, el arribo al consumidor y, en muchos casos, la financiación
del consumo.
En
relación a los productos cuyo destino es el consumo inmediato, que se agotan
con él o en un término más o menos breve, como la indumentaria o los
electrodomésticos, se hallan las grandes cadenas de retail. Pero, sobre todo, las de la industria alimentaria y,
vinculado a ella, todo lo relacionado a los llamados agronegocios. A ellos se enlazan
también las cadenas de los fármacos. Vale decir, todo aquello que conforma el
universo de los medios de subsistencia básicos .
Su
carácter trasnacional determina que, unidas en un conjunto económico, la
circulación de las mercancías no se realice en la forma clásica de los
intercambios mercantiles, las compraventas, sino como transferencias
intra-empresariales.
Sus capitales son el
resultado de grandes inversiones concentradas y centralizadas a través de
absorciones, fusiones y participaciones, estrechamente vinculadas al capital
financiero.
Como recuerda Chesnais[8], su
emergencia no es sólo el resultado de avances tecnológicos sino, sobre todo se
relaciona directamente con las dimensiones de las finanzas.
No
parecen responder a un único modelo de organización, pues ésta, así como las
figuras contractuales con que se realiza
el entramado de las actividades, debe responder a las características a veces
de muy diversas actividades. "Aguas arriba" y "aguas abajo"
pueden participar empresas o individuos con autonomía jurídica en actividades
de provisión de bienes o en tercerización de servicios y tareas. Esto se
visualiza como una gran fragmentación y subcontratación.
Sin
embargo no parece muy arriesgado afirmar que cualquier trabajador de la CVG,
cualquiera sea su vínculo jurídico con ella, se halla como ante una encarnación
empírica de toda la clase
capitalista. Poseedora exclusiva de los medios de producción, de subsistencia y
del dinero.
En
poco difiere su situación de la del obrajero, salvo - y esto es lo que quiero
señalar - en su rasgos ideológicos. Porque son otras los modos de apropiación y
las formas de propiedad capitalistas.
La
tarjeta de plástico, con que dispone de lo que acreditan en un banco por su
trabajo, parece diferir sólo en que no es un "vale" por mercancías o
el equivalente de sus horas de trabajo. Pero un trabajador de Wal-Mart,
Carrefour, Tesco, bien podría abastecerse casi íntegramente en la misma
empresa. Que hasta puede "venderle al fiado" con la tarjeta del
propio grupo.
Los
actos materiales de comprar y vender devendrían también puramente simbólicos o
ideales, hoy diríamos virtuales.
El modo y los modos de
apropiación capitalista.
Hemos visto como el
salario puede generar la ilusión de propiedad merced al intercambio mercantil.
Pero éste, que es anterior y presupuesto del capitalismo industrial en esta
relación capital-trabajo se trastoca en desposesión renovada del obrero. Sin
embargo en la determinación formal del proceso de producción material, la
determinación ideal del intercambio mercantil perdura, no sólo como relación
aparente o ilusoria, sino como relación efectiva y eficaz.
La propia forma
mercantil, la del comercio en el que se asienta el capitalismo, está despegada
de sus presupuestos históricos, esto es la propiedad personal originada en el trabajo. La relación entre individuos productores independientes que se
encuentran en el mercado para intercambiar sus
productos. Los productos que intercambian los comerciantes les pertenecen, pero
porque los han comprado para vender. Si en el primero el intercambio tenía en
mira el valor de uso, en el segundo caso la mira está exclusivamente en el
valor de cambio. Aunque formalmente el instrumento de la compraventa sea el
mismo, no se trata ya del mismo intercambio. El primero se asienta en la
propiedad personal producto del trabajo
propio, el segundo da lugar a la propiedad
privada mercantil, la que nace del mercado, no del trabajo.
Pero el resultado de la venta es la
posesión de dinero, como medio de circulación. Éste es el que homologa a ambas
relaciones distintas. Y el dinero es la posibilidad de compra, de adquisición
de una propiedad[9]. El dinero, que no huele,
del obrero es idealmente igual al del
comerciante. Y como tal actúa. La idea
dominante es que, a través del dinero, el trabajo genera propiedad. La que surge de la inmediatez. Para
el comerciante también: "lo que tengo lo hice trabajando".
No es casual ni arbitraria la alusión de
Marx al obrero que se imagina atesorador. Como no lo será luego, como veremos,
la del productor que no sólo se imagina propietario sino, además, dueño de un
"capitalito". Porque el dinero, para algunos, significa capital. Pero
no para él sino para los que "compran" su capacidad laboral. Con o
sin la forma jurídica del salario.
"La producción capitalista suprime
la base de la producción mercantil, la producción dispersa e independiente"[10].
Suprime la base, la materialidad, la producción dispersa como arcilla de la forma del intercambio. Pero no suprime
sino que adopta y subordina esta forma, como forma generalizada de circulación.
Todo, incluso el trabajo, circula como mercancía. El medio, el instrumento, es el dinero. Con él circulan los títulos de
propiedad de todas las mercancías. Sobre todo el de la más preciada, la que
crea valor. Así el dinero deviene capital: valor que se valoriza. Es el nuevo modo de apropiación, el del capitalismo
industrial. Ya no se trata, como en la economía mercantil de comprar barato y
vender caro sino de respetar la equivalencia pero -como vimos- pagando una cosa
y recibiendo otra. La propiedad no es un robo sino una des-posesión legal. Esta
des-posesión es la determinación material,
la arcilla que determina la forma, es la materialidad de la propiedad capitalista industrial.
En el lugar de la forma de la apropiación, la propiedad
mercantil adopta y subordina el intercambio del trabajo personal con mira en el
valor de uso, más la forma ideal, la imagen, permanece. La propiedad
capitalista industrial, suprime las bases de la producción mercantil, más su
forma ideal permanece, adoptando y subordinando la propiedad mercantil en la
circulación. El capitalismo suprime todos los modos materiales anteriores
adoptando y subordinando sus formas
ideales.
Transformaciones en el
modo de apropiación.
El valor que se
valoriza no puede detener su marcha. Si se detiene se des-valoriza. El capital
debe culminar su ciclo y reiniciar otro, la maquinaria parada no vale nada, se
desvaloriza. La circulación, momento formal del proceso material, es condición
de la producción. El capital se realiza en el intercambio, sus mercancías deben
ser demandadas, por otros capitalistas, por comerciantes o por consumidores. La
falta de demanda es una barrera que debe ser superada. El préstamo para el
consumo, lo vimos, es un arbitrio para saltar la barrera.
Al que acudió John
Ford. Salarios altos, venta en cuotas. Sus propios obreros devinieron así
propietarios de lo que producían. Adquirieron el automóvil con sus salarios.
Futuros.
Aparece el
propietario-deudor. La propiedad basada en la deuda. El compromiso de saldar la
deuda significa la obligación anticipada de volver a vender su capacidad
laboral.
El imaginario
atesorador ahorraba sobre su trabajo pasado, el propietario-deudor gasta su
trabajo futuro. Titular de una propiedad sin patrimonio. En su determinación
material el nuevo medio de subsistencia sigue siendo la clase capitalista en su
conjunto, pero ahora con el nombre de acreedor.
Esta es la parte
financiera de la propiedad o, propiedad
financiera. Todavía en ciernes, como apéndice del capital industrial.
Pese a ser un
propietario virtual, el dinero anticipado en forma de automóvil, sigue haciendo
circular títulos de propiedad. El obrero que se imagina propietario, la
obstinada realidad dice que es un deudor. Que por este arbitrio, el capitalista
aceleró la circulación, ya que la deuda es un crédito por el que el banco le
adelantará el dinero que abandonará su forma de medio de circulación para
volver a reinvertirse como capital. Su acreedor será el banco, el dueño del
dinero, una de las patas de la clase en su conjunto.
El salario fue
anticipado en forma de mercancía. Es como si la latita del auto llevara
inscripto "Vale por tus jornadas de trabajo a realizar"[11].
Forma
de apropiación del trabajo ajeno por medio del consumo.
Quedan así
evidenciadas dos cuestiones al menos. Que la propiedad efectiva, material, de
los medios de subsistencia son siempre de la clase capitalista, pese a las
transformaciones en la forma de apropiación. Que la "propiedad" del
asalariado nunca es más que su obligación de entregar su capacidad laboral a
quien lo produce como trabajo objetivado (mercancía) y lo utiliza como trabajo
vivo.
Los años ochenta del
Siglo XX.
Parece existir gran
acuerdo en señalar los fines de la década del setenta y la del ochenta como el
inicio de grandes transformaciones. En el ámbito de la producción con la
robótica y la dislocación del modelo fordista, la especialización y su
consecuente aumento de la división del trabajo y la fragmentación de los
procesos productivos. Un mayor peso del contenido inteligente en los procesos
de trabajo y por lo tanto en la formación del valor. Lo que algunos denominan
capital tecnológico, con aceleración de los procedimientos de innovación.
El crecimiento del
sector servicios concomitante con el de las grandes ciudades, el de las
comunicaciones y logística merced a la informática. La incidencia de estas
últimas en los intercambios y circulación conectada a la actividad bancaria y
financiera y el dinero plástico en el préstamo para el consumo. Los fenómenos
de concentración de capital a través de
fondos de inversión y las fusiones y absorciones de empresas y la arquitectura
financiera a través de los futuros y derivados.
Aludí antes a las
cadenas de valor global como una especie de encarnación empírica del conjunto
de la clase capitalista.
El ya citado Chesnais señala la existencia de una situación
sistémica específica, una fase histórica
específica del capitalismo.
La especificidad del proceso consiste en
una "acumulación financiera propiamente dicha", que "se
desarrolla mediante el juego de apropiación
y crecimiento endógeno que le son propios". Así "El
capital financiero constituye un bloque
diferenciado. Está compuesto por los llamados «grupos industriales»
(producción manufacturera, servicios, agroindustria y minas), los inmensos
grupos de distribución (Wal-Mart, Carrefour, Tesco) y las sociedades
financieras -grandes bancos, aseguradoras, fondos de pensiones y hedge funds-
cuyo «trabajo» consiste en valorizar el dinero que se ha convertido en capital
a causa de la centralización en sus manos y, también, a «fabricarlo» mediante
mecanismos crediticios que las finanzas han puesto a su disposición".
Claude Serfati[12],
con algún matiz, coincide con esta concepción. Dice: "El capital financiero asume una dimensión doble.
Es un sector institucional, hecho de empresas cuyo negocio se basa en la actividad financiera (la industria
financiera como distinta a la industria automotriz
o eléctrica).
Sin embargo, también es un proceso funcional mediante el cual el
dinero se convierte en capital (eso es, una cantidad de dinero generando más dinero que el monto original) para su propietario gracias a
sus avances como derechos de propiedad (acciones y préstamos bonos, crédito…) en el capitalismo contemporáneo,
esta
oportunidad funcional
no se restringe
a las instituciones bancarias y no bancarias (fondos mutuos,
de inversión, etc.). También se ofrece a los grupos industriales mediante la
tenencia de activos financieros u otros activos que generan rentas, que en
cuanto a esta oportunidad pueden ser considerados como componentes del capital
financiero".
Se trataría, en este caso de "centros financieros con actividades industriales", o como "una modalidad organizativa del capital financiero”.
En suma el capital industrial subordinado a la hegemonía del capital financiero.
El capitalismo financiero como nuevo modo y formas de apropiación del
trabajo ajeno. De lo que resulta una nueva forma de propiedad, la propiedad
financiera que adecua y subordina la forma de propiedad industrial.
Podríamos decir que lo que se observa al
interior de estas cadenas de valor es reflejo de lo que ocurre en la
"nueva situación sistémica específica".
El conjunto abarca actividades de
producción y circulación a través de una trama de conexiones endógenas muy variadas entre diversas actividades de
provisión de bienes, tareas y servicios. En ellas participan empresas medianas,
pequeñas y hasta individuales.
La relación de los trabajadores suele
estar mediatizada por subcontrataciones que dan lugar a lo que se denomina
tercerización, de algunos de cuyos fenómenos se ha ocupado la Organización
Internacional del Trabajo[13].
Se trata de nuevas formas jurídicas que encubren relaciones de dependencia eludiendo la forma salarial. Esto es,
generando nuevas formas del modo de
apropiación.
Creo que se trata de un aspecto de lo
que Antunes llama nueva morfología del
trabajo[14].
Extendiendo quizá su concepto de clase
trabajadora a sectores afectados al campo tecnológico. En el propio sentido de
su concepción expresada en el sintagma "clase-que-vive-del trabajo",
ya que sigue tratándose de no-propietarios, obligados por ello a trabajar para
subsistir.
Los fenómenos más destacados respecto al
trabajo suelen ser la precarización, la inestabilidad, la flexibilización. Pero
creo que, vinculados a ellos, se hallan otros que son resultado del peso de la
intangibilidad del contenido inteligente en la producción y los productos, que
hacen posible otras formas de trabajo y de "intercambio" entre el
capital y el trabajo.
Formas que oscurecen aun más el carácter
de no-propietario de los productores.
Cuando, a raíz de ciertas
subcontrataciones, "se desvanece la representación del patrono"[15],
y "la nota de ajenidad no se halla
presente"[16], el trabajador aparece
como independiente, autónomo. Allí "a diferencia de lo que ocurre en el
trabajo dependiente -en el que el empleador se apropia de antemano de los
frutos del trabajo llevado a cabo por el prestador de tareas- el trabajador
autónomo es el dueño de los frutos, de los que se apropia, generados por su
actividad; y, por tanto, es quien asume los riesgos económicos de la ocupación
que despliega"[17].
Esto sucede en ciertas formas de producción de diseño e
innovación de aplicaciones y programas en lo que llaman la "producción en
la nube" (cloud computing).
Producción que representa hoy una muy buena parte del P.B.I. de muchos países.
Pero, aun por fuera de este sector de la producción menos
tradicional, el sector de los servicios también es propicio para esta presunta
autonomía. Y a ella se agrega y se refuerza la imagen de propiedad. Aunque no
sólo ya la de la propiedad mercantil sino la de la propia propiedad capitalista
industrial. La propiedad de un capital que produce valor. Se trata de la figura
del emprendedor, cada vez más difundida.
Junto a ella aparece la forma de la franquicia. La bibliografía habla del "sujeto emprendedor" al que se le atribuyen virtuosas
cualidades que benefician tanto a él mismo como a la sociedad[18].
La precarización se transforma en "una capacidad de aprovechar las situaciones de crisis para
generar nuevas posibilidades"[19]. Esa capacidad
para aprovechar su precarización se materializa en " un dispositivo moral que
otorga sentido a las prácticas económicas individuales en términos de «una aventura»,
«de la asunción del riesgo» y «la preeminencia del placer sobre el estoicismo del
trabajador fordista»".
A esos atributos se añade un capitalito, producto de
algún atesoramiento o una indemnización
por despido, cuando no algún préstamo, a veces del mismo franquiciador. Lo que
lo convierte en deudor. Un deudor capitalista comercial o industrial.
Su
no-propiedad se reviste entonces de la ideología de la propiedad capitalista industrial
subordinada al sector financiero.
Conjeturas finales.
Es
probable que muchos de estos propietarios constituyan las nuevas clases medias
tan mentadas, las clases cuasi medias.
Asunto
para tener en cuenta, quizás, cuando se habla de pobreza y desigualdad.
Las
determinaciones ideales del trabajo no parecen ser inocuas y, cuando mentamos
la alienación, quizá deberíamos pensar en ellas.
También
cuando hablamos de Pueblo y Multitudes.
En
suma, de política.
Quizá
evitemos recitar oraciones de capillas monásticas o conventuales.
Edgardo
Logiudice
Julio
de 2015.
[1] Mantengo el término determinación pese a sus dificultades
pues es al que apela Marx en estos textos. Por lo general su sentido es el de rasgo específico, carácter propio, como
opuesto a genérico. En otros alude a un proceso
generador. Como lo sugiere Giuseppe Prestipino (Modelli di strutture storiche, Bibliotheca, Roma, 1993, p. 27)
ambos sentidos se vinculan puesto que un rasgo específico corresponde a un
proceso específico, a singulares conexiones internas de un sistema. La
distinción material/ideal es puramente analítica, la idealidad suele
corresponder a la forma, en el sentido de la apariencia en la superficie de un proceso, material sólo en tanto
decisivo, determinante. Lo que no significa que la forma ni su apariencia, aun
en el caso de ilusorias, sean ineficaces.
[2] MARX, Karl. El Capital. Libro I, Capítulo VI inédito.
Buenos Aires, 1971, Siglo XXI, Pág. 70.
[3] MARX, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de
la economía política (borrador) 1857-1858. Siglo XXI, Bs. As. 1971, T.1.
Pág. 369.
[4] MARX, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de
la economía política (borrador) 1857-1858. Siglo XXI, Bs. As. 1972, T.2.
Págs.195 y ss.
[5] Íd.ant. Pág.199.
[6] MARX, Karl. El Capital. Libro I, Capítulo VI inédito.
Buenos Aires, 1971, Siglo XXI, Pág. 35.
[7]
BIALET MASSÉ, Juan. Informe
sobre el Estado de las Clases Obreras Argentinas I. Centro Editor de
América Latina, Buenos Aires, 1985. Pág. 125.
[8]
CHESNAIS,
François. Notas sobre el momento actual
del capitalismo (primera parte). Revista Herramienta Web, n° 16, febrero
2015. http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-16/notas-sobre-el-momento-actual-del-capitalismo-primera-parte
[9] "Lo que el dinero
hace circular no son las mercancías sino los títulos de propiedad sobre ellas". MARX, K. Elementos ... 1971, T.1. Pág. 128.
[10] MARX, Karl. El Capital. Libro I, Capítulo VI inédito.
Buenos Aires, 1971, Siglo XXI, Pág. 112.
[11] El modelo T. de Ford fue llamado "The Tin Lizzie.", la lata confiable.
[12] SERFATI,
Claude. Dimensiones Financieras de la
Empresa Transnacional: Cadena Global de Valor e Innovación Tecnológica. Ola
Financiera, Unam, N° 4, Sept-dic 2009, pág.111.
http://www.olafinanciera.unam.mx/new_web/04/pdfs/Serfati-OlaFin-4.pdf
[14] Entrevista a Ricardo
Antunes por Ricardo Machado. HERRAMIENTA Web n° 17, julio 2015. http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-17/entrevista-ricardo-antunes-el-trabajo-que-estructura-al-capital-desestructura-la-
[15] HERNÁNDEZ, Carmen Añez. Subcontratacion y triangulación
laboral: relaciones encubiertas. Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, 2012, Vol.
XVIII, No. 2 (jul-dic), pp. 163-177. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=36426153003
[16] CAPARRÓS, Fernando Javier. Ámbito personal del derecho del trabajo
nuevas fronteras entre el trabajo autónomo y el trabajo dependiente en la
argentina. I Congreso Regional “El Estado de la Ciencia
del Derecho en América Latina”, 2013. Facultad de Derecho UBA.
http://www.derecho.uba.ar/institucional/programasinternacionales/fernando-javier-caparros-uba-ambito-personal-del-derecho-del-trabajo.pdf
[17] CAPARRÓS, Fernando
Javier. Íd.ant.
[18] PEREYRA, Diego.
Notas para una sociología de la cultura
emprendedora. En Creatividad e innovación aplicadas al desarrollo emprendedor:
experiencias de la Red Latinoamericana de Buenas Prácticas de Cooperación
Universidad Empresa /Simón González y Eduardo Matozo - 1a ed. - Santa Fe:
Universidad Nacional del Litoral,2013. E-Book.
https://www.google.com.ar/?gws_rd=ssl#q=Creatividad+e+innovaci%C3%B3n+aplicadas+al+desarrollo+emprendedor:+experiencias+de+la+Red+Latinoamericana+de+Buenas+Pr%C3%A1cticas+de+Cooperaci%C3%B3n+Universidad+Empresa
[19] Creatividad e
innovación aplicadas al desarrollo emprendedor: experiencias de la Red Latinoamericana
de Buenas Prácticas de Cooperación Universidad Empresa. Introducción, pág.9.