La política es el trabajo de dirigentes
modernos que trabajan en equipo.
Ing° Makri, 10/12/15
La presencia de conocidos ejecutivos de empresa en el nuevo
gabinete ha generado algunas consideraciones sobre las que quizá sea útil
reflexionar.
El asunto tiene apariencia, y así es utilizado como
argumento, de un quiebre radical de la orientación de políticas desde el
estatismo al mercado.
Algunos títulos han estampado la frase "negocio atendido
por sus dueños" queriendo señalar
con ello la falta de mediación en la dominación o, de otra manera, de la
supresión de la representación.
Atendiendo a que algunos de ellos no registran algún paso
por la política su presencia se atribuye a un logro de renovación política
propiciada por el proceso kirchnerista.
Convendría quizá ubicar estas apreciaciones dentro de un
proceso.
Quienes asumen lo hacen con un nuevo discurso. El
Desarrollismo del Siglo XXI. Sin más apelación al pasado que una pinceladita
tenue de Arturo Frondizi.
El Desarrollo con el que se combate la pobreza a través del
crecimiento.
El crecimiento está condicionado a la integración global a
través de las exportaciones y las inversiones.
El desarrollismo de hoy no es la industrialización ni la
sustitución -dicen- sino la inserción en las cadenas globales de valor. El
Frigerio actual es para el Interior. Para la producción un financiero del holding Grupo Roberts, y luego en el Grupo HSBC, de La
Buenos Aires Seguros, de Docthos y del sector minorista del Banco.
La ex presidente de la nación fue clara: "les dejamos
un país normal". El camino preparado.
Efectivamente, fuera de algunos vaivenes de la contradicción
con el discurso del neodesarrollismo keynesiano y de las apelaciones al Tío y a
Gelbart, el camino ha quedado preparado para el nuevo discurso. Con la
apariencia de un quiebre radical.
Los ejecutivos tienen a su disposición las leyes de Cavallo
para negociar las deudas sin la intervención superabundante del congreso; la
libre disposición de los fondos de seguridad social tan privados como los de
las AFJP, pues ya están en manos de sus acreedores en forma de bonos; el manejo
de las retenciones a las exportaciones y la vigencia de un régimen fiscal
absolutamente regresivo. Para no abundar, el mecanismo de los decretos de
necesidad y urgencia. Y, además y por las dudas, disponen de una ley
antiterrorista. Ejecutar.
El camino quedó preparado por los representantes que no
representan cuando, sincerando su falsa representación, la delegaron
formalmente en los gestores.
"Normalizando" el país, es decir, restaurando el
Orden, después de contenida la rebelión y la participación, la llamada crisis
de representación, se encausó deliberadamente por el lado de la gestión
ejecutiva. No es para asombrarse que los verdaderos ejecutivos tomen el relevo.
Más se parece esto a un cambio por una plantilla más
adecuada. Adecuada a las formas políticas no estatales que se valen de los
aparatos del Estado en su actual función de gestores de deudas financieras,
llamadas inversiones. Camino también preparado para las nuevas formas de las
deudas, después de haber pagado, como pagadores seriales, a los organismos
multilaterales de crédito superados ahora por los fondos privados no regulados.
Por eso Makri y sus patrones puede asimilar muchas más cosas
de las que algunos entusiastas predecían. Finalizado el partido para la tribuna
viene el tercer tiempo digiriendo los agravios con algunas cervezas compartidas
en la cantina del Ministerio o el Congreso.
Ya hay varios que amarillearon. Y hay muchos pases en
blanco.
La tentación sería afirmar que el makrismo es la etapa
superior del kirchnerismo, si eso no ofendiera a nadie.
Y si esta nueva forma no respondiera a la inserción
desembozada ahora en las cadenas de valor financiarizadas, con nuevas formas de
inversión. Con el orden restaurado y muchos jóvenes agradeciendo la gracia
recibida, que a eso se ha dado en llamar "empoderamiento". Sin
necesidad de legitimarse más que en la presunta eficacia de los equipos de
gestores reclutados en el CIPPEC. Para la inserción global", dicen.
La representación moderna parece originarse asociada a las
quejas.
Quejas eran las de los Cahiers
de doléances previos a la Revolución Francesa y quejas las de la Representación de los hacendados, previa
a la de Mayo.
La representación electoral se ha despojado de la queja. Es
una representación que no pone en acto, no actualiza, ninguna otra presencia
más que la del propio representante.
De la re-presentación queda el nombre que la representa.
Con el arribo de los CEOs ya no parece necesario representar
que se representa.
Jugando con Hegel, diría Marx que el proceso ha hallado su
forma adecuada.
El curso electoral culminó en los fuegos de artificio de las
exequias de la representación, más que como tragedia, como torneo de bufonadas
sin gracia. Grotesco entre soberbia y cobardía. En la pelea por el ritual queda
al desnudo eso, el rito de la representación electoral.
En la época de los decretos de necesidad y urgencia, del
estado de excepción, la ejecución no requiere normas. La norma es la de la
fuerza de la ley económica de la expectativa de la ganancia. De la acumulación
como prosperidad. Del desarrollo y el crecimiento. La única legitimidad
necesaria entonces es la de la eficacia y la eficiencia. O su símbolo
marketinero.
El discurso representativo es apenas requerido para el día
de renovación de los gestores, para motorizar las urnas.
Los CEOs re-presentan,
ejecutando.
Hacen presentes las estrategias y las políticas que están por encima del
Estado. No necesitan de éste como ilusión de comunidad, sino como aparato, como
organigrama vivo. Como departamento ejecutivo. Poner en marcha las decisiones
supra-estatales. Hacerlas presentes, en acto.
Representación
descarnada. El cinismo impúdico en lugar de la hipocresía de la simulación.
Representación
genuina del poder. Mandaderos con el uniforme de la empresa, vienen a ejecutar
sus órdenes sin simular ninguna queja. Ninguna demanda, diría el finado Laclau.
Esta
parece ser la verdadera renovación de la política. El paso de la lógica
discursiva del significante vacío a la lógica tecnócrata del significante pleno
de dominación. Desnuda.
La
vieja intelectualidad melló el arma de la crítica, ni supieron ni quisieron
asumir la organicidad popular que proclamaron. De esos ni siquiera serán útiles
los que se les opusieron desde el elitismo antipopulista de La Nación. Los Luis
Alberto Romero, los Santiago Kovadloff.
Unos
y otros han dejado el camino abierto a la verdadera nueva intelectualidad
orgánica.
La
de la lógica tecnócrata. Parece hasta simbólico el pasaje sin escalas del
Ministro de Ciencia y Tecnología. El defensor de los agro-tóxicos de Monsanto.
Camino también preparado para el makrismo. Como el swap de China.
Para
el discurso del Desarrollo y la legitimidad de la gestión eficaz, para la
política como trabajo de dirigentes modernos en equipo, no hacen falta los
discursos jauretchianos, patrioteros o dorreguistas. Porque no hace falta
esconder a la Barrick Gold, a Chevron, a
Monsanto y al ISBC detrás suyo.
Para
ese discurso son aptos los genuinos intelectuales orgánicos que pasan sin
disimulo por las puertas giratorias de las empresas al estado. Ida y vuelta.
Los
dirigentes modernos que trabajan en equipo son los nuevos intelectuales
orgánicos del país normalizado que nos dejaron.
Fred
Vargas es una escritora francesa de policial negra. Como suele acaecer el
protagonista es un comisario fuera de serie acompañado de personajes
secundarios no menos extraños. El de Vargas tiene un vecino español cuya manía
es orinar en el jardín. Es manco, perdió el brazo en la guerra civil siendo
niño. Es una metáfora de las cosas incompletas.
Al
tiempo en que la esquirla lo mutilaba, Lucio se estaba rascando ese brazo que
había sido picado por una araña. De vez en cuando rasca donde estaba porque,
dice, no había terminado de hacerlo.
Temo
que si no nos ponemos un poco al día con las nuevas formas de dominación nos
volveremos a quedar rascando en el vacío. Como les pasó a muchos de nuestros
intelectuales, llamados así mismo orgánicos, rascándose en la picadura del Tío
Cámpora y de Gelbart en la Vuelta de Obligado.
Aun esquivando la tentación del guruísmo
apocalíptico, creo que son previsibles las resistencias.
Si
el asunto es así será cuestión de no caer en la trampa de los discursos sin
horizonte.
Ni
nuevos ni viejos. Porque ninguno de los dos es el nuestro.
Claro
es que para rumbear para el horizonte no nos sirven los viejos reflejos.
Para
ser anticapitalistas, si es lo que pretendemos, antes deberíamos arrimar, creo,
a entender sus actuales procesos. Como para ser herejes antes hay que leer La
Biblia.
No
sirven las coartadas fáciles y perezosas.
Edgardo
Logiudice
Diciembre
11 de 2015.