El salario es la
forma dinero de los medios de subsistencia y condiciones de vida del obrero.
Físicamente el
dinero puede estar en la caja o en el banco. En la contabilidad es una parte del
capital circulante, la destinada al pago de los salarios. “[…] desde el punto
de vista capitalista los medios de consumo
de la fuerza de trabajo [son] la forma natural de su capital variable”[1].
De modo que la
forma natural de los medios de vida del obrero es una parte del capital, propiedad privada del capitalista.
La vida del
obrero tiene dos formas: en sus manos, la forma salario; en manos del
capitalista la forma de propiedad privada. En ambos casos son los medios de
vida del obrero.
Pero los medios
de vida, en la sociedad industrial capitalista, no es el Paraíso en que el
único fruto que no se podía comer era el del árbol de la ciencia del bien y del
mal (Génesis 2:17). Desde que se lo comieron hay que trabajar (Génesis 3:19).
Para tener los frutos hay que labrar la tierra (Génesis 3:23). Los alimentos
son productos del trabajo.
Y desde que Dios,
siempre inconforme, quiso separar al hombre, no sólo del Paraíso, sino también
de la naturaleza, los alimentos se compran en el mercado. Con el salario, que
es la forma dinero del trabajo. Los medios de subsistencia son trabajo que se
paga con trabajo.
El producto del
trabajo del obrero (de la clase obrera) es propiedad privada del capitalista,
como lo es el de los medios de subsistencia de la clase de los que trabajan.
Todo ello es su capital, el capital de la clase de los capitalistas, con
distintas formas: todas las formas de todos los productos. Dado que todos los
productos son productos del trabajo que se paga con la forma salario, todo el
capital (la propiedad privada) tiene en algún momento la forma salario del
trabajo. Y todo salario tiene en algún momento la forma de propiedad privada.
“[…] el salario y la propiedad privada son idénticos […]”[2].
Su distinción
deriva de que la actividad del obrero aparece vendida (enajenada) como una cosa
separada de él, de su vida, en el contrato de salario. Trabaja para vender,
como el comerciante compra para vender. Trabaja para enajenar su trabajo.
Son idénticos
“porque el salario –en el que el producto, el objeto de trabajo, remunera el
trabajo mismo- no es más que una consecuencia necesaria de la alienación del
trabajo, y en el salario el trabajo aparece […] como el sirviente del salario”[3].
Edgardo Logiudice
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