Alguna vez el viejo Marx fue
joven, un joven estudioso, intuitivo e inconforme. Rebelde.
Por 1844 escribió a mano
algunos textos conocidos como tales, Manuscritos. Entre ellos uno con el título
de "Crédito y banca" que, al menos que yo sepa, no está traducido al
castellano y que, me parece, viene al caso.
"El crédito es
el juicio que la economía política tiene sobre la moralidad de un hombre".
En
el crédito "un hombre reconoce a otro por el hecho de que le adelante
valores. En el mejor de los casos…cuando [el prestamista] no es usurero, señala
su confianza en su prójimo al no considerarle un bribón, sino como un hombre
«bueno». Por «bueno», el acreedor, como Shylok, entiende solvente".
"Vemos
que la vida de un pobre, sus talentos y su actividad son, a los ojos del rico
una garantía de reembolso de lo prestado: dicho de otra manera, todas las
virtudes sociales del pobre, el contenido de su actividad social, su existencia
misma, representa para el rico el reembolso de su capital y de sus intereses. La muerte del pobre es, por lo tanto el peor
accidente para el acreedor. Es la muerte del capital y los intereses".
A
aquél joven no le dieron el Nobel de Economía. Stiglitz dice que la muerte del deudor "se
torna en una amenaza para el funcionamiento de los mercados financieros
internacionales". Por eso-dice- Griessa "desafía un principio básico del capitalismo moderno: los deudores
insolventes necesitan un nuevo comienzo".
Los acreedores necesitan deudores vivos, es un principio básico
del capitalismo moderno.
La muerte del deudor es la muerte del capital y los intereses. Nos
quieren buenos, es decir sometidos.
Estos son los párrafos finales del artículo La deuda, las deudas publicado en Herramienta n° 55 en la primavera del
año pasado que, quizá, valdría la pena volver a leer.
Fue escrito en el contexto de los fallos de Griesa y el
barullo de los graznidos de los buitres que tuvieron el efecto de reavivar el
tema de las deudas públicas, al punto de llevar la cuestión de la mejor manera
de pedir su propia quiebra que tiene un estado soberano frente a los
prestamistas privados a la propia Asamblea de las Naciones Unidas.
En suma, darle a los deudores la oportunidad de ser
honrados. Lo había dicho ya Adam Smith: “Cuando
se hace necesario que un Estado se declare en quiebra al igual como sucede cuando un individuo tiene que hacer lo mismo,
un procedimiento de quiebra justo, abierto y explícito es siempre el mecanismo menos deshonroso para el deudor y menos perjudicial para el acreedor”.
Deudor muerto no paga y muere en la deshonra. Stiglitz lo
sabe: "Principio básico del capitalismo moderno:
los deudores insolventes necesitan un nuevo comienzo".
Y el joven Marx filosofaba: "El crédito es el juicio que la economía política tiene sobre
la moralidad de un hombre".
El
bochornoso episodio de la deuda griega para algunas voces indignadas,
legítimamente indignadas, encarna en la señora Merkel que, por cierto, se gana
el honor. Despierta fantasmas de trágicos sucesos. Evoca fáciles comparaciones
históricas. Acude a la memoria del pueblo alemán. A la anexión, a las
reparaciones. Camino infecundo, también peligroso.
Alude a
la tozudez de la troika. Si ya se sabía que el "rescate" de hace
pocos años no iba a funcionar porqué insistir en las mismas medidas. Por cierto
hay quienes quieren la sumisión política que confronta con el NO lúcido y mayoritario
del pueblo griego.
Pero
parece un precio muy alto conceder así otra prórroga a cambio de
privatizaciones, "austeridad" y "competitividad" que no
garantizan el valor de los títulos de la deuda, los bonos de la deuda soberana.
Tenemos derecho a sospechar que si bajan, alguien hará el negocio de comprarlos
barato y esperar. Ya lo hicieron en Grecia algunos conocidos nuestros: Paul
Singer del famoso holdouts NML
Elliot.
De la
economía de deuda, del capitalismo de crédito, de la economía a través de la
cual funciona el capitalismo de las finanzas hegemónicas. De la división del
género humano en acreedores y deudores, la mayoría. Sea por deudas públicas o
privadas. De todo ello trataba el artículo que recordamos.
De la
deuda global, de la que los latinoamericanos tenemos todas las heridas. De la
que no podemos olvidar porque aquéllas no cierran, para nuestra deshonra.
El
Estado de Deuda cambia el sentido de las palabras y de las instituciones. Pagar
sumisamente es "desendeudar". El Fondo Monetario ni es fondo de
monedas ni provee a la producción, sino al negocio de los bancos y los fondos
privados, buitres o palomos. Los Bancos Centrales quedan a la expectativa de
los flujos de los fondos y sus estrategias los patrocinan. De ellos depende el
valor de las monedas.
El
Presidente del Banco Central Europeo, clave de la troika, era vicepresidente de
Goldman Sachs cuando ésta asesoró a Kostas Karamanlis para ocultar el déficit
griego que condujo a la crisis. Un cómplice del fraude es ahora juez del
destino del pueblo griego a cuyo hundimiento colaboró.
Con la
política de tasas negativas de Draghi los fondos de inversión - que sólo los
ingenuos o los crápulas quieren distinguir en buitres y palomos - toman dinero
gratis para colocarlos en bonos de alto riesgo a altos intereses. Algunos
compran bonos griegos a dos años al 23%.
Con
estas instituciones y dirigentes quería negociar Yanis Vaurofakis, el ministro
que había nombrado Tsipras, ducho en arquitecturas financieras. Con una especie
de Plan Brady en el bolsillo. Canje de bonos por bonos con más deuda. Bonos de
un fondo especial, Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. El dinero de sus
préstamos proviene de los estados miembros o tienen su aval, cuando son
privados. Los Estados, sus contribuyentes en realidad, garantizan a los
financistas.
Con ese
dinero se realizaron los rescates griegos. Vaurofakis quería reeditarlos pero
con menos austeridad. Salvar la honra pateando la pelota.
Pero los
rescates griegos anteriores no tenían en cuenta la honra de Grecia sino los
dineros de los bancos alemanes y franceses que, si aquélla se hundía, se iban a
pique junto con ella.
"Dieron
dinero para salvar a los bancos alemanes y franceses, no a Grecia", confesó
Paulo Nogueira Batista, representante de Brasil ante la junta directiva del FMI.
Pero no sólo los griegos contrajeron más deuda,
austeridad y privatizaciones sino que, de paso - o no tan de paso-, los fondos
privados (todavía con el plumaje de las palomas) salvaron su dinero. El 40% de
la deuda. Sus bonos fueron rescatados y eso fue presentado como un exitoso desendeudamiento: una quita del 50%
sobre el valor nominal. No era más que el valor real, de plaza, de los mismos.
Un informe de Bloomberg de febrero decía: "
Desde el primer momento, uno de los objetivos del nuevo gobierno griego fue
intentar tranquilizar a los inversores. Yanis Varuofakis, ministro de Finanzas,
viajó inmediatamente después de la victoria…a Londres para reunirse con 100 inversores
y asegurarles que no planeaba ninguna
quita de la deuda griega, a pesar de
las promesas de su partido".
Este "marxista errático", según se
autodefine, parece que sabía muy bien quienes eran los dueños del circo. Y el
episodio anuncia la verdadera naturaleza del "acuerdo"
Tsipras-troika.
Aquel rescate fue la versión europea del plan
Brady.
Por estos pagos conocemos el significado del plan
de bonos por más bonos, con más intereses. Los blindajes y megacanjes, los swaps de Machinea. Después de él viene
la "restructuración", las reestructuraciones y los llamados buitres.
Ya entonces el mismo informe de Bloomberg
anunciaba: "De hecho, parece que algunos inversores confían en la
rentabilidad de Grecia. PIMCO…no tardó en recomendar la compra de bonos griegos
tras las elecciones…Y Robert Schiller, premio Nobel de Economía (cuando no),
aseguró que «Grecia es una inversión espectacular»".
En junio, días antes del acuerdo, la misma
agencia informativa de negocios recogía""Si Grecia evita un impago y
permanece en la zona euro, comprar activos griegos podría resultar el mejor negocio del año". Lo había
escrito nada menos que Athanasios Vamvakadis, un analista de Bank of America Merrill Lynch. Uno de
los cinco mayores bancos de inversión del mundo.
Y Tsipras cumplió.
El "acuerdo" actual Tsipras-Troika,
rescatados ya los bancos, parece más bien la preparación del camino a los fondos privados de inversión. Los
fondos a la sombra de los bancos que ya cobraron ahora esperan que caiga la
breva. Los bancos palomos como Merrill Lynch, que fuera nombrado por Kirchner
en el 2005 Agente Organizador del Canje de la reestructuración.
Ese parece ser el papel actual de los organismos
financieros internacionales. Sus durísimas condiciones arrojan a los deudores
en manos de los fondos privados a través de la restructuración. O Tsipras
ignora lo que pasó por acá o Tsipras, por más que diga que acepta tapándose la
nariz, no ha claudicado. Asumió el papel actual de los gobernantes, gestionar
la deuda. Cumplido con los neoliberales el papel de endeudar, el de los
socialdemócratas y en su defecto, o impopularidad, los "populistas"
es el de pagar. Para honra del deudor. Grecia no podía morir apartándose del
Euro.
El acuerdo es el camino para la reestructuración.
No lo digo yo, sino la Directora del Fondo
Monetario Internacional, Christine Lagarde, el 29 de julio: "Para que
Grecia tenga éxito en cualquier programa que se ponga en marcha debe producirse una restructuración
significativa de la deuda".
Restructuración significa, lo sabemos, cambiar
los bonos "institucionales" por los privados, el canje. Y es allí
donde los palomos cambian el plumaje.
Esta es la "fábrica del hombre
endeudado" del capitalismo financiero de la que habla Maurizio Lazzarato,
y nosotros el homo debitor. Cuya
moralidad, como vimos que decía Marx, se mide de acuerdo al monto del pago.
La cuestión parece ser que no sea nuestra muerte
la condición de la muerte del capital y los intereses, sino nuestra vida la que
lo logre. No fue el camino de Tsipras, queda en manos de todos los deudores del
mundo. Que somos mayoría.
Edgardo Logiudice
julio 2015.
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