lunes, 18 de noviembre de 2013

Violencia y alienación

Se suele aceptar la idea de que en las formas de producción precapitalistas funcionaba la coacción extraeconómica en l apropiación del trabajo ajeno y que, por el contrario, en el modo capitalista en el capitalismo la coacción es económica.
Si esto es así, por lo menos en los grandes lineamientos, y por coacción extraeconómica entendemos la fuerza de hecho o violencia física, entonces debemos aceptar que el derecho es parte integrante de lo que llamamos economía. No el derecho como cuerpo normativo legal sino como la forma de los actos económicos que realizan los hombres en el metabolismo social, desde la producción hasta el consumo.
En el régimen de producción capitalista industrial toda la riqueza tiene la forma de mercancías y a esta forma se vinculan las determinaciones que configuran la fenomenología de la alienación. Por lo tanto se puede intentar vincular estos fenómenos a la economía mercantil.
El comercio, dice Marx, es decir el mercado, es un supuesto del modo de producción capitalista industrial. Y este modo de producción queda consolidado cuando el trabajo se convierte en mercancía. Antes de ello el comercio estaba en los márgenes de los modos de producción. El comercio está constituido por los intercambios. Esos intercambios que se hallaban en los márgenes tenían ya forma jurídica pero se hallaban subordinados a las formas de apropiación violentas. Puede decirse que en los modos precapitalistas  existía un modo de producción bélico.
Ahora bien, si decimos que en el capitalismo industrial existe una coacción económica y que esta coacción no constituye, en principio, violencia física, la coacción se trataría de otra clase de violencia. Podríamos decir que se trata de una violencia simbólica.
Esta violencia, creo, no está constituida solamente por el hecho de que toda norma jurídica implica una amenaza de sanción, sino que también esa violencia que las normas suponen para el caso de incumplimiento, se halla naturalizada en las conductas como no-violencia.
Los contratos constituyen la mayor parte de los actos de la vida cotidiana que realizamos automáticamente, sin pensar siquiera que contratamos. Podría decirse que la vida cotidiana es un cumplimiento continuo de actos contractuales. Desde que todas las cosas que usamos o consumimos se pagan (de una u otra manera) estamos siempre en medio de contratos. Desde la habitación y la movilidad hasta el estudio o el entretenimiento.
Por el contrario quien no tiene techo, come salteado, no tiene computadora ni va a la cancha, contrata menos o no contrata. Porque no usa y no consume.
Todas esas carencias que miden economistas y sociólogos con categorías y estadísticas son bienes producidos socialmente, producto de la capacidad de trabajo humano (energía, habilidades y conocimientos) del que una parte de la humanidad es desposeída.
Las formas de la desposesión han variado conforme ha sido la organización del trabajo (en sentido amplio, no sólo el industrial), el desarrollo de las fuerzas productivas y los modos de apropiación.
Una de las formas es la de la apropiación del trabajo ajeno a través del salario.     
Pero para que grandes masas de humanos se conectaran a través del comercio, sea vendiendo su capacidad de trabajo o adquiriendo los medios de subsistencia(en sentido amplio, cobijo, movilidad, alimentos, capacitación), fue necesario que antes hubieran sido separados de esas condiciones de vida (instrumentos de trabajo en sentido amplio - tierra, aperos - y medios de subsistencia. Por otro lado fue necesaria una determinada magnitud de medios de compra para juntar los instrumentos de producción con los productores y la cantidad de productos suficientes para alimentarlos.
Y esto no se logró con la seducción publicitaria ni la razón jurídica sino, en los casos más decisivos, por medio de la desposesión violenta. La conquista y la ocupación, formas clásicas del modo de producción y apropiación bélicos, fueron los medios para acumular y desposeer. La violencia está en los orígenes del modo de producción capitalista industrial.
No obstante el modo cotidiano normal y adecuado de apropiación, es decir desposesión, permanente no es la violencia física, aunque aparezca esporádicamente. (Aunque, veremos, ya no exclusivamente en función del capitalismo industrial, sino del hoy hegemónico, capitalismo financiero. Tampoco significa que en períodos de crisis o de conquista de mercados, el capitalismo industrial no haya recurrido a la violencia).
Durante la hegemonía del capitalismo industrial, es decir, el que Marx estudió, la apropiación del trabajo ajeno se realizó por medio del salario, esto es, un contrato.
La apropiación del trabajo ajeno se realiza a través del intercambio, cuya forma adecuada, lo vimos, es el derecho. Es decir, lo aparentemente contrario a la violencia física.
Los intercambios mercantiles, a través de los precios, se realizan -salvo fraudes o pichuleos o estados de necesidad- entre valores equivalentes.
Sin embargo, decía Marx, este intercambio es formal, esconde en realidad una desposesión.
Esta desposesión no es otra cosa que la reproducción permanente de la desposesión originaria, sólo que su forma ha borrado las huellas de la violencia física, pero no por ello es menos violenta.
De la violencia que significa la desposesión emergen los fenómenos de la alienación.
La violencia originaria significa la ajenidad de las condiciones de vida de grandes masas arrojadas a la necesidad de enajenarse. La violencia reproducida significa esa enajenación, formalmente no violenta. La forma jurídica de la enajenación, venta de la capacidad laboral es, en realidad una forma ideológica (encubridora) pues el productor no puede vender sino formalmente aquello de lo que no es dueño. Su capacidad de trabajo está en posesión del capital industrial desde el inicio, porque los medios de subsistencia que son la condición de reproducción de su capacidad laboral jamás le pertenecen más que formalmente.
La parte del capital destinada al pago de salarios no otra cosa que el valor de los medios de subsistencia y éstos vuelven siempre (directa o indirectamente) al capitalista[1].
Es por esa razón que su vida le es ajena, que se presenta ante él como cosas que debe adquirir, cosas que - en la cotidianeidad - no puede concebir como realizadas por él, le son extrañas, se le imponen como un poder ajeno con la fuerza de un fetiche del que depende su vida.
En eso consiste que su vida no sea nunca propia, en que sus capacidades sean ajenas a su personalidad, a la libertad de disponer de su propia vida. A que su personalidad quede refugiada en su subjetividad y que esa carencia de libertad le impida acordar realmente, materialmente, objetivamente, en comunidad.
Hay una base, un rasgo antropológico que, constituyendo en realidad el asiento de probables desarrollos de superación de los hombres frente a la condición simplemente biológica individual, es a la vez el asiento de la posibilidad de la separación del productor de su producto. Es el hecho de que los miembros del género humano pueden proyectar, idear su hacer y transformar lo proyectado en una existencia objetiva. Pero esa capacidad genérica, al separar al producto del producto, es escindida: los proyectos son de unos y los haceres de otros. Los proyectos son de aquellos que poseen las condiciones de vida de los que hacen.
Esta violencia material reproducida que queda escondida en la cotidianeidad de la reproducción formal, como violencia simbólica. Formal porque aparece a través de los actos aparentemente voluntarios en que opera esa violencia simbólica en la forma de creencias automáticas, la inercia de las relaciones ideológicas. Violencia material  porque es la reproducción de la negación de la vida deliberadamente social, comunitaria. La negación de la comunidad del género humano. La violencia es, entonces, ínsita, connatural al sistema pero no necesariamente a la naturaleza de los hombres. Precisamente un rasgo que designa la humanidad es la probabilidad de superar la violencia. La misma existencia del derecho es un emergente de esa capacidad.
Si los intercambios, conforme decía Marx, se suprimen así mismos, se truecan en su contrario, el no-intercambio, la desposesión, su forma -el contrato individual - suprime la posibilidad de la contractualidad social material, efectiva.

En estas condiciones el mismo derecho se ha suprimido a sí mismo. La desposesión ha adoptado otras formas a través de la ideología jurídica y, casi paradójicamente, ha puesto en crisis la contractualidad, para dejar aflorar la violencia oculta que, creo, se manifiesta en nuevas formas de alienación. O, al menos, agudiza algunos de sus fenómenos.
Hemos visto como estos fenómenos, que Marx denunció respecto a la enajenación del trabajo, aparecen también por el lado de los usos y los consumos.
El fenómeno del consumismo ha sido visto desde hace tiempo como una forma de alienación. Pero el consumismo se ha asentado sobre el desarrollo del crédito, la constitución de una masa de deudores, el crédito para el consumo masivo acompañado de la publicidad para el consumo.
Pues bien el préstamo es también una vieja figura jurídica y el préstamo para el consumo una figura que hasta ha sido condenada por la iglesia romana.
El préstamo es una figura que, a través de nuevos mecanismos técnicos, ha perdido en la cotidianeidad, sus huellas originales. Este crédito ya no se solicita sino que se ofrece y la utilización del plástico borra las huellas de su contractualidad. Pero su análisis pone en evidencia, al adelantar los usos y consumos, que en realidad los medios de vida pertenecen desde el inicio al capital. Claro que ya no se trata del capitalista industrial, sino del capitalismo financiero al cual el primero se halla también subordinado[2].
Pero toda esta llamada ingeniería financiera tiene su base y punto de partida en un edificio jurídico-contractual. Sin embargo el resultado es, como en el caso del intercambio que se trueca en su negación, una negación de la contractualidad.
Negación por dos vías. Una es la que ya esbozamos, la pérdida de sus huellas y la constitución de una masa de deudores forzosos cuyo trabajo futuro aparece hipotecado, atado a la deuda como el siervo a la gleba. Otra es que, alejada la deuda del contrato, lo que interesa al capital financiero no es el consumo sino la deuda, que funciona como garantía de otros negocios especulativos sobre la ganancia virtual. De modo que los que no son deudores quedan desechados de los propios usos y consumos. Son los no consumidores, incluidos sociológicamente en alguna categoría de pobres o indigentes. Tanto unos como otros desposeídos.
Lejos quedaron los tiempos de las formas de violencia física de la acumulación originaria, la desposesión y de la prisión por deudas y de vagabundos.
Sin embargo, como sabemos estas formas aparecen. Aparecen las guerras con drones, ya no la ocupación para el control de recursos naturales, la expulsión por hambre y represión de grandes contingentes humanos con la muerte asegurada bajo el nombre de ilegales, vagabundos posmodernos, o la esclavitud por destino en trabajos clandestinos.
Todas formas de violencia sin ley. Todas formas de desposesión de las capacidades humanas de producción.
Para ellos el mundo y la socialidad es ajena, se impone como un poder ajeno y extraño. Para los que nacen en esas condiciones  no se trata de una esencia humana perdida sino de la necesidad de un universo de objetos que jamás les ha pertenecido. Un mundo de cosas que les resultan ajenas y extrañas, pero no porque las hayan producido y así hayan objetivado su subjetividad y realizado el rasgo antropológico del género humano, sino porque se les ha abrogado la capacidad de hacerlo. Efecto colateral del dominio financiero.
Y para los que consumen y producen queda el destino de la esclavitud a los objetos de los que viven presos, porque su trabajo no tiene más incentivo que pagar las cuotas. Sus capacidades quedan alienadas por el consumo. El pago de su consumo es el que reproduce ahora su alienación.
La violencia simbólica que representaba el derecho formando sus creencias de que compraba y vendía es sustituida ahora por la publicidad que orienta su vida cotidiana.
Publicidad que violenta los sentidos más que, como en el derecho, la razón. Publicidad que aprovecha, se apropia de las propias capacidades del consumidor, haciéndolo participar en su "juego", bajo la forma de entretenimiento o de mejorador del producto con su opinión. Con lo que el consumidor deviene productor. Gratis, como cuando luce la casaca de su equipo favorito con la marca que lo sponsorea cada temporada.
Publicidad que fetichiza una marca, un logo, atribuyéndole poderes que trascienden las cualidades materiales del producto. Publicidad que genera comunidades ilusorias o virtuales identificadas con una marca, comunidad de signos de cosas, sustituyendo la probabilidad de alguna comunidad entre personas. Expropiación, desposesión de relaciones sociales de dirección común de los bienes comunes producidos por el género humano. Nueva forma de cosificación.

Publicidad para el consumo que condena al no consumidor como el derecho condenaba a los no propietarios o no productores. El que no consume es un perdedor, es expulsado de la comunidad, como un pobre o un vagabundo. Legitimación no jurídica de la desigualdad. Desigualdad que implica privilegios. Ya no de sangre ni jurídicos, sino de hecho. Que implica violencia, la ley del más fuerte. ¿Porqué nos sorprende, entonces, el robo a mano armada, imagen suprema de la inseguridad, cuando la violencia es la norma? cuando la única regla es que no hay reglas. Cuando, como decía Agamben, del sintagma "fuerza de la ley" queda solo la fuerza, cuando lo que vivimos es un estado de excepción permanente, porque la excepción significa siempre privilegio, algo que está por encima de las normas. Las excepciones son privilegios, como en los códigos de edificación.
Lo paradójico es que la aceptación de las excepciones, los privilegios, en que los individuos se asumen como elegidos (allí apunta la publicidad para el consumo[4]) conforma una ideología que, por ser necesaria para el funcionamiento del sistema, es una ideología orgánica, es decir, ideología que mantiene la cohesión del sistema. Paradójico porque el privilegio significa la lucha por obtenerlo o mantenerlo, lo que significa excluir a otro de la excepción. De lo contrario la distinción no existiría. Y esta lucha es así una lucha por la exclusión del sistema. El sistema tiene que cohesionar excluyendo.
Esta exclusión parece ser la que propicia resistencias, individuales o colectivas.
En las resistencias colectivas, pese a su heterogeneidad, suelen aparecer ciertos rasgos de resolución colectiva, fundadas en una indignación ético-política, pero también de otras formas más corporativas o de grupo que atienden sólo a la inmediatez.  Estas últimas no trascienden la cosificación.  Como no lo hacen, por lo general, las resistencias individuales. En este caso el excluido del privilegio trata de lograrlo por las formas a su alcance, incluida la violencia primaria para la apropiación, la violencia física.
En un universo de relaciones sociales a-legales no se puede distinguir lo legal de lo i-legal.
¿En qué difiere la inseguridad legal del que se quedó sin vivienda por la falta de reglas del sistema financiero de la inseguridad de un asalto a mano armada? ¿En qué difiere la inseguridad de la vida de un individuo sin cobertura sanitaria que la inseguridad de quien muere en un atraco?        

Fenómenos como el de la cosificación y el fetichismo parecen funcionar aun para los excluidos de la producción, es decir, aun para aquéllos que no objetivan su subjetividad ni soportan el extrañamiento, sencillamente porque no aplican su capacidades laborales. Son aquéllos que no son alimentados (aquéllos en los que no se reparte los medios de subsistencia en sentido amplio) porque no son necesarias sus capacidades.
Creo que entonces podemos decir que viven igualmente alienados porque los fenómenos de la alienación son sociales, no individuales. Y en el conjunto de las relaciones sociales los usos y los consumos son el soporte de la vida no sólo biológica sino humana, el soporte material de la proyectualidad y la objetivación.
Su negación es una desposesión violenta que no es la desposesión reproducida por el salario, es decir la relación ideológico-jurídica, sino, precisamente su forma violenta originaria. Esto parece evidente en las actuales migraciones forzadas originadas en el no-consumo. La negación del hábitat y de los medios de subsistencia. Pero ello no los libra de la cosificación ni del fetichismo, que es como se les aparecen las ilusiones antes de embarcarse en las pateras de la muerte. Para tomar el caso extremo. En suma, un territorio- fetiche pleno de cosas que otorgarán vida.

Creo que indagar sobre los nuevos fenómenos originados por la hegemonía del capital financiero, el consumo, la exclusión, las nuevas relaciones laborales, las nuevas formas ideológicas, la publicidad, significa hacerlo a la vez sobre las nuevas formas de alienación. Quizá éstas nos sirvan de pistas no sólo sobre las determinaciones concretas de la violencia. Pero también de las probables resistencias. No para ilusionarse -no son tiempos de ilusiones- sino para seguir bregando. Se trata de una tarea política, ético-política, una condición humana.


Edgardo Logiudice
noviembre 2013.




[1] "Esta circulación entre el capital y el trabajo da por resultado la determinación de una parte del capital como continuamente circulante, los medios de subsistencia; constantemente consumidos; constantemente a reproducir. [...] El capital paga, por ejemplo, semanalmente el salario; el obrero lleva este salario al almacenero, éste lo deposita [en el banco del fabricante que le vendió la mercadería]; y la semana siguiente el fabricante lo retoma del banquero para repartirlo de nuevo entre los mismos trabajadores, etc. y así sucesivamente" [Subr.EL]. Es decir, ese capital sale de las manos del capitalista y vuelve continuamente a él, alimentando la capacidad laboral[1]. Como se alimenta la capacidad ponedora de las gallinas. Se las cobija y alimenta para que su metabolismo transforme los medios de vida en huevos en tanto los produzca y en cuanto el producto halle mercado.  En suma, el que reparte las condiciones de vida es el capitalista industrial. Dispone desde el inicio de la existencia de la capacidad laboral viva. Es su propietario antes de iniciar cada nueva relación laboral. La vida del obrero es ajena ya antes de vender su capacidad laboral. Es ajena en el consumo. Por eso se compra.

[2] Es interesante recordar que Marx decía que el capitalista industrial se hallaba en relación al financiero como el obrero frente a él.

[4] Desde el ángulo de la producción la distinción del individuo excepcional es el nuevo emprendedor destacado como beneficiario de una franquicia.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Un día de fiesta para la democracia.

Y colgaron de un cordel 
de esquina a esquina un cartel 
y banderas de papel 
verdes, rojas y amarillas. 



El cielo en la tierra.

Hace ya tiempo que la reaparición de formas religiosas de legitimación política han puesto en duda lo que fue llamado el proceso de secularización. Proceso que tiene más de un sentido.
Iniciado como confiscación o entrega de bienes eclesiásticos al poder político, en el campo de las ideas se tradujo como una apropiación de categorías teológicas y formas religiosas por el derecho y a la política. De este modo las categorías o conceptos políticos se autonomizan absorbiendo y subordinando su origen religioso y despegándose de él. Los autores señalan particularmente la soberanía y la representación.
Soberanía del pueblo en la tierra y su representación, mediando con el poder y no con el Señor.
El movimiento que estaríamos viviendo ahora sería el de una des-secularización, es decir un retorno a formas religiosas. Los fundamentalismos de todo pelo y la influencia política de algunas iglesias serían síntomas de este proceso. Pero también los discursos y formas políticas.


Las sonrisas.

Antes de las llamadas elecciones primarias las sonrisas de los candidatos, a pesar de algunas ostensibles dentaduras postizas, así lo hacían suponer: una fiesta. Con globos y papelitos. Nada de grandes estadios ni tumultuosas manifestaciones callejeras.
En esta fiesta se pincharon algunos globos, los del lomense por culpa del perro (es decir el de la fórmula einsteniana de la masa) que metió Magneto, según nuestra estadista. Los del Alcalde por culpa de una señora que encontró otra fórmula, mezclar  agua con aceite. Pero se inflaron otros globos, más radicales, a fuerza de parches provincianos del tipo K.

Sonrisas de izquierda, de centro y de derecha, si es que encontramos algún criterio de distinción que no sea la autodefinición, aunque nadie se proclame diestro. En todo caso centro-izquierda, vale decir ambidestro.
Sonrisas en las papeletas hacen elecciones de pasta dental.
Los intereses, las reivindicaciones, las ideas, los deseos de los electores representados en la mejor sonrisa. Que no es la enigmática de La Gioconda, pero sí misteriosa. Nadie sabe de qué se ríen.

El proceso de secularización, es decir aquél que indicaba el pasaje de conceptos teológicos a la política o la asunción de la política de mecanismos religiosos, parece haber sido sobrepasado, corregido y aumentado. Este proceso señalaba dos categorías esenciales de lo político moderno: la soberanía y la representación. Llegamos ahora a la beatitud, a la seráfica sonrisa.
Sonrisa pedigüeña, mendicante. Para política milagrera. De desprecio del elector. El elector es aquél a quien le metieron el perro, pero también aquél que no entendió el mensaje, el que no fue convencido por la sonrisa. Se falló en la comunicación. No se entendió que en la vida hay que elegir, que todos juntos podemos. Los electores no entienden.

La felicidad para la vida monástica era la vida en silencio, contemplativa, la del hablar sólo lo necesario fuera del claustro. Otra forma de la secularización: algunos monjes llegaron felices por haber callado. La lección del británico Laclau fue aprendida y superada. Ya no se trata de ambigüedad y la polisemia sino de silencio para aunar demandas en la razón populista. En boca cerrada no entran moscas sino votos. El extremo del significante vacío.
La clase política, clase política propia de un modo de producción político, ha sabido crear sus medios de producción y su forma de reproducción. Optimizando el cálculo de costo-beneficio: menos ideas más sufragios. El medio de producción es el logo, que ahora unifica varias marcas: las unen. Se UNEN lastimosamente estatistas y liquidadores del Estado.
La plegaria es otro signo religioso de esta secularización. Un buen candidato ecológico con un jugado dirigente gremial ruegan el voto que les falta para entrar en la fiesta.
Pedigüeños: una banquita, por favor.


La participación.

Hubo invitados que no concurrieron y otros que dudaron en hacerlo.
A pesar de la lenidad de las penalidades el voto sigue siendo obligatorio. Pero la cuarta parte del padrón despreció a quienes la desprecian. Por lejos la primera minoría. Ocho millones de ciudadanos no concurrieron a las urnas. La participación bajó el 5,6%.
El Frente para la Victoria logró menos de 6 millones de sufragios, 2 millones menos de los que no participaron en la fiesta. O no les atrajo el dentífrico. Soberanía popular coja. "Fragilidades" dirá un día después el sociólogo de la biblioteca nacional. Se le acabaron los tiempos de rara felicidad. En todo caso habrá que acomodar las cargas acudiendo a la cita del canal del monopolio para tartamudear sus sentencias excusatorias.
Entre los que dudaron un joven celebra que han dado el "primer paso" para entrar en la fiesta. En virtud de su capacidad -dice- de "consensuar" con otra fuerzas políticas, un otrora meritorio dirigente descartado, es decir sin cartas. Quisiéramos no recordar este paso como el del verso de Evaristo Carriego: el de la costurerita que dio aquel mal paso, y lo peor de todo, sin necesidad. Esta vez.
Quizá deba pensarse la no participación.
¿Hartazgo? En todo caso no el que menta el apoyado por el camionero.
¿Indiferencia? En todo caso ¿porqué?
¿Rebeldía? En todo caso no el de la "comunización" de John Holloway, la de los verbos insumisos contra los sustantivos. Algo más confuso quizá, pero más serio y responsable.
¿Desilusión? En todo caso ¿quién fue el o los ilusionistas?


Las decisiones.

El valor de la política parece estar en las decisiones. Así lo señalaron no sólo los teóricos de la realpolitik sino también algunos liberals.
Las decisiones las tomó la titular del Poder Ejecutivo. Con ellas puso en claro dos cosas: el verdadero valor de estas primarias y el cometido del modelo.
Finalmente puso fin a la secularización.
El cometido del modelo fue pagar y los acreedores pagan con ingratitud.
La Presidenta de la Nación dijo donde se juega el verdadero partido con los titulares: el líder mano a mano con la banca, los empresarios de la subvención y la burocracia sindical selecta. Su decisión de resolver la cuestión allí pone en evidencia la inutilidad de la fiesta de los suplentes, de los gestores, de los gerentes.  
Allí quedó la mentada nueva forma de hacer política, allí quedó el valor de la celebrada nueva militancia. Desprecio por toda la tropa, propia y ajena. Actores de un simulacro.
La otra decisión se aparta de la secularización, se acerca a la plegaria y el milagro: "la primera decisión que hemos tomado es pedirle a Dios que ilumine a la Corte Suprema de los Estados Unidos". Sabia decisión ya que con el representante de Dios ahora tenemos línea directa.


La calesita.

Se acabó, 
el sol nos dice que llegó el final, 
por una noche se olvidó 
que cada uno es cada cual. 

Vamos bajando la cuesta 
que arriba en mi calle 
se acabó la fiesta.


Alguien decía que la ideología política es como la fantasía de la calesita. Una vez que uno sube a ella cree que los caballitos son verdaderos.
Para que dure la ilusión de vez en cuando alguno saca la sortija. Para una vuelta más.



Edgardo Logiudice

agosto 2013. 

lunes, 29 de julio de 2013

La cruzada del Doctor Bergoglio

La muerte que él causa es un beneficio para Cristo y la que recibe de él es su dicha verdadera. Un cristiano se honra en la muerte de un pagano porque Cristo es glorificado en ella y la libertad del Rey de reyes se pone de manifiesto en la muerte de un soldado cristiano pues llama al soldado para ofrecerle su recompensa. Por esta razón, el justo se regocijará viendo la venganza consumada.
 Bernardo de Claraval (San Bernardo), Elogio de la nueva milicia, 1128.


En el 2011 Benedicto convocó al Año de la Fe entre el 2012 y el 2013. Quería terminar con ello su proyecto de emitir una Encíclica por cada una de las virtudes teologales. Ya lo había hecho con la Esperanza y la Caridad, faltaba la de la Fe. El 29 de junio fue dada en Roma por Francisco con el título Lumen fidei, la luz de la fe. Bergoglio completa así la trilogía.
En realidad, dice el nuevo Obispo de Roma en el mismo documento, que Ratzinger ya la tenía casi terminada y que él sólo le añadió al texto "algunas aportaciones".

En realidad también el documento de Aparecida de CELAM 2007 que, parece opinión unánime, fue redactado por Bergoglio, basa gran parte de sus planteos en palabras de Benedicto, tanto como Papa como prefecto de la Congregación de la Fe, antes Inquisición y Santo Oficio.

En la biografía oficial del Vaticano se dice que Bergoglio estuvo en Alemania en 1986 para terminar su tesis doctoral, no obstante no se menciona su título. Según parece versaría sobre la obra de Romano Guardini. Este fue un teólogo que, nacido en Verona, sin embargo es considerado alemán pues allí estudió y enseñó. Ratzinger no sólo fue discípulo suyo sino que declaró que siempre quiso continuar sus enseñanzas.

Romano Guardini era agustiniano, "creo para comprender".  Se ha dedicado a burlarse de Feuerbach.
El Capítulo Segundo de la Encíclica de Bergoglio se titula "si no creéis no comprenderéis",  palabras del Profeta Isaías a quien propone leer a la luz de San Agustín, para rematar que la comprensión de la verdad no es a través de la razón sino del corazón. "Se ha visto que la luz de la razón autónoma no logra iluminar suficientemente el futuro; al final, éste queda en la oscuridad, y deja al hombre con el miedo a lo desconocido". 


« Con el corazón se cree » y la fe es la verdad. Y allí cita a Guillermo de Saint Thierry para firmar que el amor es la fuente del conocimiento. 

Vale la pena recordarlo.
Todos conocemos la desgraciada historia de Abelardo y Eloísa. Pero Abelardo no fue sólo quién perdió sus genitales por amor. A punto estuvo de perder la vida en la hoguera por una alcahuetería de Guillermo.
Pedro Abelardo decía: "La primera clave de la sabiduría es la pregunta asidua y frecuente... Dudando es como llegamos a la búsqueda, buscando es como percibimos la verdad". La fe debía ser explicada.
En esas explicaciones halló Guillermo que una buena cantidad de proposiciones de Abelardo constituían tamañas herejías. Cosa que le comunicó de inmediato a Bernardo de Claraval, luego San Bernardo, hombre fuerte de la Iglesia con llegada al Papa Inocencio II, Gregorio dei Papareschi.
A Bernardo le fue encomendado arengar a la Segunda Cruzada contra los infieles. ¡Total exterminio a los Paganos o definitiva conversión! fue su consigna.
 Abreviando. Que Abelardo tuvo que quemar su obra con sus propias manos y le fue prohibido enseñar de por vida.

"Siguiendo las enseñanzas de Guillermo de San Thierry, al que podemos definir como cantor de la caridad, aprendamos a conocer a Dios amándolo" dijo Benedicto, en Audiencia General el 2 de diciembre de 2009. "También entró en contacto personal con Abelardo, el maestro que aplicaba la filosofía a la teología de manera tan original que creaba desconcierto y oposición. El propio Guillermo manifestó sus dudas, solicitando a su amigo Bernardo que tomara posición respecto a Abelardo". 

 "Junto con san Bernardo de Claraval, también nosotros debemos reconocer que el hombre busca mejor y encuentra más fácilmente a Dios con la oración que con la discusión". Había dicho en la audiencia del 21 de octubre de ese año. Nada dice sobre el Elogio de la nueva milicia ni sobre la arenga.

Entre ambas audiencias, el 4 de noviembre, dedicó otra que versa sobre "Confrontación entre dos modelos teológicos: Bernardo y Abelardo".
Dice allí: " mientras que san Bernardo, típico representante de la teología monástica, pone el acento en la primera parte de la definición, es decir, en la fides —la fe—, Abelardo, que es un escolástico, insiste en la segunda parte, es decir, en el intellectus, en la comprensión por medio de la razón".
Abelardo, dice, "era un orador brillante: verdaderas multitudes de estudiantes seguían sus lecciones. De espíritu religioso pero de personalidad inquieta, su vida fue rica en golpes de efecto: rebatió a sus maestros, tuvo un hijo con una mujer culta e inteligente, Eloísa. Entró a menudo en polémica con otros teólogos, incluso sufrió condenas eclesiásticas, aunque murió en plena comunión con la Iglesia, a cuya autoridad se sometió con espíritu de fe".

Demasiadas coincidencias en el anti-intelectualismo de Francisco y Benedicto.
Claro que evangelización de hoy no precisa milicias, basta con que los obispos bailen.

La primera salida de Roma de  Jorge fue a Lampedusa el 8 de julio. Su denuncia más fuerte respecto a la situación de los migrantes forzados, en su Homilía fue:  "Antes de llegar aquí han pasado por las manos de los traficantes, aquellos que se aprovechan de la pobreza de los otros, esas personas para las que la pobreza de los otros es una fuente de lucro. ¡Cuánto han sufrido! Y algunos no han conseguido llegar".
Estaba en Lampedusa:  "Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi"). Il gattopardo.

Este es el Papa del que algunos intelectuales pretenden apropiarse.


Edgardo Logiudice
julio 2013



martes, 16 de julio de 2013

Las formas de la Fe.

Hace ya tiempo que las iglesias han perdido el monopolio de la fe.
La Católica Romana, en beneficio del Estado, al menos desde el Siglo XII, cuando Graciano tuvo la malhadada idea recopilar en el derecho canónico las normas sueltas que por ahí andaban en un acto de afirmación de la diferenciación de las normas religiosas de las jurídicas. El asunto había comenzado, entre otros lugares en Bologna, donde los teólogos se fueron travistiendo en jurisconsultos y notarios. Y los fieles en mercaderes, depositando la suya, su fe, en los contratos para ser administrados por la Ley.
Cuando, en el Siglo XIV con Bonifacio VIII, la Iglesia pierde el poder temporal los Príncipes de la Ciudad-Estado y los reyes ya se encargaban de predicar y hacer cumplir la nueva fe de la Ley, ya no mosaica sino pedestre.
Pero también el Estado ha hallado quien le desplace: la publicidad para el consumo, el marketing y el branding. El logo es más creíble que el notario. No hay notario que haga el milagro de hacer consumir lo inconsumible. Por el contrario la publicidad se fagocita y digiere al Estado y a la Iglesia. A curas, escribanos y abogados, poniéndolos a disposición de sus anunciantes.

Por allí anda hoy la violencia simbólica, diría Bourdieu.

Edgardo Logiudice

jueves, 27 de junio de 2013

La soja, China, Monsanto y las elecciones.

Si la tierra es de todos y para todos, o debería serlo, habría que ocuparse un poco de ella.
¿Quiénes son los verdaderos usufructuarios de la tierra? Hablo de la tierra productora de alimentos, de la industria agrícola-ganadera. Por eso es bueno saber qué se siembra y para qué, cual es su destino.
El área sembrada con soja transgénica es más de la mitad de las tierras cultivadas.

Argentina es el primer exportador del mundo de aceite de soja. Más de una cuarta parte del valor de las oleaginosas son de poroto de soja. Una cuarta parte de las exportaciones tiene como destino China. China absorbe el sesenta por ciento de las exportaciones mundiales de porotos de soja.
En China habitan 158 millones de desnutridos de los 870 millones que hay en el mundo, la quinta parte. Su población total es de l.354 millones de habitantes, es decir el 8,59% está desnutrido.

El 6 de junio de este año se dio a conocer el informe Perspectivas Agrícolas FAO-OCDE 2013-2022 realizado en Pekín con una especial atención a las perspectivas de China.
En los últimos cinco años, China ha duplicado las importaciones de commodities agrícolas, y respecto al año anterior las importaciones de cereales se han triplicado. 
China mantendrá su papel de país líder en agricultura, con un 63% de la producción mundial.
El Director General de la FAO, José Graziano da Silva, aseguró por su parte que "los elevados precios de los alimentos son un incentivo para incrementar la producción".

Se espera que el crecimiento del consumo de China supere el aumento de la producción en cerca del 0,3% anual, lo que indica una mayor apertura –aunque modesta- del sector agrícola chino, según el informe. Este prevé también que las importaciones de semillas oleaginosas en China aumentará un 40% en los próximos diez años, alcanzando el 59% del comercio mundial.

"Para compensar el superávit en comercio, China exporta capitales, invirtiendo en bonos de los gobiernos de los países importadores, sobre todo de Estados Unidos".
Según los datos publicados este lunes por Bloomberg, China ha sobrepasado a Estados Unidos y se convierte así en la nación comercial más importante del mundo en términos de tráfico comercial.

Monsanto produce el glifosato. Es un herbicida, un matayuyos. Los yuyos se adaptan, mutan y vuelven a aparecer, por lo que las dosis tienen que ser mayores. Pero el peligro es que el glifosato mate también a la soja. Por lo cual Monsanto desarrolla nuevas genéticas resistentes al propio glifosato que fabrica.
Los chinos le compran el herbicida pero no la tecnología para resistirlo. Pero compran soja (porotos, harinas y aceite) transgénica, entre otros a la Argentina. Hasta ahora aun no había aprobado la compra de una soja de nueva tecnología, la RR2Bt.  

El último suplemento rural de Clarín está eufórico, titula Una nueva era comienza.
China aprobó la soja transgénica de Monsanto RR2Bt, que ahora sí va a poder sembrarse en la Argentina desde esta misma campaña.
El 16 de agosto de 2012 el Ministerio de Agricultura la aprobó. Desde entonces se esperaba que China también la aprobara ya que la mayor parte de la producción de soja y derivados tiene como destino la exportación y la principal importadora es China.
Allá fueron misiones de Timmerman, Yahuar y otros funcionarios a convencer a los chinos. Mientras tanto los dos grandes productores de semillas ya trabajaban preparándolas para venderla a los productores.
Las semillas que se preparan para sembrar (germoplasma) son los que adquieren la tecnología genética de Monsanto. Son además los recaudadores de su patente. La patente que pagan los productores.
Los grandes semilleros, Nidera y Don Mario, contentos. Por supuesto también Monsanto que no sólo vende su tecnología, sino que aprovechando la volada él mismo ahora produce el germoplasma, esto es la semilla para sembrar. De este modo es socio de los semilleros y, a la vez, competidor a largo plazo.

En suma, Monsanto no se pierde el negocio de China sino que lo hace a través de las exportaciones argentinas.
Pero ¿qué es lo que se exporta? El poroto de la soja, en cualquiera de sus formas, contiene la fertilidad, los nutrientes de la tierra y los que el productor paga para renovarlos, agua (el bien más preciado) de las lluvias y las napas y trabajo. Sobre todo nutrientes y agua. Se exporta tierra y agua como vehículo de la tecnología de Monsanto. Se exporta erosión (a pesar de la siembra directa, que también genera hongos y especies de lombrices riesgosas para los cultivos) y se exporta la desaparición de flora y fauna autóctona. 

Monsanto tiene domicilio en los Estados Unidos de Norte América.
¿Quién es Monsanto?  La mayoría de sus acciones se encuentra en manos de fondos mutuales y de inversión, ranqueando entre los principales el grupo Fidelity Investments (controlado por la familia de Edward C. Johnson II, con algo más de un 8%), The Vanguard Group (casi un 10%), State Street Corporation (un 4.35%) y la neoyorquina BlackRock Institutional Trust Company (con una participación cercana al 3%). Otro de los inversores es Bill Gates.

Es decir, grandes grupos de inversión financiera, sin ser propietarios directos de la tierra, hacen negocio con ella, pero ni siquiera para darle de comer a los chinitos desnutridos, porque los chinos, como vimos, alimentan a los que les interesa. Prefieren poner sus capitales en Estados Unidos antes que alimentar muertos de hambre.
Esto sucede con la tierra de la mentada oligarquía.

La Cámara Nacional Electoral emitió un listado con las plataformas electorales de los partidos políticos reconocidos a Mayo de 2011.
No son muchos los partidos que presentaron su plataforma.
El Frente Para la Victoria tiene la misma que el Partido Justicialista, nada dice respecto al uso de la tierra.
La Unión Cívica Radical, siempre tan pulcra y ordenadita, sólo se ocupa de la baja de las retenciones a la exportación agrícola.
Los clásicos partidos de izquierda, el Partido Obrero y el Partido Comunista no presentaron plataformas.
Indagando un poco más la plataforma del P.O. del 2009 no menciona el tema de la tierra. Algunas plataformas provinciales del P.C. se refieren a una redistribución de la propiedad de la tierra, nada sobre su uso. Los socios menores del P.O. no mencionan la cuestión.   
La escuálida plataforma del Frente Renovador es un pequeño enunciado de generalidades.
La de Libres del Sur dice: Terminar con el latifundio y el minifundio improductivo mediante una Reforma Agraria Integral y Profunda; para que la tierra sea de quien la trabaje. Frase arqueológica hallada seguramente en algún yacimiento de panfletos del PC.
El Frente Amplio Progresista celebra la modalidad el crecimiento de esta industria agrícola.
Nuevo Encuentro promete que definirá en el futuro una política de usos y asignación del suelo rural conforme a los objetivos de gobierno, que no dice cuales son. Del Partido bancario Solidario no existe plataforma.
El PRO es muy claro: Se deben apoyar las exportaciones de la Provincia a través de la identificación de demandas externas, asistencia técnica a las empresas que estén exportando o que lo quieran hacer por primera vez, programas de créditos más flexibles y establecer en forma frecuente y consecuente misiones comerciales en los distintos mercados.
Bien mirado lo que postula el PRO lo hace el gobierno.

Tal parece que mientras en Chicago anden bien los commodities agrícolas el problema de la tierra no existe.
El 27 de octubre votaremos por el yuyo de Monsanto. Los fondos de inversión agradecidos.



Edgardo Logiudice
Junio 2013


sábado, 22 de junio de 2013

¿Otro capitalismo?

Conjeturas alrededor de El enigma del capital de David Harvey[1].

Pensé escribir una reseña del libro, decidí apropiarme del texto en mi provecho.
Después de todo, una obra es tanto más rica cuanto más fecunda para otras ideas. Y no por eso hace responsable a su autor de los efectos no deseados. En este caso mis conjeturas.
Conviene aclararlo por respeto a Harvey, cuya seriedad es conocida.

Mis conjeturas giran sobre tres conjuntos de supuestos.
El primero es que los productores directos, entre ellos la clase obrera industrial no vende su fuerza de trabajo sino que es mantenida por los capitalistas para que trabaje, cuando el capital así lo necesita para volcar sus excedentes y generar nuevos.
El segundo es que hay nuevas formas de apropiación del trabajo que no surgen del sistema salarial sino del consumo para generar deudas que significan trabajo futuro como trabajo forzado.
El tercero es que la hegemonía del capitalismo financiero puede significar un nuevo modo de producción y apropiación con nuevas formas ideológicas que erosionan las formas jurídico-políticas.


I.

¿Cuál es la mirada holística de Harvey? Su visión de totalidad que él defiende frente a las miradas fragmentarias e inconexas.
Harvey rememora los flujos de la circulación de la sangre que describiera otro Harvey, del siglo XVI y del mismo condado de Kent.
"Este libro -dice- trata de 1os flujos de capital".
"E1 capital es el flujo vital que nutre el cuerpo político de todas las sociedades que
llamamos capitalistas, llegando a veces como un goteo y otras como una inundación,
hasta el último rincón del mundo habitado. Gracias a ese flujo adquirimos quienes
vivimos bajo el capitalismo nuestro pan cotidiano, así como nuestras viviendas, automóviles, teléfonos móviles, camisas, zapatos y todos los demás artículos necesarios
para mantener nuestra vida diaria cotidiana. Mediante ese flujo se crea la riqueza
que proporciona los muchos servicios que nos sustentan, entretienen, educan, reaniman o restablecen y, gracias a los impuestos sobre él, aumentan su poder los Estados; no sólo su poderío militar, sino también su capacidad para mantener un nivel de vida adecuado para sus ciudadanos. si se ve frenado o, peor aún, si se interrumpe o bloquea, nos encontraremos con una crisis del capitalismo en la que la vida cotidiana no puede proseguir de la forma acostumbrada", dice el autor en el Preámbulo (Pág. 5).

Es durante las crisis, cuando falta ese flujo que representa nuestras condiciones de vida, cuando aparece en su crudeza que ese flujo es vital, cuando sin él la vida no puede proseguir.

Pero cuando ese flujo llega, con él llegan las condiciones de vida, no sólo representadas en el capital sino encerradas ya en su forma material.
Cuando el obrero aparece comprando el pan con el dinero de su salario, el pan ya está caliente en el horno del capitalista. El capital ya fue transformado, en algún sector suyo, en alimento. Alimento que va a ser pagado con trabajo futuro del obrero, por el que algún capitalista pagará un salario. Sólo que en vez de entregarle el pan le da el dinero. Lo cual obliga, en este caso al obrero, a trabajar. El capital alimenta a la clase obrera para que trabaje, cuando necesita que lo haga. Haciéndolo consumir se garantiza el trabajo futuro.

Decía Marx en 1847[2]: “¿Qué es el salario? […] al parecer, el capitalista les compra a los obreros su trabajo con dinero. Ellos le venden por dinero su trabajo. Pero esto no es más que la apariencia. […] Con el mismo dinero […] el capitalista podía haber comprado dos libras de azúcar o una determinada cantidad de otra mercancía. […] Al entregarle dos marcos, el capitalista le entrega, a cambio de su jornada de trabajo, la cantidad correspondiente de carne, de ropa de leña, de luz, etc. […] el capitalista no paga este salario del dinero que ha de obtener […] sino de un fondo de dinero que tiene de reserva. […] [El obrero] no pertenece a tal o cual capitalista, sino a la clase capitalista en conjunto […].”

El capital tiene que producir por adelantado las condiciones de su propia expansión continua, dice Harvey[3]. La primer condición de tal expansión es su fuente, el trabajo vivo, los obreros, que figuran anticipadamente como capital destinado a capital variable, esto es, la representación en dinero de las condiciones de vida del obrero.

No es en el acto individual y aislado ni en la cadena de contratos donde vamos a encontrar la resolución de este enigma, sino en una mirada totalizadora e histórica.
Se trata de la acumulación primitiva y su reproducción constante. Es lo que Harvey denomina desposesión. Un presupuesto, un punto de partida que se reproduce una vez desarrollado el proceso como resultado. La separación del productor de sus condiciones de vida y de producción.

Sabemos que el salario equivale a los gastos de renovación-reproducción de la fuerza de trabajo, pero que de la aplicación de ésta resulta un valor que los excede y que, junto con los productos resultantes son propiedad del capitalista industrial. Este excedente configura la ganancia que se aplicará a un nuevo ciclo productivo del que resultará un nuevo excedente.
"El capitalismo -dice Harvey- es una forma de sociedad de clases volcada a la producción perpetua de excedentes"[4].

Si el capitalismo industrial se apropia de esos excedentes a través de la forma contractual del salario, podemos afirmar: a) que el salario es una forma ideológica que oculta la apropiación del trabajo ajeno excedente y, b) que el capitalismo es el modo de apropiación del trabajo ajeno a través del salario.
Los modos de producción y apropiación del trabajo ajeno no operaron siempre a través de una forma contractual. Las guerras de conquista y ocupación, el modo de producción y apropiación bélico, generaron formas esclavistas y pre-capitalistas basadas fundamentalmente en la fuerza.   
El propio modo capitalista se ha apoyado en ellas en la llamada acumulación originaria[5].

 Lo que fue un punto de partida histórico, desposesión de las condiciones de vida, las tierras comunales que eran la condición de aprovisionamiento del sustento de las masas campesinas, su consumo, aparece luego como resultado subordinado del proceso capitalista desarrollado. El actual despojo de pueblos originarios, de campesinos y pequeños productores hoy es resultado, y no condición del capitalismo extractivo, que se materializa en los commodities.

La desposesión legal a través del salario y otras formas legales es constante y las formas de desposesión violentas o ilegales son excepcionales.
Ellas son la base real o supuesta sobre la que funcionan las formas especulativas de las finanzas ("toda la circulación del capital es especulativa", dice Harvey[6]) a  las que resultan a la postre subordinadas[7]. Se trata de la hegemonía del capital financiero.

El hecho de que los obreros, y no sólo ellos, consuman o no (sean mantenidos o hambreados) y, con ello, obligados a trabajar o a vagar, depende de las oportunidades de reinversión redituable. Puesto que son los capitalistas los que deciden si reinvertir sus excedentes en nueva producción o en especulación, conforme sean las ganancias[8].


II.

De la conjetura anterior se infieren dos propuestas: a) una centralidad originaria del consumo que parece obvia, pero que no lo ha sido cuando el modo de  producción y apropiación capitalista industrial y su teoría han privilegiado la producción propiamente dicha, dentro del ciclo general de la producción, desplazando el consumo (salvo el productivo) fuera de él y, b) si la venta de la fuerza de trabajo es una apariencia ideológica, que sin embargo opera efectivamente, porque la ideología no es más que el aspecto epistemológico de relaciones sociales, la compra de los bienes que constituyen las condiciones de vida también es aparente[9].
El capital, dueño de la clase obrera, la alimenta para forzarla a trabajar. La apariencia es que los obreros tienen derecho a trabajar para comer.   

Ligadas a las compras para el consumo surgen también formas de apropiación del trabajo ajeno, bajo la forma legal de una deuda. Es también una forma de desposesión, desposesión de bienes ya habidos, personales o sociales, y desposesión de condiciones de vida futura.
Se trata de una desposesión por préstamo, el préstamo para el consumo. Es decir la forma de un anticipo de bienes que ata al que lo pide o compra durante una parte de su vida a trabajar. Obligado a trabajar para pagar: trabajo futuro.

Pero el mantenimiento para obligar a trabajar y producir excedentes, dado que debe aparecer como compras (mercado), tiene la forma de generación de demanda, generación de consumos.
La demanda se genera creando necesidades nuevas. "El perpetuo surgimiento de nuevas necesidades es una condición crucial para la continuidad de la expansión sin fin de la acumulación del capital. Ahí es donde aparecen en escena las tecnologías y políticas de creación de nuevas necesidades, como espolón de la acumulación sostenible. [...] El 70 por 100 de la actividad económica estadounidense depende del consumismo inducido"[10].

No se trata ya de que haya bienes de sobra para que todos puedan consumir. Se trata de que se los pueda comprar, tiene que haber demanda del producto excedente. Si la demanda no existe se crea, si la capacidad de compra no existe también. A través del crédito. Allí se orienta el capital, es una oportunidad de reinversión rentable[11].

Esto genera dos cosas: a) Una "fuerza del trabajo cautiva por deudas"[12], la obligación de trabajar y, b) que "los banqueros y financieros que manejan el sistema de crédito, junto con los ahorradores que depositan su dinero en las instituciones de crédito, puedan de nuevo reclamar su parte de plusvalía futura en forma de interés y tasas por los servicios"[13]. Plusvalía futura significa el trabajo futuro a que está cautivo. Trabajo futuro que ya ha sido apropiado de antemano a través del consumo.
Si, como sostiene Harvey, el 70% de la economía estadounidense depende del consumismo, entonces el consumo parece ser, hoy, la forma de apropiación del trabajo ajeno dominante.

"El sistema de crédito se ha convertido ahora, no obstante, en la principal palanca moderna para la extracción de la riqueza del resto de la población por el capital financiero", dice Harvey[14]. Es decir de la apropiación del trabajo ajeno a través de la deuda que genera el consumo.

Pero eso mismo explica el no-consumo. La exclusión, el abandono. Cuando sólo se invierte en lo que es más rentable, sólo se obliga a trabajar en aquello que lo es. Sólo se mantiene, se hace consumir, a aquéllos que interesa que produzcan excedentes. Si el excedente de capital está en los productos financieros (commodities, futuros, derivados) no es necesario mantener quinteros. Tendremos soja en vez de lechuga. Agronegocios con crisis alimentaria.    


III.

Lo que afirmé en el bloque I , respecto a que la forma constante de la apropiación del trabajo ajeno es la forma legal, se circunscribe al capitalismo industrial, al período de su hegemonía que comienza a ceder alrededor de los años setenta-ochenta.
La llamada desregulación de los mercados significó establecer la regla de la no regla, el estado de excepción. No sólo en el sentido ético-político, planteado por Giorgio Agamben, de ausencia de Ley, sino también el de la contractualidad y la propiedad privada clásica.

Lo que existe en la cima de la montaña de contratos[15] que conforma la arquitectura financiera es el uso de facto de los bienes que garantizan las condiciones de la vida humana. El control de las ganancias por acuerdos privados sin intervención estatal que someten todas las contrataciones a su arbitrio. Donde el Estado juega el papel secundón de recaudador de deudas privadas o públicas.

El "nexo Estado-finanzas" dice Harvey; nexo que se advierte claramente en la desposesión del hábitat de los sectores humildes de la ciudad, en las ejecuciones hipotecarias[16], en el salvataje de los bancos, en la resistencia a controlar la actividad financiera, en la aplicación de fondos públicos para apalancar emprendimientos de grupos privados.

Si la ley, la contractualidad, el Estado moderno y la propiedad privada capitalista industrial caracterizaron el modo de producción y apropiación del capitalismo, su disolución creciente ¿nos autoriza a seguir hablando de capitalismo, aun distinguiéndolo como financiero frente al industrial, teniendo en cuenta que el Estado es una de las esferas de actividad que componen el conjunto del sistema? Esfera de actividad ideológica que induce cambios en la dinámica de acumulación del capital, señala Harvey[17].

Pero si la esfera jurídico-estatal no funcionara ya como la ideología orgánica, la que cohesiona el sistema, dominante ¿qué funcionaría en su lugar? O, mejor dicho, ¿qué complejo ideológico la subordinaría?
Creo que se podría arriesgar que se trata del complejo generador de las necesidades que activan el consumo, es decir, el publicitario. Aquello que genera la demanda extra a que se refiere Harvey.

¿No estamos metiendo vino nuevo en odres viejos? Después de todo diremos que el vino es bueno a malo por el contenido y no por el continente. En nuestro caso, el conjunto de mecanismos en funcionamiento, los procesos del proceso del que resulta la apropiación del trabajo ajeno y la dominación.

Creo que estamos viviendo una revolución en todos los órdenes, no precisamente la que esperábamos. Una revolución pasiva, es decir una revolución que conserva como dominante, precisamente la dominación, la explotación del hombre por el hombre, en palabras de la vieja ética revolucionaria emancipadora.                                                                                    
Dice Harvey: "[...] quiero señalar aquí [...] cuanto cambió el mundo en todas las esferas, dependiendo de dónde estaba cada uno, entre 1980 y 2010. [...] Posiblemente nos encontremos ahora inmersos en una de esas fases de cambio [radical], pero también se perciben intentos desesperados por restaurar el orden preexistente y de proceder como si nada importante estuviera pasando ni tuviera que pasar"[18]. Señala, además, cambios tan importantes como la existencia de un nuevo imperialismo que renuncia "al control directo del territorio" y de un nuevo "tipo de capitalismo que puede surgir de la actual crisis"[19].

Dominación y explotación a través de la apropiación del trabajo ajeno, donde conviven los modos de producción y apropiación históricos con los nuevos que los subordinan, otorgándoles nuevas características y funciones.
No se trata de cambiar los rótulos de los odres, sino de saber que vino tomamos. "Una política revolucionaria que pueda agarrar por los cuernos al toro de la acumulación sin fin de capital y ponerle freno como motor primordial de la historia humana requiere una comprensión detallada de cómo se producen los cambios sociales"[20]


IV.

Por supuesto que mis reflexiones no agotan ni hacen el debido mérito a las ideas de Harvey, pero quizá despierten interés sobre  esta obra y, con ello, se sugieran otras conjeturas más atinadas que éstas. Porque el mismo título del libro las induce: enigma. Enigmas que el estudioso, el geógrafo, el urbanista, el economista, va resolviendo con los sintagmas orientados en Marx: "acumulación-por-desposesión", "concepciones mentales-del-mundo" como estructuras de conocimiento coherentes con la acumulación sin fin del capital, "esferas-de-actividad" donde aquéllas operan,  "compresión espacio-temporal" de un mundo en el que el capital se mueve cada vez más de prisa y donde se reducen increíblemente las distancias de interacción de esas esferas de actividad: tecnologías y formas organizativas, dispositivos institucionales y administrativos, procesos de producción y trabajo, las concepciones mentales del mundo, son algunas de las siete que enumera. Que pueden constituir barreras que el capital debe eludir o superar[21]. Versiones sintácticas de complejas ideas alrededor de nuevos, novísimos procesos.
     
Me he apropiado del trabajo ajeno, he acumulado por desposesión, he tratado de producir un excedente. Pero como no quiero presentar balance falsos, debo sugerir, al lector, la lectura. La lectura de esta imprescindible obra de Harvey que me regaló mi hija.
Un fresco de un muralista mexicano del mundo que vivimos.


Edgardo Logiudice
marzo 2013.
   





[1] HARVEY, David. El enigma del capital y las crisis del capitalismo. Madrid, 2012. Akal, 239 págs.

[2] MARX, Carlos. Trabajo asalariado y capital. En MARX, Carlos; ENGELS, Federico; Obras Escogidas, Buenos Aires, 1957, Cartago. Págs. 48, 49, 50.
[3] HARVEY, D. Op.cit. pág. 62.
[4] Íd.ant. pág. 140.
[5] "La acumulación originaria de capital a finales de la Edad Media en Europa supuso 1a violencia, depredación, saqueos, fraudes y robo. Mediante esos medios extralegales, piratas, clérigos y comerciantes, además de los usureros, reunieron suficientes riquezas para comenzar a hacer circular sistemáticamente el dinero como capital. [...] en sus primeras fases, no obstante, el capital no se invertía directamente en la producción sino que tomaba muchas otras formas, como el capitalismo agrario, comercial, [...].Hasta que los capitalistas no aprendieron a hacer circular el capital a través de la producción empleando trabajo asalariado, a mediados del siglo XVIII poco más o menos, no pudo ponerse en marcha el crecimiento exponencial característico del capitalismo moderno. La burguesía en ascenso asentó gradualmente su poder dinerario, ejerciéndolo para reconfigurar la forma de Estado y asumiendo en último término su influencia determinantes sobre las instituciones militares y sistemas administrativos y legales. Entonces pudo utilizar formas legalmente sancionadas de acumulación de riquezas y poder mediante la desposesión y destrucción de formas precapitalistas de aprovisionamiento social. Lo hizo tanto dentro de su propio país -mediante, por ejemplo, el cercamiento de las tierras comunales [...] como externamente, mediante prácticas coloniales [...]. Cuanto más excedente creado ayer se convierte en nuevo capital hoy, mayor es la proporción del dinero invertido que proviene de los beneficios obtenidos ayer. Eso parecería hacer superflua la acumulación violenta practicada en otros tiempos, pero la «acumulación por desposesión» sigue desempeñando un papel para reunir el dinero con el que iniciar un negocio. Para ello se emplean medios legales como ilegales [...]. Íd.ant. págs. 47, 48.
[6] Íd.ant. pág. 51.
[7] "Esta centralización del capital líquido mediante el sistema de crédito tiene todo tipo de consecuencias para la trayectoria del desarrollo capitalista. Como poco, otorga a la clase privilegiada de financieros un inmenso poder social sobre los productores, comerciantes, terratenientes, promotores inmobiliarios, trabajadores asalariados y consumidores". Íd.ant. pág.51.
[8] "Los capitalistas [...] pueden elegir en qué reinvertir: pueden hacerlo en la expansión de la producción, o pueden emplear su riqueza para comprar activos tales como títulos de deuda, acciones, bienes inmuebles [...] un fondo de inversión de riesgo o algún otro instrumento financiero con el que puedan obtener jugosas ganancias: en ese caso su reinversión no sirve obviamente para apuntalar la demanda efectiva". Íd.ant. pág. 98.
[9] El hecho de que sea aparente  no significa de que esa apariencia sea falsa ni ilusoria. Significa que esa apariencia, efectiva en la inmediatez de los actos aislados (el entrecruzamiento continuo de los contratos) oculta los procesos más generales, dando lugar a procesos de inversión de las determinaciones y condicionamientos.
[10] HARVEY, D. Op.cit. pág. 94.
[11] "La demanda extra para la expansión de hoy absorbe entonces los excedentes de medios de producción y de bienes de consumo producidos ayer [...] la demanda efectiva para el producto excedente de ayer depende del consumo de los trabajadores, más el consumo personal de los capitalistas, más la nueva demanda generada por la expansión de la producción de mañana. ¡Lo que aparece como un problema de subconsumo no es en realidad sino el problema de hallar oportunidades de reinversión rentable para una parte del excedente producido ayer! [...] Para que esa reinversión tenga lugar [...] la segunda condición es que se pueda abreviar de algún modo el lapso de tiempo entre el excedente producido ayer y la reinversión de hoy. Eso requiere el uso del dinero como medio de cuenta y, en consecuencia, la existencia de un sistema crediticio que pueda introducirse en el proceso de circulación para resolver el problema de la demanda efectiva". Íd.ant. pág. 97.
[12] Íd.ant. pág. 125.
[13] Íd.ant. pág. 98.
[14] "Se utilizan todo tipo de prácticas depredadoras, más o menos legales [...] para llevar a la práctica maniobras de desposesión [...]. Una oleada de financiarización iniciada a mediados de la década de los setenta  es espectacular en su estilo depredador: promociones engañosas de acciones y manipulaciones de mercado; pirámides de Ponzi y fraudes empresariales; liquidación de activos mediante fusiones y adquisiciones: promoción de niveles de endeudamiento, que reducen a poblaciones enteras, incluso en los países capitalistas avanzados, a la servidumbre por deudas, desposesión de activos (asalto a fondos de pensiones [...]) ; todos esos son rasgos característicos del capitalismo contemporáneo". Íd.ant. pág. 203.
[15] "Redes de subcontratación", dice Harvey.  Tanto para el trabajo (fragmentándolo) como para las pirámides financieras.
[16] "La gente  busca razonablemente un espacio personal seguro -un hogar- en el que vivir su vida cotidiana y mantener su actividad reproductiva con un horizonte temporal, digamos de veinte años. Pero, para hacerlo, tienen que convertirse en propietarios de una vivienda contratando una hipoteca en un mercado de deuda organizado con una lógica espacio-temporal distinta. Alguno de ellos viven ahora en tiendas de campaña como consecuencia de esa lógica enloquecida". HARVEY, D. Op.cit. pág. 160.
[17] "Al ir cambiando las concepciones mentales, el Estado se ve también sometido a todo tipo de presiones para alterar su funcionamiento. El movimiento neoliberal iniciado en la década de los setenta, por ejemplo, constituyó un asalto ideológico radical a la concepción hasta entonces vigente del Estado. En la medida que tuvo éxito [...] indujo grandes cambios [...] en la dinámica de la acumulación del capital. Íd.ant. pág. 165.
[18] Íd.ant. págs. 112/113.
[19] Íd.ant. pág. 177.              
[20] Íd.ant. pág. 189.
[21] Íd.ant. págs. 106, 107, 133.