viernes, 3 de mayo de 2013

Kirchnerismo crítico y razón de estado.


“...che gli stati non si tenevono co’ paternostri in mano”  (Cosme l’Ancien, N. Machiavel, Histoires Florentines, VII, 6



Razón de Estado es la apelación a la última instancia cuando el Poder no encuentra más razones. Con esa razón consejeros de los Príncipes, como Maquiavelo y el Cardenal Richelieu, acorazaban de legitimidad las decisiones instrumentales de aquéllos. Con esa racionalidad instrumental se legitima la apelación a la suspensión de las garantías individuales, al estado de sitio, al estado de emergencia, al estado de guerra interna en suma, a cualquiera de las formas del estado de excepción.

Edgardo Mocca es un politólogo egresado de la carrera creada por Francisco Delich y Carlos Strasser. Periodista -prefiere asumirse como analista político de acuerdo a sus lauros- de Página 12 y panelista en la TV Publica que puede lucir sus luces en un panel junto a algunos y algunas colegas, locuaces locutores, un joven filósofo y un humorista. Catedrático, también periodista él, del diario Clarín hasta el 2007 siendo Asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Mocca apela a la razón de Estado, ante la que cede su gusto personal sobre las libertades democráticas. Al analista político no le deben interesar las causas, propósitos o motivos sino las acciones o los hechos del Príncipe, es decir sus decisiones, sus políticas.  
Escuda al príncipe y deja a salvo su conciencia haciendo que su "gusto" genere una ilusión de crítica. Su realismo político de analista configura la propedéutica adecuada para quienes aun mantengan reparos ante la Ley Antiterrorista u otros hechos, dichos o actitudes del actual gobierno. Es decir al kirchnerista crítico que se asume de izquierda.

En ese escenario de la televisión pública tuvo necesidad de referirse a esa ley, que había "sorprendido y preocupado" al filósofo Ricardo Foster, a sus amigos de Carta Abierta y a muchos kirchneristas críticos. Dijo entonces, "Desde mi perspectiva, de mi mirada sobre las libertades democráticas no me gusta".  Pero "es una de las cosas que tienen que ver con las razones de estado". Equivale a decir más o menos, a mí tampoco me gusta comer sapos, pero hay que bancársela.
El problema de esta sincera confesión es que, reprimiendo la crítica al estado de preferencia, puede dejar desnudo al rey, es decir sin más razón legítima que su sola decisión.
Se trata tanto de una defensa del acto del príncipe como de una autodefensa ante el escrúpulo, apelando al realismo. Al positivismo político de la mentada y aprendida autonomía de la política. Donde aquéllo que excede sus categorías específicas no es relevante, conforma a lo sumo cuestiones morales o metapolíticas.

Pero este argumento  es más refinado que otros, sobre todo si aparecen alusiones a Maquiavelo, a Giovanni Sartori, a Carl Schmitt y, naturalmente a algún uso de Gramsci. Discurso más refinado que el que se ofrece al kirchnerismo crítico rindiendo pleitesía a la realidad a la manera tomista o la más históricamente reciente del General: la única verdad es la realidad. Y la realidad es que es lo que hay. Y lo que hay es que a la izquierda de Cristina no hay nada. Y así planteado no admite mucha discusión. Sosegate que ya es tiempo de archivar tus ilusiones, dice el tango de Pracánico, que musita el progresista que aun quiere creer.

Este otro discurso aclara qué es lo que corresponde analizar frente a los actos del poder.
El 23 de enero, en el mismo escenario Mocca marcó la distancia frente a sus co-panelistas. Sostuvo: "En política las causas de porqué uno hace las cosas no tienen ninguna importancia".  Causa significa acá razón o motivo. Es decir, en política, el motivo o la razón de una decisión es irrelevante. Para el analista político, entonces, ello queda excluido del análisis.
"Importan los hechos, la acción importa". Es decir, importan sólo las decisiones.
Y ejemplifica: "Y si no fijémonos la gran campaña que hay contra el kirchnerismo porque Kirchner hizo ésto, Kirchner llamó a las Madres y denunció y abrió nuevamente el juicio al genocidio para hacerse popular, para hacer demagogia. No me importa ¿sabés?, no me importa".
Aquí Mocca asume un riesgo mayor. Está diciendo que a él no le importa la falta de autenticidad de Kirchner en la política de los derechos humanos.
Al excluir el asunto del análisis lo deja pendiente, al menos bajo sospecha. No dice que no existe la falta de autenticidad, sino que a él no le importa. 
Descarga su conciencia y ayuda a descargar la de los kirchneristas críticos escondiendo el bulto. Su problema es que algún kirchnerista menos escrupuloso o más aplaudidor se dé cuenta del artilugio y, que sin querer, Mocca haya desnudado nuevamente al rey tratando de defenderlo.

Aquí lo que, frente a la Ley antiterrorista, era el gusto se transforma en indiferencia, la función es la misma. El desplazamiento o la exclusión del problema, del reparo. Pero esa función está poniendo en el mismo lugar la cuestión de la ley con la de la autenticidad. Con lo cual el asunto se podría invertir: la cuestión de la falta de autenticidad no me gusta y la cuestión de la Ley Antiterrorista no me importa ¿sabés?

La cuestión es interesante. Mocca separa los propósitos y las razones para no criticarlas, dejándolas en el limbo de las preferencias o la indiferencia. Pero en definitiva lo que fue separado queda unido en la razón de Estado. Porque no importa el porqué lo hizo ni para qué lo hizo, siempre habrá una razón de Estado.
Peligroso argumento ya no para Mocca. Si no debemos preguntarnos porqué ni para qué Kirchner hizo lo que hizo con la política de derechos humanos, tampoco deberíamos hacerlo con la política del pago de la deuda, anticipado y en verdes, postergando a los jubilados buitres. En última instancia habrá una razón de Estado.
Peligroso argumento que puede llegar hasta encubrir algún negociado, algún soborno o algún tráfico de influencias. Si la razón de Estado cubre la Ley Antiterrorista ¿qué es lo que no puede cubrir?   

  Después de Lutero todos somos libres de renegar, en buena hora. Pero renegación no necesariamente tiene que significar olvido ni autoengaño. Menos aun la manipulación, porque entonces se achica la diferencia con Marcos Novaro, al que convocan Clarín y La Nación.

Decía hace poco Eduardo Grüner en una entrevista conjunta con Gianni Vattimo en Ñ del 12 de enero: "en la Argentina basta ser medianamente progresista, estar a favor de cierta mayor inclusión social, para pasar por ser de izquierda; ahora, todo eso está muy bien, pero ser de izquierda es poner en discusión el dispositivo básico. [...]  El lugar de la izquierda [...]es poner en cuestión, radicalmente, el dispositivo básico, las lógicas básicas. En ese sentido, la primera definición brutal que habría que hacer, es que ser de izquierda es ser consecuentemente anticapitalista, pero que hoy en día es una definición que hay que retomar".

Claro es que esta definición brutal no es para estos tiempos, "Raros tiempos estos donde se respira un aire de felicidad" le recordara el sociólogo Horacio Gonzalez al filósofo Feinmann, remedando a Tácito, en agosto pasado, en el mismo escenario de Mocca. En el que, por ese aire será, que todos se sonríen. Menos el humorista.
No se trata de aguarle la fiesta a nadie, en todo caso, como decía el mismo Grüner "mantener las esperanzas pero con un ánimo muy crítico". Si se quiere, claro. El problema es que no nos pase como al tipo del tango de Enrique Santos Discépolo y Virgilio y Homero Expósito que alzó un tomate y lo creyó una flor.

Es verdad, los estados no se mantienen con un padrenuestro en la mano, tampoco con lisonjas. Si es que deben mantenerse todavía.  


Suicidio Perfecto es el policial de Petros Márkaris en el que el personaje de un viejo comunista griego dice más o menos Falso recato que muestran los izquierdistas cubriéndose con una hoja de higuera, no para ocultarlo de los demás sino para no verse ellos mismos.


Edgardo Logiudice
Enero de 2013.

1 comentario:

  1. Edgardo, te escribe Pablo, el hijo mayor de Abel G. Barceló. Buscando en la web material sobre papá, en uno de esos días en que el viejo y los recuerdos vuelven, encontré un artículo tuyo dedicado a los 30 años de SyD.
    El motivo de este es mandarte un saludo y quizá encontrarnos en algún momento. Recuerdo con cariño tu gran empatía para con el.
    Un fuerte abrazo
    Pablo
    Pd: dejo un contacto directo pgarcia@arnet.com.ar

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