La fábrica del hombre
endeudado es el título de un libro de Mauricio Lazzarato, filósofo italiano.
Una nueva forma de subjetividad de masas. Lo social, dice,
no se constituye por el intercambio sino por el crédito. La deuda, digo, es la
más difundida relación social.
El motor del capitalismo financiero que hoy comanda, se ve,
el desenvolvimiento de todo el modo de producción y de cambio capitalista, es
el préstamo. Los préstamos que, se sabe, son créditos para unos y deudas para
otros.
El capitalismo de crédito es productor de propietarios sin
bienes y bienes sin propietarios.
Los consumidores adquieren bienes que consumen. De lo que se
come no se puede ser propietario, pues una vez consumida la cosa no existe más.
Como no lo puede ser el que debe todo lo que tiene más que de título, aunque su
uso no agote la cosa de inmediato. Pues que si no paga será embargado.
Y así como no lo son los consumidores deudores, no lo son
tampoco las naciones, es decir sus pueblos. Que la deuda pública se llama deuda
soberana y ya no parece soberana la nación sino la deuda. Propietarios sin
bienes, si se los comieron o los deben.
A menos que pensemos como en el siglo XIV lo hacía el papa
de Avignon Juan XXII que el santo Francisco era propietario del pedacito de
queso y las migajas conque la Providencia le había donado. O que puede hacer
con su auto o su casa lo que quiera el que lleva pagas dos cuotas del Plan Rombo.
O que el rey de España se crea soberano y España soberana si
no cumplen el ajuste de la señora Merkel y las disposiciones del Banco europeo
de Bruselas. O los argentinos si no aceptamos las resoluciones del tribunal de arbitraje del Banco Mundial llamado
CIADI sólo para que reabran alguna otra línea de crédito, es decir contraer
otra deuda. Que no es un problema de jurisdicción sino de fuerza, y la fuerza
la tiene el acreedor y no el deudor.
Los acreedores son los grupos que juntan las cabezas de los
bonistas financieros a los que nadie les pone al cascabel. Llamémosles buitres
o palomas, que estas también tienen lo suyo además de la ramita del olivo. Que
llegó cuando todos, salvo Noé mujer, hijos y nueras y algunos bichos, se habían
ahogado en el primer genocidio hídrico universal de que da cuenta el primero de
los cinco libros de la Ley o la Torah.
Los que no tienen ley son esos grupos, como Noé
privilegiados pues son los que se salvan cuando los demás están ahogados. Son
los que salvan sus bienes sin ley de propiedad, nadie los controla. Ni Griesa,
ni las Naciones Unidas, ni la Reserva Federal, ni los acuerdos de Basilea. Los
tibios intentos de regular la actividad de los grupos que operan a la sombra de
los bancos no sólo fracasan sino que cada vez parecen menos.
La propiedad de sus activos queda resguardada con los
salvatajes pero libre de normas, clandestina. Pese a la limitada apertura del
secreto bancario aprobada por el Parlamento suizo el año pasado, los bancos que
otorgan información son boicoteados por los otros. El banco que no dé
información está sujeto a multas que los grandes bancos pueden soportar y los
chicos no. Suiza sigue siendo así un paraíso de lavado. Capital limpio. Bienes
sin propietarios conocidos ni leyes de propiedad. Las leyes son para los
deudores, para cumplirlas o ir a la calle, como los deudores de las hipotecas
subprime. Los acreedores eligen las jurisdicciones, las leyes, los tribunales y
los jueces. Los acreedores buitres o palomos que, como los palomos capuchinos se
comen a sus propios pichones.
Atribuyen a James Carville, asesor de Bill Clinton la ya
mítica expresión ¡Es la economía, estúpido!
Si no fuese tan trillada se le podría obsequiar la
paráfrasis a tanto jeremías oficialista u opositor que clama por pagar ¡Es el
capitalismo, estúpido!
El capitalismo cuya cruzada no lleva en el estandarte la
consigna de San Bernardo "conversión o muerte" en el siglo XII sino
en la frente la más actual del XXI "deuda o exclusión", cuyo
significado, en realidad, es el mismo.
Sobreviven para pagar los que cumplen con el deber de
endeudarse ostentando el título de propietarios del humo. Clases casi medias pobres de solemnidad con móviles
y electrónicos de última generación. Servidumbre de la deuda, atados de por
vida.
Naciones que honran deudas investidas de soberanía oral.
Ricos en ganados para proveer proteínas en harinas cárnicas para alimentar
mascotas, granos y cereales convertidos en biocombustibles para alimentar
automóviles. Presos de los commodities, hipoteca de hijos y nietos. Futuro
diseñado.
Dos mil doscientos millones de personas, quince por ciento
de la población mundial, están en situación de pobreza multidimensional.
Ochocientos cuarenta y dos millones de personas, el doce por
ciento de la población mundial, padece hambre crónica.
Mil quinientos millones, la mitad de los trabajadores,
tienen empleos informales o precarios.
El ochenta por ciento de la población mundial no cuenta con
protección social.
A esto, en el Informe sobre el desarrollo humano 2014 del
PNUD, le llaman ralentización del crecimiento del índice de desarrollo humano.
Números recientes, deudas viejas. Últimos condenados a muerte. Carne de buitres
y palomos.
Capitalismo.
Edgardo Logiudice
julio 2014
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