El trabajo apunta al corazón de los mecanismos actuales de
la dominación de la propiedad financiera y acude sin prejuicios a la visión de
los propios organismos multilaterales que, frente a las crisis y en medio de
las tensiones y contradicciones entre los actores económicos y políticos, ponen
al descubierto sus diversas estrategias.
El trabajo gana en fecundidad si se lo lee con el publicado
por Viento Sur en septiembre del año pasado
del que el autor dice que
éste es complemento. De modo que estas reflexiones se refieren al conjunto de
ambos textos.
No por desconocidos creo que merecen señalarse algunos
puntos relevantes, particularmente porque no muchos de ellos no suelen aparecer
en la literatura de inspiración marxiana.
El punto relevante más específico que, a la vez, constituye
una caracterización genérica es la distinción de "la acumulación
financiera propiamente dicha" constituyendo una "situación sistémica
específica que corresponde a la financiarización
como fase histórica". "Fase específica
de la historia del capitalismo".
Otro punto es la afirmación de que "la acumulación
financiera se desarrolla mediante el juego de apropiación y crecimiento endógeno que le son propios".
Y, en esos mecanismos endógenos "la inyección de moneda
bajo modernas formas de funcionamiento de «producción de dinero»" del que dependen permanentemente "los
mecanismos mundiales de apropiación de la plusvalía". Razón por la cual
"la política monetaria se ha convertido en el único instrumento de
política macroeconómica".
En esos
mecanismos endógenos se destaca también otro fenómeno del que se deriva que
"los niveles y ritmos de rendimiento [de los productores] están
determinados según criterios dictados por
el capital-dinero". Se trata de las cadenas de valor globales (CVG).
Chesnais recuerda que "los
estudios sobre la financiarización de los grupos industriales se han focalizado
en la colocación financiera de las ganancias en su operaciones especulativas en
los mercados de derivados. Pero -dice- las dimensiones más importantes de su
financiarización se encuentran en […] la instalación por parte de los grupos de
mecanismos de apropiación de la plusvalía que fusionan ganancia y renta en la producción industrial misma".
"El capital financiero constituye un bloque
diferenciado (subr.orig.). Está compuesto por los llamados «grupos industriales»
(producción manufacturera, servicios, agroindustria y minas), los inmensos
grupos de distribución (Wal-Mart, Carrefour, Tesco) y las sociedades
financieras -grandes bancos, aseguradoras, fondos de pensiones y hedge funds-
cuyo «trabajo» consiste en valorizar el dinero que se ha convertido en capital
a causa de la centralización en sus manos y, también, a «fabricarlo» mediante
mecanismos crediticios que las finanzas han puesto a su disposición".
Se trata de "grandes grupos
financieros con dominante industrial y comercial" que, recuerda Chesnais,
un estudio de la OCDE define como "el conjunto de las actividades
realizadas por una empresa para poner un producto al mercado, desde su
concepción hasta su utilización final. […] los progresos tecnológicos han
permitido la emergencia de las CVG pero la liberación de los intercambios y de
las inversiones tuvieron un rol". Rol que, señala el autor, se relaciona
directamente con las dimensiones de las finanzas. Las CVG "fueron
precedidas por las denominadas «nuevas formas de inversión» en las que una
transferencia de tecnología o el acceso a un mercado valía a un grupo una parte
del capital en una empresa-conjunta [conjunto empresario], pero que pasaron a ser
una práctica habitual y a gran escala".
En opinión de Chesnais todo este
desarrollo tiene por causa "un proceso de centralización/concentración
industrial y bancaria de una amplitud sin precedente (y que aun continúa y se
acentúa)".
Otros puntos tratados en este
contexto como la irrupción de las IDE (inversión extranjera directa)
relacionada a las estrategias chinas, el papel de los servicios (intereses) de
las deudas públicas, el recurso generalizado e intensivo al crédito que oculta
la amplitud de la superproducción de mercancías, constituyen también aspectos
actuales relevantes para una mirada abarcadora de los fenómenos de este período
del capitalismo.
Material el que nos ocupa
entonces que, con independencia de su contenido intrínseco, induce a
reflexionar sobre algunas cuestiones planteadas y no planteadas por el autor.
Por ello, aun más fecundo, me parece. El mismo Chesnais invita a ello al
advertir la necesidad de nuevas herramientas teóricas para abordar, por
ejemplo, "los efectos de los cambios en la demanda china [que] están ahora
cuantificados, pero una «macroeconomía mundial», marxiana o marxo-keynesiana-estructuralista
hace mucha falta".
Chesnais recurre algunas veces a
consideraciones de Marx, aunque no como cita o argumento de autoridad sino más
bien como un punto de apoyo para desarrollar sus argumentos. Me parece que sólo
de ese modo el reto es aceptable e invita a reflexionar.
Podríamos decir entonces que
toda riqueza es producto del trabajo, entendiéndose por él la capacidad laboral
constituida por el gasto de energía física, las habilidades y los conocimientos
para generar un novum. Producción que
es, al mismo tiempo, una apropiación.
La producción es, entonces, el
piso práctico de la riqueza en toda sociedad y en toda forma histórica de
sociedad. Y la producción contiene la probabilidad de su excedencia, absoluta o
relativa. El plus-producto que excede las necesidades de la reproducción de la
capacidad laboral o que excede el costo de su reposición.
En las sociedades de clase no
necesariamente los productores se apropian de los que producen o, al menos, de
todo lo que producen. "Las clases - decía el malhadado Lenin en
1919- son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el
trabajo del otro en virtud de los diferentes lugares que uno y otro ocupan en
un determinado régimen determinado de economía social”.
En la
organización o modo de producción y apropiación capitalista industrial esa
apropiación del trabajo ajeno se realiza a través del salario. No
siempre ha sido así y es de esperar que no lo sea, que eso sería, quizá, el
comunismo.
El salario oculta la parte no
retribuida del plus-producto que, en el
capitalismo industrial, se denomina plusvalía, al menos para los marxianos.
Y, si se trata del plus-producto o trabajo excedente, es indudable que éste se crea en el proceso productivo, cuya
forma es la plusvalía allí generada
pero sólo existente en los intercambios, en la forma del intercambio entre el
capitalista industrial y el obrero.
En ese régimen del capitalismo
industrial el interés y la renta no pueden ser más que porciones de plusvalía
que se distribuyen en el proceso total, el ciclo total del capital. Se deducen
de ella, porque es la única forma de producción de la riqueza bajo la hegemonía
del capital industrial.
Esto es lo que nos recuerda
Chesnais cuando acude al Marx del Libro II de El Capital.
El capital
industrial es la única forma de existencia del capital en que es función de
éste no sólo la apropiación de la plusvalía o del producto excedente, sino
también de su creación. Este capital condiciona, por tanto, el
carácter capitalista de la producción; su existencia lleva implícita la
contradicción entre capitalistas y obreros asalariados. [bastardilla de
Chesnais]. (Marx, 1973b: 51).
Agrega luego
que este modo de existencia del capital, que no se basa sólo en la apropiación
de plusvalía sino en su producción, supone, tiene como condición, la subordinación del capital comercial y del
capital en dinero (Subr.EL):
No son más
que modalidades de las distintas formas funcionales que el capital industrial
asume unas veces y otras abandona dentro de su órbita de la circulación,
modalidades sustantivadas y estructuradas unilateralmente por la división
internacional del trabajo. (Ídem).
Sin embargo,
tres párrafos más adelante en el mismo capítulo, se observa que incluso en
tales condiciones el capital dinero recupera un primer plano en las fases de
euforia financiera: “todas las naciones en que impera el sistema capitalista de
producción se ven asaltadas periódicamente por la quimera de querer hacer
dinero sin utilizar como medio el proceso de producción” (Ídem: 52).
Y explica la
razón de esto:
Precisamente porque la forma-dinero del valor es la forma tangible e
independiente en que se manifiesta, la forma de circulación D - D’, cuyo punto
de partida y cuyo punto de final es el dinero efectivo, el hacer dinero,
expresa del modo más tangible el motivo propulsor de la producción
capitalista. El proceso de producción no es más que el eslabón
inevitable, el mal necesario para poder hacer dinero [bastardilla de
Chenais]. (Ídem).
La tesis que defiendo es que aunque dicho “vértigo” alcance su paroxismo
en determinados momentos[…]Ahora tiene un carácter sistémico y marca al
capitalismo de punta a punta. El modo de existencia del capital a
interés-capital ficticio y del fetichismo del dinero que engendra y proyecta, tienen repercusión en el conjunto del
proceso de reproducción ampliada. Retomemos el circuito completo
D-M-P-M’-D’. En el momento D se encuentran los más grandes bancos y fondos
financieros, pero también los “fondos propios” (“stockholder’s equity”),
las reservas de tesorería de los grandes grupos con dominante industrial y
comercial. El capital altamente concentrado que opera en el momento M’ del circuito ha devenido un par
del capital comprometido en la producción de plusvalía, en tanto que en el
momento P las modalidades organizativas y de funcionamiento del capital
“industrial” (minas, agro-industria, manufacturas y servicios) descansan tanto en la producción de
plusvalía como en la apropiación de plusvalía ya producida. (Subr. EL)
La referencia empírica a las
cadenas de valor global intentan ser abordadas así por Chesnais en el plano
teórico en forma de tesis. Creo que esto sugiere, si se lo vincula por ejemplo
con el papel del préstamo para el consumo que, como vimos, oculta la
superproducción de mercancías, la presencia ya no solamente del salario como
forma de apropiación del trabajo ajeno, sino el propio consumo como medio para
el endeudamiento. Es decir que, este proceso, descansaría no sólo en la
producción de plusvalía y de la apropiación de la plusvalía ya producida, sino
de plusvalía futura. Porque el endeudamiento de los hogares a que hace
referencia el propio Chesnais, por ejemplo, que en algunos países supera el
150% de los ingresos, significa que el trabajo futuro está comprometido en la
deuda. Y el trabajo futuro significa plusvalía futura. No en vano lo que se
negocia y se capitaliza contablemente como activos en las grandes transacciones
entre los nuevos grupos se denomina "expectativa de plusvalía".
Y no me parece casual tampoco
que entre esas grandes cadenas de valor global las mayores sean las vinculadas
al consumo. Walmart, Carrefour en el retail,
como las dedicadas a la alimentación y la vestimenta.
Quiero decir con esto que el
cambio de paradigma, la restructuración producida en el ciclo global de la
reproducción ampliada a que hace referencia Chesnais sobre la base de la
financiarización, repercute también en las formas de apropiación del trabajo
ajeno. Fenómeno que se puede observar también, me parece, en las formas de
remuneración del trabajo que están supliendo al salario. Aquéllas a las que se
refiere el autor, sin detenerse en ellas, como formas de trabajo aparentemente
independientes de trabajadores autónomos o en las ya bastante difundidas
franquicias. No en vano el auge ilusorio de los "emprendedores", con
las consecuencias ideológicas que derivan de estas formas de remuneración y
apropiación del trabajo.
Además, en el orden de los activos
intangibles, como lo es la expectativa de plusvalía (en realidad, de ganancia),
se puede pensar en el papel cada vez más importante de las marcas, vinculadas
íntimamente a las expectativas. Estos activos constituyen muchas veces, merced
a su titularización en acciones, la base de los negocios de la ingeniería
financiera (los nuevos mecanismos que menciona Chesnais) que apalancan
préstamos que, invertidos en nuevos proyectos potencian las expectativas y
contribuyen a generar la bola de nieve del "bloque diferenciado" del
sector financiero. Estos parecen ser también parte de los "mecanismos
endógenos".
Por último diría que los textos
sugieren también abocarse al papel de las tecnologías, las formas de
comunicación e información, la robótica, la genética, en fin lo que -sin
compartir las ilusiones benéficas que difunden algunos ideólogos- podemos denominar
otra Revolución en el modo de producir que acompaña a este modo de apropiación.
Porque, como lo señala Chesnais, muchas formas de organización y de mundialización
del montaje de esta, por lo menos "fase histórica específica -y si se
puede llamar así todavía- del capitalismo"" son posibles merced a
ella. Más aun, cuando el autor toma como referencia la definición de la OCDE,
como vimos, asume dicho rol generador de las tecnologías como causa
concomitante. Y ello constituye, para los grupos dominantes, lo que denomina
"capacidad estratégica".
En suma, son muchas las
sugerencias y los caminos abiertos para intentar con alguna eficacia resistir
al menos esa capacidad estratégica y conjeturar algunas otras para nosotros,
los dominados. Y los excluidos, no mencionados por Chesnais en estos trabajos.
Edgardo Logiudice
marzo 2015.