viernes, 27 de marzo de 2015

Los estigmas del Doctor Kicillof y la Docta ignorantia.

"Cuántos pobres hay es una pregunta bastante complicada. Yo no tengo el número de pobres, me parece que es una medida bastante estigmatizante", afirmó el Doctor Kicillof.

La ignorancia de los doctores no es precisamente la docta ignorantia que postuló Nicolás de Cusa en el Siglo XV. Era esa la ignorancia humilde como condición del conocer y cumplió su tarea de abrir los senderos de las ciencias. Bien distinta de los bocazas sabelotodo.      

Probablemente alguien más enterado le haya advertido al Ministro, a bocajarro de haber abierto la boca, que el actual Papa, argentino y peronista, se bautizó Francisco en honor al poverello  de Asís y que, según la tradición fue éste el primero que recibió los estigmas. Y que fue el Obispo de Roma quien obsequió a la abogada Fernández el documento del Consejo Episcopal de Aparecida, que trata de los pobres de América Latina  "para que vaya pescando lo que piensan los obispos".   

Entonces el Doctor Kicillof, sin parar mientes sobre la estigmatización, se apuró a rectificar la ausencia de medición enfatizando: "La medimos y la ultramedimos".  Vele decir, si medir es estigmatizar: estigmatizamos y ultraestigmatizamos.
Con lo cual los pobres deberían sentirse agradecidos de que el Ministro reprodujera en sus cuerpos las llagas de Cristo de tal manera. Que obrara el milagro del privilegio divino. Privilegio tal que el propio San Francisco ocultaba sus estigmas porque no se creía merecedor de ellos.

Quiero pensar que fue ésta la acepción que quiso usar el Doctor y no la infamar o deshonrar, puesto que si así fuera y medir la pobreza significase infamar a los pobres o deshonrarlos, "ultramedirlos" sería poco digno de un Ministro. Mucho menos de quien, exhibe, en el CV que publica la página de su Ministerio, haber sido Asesor de Gildo Insfran, durante una de sus gobernaciones en Formosa, y de Eduardo Amadeo durante el gobierno de Carlos Menem.   

Podría esto quedar en la anécdota de una pifiada. Pero ignorar la pobreza parece ser hoy tarea de economistas que, acompañados de cerca por el propio líder de la "Iglesia de los pobres", el compatriota Bergoglio, desplazan el asunto hacia la "desigualdad escandalosa".
Y la razón parece residir, precisamente, en la medición.
La medición de la pobreza no es infamante, como tampoco una gracia divina. Es inmoral cuando se naturaliza su existencia -pobres hubo siempre, dijo la rea María Julia Alsogaray-, porque significa la naturalización de los ricos. Es esto lo que da por presupuesta la desigualdad que escandaliza al Papa más que la pobreza, que da sentido a su iglesia ¿qué sería de la iglesia de los pobres sin pobres? Como da letra a Pikkety, Stiglitz, Krugman y a cuantos dan por casi superada la pobreza en Latinoamérica y el Caribe, por cuanto conforme a cómo miden ésta, por ingresos y tenencia de algunos bienes, los índices efectivamente han bajado sustancialmente en la última década. Al tiempo que mucho más aumentaron los de la desigualdad.
La tarea, dicen, es bajar la desigualdad. Claro es que bajar la desigualdad es mantener la pobreza. Y la riqueza. Lo que ninguno de ellos dicen es que precisamente la desigualdad es la causa de la pobreza.

"Queremos que más personas sean propietarias" dijo George W. Bush en el 2003.
Se trataba de los adquirentes de viviendas con las hipotecas que fueron a parar al diablo pero que fueron el pilar del gran negocio financiero cuyo pato lo pagaron, con el salvataje, los mismos contribuyentes "favorecidos"  por Bush Jr.
Préstamos para el consumo, endeudamiento de los hogares. Propietarios endeudados fueron los que quería el hijo del padre, como los españoles desahusiados y los griegos desprevenidos.
Tanto en Estados Unidos como en España el endeudamiento de los hogares, vale decir cuánto del ingreso está afectado al pago de deudas por préstamos para el consumo, es del 100%. En Inglaterra del 159%, lo que significa que para saldar la deuda el tipo tiene comprometido, de mantenerse constante, una vida y media de trabajo.
En Latinoamérica se mide poco, pero en tanto en Brasil como en Chile alcanza al 60%. En México se realiza en relación al PBI y aumenta aceleradamente.
En la República Argentina no se hace. Seguramente también para no estigmatizar. Pero el Doctor Kicillof asegura que algún organismo internacional señala a nuestro país con menores índices de desigualdad en América del Sud. En el mismo acto donde la Presidenta de la Nación anunciaba más préstamos para el consumo de bienes del hogar. Es decir, más deuda. Trabajo futuro más comprometido y más ganancia asegurada para el acreedor. Siempre que el deudor viva y pague. Para lo que no tiene más remedio de trabajar. Si puede.

Está claro que con algunos bienes se puede vivir un poco mejor. Mejor con heladera que sin ella. Pero el nivel de pobreza no es ni absoluto ni permanente. Salvo que, para acreditar la condición de pobre deba uno andar con taparrabos o, como dicen que decía el General don José de San Martín, "en pelotas".
La pobreza, según parece, es relativa e histórica. Habrá de considerarse en relación al producto social y a su apropiación. Y esa apropiación, que se traduce en quienes tienen que cobrar y quienes tienen que pagar, es la que señala la desigualdad "escandalosa". Pocos tienen mucho que cobrar y muchos tiene mucho que pagar. Pocos acreedores y muchos deudores. We are the 99%.
El Doctor ha enseñado en la cátedra aquello de "libre y esclavos, patricios y plebeyos, señores u siervos" del Manifiesto Comunista. El Doctor, pensando que hay que superar a Marx, escribió "Salario, precio y ganancia en la Teoría General" de Keynes. No reparó, creo, en que podría agregarse acreedores y deudores. Quizá sea porque el Ministro es un gran pagador. Desesperado por no poder pagar a los acreedores. Líder de los pagadores con los ahorros de los estigmatizados.

Quizá de De docta ignorantia  le bastara leer el Capítulo primero del Libro Primero, De qué manera saber es ignorar.  Pero ignorar no es saber. No es pobreza, es miseria intelectual.

Edgardo Logiudice

Marzo de 2015

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