El llamado neoliberalismo, es decir la forma política de la
culminación de la dominación del capitalismo financiero, entre todas sus
políticas privatizadoras emprendió la que quizá haya sido la atribución mayor
de la soberanía estatal. La creación y gobierno de la moneda que caracterizó al
Estado-Nación.
De ese juego, como a las patas de un burro roncador, jugó
George Soros nada menos que contra la libra esterlina. Su fondo, Quantum
Endowment, forzó al Banco de Inglaterra a devaluar la divisa en 1992. Parece
que en 1997 hizo algo similar con Malasia.
El muy ingenioso titulero de Página 12 dice "No estamos Soros".
En verdad no lo estamos. Está también Kyle Bass que compró
bonos griegos después de la crisis al 30% de su valor y, luego del cierre de
Grecia con la tríada del Fondo Monetario, el Banco Mundial y la Unión Europea
obtuvo ganancias superiores al 20% anual en euros. Que pagan los griegos, como
se debe claro, con ajuste de cinturón.
Soros y Bass ya hicieron su negocios, quieren pasar por
ventanilla y Griessa se opone.
Aliados nuestros, entonces, que queremos pagar. Los
acreedores, abogados del deudor.
Pero contamos también con el Premio Nobel de Economía Joseph
Stiglitz. Argumenta claramente. El fallo de Griessa "alienta el comportamiento usurero, se torna
en una amenaza para el funcionamiento de los mercados financieros
internacionales y desafía un principio
básico del capitalismo moderno: los deudores insolventes necesitan un nuevo
comienzo".
Con este fallo, pronostica
"los prestatarios soberanos
no van a confiar, ni deberían, en la imparcialidad y competencia del poder
judicial norteamericano y el mercado para
la emisión de dichos bonos se trasladará a otro lugar". Alerta. No
asustar a la clientela.
Creo que, por lo menos desde cierta izquierda marxiana, podríamos
recordar que es un préstamo de dinero a interés, crédito para el acreedor,
deuda para el deudor. Que, cuando es de un Estado se llama soberana.
El préstamo es la venta de una mercancía que se llama dinero, cuyo
precio es su valor que incluye un interés, que es la ganancia. Es una venta
temporaria, tiene un plazo, y es condicional ya que lo prestado se debe
devolver. Parecido a un alquiler pero que, a diferencia de éste donde, si lo
alquilado se destruye no se puede devolver, dado que el dinero no huele,
siempre puede ser reemplazado por una suma igual y, por lo tanto, siempre puede
y debe ser devuelto. Tomo III de El
Capital.
El préstamo funciona siempre como un anticipo fundado en la
confianza en esa devolución. Una confianza desconfiada, dado que el grado de
confianza determina la razón, el porcentaje de interés.
Pero confianza al fin porque uno sólo es el que pone, no hay
intercambio, de parte del deudor sólo hay una promesa, escrita pero promesa. El
acreedor confía en la virtudes personales del deudor. Por eso se habla de
honra.
El negocio del prestamista está en que siempre haya hombres
honrados que le estén debiendo. Que existan siempre los que necesitan
anticipos.
Los grandes prestamistas de hoy son los fondos financieros que
actúan a la sombra de los bancos. El capital financiero que no tiene más patria
ni domicilio que aquél donde pueda evadir mejor su origen y los impuestos. El
fondo Quantum de Soros tiene domicilio fiscal en el paraíso de Curaçao. Soros
confía en nosotros, no estamos solos. Quiere que sigamos siendo honrados y
paguemos. Así, de paso, él también cobra lo que Griessa no le deja.
Después de todo Soros se jugó como cuarto mayor tenedor de
acciones de YPF con 450 millones verdes. Después que los verdes ecológicos le
impidieran regar, junto con un vicepresidente del Grupo Clarín, sus 1l.000
hectáreas de arroz, inundando los esteros del Iberá. Filántropo nuestro aliado
pensaba en los pobres chinos.
El capital financiero no es dinero, es la concentración de la
propiedad privada del trabajo social en forma
de dinero. Dinero que, para seguir siendo capital, necesita venderse como
cualquier mercancía. Cuando decimos que queremos pagar para obtener
inversiones, como las chinas por ejemplo, estamos diciendo que queremos pagar
para poder comprar dinero. No importa si un poco más caro o más barato. Los
acreedores que quieren que nos dejen pagar quieren seguir manteniendo su negocio.
Por eso Soros y Bass, como abogados nuestros, piden a los tribunales que se
desbloqueen los fondos. El Nobel Stiglitz es transparente: si
ahuyentamos a los clientes se cae el negocio. El capital financiero necesita
seguir concentrando trabajo social en forma de interés. De dinero que engendra
dinero. El valor de uso de la mercancía dinero. "Es en el capital a
interés donde la relación de capital cobra su forma…más fetichista",
escribió Marx. Los intereses que queremos pagar no son más que trabajo social.
Trabajo social es el ajuste: más impuestos menos salarios. Desposesión de un
lado, concentración del otro. Pagar significa mayor desigualdad.
Ese parece ser el significado de la epopeya del "pago
soberano". Soberanos…
Alguna vez el viejo Marx fue joven, un joven estudioso,
intuitivo e inconforme. Rebelde.
Por 1844 escribió a mano algunos textos conocidos como
tales, Manuscritos. Entre ellos uno con el título de "Crédito y
banca" que, al menos que yo sepa, no está traducido al castellano y que,
me parece, viene al caso.
"El
crédito es el juicio que la economía política tiene sobre la moralidad de un
hombre".
En el
crédito "un hombre reconoce a otro por el hecho de que le adelante
valores. En el mejor de los casos…cuando [el prestamista] no es usurero, señala
su confianza en su prójimo al no considerarle un bribón, sino como un hombre
«bueno». Por «bueno», el acreedor, como Shylok, entiende solvente".
"Vemos
que la vida de un pobre, sus talentos y su actividad son, a los ojos del rico
una garantía de reembolso de lo prestado: dicho de otra manera, todas las
virtudes sociales del pobre, el contenido de su actividad social, su existencia
misma, representa para el rico el reembolso de su capital y de sus intereses. La muerte del pobre es, por lo tanto el peor
accidente para el acreedor. Es la muerte del capital y los intereses".
A aquél
joven no le dieron el Nobel de Economía. Stiglitz dice que la muerte del
deudor "se
torna en una amenaza para el funcionamiento de los mercados financieros
internacionales". Por eso Griessa "desafía un principio básico del capitalismo moderno: los deudores
insolventes necesitan un nuevo comienzo".
Los acreedores necesitan deudores vivos, es un principio básico
del capitalismo moderno.
La muerte del deudor es la muerte del capital y los intereses.
Soros y Bass nos necesitan vivos. No estamos sólos.
Edgardo Logiudice. Agosto
2014.
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