miércoles, 20 de mayo de 2015

Los desaguisados del asunto Fayt y el consejo de Verbitzky. Tratando de aclarar los tantos.

El llamado de Verbitzky a un acuerdo político para dar solución al caso Fayt significa una incitación a una asociación ilícita entre oficialistas y opositores para encubrir actos delictivos de la Corte Suprema.

En este asunto se mezclan dos cuestiones:
a) el asunto Fayt, claramente su vejez y,
b) la elección, reelección anticipada de Lorenzetti, en que se cuestiona la validez de la firma de Fayt.
La primera se relaciona con la iniciativa del juicio político, la segunda con el delito de falsedad ideológica de la Corte.                                                                         

La vejez.

El Poder Judicial tiene un carácter más que corporativo, que lo tiene, monárquico. No sólo por la inamovilidad de los jueces sino también por el procedimiento de designación.
Este carácter tiene su arraigo en la historia y tradición de este aparato de estado.
La inamovilidad existe en Francia, Italia, España, Brasil, Chile y, sobre todo, en Estados Unidos donde , además, son vitalicios. Ninguno de estos países es una monarquía salvo España.

Muchos juristas, y no-juristas de pronto devenidos tales, se escandalizan cuando alguien ha sugerido un examen psico-físico para el Doctor Fayt. Cualquier trabajador está sometido a ello y nadie se escandaliza. Los exámenes suelen ser más estrictos conforme la actividad que el examinado desarrolle implique riesgo para otras personas.
Si es cierto que la Corte Suprema es la última instancia de la justicia y ésta es el resguardo de los bienes y la vida de los ciudadanos, de sus aciertos y desaciertos dependen la seguridad y el riesgo de una población entera.  
Por otro lado, sin tantos riesgos, para algunas profesiones y, particularmente, para impartir clases es necesario revalidar periódicamente la actualización de los conocimientos.
A ninguna de estas "humillaciones" está sometida la honorabilidad de los jueces.
Lo dice una Jueza, María Laura Garrigós de Rébori, referente de Justicia Legítima:"A los jueces que llegan al cargo nadie se encarga de evaluar si hacen bien su tarea…lo más grave es que no existan mecanismos de control del rendimiento físico y psicológico…y aun más grave, tampoco del rendimiento laboral". Pero sus remuneraciones son intangibles.
Tampoco están sometidos al castigo del voto ciudadano, suponiendo que exista el voto-castigo.
Los jueces de la Corte Suprema son nombrados por el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado. Los Presidentes, tanto acá como en los democráticos Estados Unidos de Norteamérica, han heredado una de las facultades del Monarca. 

Sería discriminatoria la presunción de inhabilidad en razón de la edad. Si los es "para abajo", la excesiva juventud, también lo es "para arriba". Otra cosa es que exista el derecho a la jubilación. El deber de hacerlo se puede justificar en aquéllas instancias donde el no hacerlo constituye un "tapón" para el ingreso de los más jóvenes. Y, en esos casos, para no desaprovechar la creatividad y la experiencia se han arbitrado mecanismos: el consultor, el emérito, que conocemos.
El problema está en la concepción del privilegio, no sólo de la Corte y la Justicia.

Pero, aceptada las cosas como son, es decir el mecanismo constitucional, el procedimiento de remoción es el Juicio Político. Y la Constitución establece que sólo la Cámara de Diputados ejerce el derecho de acusar ante el Senado por mal desempeño en el ejercicio de sus funciones y con una mayoría de dos tercios de los miembros presentes. Cualquier ciudadano está facultado para hacer la denuncia acompañando la documentación que pruebe el mal desempeño.
La Comisión de Juicio Político inició un proceso de investigación para determinar si Carlos Fayt cuenta con aptitud psicológica y física para continuar ejerciendo el cargo debido a su avanzada edad.
Parece más o menos evidente que el doctor Fayt, quien votara en disidencia con el fallo que anulaba las leyes de punto final y obediencia debida en el caso de El Turco Julián, está algo más que achacoso. Pero lo cierto es que la Comisión de Juicio Político orinó en lugar equivocado. Muy lejos. La resolución demuestra ignorancia o desprecio por la Constitución en virtud de la cual los diputados han sido electos y por el Reglamento por el cual se rige el procedimiento de la propia Comisión de que forman parte. Sólo basta leer los textos legales.
El periodista, abogado y cruzado de la Presidenta de la Nación, Horacio Verbitzky  se queja, precisamente, de que no lean. Ni sus advertencias ni los textos legales. Sus argumentos respecto a la ignorancia legal de los diputados oficialistas publicados en Página 12 del 17 de mayo son contundentes.
Verbitzky lamenta coincidir con la oposición para la que, con razón, no ahorra adjetivos pero vuelve a sostener que la salida al asunto Fayt es sólo el acuerdo político. Con ella, con la oposición. "Lo de Fayt sólo se destraba con una negociación política. Lo que tiene que ocurrir es la negociación política porque estamos ante una crisis institucional seria que seguirá en el próximo gobierno. Gobierne quien gobierne".
Perro viejo.


Reelección Lorenzetti.      

Si la Comisión erró el vizcachazo , los honorable miembros del tribunal supremo han delinquido.
La propia Corte lo confesó. Confesó que habían falsificado el acta de la Acordada de la reelección de Lorenzetti al hacerla firmar nuevamente. Fayt no había firmado en la Sala de Acuerdos sino en su casa.
El acta es un documento público, la falsedad ideológica de un documento público es un delito sancionado penalmente. Toda la Corte cometió el delito. Quién comete un delito es un delincuente.
Para juzgar a un miembro de la Corte, porque ésta no puede juzgarse a sí misma, es necesario el Juicio Político, lo vimos. Pero para ello es necesaria la denuncia. Denuncia que hasta ahora no hizo ningún fiscal ni ningún funcionario.
Si un distraído Escribano inserta en un documento una aserción falsa lo más probable es que no sólo se anule el documento, el escriba se quede sin registro notarial, sino que vaya preso.
  
El distinguido y engolado constitucionalista, miembro también de Justicia Legítima, algo despistado políticamente, Doctor Eduardo Barcesat, dijo:  "es grave afirmar que alguien está en la sala donde se tratan los acuerdos y participa de una votación… Si esto no es así constituye falsedad ideológica en un instrumento público, lo que además de constituir un delito, puede derivar en la nulidad de esas resoluciones". Y sentenció: "debe abrirse un procedimiento para que se investigue no la situación de Fayt, sino la actuación de la Corte de convalidar que no concurra a los acuerdos y que firme fallos redactados por otros en su domicilio particular".
Más precavido políticamente el mismo Verbitzky, si bien no puede dejar de advertir que hay un delito, no arriesga a pedir una investigación: "Hay una situación muy grave porque hay una falsedad ideológica en un documento público. Eso es incluso un delito".
Pero nunca falta un correveidile y, para eso, parecen estar los Jefes de Gabinete. Oyó ruidos,  abrió la boca y dijo lo cierto: " Hay un planteo que han hecho varios, como Verbitsky y Barcesat, que son conocedores del tema, que es que las actas en las que se han justificado esos votos, esas actas a beneficio de Lorenzetti se llevaron a cabo en la Corte Suprema de la Nación. Sin embargo, el voto del doctor Fayt no se habría hecho en la Corte sino que su secretario, Abritta, lo ha llevado a su casa. Si es así estamos ante un problema que no sólo incluye al doctor Fayt sino a Lorenzetti, a la doctora Highton y al doctor Maqueda por una razón elemental: los actos administrativos de la Corte se basan en hechos y antecedentes verdaderos y esto no sería verdadero, sería caer en una falsedad ideológica diciendo una cosa que no sucedió". Zaffaroni zafó a tiempo y con preaviso.

Sin mayor explicación la Corte, ahora con la presencia de Fayt, ratificó la acordada. Según versiones los magistrados adujeron un error de redacción. La Corte no se atreve a ponerlo por escrito. Es inconcebible que tamaños juristas yerren tan fiero en la redacción. Pero además sería la confesión por escrito, no sólo de la nulidad del acto sino del delito.

Alguien mandó parar. Nadie protesta. Un inocente error de redacción termina con la gravedad, la nulidad y el delito. ¿Quién se atreve a pedir el juicio político a toda la Corte en plena campaña electoral?. ¿Quién se banca el escándalo internacional?.
Este es el sentido de la advertencia de Verbitzky: no hagan olas, a nadie le conviene.

Hay una figura jurídica conocida como "omisión de denuncia". Si bien quedó un poco desdibujada con la reforma del Código Penal su sentido no ha desaparecido: cuando no se denuncia debiéndose hacer hay encubrimiento, agravado en el caso de los funcionarios públicos. De cualquiera de los Poderes. Llamar a un acuerdo para omitir la denuncia se parece bastante a una incitación a asociarse para cometer un delito.

Este es el panorama político que, hasta ahora, incluye a todos, todos todos, los partidos políticos y sus menesterosas "alianzas". 

Edgardo Logiudice

Mayo 2015

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