Se dice del blanqueo de capitales
que es una “exteriorización de bienes sin un impuesto especial”.
Se exterioriza lo que estaba oculto,
pero se dice que se trata de un sinceramiento fiscal”.
Sincerar es, entonces, poner en
blanco lo que estaba en negro. Es decir lo que se ocultó al fisco, a lo común
de las arcas comunes para no contribuir a ellas, cuando debía hacerse.
Debía hacerse porque la obligación
fiscal es un principio republicano de aportar a los gastos comunes. Quién elude
ese principio, que en una democracia
tiene forma de ley, no sólo comete un ilícito, sino que subvierte el orden
republicano y democrático.
De acuerdo a la forma en que se haya
producido el ocultamiento, el ilícito, la evasión puede ser además un delito. De modo que el
que se sincera, además de ser antidemocrático
es un delincuente.
Un delincuente cuyo delito mayor es
restar fondos a la salud pública, a la educación pública, a la seguridad
pública. Es decir la cosa pública, la República.
Como siempre, está el pez gordo y la
mojarrita. El que cuerpea la inequidad del propio sistema fiscal. Que grava más
al pobre con el IVA, que al pudiente. Que con todos los gobiernos abre
moratorias flexibles para los grandes grupos y dsescuenta compulsivamente impuesto
a las “ganancias” a trabajadores y jubilados. Que grava a éstos y no a la
rentas bursátiles y financieras.
Una condición para que el delincuente pueda
exteriorizar su delito es que coloque parte de esos bienes en un Fondo de
Inversión.
Ya se creado uno para la industria
agraria o, mejor dicho, para los agronegocios. Cuyo ciclo comienza por el
cultivo de la tierra y que, en principio provee a la alimentación, la
supervivencia de los humanos.
Los exteriorizadores de bienes
ocultos serán inversores, es decir decidirán sobre el destino de la
alimentación humana.
Los productos del cultivo de la
tierra, de los cuales nuestro país es proveedor principal, ya no consisten sólo
en elementos nutritivos directos o indirectos (cuando alimentan animales
comestibles) sino combustibles, energía y materiales sintéticos, bioplásticos
para cualquier uso. Quienes se hayan
sincerado frente al fisco decidirán cual de esos destinos tendrá el producto
del cultivo de la tierra. Si se cultiva o no se cultiva, cómo se cultiva, qué
se cultiva.
La “condición” para poder confesar
el delito sin condena es, en realidad el premio de decidir sobre la vida humana.
Esta corrupción no necesita coimas, ha sido avalada gratuitamente por la casta
política de los representantes. Eso sí,
republicanos, democráticos y, sobre todo, transparentes.
Ah. Las mojarritas no van a entrar
en el Fondo de Inversión AD Blick AdCap Agribusiness Ley 27.260, que así se llama. Sencillamente
porque es “cerrado”, sólo grandes inversores, es decir grandes evasores. Para pescar mojarritas hay otras redes: las
de los bancos con plazos fijos (en dólares, por las dudas) y los Fondos
“abiertos”. Pero allí ellos, los pescaditos, no deciden. Deciden los bancos y
los gestores, sólo confiesan su pecado, venial.
Una parte del mundo del capital.
Edgardo
6/12/16
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