Los toros y toreros de Goya, Lorca y Picasso.
Hace poco tiempo recibimos, mi esposa y yo, en bello libro
escrito y dedicado por Juan-Ramón Capella.
Un catalán, cosa extraña, de pluma castellana. Hombre de
derecho que se ha pasado la vida lidiando con la política, la filosofía y la
cultura. Desde sus luchas universitarias contra el franquismo, donde se prendió
a Manolo Sacristán hasta su muerte, y después de ella publicando sus
trabajos.
En un capitulito de sus Impolíticos
Jardines, que así titula el libro, Juan-Ramón, en primera persona y como
versado asistente, hace la crónica minuciosa de las dos últimas corridas de
toros en Barcelona, con el fervor del que gusta del arte taurino. Y así le
llama, arte.
Fuera de la Plaza aun manifestaban los “animalistas”, vale
decir quienes habían logrado, pese al Partido Popular, la prohibición del
toreo. Por cruel y sanguinario. No obstante que, me cuenta Capella en una
carta, éstos no hubieran triunfado si no hubiese sido apoyados por los
“identitarios”, nacionalistas catalanes, para oponerse a España. (Se explica,
el PP y Rajoy a la cabeza sostienen que las corridas hacen a la identidad
española). Y así debe ser desde que los pancartistas eran treinta y los
asistentes veinte mil. De vez en cuando aparecen los que piden derogar la
prohibición. Y el año pasado hubo un fallo judicial en tal sentido.
“Desde el punto de vista ético –dice el autor recordando a
Cernuda- los animalistas tiene toda
la razón. La fiesta de los toros es bárbara y cruel…Nadie puede ir a los
toros sin dividirse por dentro”. “…la fiesta debe morir y desaparecer el arte
del toreo”. Y remata con una lección de
política, o de filosofía. Dice: “Temo que los animalistas no serán capaces de llevar adelante un proyecto de
sociedad ética por la vía oportunista emprendida...” Vale decir, la componenda
política. “Eso puede volverse contra ellos”.
“Quienes sostenemos que es prioritario acabar con la crueldad
con los seres humanos…, pero no nos sentimos dueños de la naturaleza…no podemos
ver los esfuerzos antitaurinos de los animalistas
sólo como ética académica y elitista, sino como una causa justa: Los toros
vienen de la barbarie, y es preciso poner en claro que se trata de una fiesta
cruel a la que el arte no acaba de salvar de la ignominia. Pero nadie puede
ignorar que hoy lo prioritario es no entrar en otra peor barbarie, y eso hay
que hacerlo con la gente corriente”.
La orangutana
de Buenos Aires.
En nuestro país no cultivamos la legendaria historia del
enfrentamiento del hombre con la bestia. Aunque aún persisten otras quizá menos
ancestrales como las riñas de gallos o carreras de perros. Para no hablar del
turf, “deporte de los reyes”, dónde son pocas las reuniones hípicas donde algún
participante no es sancionado por uso de “medicación no permitida”.
En Buenos aires, como se sabe, tuvimos Plaza de Toros. Se
prohibieron las corridas en 1899 y en 1954 se dictó la conocida como Ley de
Protección Animal. En 1966 se prohibió el uso de tracción a sangre en buena
parte de la ciudad. En mi niñez era corriente el uso de los carritos con
caballos y muchos tangos de refieren a ello. Por eso se hablaba de percherones
y cadeneros.
Pero las vacas siempre se mataron en los mataderos. A lo sumo
por el sur de la ciudad puede verse todavía algún cartonero llevando el carro
con un matungo medio bichoco.
Y no hace mucho un fallo declaró a un animal “persona no
humana”.
Se trata de Sandra. Veinte años de cautiverio en el
zoológico, sola, fuera de su hábitat natural.
En 2014 la Sala II de la Cámara de Casación Penal reconoció a
Sandra como “sujeto no humano”, concediéndole un hábeas corpus, figura destinada a casos de personas privadas ilegítimamente
de la libertad. Había sido solicitado por la Asociación de Funcionarios y
Abogados por el Derecho de los Animales
(FADA) y rechazado por la jueza penal de Instrucción Mónica Bordión de Crudo.
La Cámara revirtió esa sentencia considerando que se trataba
de “un confinamiento injustificado de un animal con probada capacidad
cognitiva”.
Posteriormente, en
2015, en base a ese fallo la jueza Elena Liberatore hizo lugar a una acción de
amparo interpuesta por la misma Asociación, citando al ex juez de la Corte
Eugenio Zaffaroni para argumentar que es “menester reconocerle al animal el
carácter de sujeto de derechos, pues los sujetos no humanos (animales) son
titulares de derecho, porque se impone su protección en el ámbito competencial
correspondiente”.
Liberatori también cita el Código Civil, que no ampara el ejercicio abusivo
de los animales. "De todo lo expuesto surge claramente que el interés
jurídicamente protegido por la ley no es la propiedad de una persona humana o
jurídica sino los animales en sí mismos, quienes son titulares de la tutela que
establece frente a ciertas conductas humanas", indica la magistrada en el
fallo.
Está claro que un animal no es una cosa. Sin embargo, los perros tienen
dueño. Y algunos son bastante caros. Y está claro también que muchos perros y,
algunos dicen que los gatos, tienen capacidad cognitiva. Al menos le hablan
como si así fuera. Sin embargo, son muchos los que viven en “confinamiento
injustificado”: departamentos de cemento de treinta y cinco metros cuadrados.
Salvo cuando llega su institutriz, no hagamos cuestión de género, enredada
en los correajes, para que los pobres bichos, evacuen sus aguas -mayores y
menores- en veredas de colegios y jardines de infantes.
Tampoco es una cosa el cartonero, con carrito o sin él, que tiene el
derecho de ganarse la vida como elijen los demás. Por eso respeta la ordenanza
y abandona el matungo flaco. Y va como res en un camión de ganado para ir a
tirar el carro como la bestia, revolviendo los, hoy, robotizados containers.
Ocupémonos de la bestia y no del “reciclador”. Porque la bestia es sujeto de
derecho, persona no humana. Bien dicho, que parece que se acabó la tracción a
sangre.
Las bestias celestiales.
De hecho, antes que la Honorable Cámara de Casación, los y las (ojo con el
género) juezxs dicten amparos, las mascotas tienen sus derechos. Siempre que su
dueño, que no es dueño (porque nadie puede ser dueño de una persona –humana o
no- o un sujeto (¡bien, como siempre Zaffaroni!) de derecho, tenga algún
dinero.
Derecho de hecho (ius facti) a la
alimentación (no se vaya a desnutrir), a la salud (vacunar, despulgar), la
higiene (el champú), la vestimenta (si es la camiseta de la selección, mejor), vivienda,
paseo (algunas veces con valet, que recoge o no el regalito), educación,
entretenimiento y esparcimiento con personal
trainer, y hasta un lugarcito para cuando deba descansar en paz. El animal no es una cosa, pero por las dudas,
como vale unos cuantos pesos, lo aseguro (contra robo y muerte, falta granizo
porque no se abolla).
Siguiendo los pasos del santo de Asís, patrono de los animales, Francisco
el Papa, fue más allá. En diciembre de hace dos años en la Plaza de Pedro,
tratando de consolar a un niño triste por la muerte de su perro le dijo “un día vamos a ver de nuevo a nuestros animales en la
eternidad de Cristo. El Paraíso está abierto a todas las criaturas de Dios”.
Será ya una cuestión teológica ver quien debe pagar las misas por el descanso
de sus almas, para que Dios los tenga en su santa gloria. Amén.
La cuestión no es
nueva. En efecto, El Papa Pío IX (1846-1878), (creador de la doctrina de la
infalibilidad papal) en 1854 argumentó que los perros y otros animales tienen
conciencia y, en la década de 1990, el Papa Juan Pablo II proclamó que los
animales tienen alma y “están tan cerca de Dios como el hombre”. Algunos, como
Benedicto XVI, que se retobaron ante tamaña herejía, al hacerlo han puesto en
duda la infalibilidad.
Animales es un
concepto muy amplio, tanto que incluye a insectos y otras clases de bichos.
Suponiendo que ni Jueces ni Papas hayan querido incluir a la vinchuca ni al
mosquito que transmite el zica, es de sospechar que se refieren a las bestias.
Bestia es un término
de origen latino cuyo significado se refiere a mamíferos cuadrúpedos, en
particular domésticos. Los romanos lo utilizaban para las fieras destinadas a
combatir con los gladiadores. Y arrojar a las bestias (damnatio ad bestias) era una forma cruel de la condena a muerte, a
la que parece fue sentenciado San Ignacio, Obispo de Antioquía, por el
emperador Trajano. Paradójico, al menos.
Será por eso que el
cristianísimo ex Rey de España andaba cazando leones a escopetazos.
Los humanos infernales.
Musulmán no es solamente el seguidor de Mahoma.
La barbarie de los lager incorporó al término el cruel
significado de que dio cuenta Primo Levi.
No solamente es
difícil rastrear el origen de esa denominación para aquéllos de los que Levi se
pregunta si todavía pueden llamarse humanos, sino hasta describirlos. Quizá, en
el límite, la indiferencia a que les dieran algo de comer o no, indiferentes ya
a la sobrevivencia. Muertos vivientes.
Algunos adjudican ese
nombre al desprecio de los jefes nazis inspirados en un canon, un precepto, que
aconsejaba no beber café:
“[¡no tomes tanto café!] / [No es para niños ese brebaje
turco:] / [afloja los nervios,] / [te vuelve pálido y enfermo;] / [¡no seas
como los musulmanes,] / [que no se pueden dominar!]”
Esto porque parece
que, desde el siglo XVI, turco pasó a ser sinónimo de musulman en virtud de las
campañas antiturcas de los Habsburgos. Los turcos tomaban café y el prejuicio
era que el café afloja los nervios y vuelve a las personas pálidas, enfermas y
sin voluntad.
Hoy, que en el lager
globalizado el término musulman cambia también de significado y cualquier
morocho es sospechoso de terrorismo, y no sólo árabes, turcos o apátrida de
cualquier culto que anda buscando por el mundo un lugar para vivir sin hambre y
sin guerra, es condenado al infierno del califato.
Hoy, digo, lo de
equiparar a las bestias con los humanos es, por lo menos, peligroso: significa que los humanos son bestias.
Aunque uno descuente la ingenua benevolencia de jueces, papas y ONGs animalistas.
Y en este tren donde
lo único que se mueve libremente es el capital, donde la desnutrición no baja,
donde la desigualdad es abono de los nuevos nazis, pronto nos veremos obligados
a que se nos reconozcan como “personas no bestias”, con sus mismos derechos. Los
de los perros, gatos, tortugas y lagartijas. Y la pobre Sandra.
O condenados a ser
musulmanes, indiferentes ante la muerte. Que ya los hay, y muchos, empujados a
la degradación moral, humana.
La verdad es que de
hecho, aunque aparezca como un derecho, ya hay a quién lo mismo les da
alimentar bestias que humanos. Muchos lo asienten y muchos con ello hacen
negocios.
La crueldad invisible.
Sospecho que el
hambre y la desnutrición deben existir. De lo contrario no serían preocupación
de la Agenda 2030 del Proyecto de Desarrollo de las Naciones Unidas ni de la
FAO, ni la OMS.
Aunque no es
necesario ir tan lejos. Basta el tironeado Informe del Observatorio de Deuda
Social de la UCA, a falta de mejores datos.
Uno de cada
cinco niños vive en “inseguridad alimentaria” y de ellos casi el ocho por
ciento en “niveles graves”. Esto es, hambre y desnutrición.
"Los niños
pertenecientes a estratos económicos de clase trabajadora marginal tenían en
2015 el 42% de probabilidad de experimentar situaciones de inseguridad
alimentaria y el 16,6% en niveles severos".
“La situación de
hacinamiento de niños y adolescentes afectaba al 18,5%".
“Se estima que
uno de cada cuatro niños vive en hogares con necesidades básicas insatisfechas”.
En 2015 “Uno de
cada cuatro niños (26,6%) recibía la cobertura alimentaria diaria directa
exclusivamente en los comedores escolares”.
Nutribon es una
marca de alimentos para mascotas. Contiene: maíz, trigo, soja,
harina de carne,
de vísceras y aceite de pollo. Vitaminas A, D3, E, K3, B1, B2, B5, B6, B12.
Minerales:
Selenio, yodo, cobre, zinc, manganeso, hierro, sodio.
Solamente de
alimentos un perrito mediano consumía el año pasado siete mil quinientos pesos
anuales.
Decía La Nación
en 2008: “Sólo si se tiene en cuenta el alimento balanceado, las vacunas y
fármacos y los paseadores de perros registrados, el universo mascotero en la
Argentina mueve no menos de 660 millones de pesos al año. De ellos, 492
millones corresponden a las 300.000
toneladas de comida que se producen para el mercado interno, según las
últimas estadísticas de la Cámara Argentina de Empresas de Nutrición Animal
(Caena)”.
“El mercado de
fármacos (fundamentalmente antiparasitarios y pulguicidas) y productos
biológicos (vacunas) implica un movimiento anual de 163 millones de pesos,
según Caprove”.
"Quizá las
cifras parezcan excesivas, pero es cada vez más la gente que hace grandes
inversiones en su mascota", indicó Matías Wullich, dueño de CentroPet, uno
de los negocios para mascotas más grandes de la Capital. "La mascota dejó
de ser ese animal tirado en el fondo del patio; hoy es un miembro más de la
familia", explicó Wullich, que además contó que los dueños de las mascotas
se refieren a ellas como «mi hijo» o «mi bebe»".
"En caso de
que el animal sufra un accidente, el seguro cubre cualquier tipo de
intervención por parte de un médico veterinario", indica un informe
otorgado por la compañía Mapfre a La Nación. También asegura una indemnización
en caso del fallecimiento del animal”.
Para este año la
suma para alimentos sería de seis mil millones de pesos.
El País, el 4 de
diciembre último: “La tendencia a tratar a los animales de compañía como hijos
promueve una industria que el año pasado facturó más de 100.000 millones de
euros solo en Estados Unidos, Europa, América Latina y Japón”. Cifra que supera muchas deudas soberanas.
En consonancia
crece el número de empresas.
En 2013, ya hace
tres años, decía La Nación: “Una foto de la década, en tanto, muestra que de
las 189.000 toneladas producidas en 2003 se pasó a 587.000 durante el año
pasado.
Al calor de este
auge se multiplicaron las empresas productoras y comercializadoras de alimento
para mascotas, cuyo número se incrementó 21% en el último lustro”. “Se trata de
un heterogéneo grupo de firmas, que van desde unas pocas subsidiarias de
multinacionales, pasando por grandes y medianas empresas nacionales y
extranjeras (no multinacionales)”. “En los últimos cinco años. Mars, Nestlé,
Molino Chacabuco, Metrive y Alimentos Pilar concentran más del 67% del mercado”.
Alimentando al mundo.
Pobreza cero,
Argentina no sólo granero sino góndola del mundo. Además debemos alimentar las
bestias, nuestras y ajenas.
El 8 de diciembre
La Revista Veterinaria Argentina dice: “La fabricación nacional de alimentos
[para mascotas], por otro lado, también crece, lo mismo que la exportación.
Tanto es así, según la CAENA, que la Argentina se posiciona como el octavo exportador mundial en volumen.
Según indica la revista especializada Agroindustria, Chile es principal destino
de las exportaciones locales, con el 63%, seguido por Uruguay, con el 11%”.
Está bueno eso de alimentar bestias limítrofes de la gran patria americana.
Esas exportaciones
llevan alimentos nutritivos. Maíz, soja, trigo, carne, pollo y vitaminas.
Uno de los que
lleva ese alimento es Nestlé. La
compañía multinacional agroalimentaria más importante del
mundo. Su sede central se encuentra
en Suiza.
La gama de
productos ofertada por Nestlé incluye desde agua mineral hasta comida para
animales, incluyendo también productos de chocolate y lácteos, sopas.
La compañía
agroalimentaria más grande del mundo, para sus negocios, no distingue entre
bestias y humanos. Para proceder así no necesita de Jueces o Papas que le
otorguen calidad de personas a las fieras. Todo es cuestión de que alguien
pague. Y los accionistas cobren dividendos. A costillas de las bestias.
Sin acudir a la
suspicacia de adivinar procesos paralelos, historias de conspiraciones y
confabulaciones, lo cierto es que estas convergencias incitan a pensar que la
barbarie del toreo no es la única.
Y que, a esa
barbarie no hay que acostumbrarse, como a ninguna crueldad. De muchas de las
cuales el capitalismo no es ajeno.
¿O es que en
esto no tiene nada que ver la publicidad para el consumo? Fomento y negocio de
la producción de animales (o personas no humanas) para un mercado de alimentos
y vituallas, así como se generan consumidores humanos cuando es necesario
realizar las mercancías.
Final del
torero.
Llanto por Ignacio
Sánchez Mejías (torero)
La cogida y la muerte
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
….
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
….
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
….
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
….
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
….
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
….
y el gentío rompía las
ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
La crueldad de los atavismos suele pasar
desapercibida. No solamente el toro que mata a un matador debe ser sacrificado,
también su madre. Pues dicen, los que conocen las reglas de este juego que el
toro hereda de su padre el cuerpo robusto y de su madre el carácter, la
bravura. Bárbaro sí, y aceptado.
Por acá no lloramos la muerte del torero. Por
acá a las bestias las dotamos de personalidad. Aunque se críen millones de
cabezas de ganado para ser sacrificadas. Y no se puede condenar así nomás el
atavismo de nutrirse con proteínas animales. Sí se debe condenar a los
matadores que condenan a muerte y otras cosas más a uno de cada cinco niños
que, como en el lager, irán a las nubes, a la diestra de Dios, sin pasar por la
cámara de gas. O serán musulmanes. Como personas humanas. Por carencia de proteínas.
Pero estos matadores no usan trajes de luces,
sino de Armani.
Todo parece muy natural.
Edgardo Logiudice
Diciembre 2016
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