lunes, 16 de octubre de 2017

Elecciones, representación y represión. Sus tics, el espacio y el tiempo.

I.
No han sido las técnicas las que ha puesto en crisis a la democracia representativa electoral, tampoco el socialismo, sino el propio capitalismo, aún más su absolutismo financiero. Que no sólo mostró sus límites sino que la viene demoliendo, porque ya no solamente es un obstáculo, sino porque no le sirve más que como apariencia o lugar de manipulación ideológica, apenas simbólica.
Sin embargo creo que las técnicas, en particular las de información y comunicación, no son ajenas al proceso de desmitificación que no ha sido hasta ahora superado con éxito a pesar de intentos autogestionarios democráticos.
Por eso, aunque no sea más que desde la reflexión liviana mediante la cual logremos algún paso adelante, quizá valga la pena algún ejercicio de especulación sin pretensiones (conjeturas) para criticar al menos un poco el sentido común, siempre presente cuando caminamos períodos electorales. No para sugerir no participar, que eso es privativo (además de un derecho o un deber, según se lo mire) sino para tener idea de sus límites y no generarnos demasiadas ilusiones. (Porque la des-ilusión, si acaece, des-moviliza y, si genera miedos, paraliza).
Acá quiero especular algo sobre la democracia y las TICs en relación al tiempo y el espacio.
Por democracia quizá deba entenderse mucho más que la representativa electoral.
Se intuyó así con el “que se vayan todos”, en el que “todos” eran los representantes electos. Creo que no pasó de intuición y que la gesta de haber tirado abajo varios gobiernos en pocos días devino euforia que hibernó la evidencia del propio poder de rebelión democrática.
Las TICs no sólo sirven a los trolls dominantes, ni alcanzan las redes para oponerse.
Creo que para aprovecharlas hay que pensar su alcance, aunque sea modestamente.             

II.                                       
La representación es la forma por excelencia de la legitimación del poder en sentido amplio, aun cuando éste se ejerza por medio de la fuerza y no el asentimiento o el consenso. La re-presentación es un término de una relación–en este caso político- no necesariamente vinculado a la manifestación de la voluntad general o popular. Así, por ejemplo, en las teo-cracias absolutistas originadas en actos electorales.
Re-presentar es hacer presente lo ausente que está o se concibe en otro lado o en otro tiempo.
Entiendo por política acá la toma de decisiones eficaces que afectan la conducta de grandes conjuntos de población humana, aun en el caso de que perjudiquen o beneficien a grupos no mayoritarios. Por ejemplo, respetar los derechos de alguna minoría.
En este sentido las decisiones pueden provenir de lo que llamamos Estado (como pretensión de representación de una comunidad) o no. Por ejemplo un cartel narco o una organización paraestatal (armada, o religiosa, o ideológica, o gremial, o empresaria). Sus decisiones son políticas siempre que afecten eficazmente a conjuntos humanos, pretendan o no alguna representación, celestial o terrena.

En lo que llamamos Modernidad, por lo menos en “Occidente” desde los siglos XII o XIII, la representación política se asienta en la idea de que las decisiones son el resultado de la expresión de la voluntad general o popular de los miembros (o de algunos de ellos más o menos privilegiados o reconocidos en razón de género, edad, patrimonio, etc.) de una comunidad, en particular de la llamada Nación. Ilusión de comunidad por excelencia, identificada como Estado-Nación. Todo un proceso histórico que transcurre con algunas gloriosas revoluciones y también modestas reformas.

La construcción de esa representación se realiza por el medio técnico del voto (como manifestación por lo general, de voluntad individual, no estamental o corporativa) en la elección de representantes que expresan distintas opiniones, deseos o intereses, que se postulan o presumen beneficiar al conjunto de su comunidad. Hoy denominadas políticas de Estado, otrora utilidad pública, común o bienestar general.
Digo que se trata de una técnica porque su objetivo es lograr una operación numérica y puede utilizarse tanto para elegir representantes o cualquier otra cosa. El capitán de un equipo de futbol amateur, un encargado de una tarea arriesgada, o un condenado por un tribunal disciplinario, o quién fusila o quien hace de gallinita ciega. Cosas que poco o nada tienen que ver con la autoridad o el imperium que caracterizan tradicionalmente la política.           
De modo que el voto es en sí mismo independiente de la representación. Un monarca hereditario puede re-presentar una estirpe originaria.
Hay voto sin representación y representación sin voto.
En suma, el sufragio es un modo de comunicación e información, en este caso como parte de un sistema de legitimación del poder. El medio o instrumento puede ser la voz, la mano levantada, un papel en una urna. Un gesto.


III.
Pero la representación es la forma, lo formado, trans-formado por el voto, en ese modo de legitimación.
Ese poner presente lo ausente tiene diversos orígenes y distintos aspectos.
No es cuestión de referirnos a ellos acá, en estas modestas conjeturas, sino muy brevemente. Podríamos aventurar sí, que siempre tienen relación con el espacio y el tiempo.
Hay antecedentes religioso-teológicos, al menos en la tradición cristiana, conocidos y muchas veces tratados, en la encarnación de Cristo, que hace presente a Dios (como los re-presentantes hacen presente y le dan voz al Pueblo). Ya no en el Cielo sino en la tierra. E, independientemente de tantas discusiones teológicas sobre desde cuando estaba prevista esa encarnación, lo cierto es que –como hombre- Jesús aparece mucho tiempo después que otros hombres para manifestar el Verbo.
Pero sea ése un paradigma o no de la re-presentación, hay otra de origen terreno y pragmático. Antes aún de la Modernidad. La vinculada ya a modos de producción bélicos, por lo menos desde el siglo III a.C., por medio de procuradores para la relación con otros pueblos en re-presentación de los reinados y los imperios. Enemigos o aliados.
Sin embargo es en materia comercial donde particularmente se desarrolla la re-presentación bajo la figura jurídica del mandato, la gestión en nombre de alguien que no está presente. Lo que llamamos poder de representación.
Acá, en materia jurídica “privada”, particularmente en el derecho romano, es donde se desarrolla esta institución: el mandato, originada en manum dare, dar la mano en señal de confianza a quien lo representará. Todavía, entre nosotros se utiliza la expresión mandatario y, si Primer Mandatario es el Presidente, lo es porque es también un representante, como lo son los senadores de cada Provincia y los Diputados del Pueblo de la Nación.
Y los propios constituyentes, si recordamos el Preámbulo de la Constitución.
Todavía hoy los representantes agregan  a su dieta el plus generado por los gastos de traslado, lo que nos señala el elemento espacial de la práctica de la representación. Como su misma dieta nos indica el tiempo que insumen las deliberaciones y sesiones.
Ha sido con el desarrollo de la economía capitalista mercantil que el derecho de las burguesías perfeccionó la institución. Pero en materia política no debemos olvidar que la representación jugó el papel de hacer llegar las peticiones, quejas y demandas rurales a los centros de poder. Por ejemplo en la Revolución Francesa. Aquí se ve el elemento espacio más claramente.
   

IV.
En suma, como en cualquier sistema de  poder,  aparece un apoderamiento a los representantes. Poder que se otorga. Esa es la figura ideológico-jurídica. Pero ¿es ésa la determinación  material?
No lo  sería si miramos dónde se halla el verdadero  poder. Que el poder soberano reside en el Pueblo no es mucho más que una construcción, desde que éste hoy no es sino una masa de deudores con título de propietarios. Y, para los grandes grupos de poder un registro de datos que proveen a su manipulación  publicitaria, con muy poco sentido de comunidad, desde que cada persona deja de ser tratada como individuo de la especie, para ser dividido en las parcialidades que registran los algoritmos. Constituyendo (o destruyendo) así nuevas subjetividades e identificaciones.
No obstante, las resistencias y las demandas existen y la idea de mandato, que aún  pervive, suele ser movilizadora. Y en la movilización, si encuentra algún rumbo superador del statu  quo establecido, se hallaría la potencia soberana capaz de liberarse de la dominación  del hombre por el hombre.

Acá quiero poner de relieve solamente  los dos elementos de la representación como mandato: espacio y tiempo. Para conjeturar que si ellos se contraen y hasta se anulan por medio de estas tecnologías, la representación se torna innecesaria.              
  

V.      

Dominación del hombre por el hombre significa que algunos seres humanos dependen de otros para vivir. No sólo subsistir biológicamente, sino como, precisamente, humanos  que se comunican con la especie en forma interindividual o colectiva.
En el capitalismo, por lo menos desde la gran industria hasta acá, los medios de producción y de subsistencia son distribuidos por sus poseedores (propietarios privados, si se quiere) conforme  se acreciente el valor de esos medios (acumulación. Y todo lo  demás que el lector conoce. Para ello (ya en la época de la economía de la deuda o fábrica de deudores, como dice Lazzarato) el capital adelanta a quienes necesita los medios de subsistencia, que deberán devolverse con trabajo. Más del necesario para subsistir, como quién paga intereses por una deuda.  De esa manera el capital produce (y reproduce)  productores y también consumidores. El capital no sólo produce mercancías, ésta es solamente una forma transitoria para convertir el trabajo en capital.
No es lugar acá de señalar las distintas formas, nuevas y viejas de apropiación del trabajo ajeno (conquista, desposesión, salario, deuda, prosumición).
Pero de esa forma produce seres humanos que se comunican y la forma y las técnicas con las que lo hacen. Y la comunicación es la forma necesaria de la política.
Dije que la DRE es un modo de legitimación de la dominación y que se vincula al tiempo y el espacio. Ámbito también de las nuevas tecnologías.

En el sufragio la cuestión técnica está clara, como lo está el tiempo derivado de la distancia entre mandante de las zonas rurales  y mandatario en otras épocas. Esto ya no existe  ni para los que sufragan fuera de su país. Pese a algunas discusiones bastante banales no debería existir para nada, salvo la presunción de la mala fe. Y algún negocito. De modo que aquí el asunto desaparece con la aplicación de nuevas tecnologías. Si se pueden transferir billones de dólares en tiempo real desde cualquier lugar del mundo, también se puede expresar y transmitir la voluntad del votante.   
Las TICs hacen intrascendente la ceremonia electoral que dogmática o interesadamente se confunde con la democracia: “Hemos vivido una jornada democrática ejemplar”.
Todavía sigue prohibido expender bebidas alcohólicas el día de los comicios.  

Veamos la cuestión de la representación.
Del mismo modo el tiempo real de las decisiones anula la distancia.
Pero vimos ya que las decisiones no son las del “pueblo soberano”, que sólo vota. Las decisiones políticas, en el sentido señalado, son las de los dominantes. Por eso la representación poco tiene que ver con la democracia (gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo. O cualquier variante, independientemente de que se entienda por Pueblo).
En algún momento se dijo que la burguesía delegaba el gobierno en los representantes mientras se dedicaba a sus negocios. Negocios que significaban tiempo. Y, en muchos casos, también distancia (las colonias). Cuando las burguesías (comerciales, manufactureras, bancarias) todavía eran de alguna manera calvinistas, aunque fueran católicas o judías. Ahorraban tiempo. Tiempo que hoy, cuando sus gestores producen dinero con dinero, en la época de la hegemonía financiera (también –y sobre todo – asentada en las TICs, ya les permite hacerse cargo directamente de la “política”, convirtiéndola en parte del negocio, aunque conserve una forma “pública” (asociación público-privada).
Y las TICs, siendo los medios también medios de producción y reproducción de ideología (en todo el amplio sentido del término) contribuyen a la propia in-necesariedad hasta de la forma de la representación como forma de la democracia.
Con lo cual también se anula el valor del sufragio como elemento democrático. De allí que, en el conjunto de los países donde el voto no es obligatorio (y no solamente en ellos) se acreciente la indiferencia política y la abstención electoral.
Las TICs desmitifican el sintagma de la DRE.


VI.

Pero desmitificación no quiere decir desaparición material.
Desde el punto de vista analítico los términos del sintagma anulan su sentido en el sentido común pero no necesariamente queda superado el dominio de los dominantes. Como tampoco significa ello la asunción de otra forma democrática.
Por el contrario lo que observamos (y sufrimos) es una forma política absolutista que, dada la desmitificación, deja al desnudo los modos represivos de aquélla dominación. Ajustando cada vez más el sistema de toma de decisiones a la ausencia de reglas que no sean la de la violencia sistemática excluyente.   
Lo “paradójico” es que las mismas técnicas que desmitifican son las que, en manos de los sectores poseedores de todos los medios de producción (tangibles e intangibles, materiales y culturales –la robótica y las técnicas de información-), excluyen a grandes masas de todo tipo de producción. Entre ellas la producción política democrática, propiciando las formas de identidad xenófoba, como medio de distracción y de represión.
Mientras tanto van quedando atrás slogans tales como el “hambre cero”. Suplidos por la eficiencia en la gestión. La gestión de las deudas, por un lado, y del hambre por el otro.
El famoso crecimiento global no parece más que el crecimiento de las deudas, las guerras y la pobreza para las grandes masas (FAO, El País, 16/09/17). Aun para aquéllas que parecen indiferentes pero, en realidad, están entretenidas en las redes con el telefonito.
Parte de la paradoja es esto de que la facilidad de la información y comunicación, que sustentaría nuevas formas democráticas sirve para la posverdad, el entretenimiento y los simulacros de democracia.
La otra, la de Lincoln, por ahora tiene final abierto. Misiles mediante.          

     


Edgardo Logiudice

Setiembre 2017

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