martes, 17 de julio de 2012

El trabajo no es una mercancía.


Es para Hegel para quien el trabajo es una mercancía, enajenación como una cosa.

En Marx, los capitalistas mantienen a los obreros. Para ellos se trata de un gasto de conservación y mantenimiento. Es una máquina que le pertenece íntegramente, no sólo las horas de trabajo. Un siervo: instrumentum vocalis (herramienta que habla). Los siervos no venden nada, son vendidos y comprados: una mercancía. El obrero es una mercancía.



Marx critica a Hegel.

La misión de la historia consiste, pues, una vez que ha desaparecido el más allá de la verdad, en averiguar la verdad del más acá”. En esa verdad del más acá se encuentran el derecho y el Estado: “La crítica del cielo se convierte con ello en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política[1].

La ciencia del derecho está en Hegel. “En los Anales Franco-Alemanes anuncié la crítica de la ciencia del derecho y de la ciencia política en forma de una crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel.[2]

1859[3]: “Mi especialidad era la jurisprudencia que, no obstante, estudié como disciplina secundaria, al lado de la filosofía y la historia. En 1842-1843, siendo redactor de la Gaceta Renana […] me vi, por primera vez, en la difícil obligación de opinar sobre los llamados intereses materiales. […] El primer trabajo que emprendí para resolver las dudas que me asaltaban fue una revisión crítica de la Filosofía del Derecho, de Hegel, […].”



Hegel: “Contrato de salario. Enajenación de mi producir o prestar servicio, en la medida que son enajenables, es decir, por un tiempo determinado o con alguna otra limitación.[4]

“De mis habilidades particulares, corporales o espirituales, de mis posibilidades de actividad puedo enajenar a otro producciones individuales y un uso de ellas limitado en el tiempo, […] Con la enajenación de todo mi tiempo concreto de trabajo y de la totalidad de mi producción, convertiría en propiedad de otro […]  mi personalidad.[5]

“La esclavitud, la servidumbre, […] son ejemplos de enajenación de la personalidad”[6].

La persona para ser tal debe ser libre y para ello debe ser propietaria[7]. El obrero es propietario de su actividad, por eso la puede vender. Pero no íntegra, porque dejaría de ser propietario y, por lo tanto libre. El obrero es libre porque vende parte de su actividad como una cosa distinta de él. Como si fuera una mercancía.



Marx: “[…] el obrero libre se vende él mismo y, se vende en partes”[8]. Cuando entra a trabajar no deja nada de sí en la casa. Entra íntegramente en la producción.

Marx no habla de persona, “obrero libre”, sino de hombre. Ese hombre no es libre, es una mercancía, una cosa, un instrumento que habla. Y que hay que mantener y conservar.



“La producción produce al hombre no sólo como mercancía, como mercancía humana, el hombre definido como mercancía […]”[9].

“Las necesidades del obrero sólo son para ella […] la necesidad de mantenerlo durante el trabajo, pero de mantenerlo sólo de una manera que impida que la raza de los obreros de extinga. El salario posee, pues, en un todo la significación que la conservación o mantenimiento en servicio de cualquier otro instrumento productivo […] De modo que el salario forma parte de los gastos necesarios del capital y del capitalista […]”[10].

En tanto obrero ese hombre no es libre, no es persona. Porque, para serlo, debería –según Hegel y el derecho – ser propietario de su trabajo y disponer por ello voluntariamente. Pero, como obrero, su actividad es impuesta y el producto no es suyo: “es trabajo forzado[11].

Un esclavo mantenido con otras formas: “Un aumento del salario […] no sería, por lo tanto, nada más que una mejor retribución de los esclavos […]”[12].

Para vender el trabajo como mercancía hay que ser su propietario de ella. El obrero no lo es, lo aparenta, él es la mercancía. Y el capitalista su propietario. “[…] desde el punto de vista social, la clase obrera, aun fuera del proceso directo de trabajo, es atributo del capital, ni más ni menos que los instrumentos inanimados. […] El cambio constante de patrono y la fictio juris del contrato de trabajo mantienen en pie la apariencia de la libre personalidad”[13].







Edgardo Logiudice

Julio 2012





[1] MARX, Carlos, En torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Introducción, en La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la primera época, México, 1967, Grijalbo, Pág. 4.
[2] MARX, Carlos. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía. Buenos Aires, 1968, Editorial Arandú, pág. 43.

[3] MARX, Carlos, Contribución a la crítica de la Economía Política, Buenos Aires, 1970, Ediciones Estudio, Págs. 7 y ss.
[4] HEGEL, Georg Wilhelm Friedrich. Principios de la Filosofía del Derecho o Derecho Natural y Ciencia Política, Buenos Aires, 1975, Sudamericana, traducción de Juan Luis Vermal  sobre el texto alemán de J. Hoffmeister; § 80, pág. 116.
[5] Íd. ant. § 67, pág. 101.
[6] Íd. ant. §66. Obs., pág. 100.
[7] Íd. ant. §41,42, pág. 77.
[8] MARX, Carlos. Trabajo asalariado y capital. En MARX, Carlos; ENGELS, Federico; Obras Escogidas, Buenos Aires, 1957, Cartago,  pág. 49.
[9] MARX, Carlos. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía. Segundo Manuscrito. Op.cit. pág. 129.
[10] Íd. ant., Pág. 128.
[11] Íd. ant., Primer manuscrito. Pág. 113.
[12] Íd. Ant. Pág. 122.
[13] MARX, Carlos. El Capital. Crítica de la Economía Política. Buenos Aires, 1956, Editorial Cartago, Tomo I, Págs. 462, 463.

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