No
hay capitalismo sin pobreza y no todos los pobres son iguales.
La
pobreza es un supuesto lógico y un punto de partida histórico para que existan
hombres que solo puedan vivir de su trabajo. Los asalariados.
El
salario es la forma de apropiación del trabajo ajeno propia del capitalismo
industrial.
El
capitalismo necesita la existencia de pobres como soportes vivientes de
capacidad laboral para que, insertados con otros medios produzca los nuevos
bienes que contienen la riqueza en forma de productos para ser intercambiados
por dinero.
Pero
sobre todo necesita pobres para producir ganancias, más que bienes. Por eso las
formas de apropiación no se reducen a la salarial del capitalismo industrial.
Por
la misma razón la pobreza no se reduce a la pobreza franciscana de los
mendigos, ni a la del “obrero desnudo”, supuesto de ese capitalismo. Porque éste genera también necesidades y, con
ellas, su consumo y al propio consumidor.
La
tendencia a ahorrar tiempos muertos en el proceso productivo para lograr mayor
productividad en el mismo tiempo de trabajo apareja cambios técnicos y
organizativos en la producción. Una revolución de esas transformaciones ha sido
lo que se conoce como Taylor-fordismo o fordismo, la especialización y la
producción en cadena.
Pero
el fordismo no sólo consistió en ese modo de producción en masa y por masas, sino también para las masas. Es decir para asegurar
el consumo, modo de transformar la producido, los bienes en dinero. La
producción en masa de mercancías.
Transformar
las mercancías en dinero para poder luego transformar a éste en nuevos medios
de producción y reiniciar otro ciclo productivo y, con él, nuevas ganancias.
El
modo de asegurarse el consumo consistió en establecer salarios que permitieran
la adquisición de los bienes producidos, llamados “altos salarios”. Pero, junto
con ello la venta a plazos en masa. El paradigma de este mecanismo fue Henry
Ford. Sus obreros debían consumir lo que producían. La producción en serie le
permitía bajar costos de producción y lograr modelos de automóviles, hasta
entonces un bien de lujo, accesibles a ser comprado en cuotas por los mismos
obreros. El automóvil pasó formar parte de las condiciones de vida necesarias
para grandes masas. Generó su necesidad, con ella su consumo y con éste al
productor-consumidor. Pero como para consumir hay que comprar y comprar
transforma al comprador en propietario, el fordismo realiza el milagro de
generar al pobre-productor-propietario.
Más
obligado a trabajar, porque con la deuda que asume se está obligando con su
trabajo futuro. Sin dejar de ser pobre porque su “propiedad” tiene como
contrapartida la deuda. Es un pobre, permanentemente desposeído de la
disposición de su capacidad laboral, con el título de propiedad (mientras
trabaje y pague) sobre un bien destinado a consumirse, puesto que el uso de su
automóvil es un simple consumo, aunque diferido.
La
deuda consolida su carácter de pobre.
Pero su pobreza ya no es la misma, ya no está “desnudo”, liberado de la
propiedad de otros bienes que no sean los meros medios de sobrevivencia, de
subsistencia. La pobreza es, por lo tanto, un concepto histórico, es decir
determinado históricamente.
Determinado
tanto por el modo de producir, como el modo de apropiación del trabajo ajeno. Y
la forma ya no es simplemente el salario; lo es, además, la deuda a través del
consumo. Estas son las relaciones materiales del llamado consumismo, a cuyas
formas ideales (las normas jurídicas) se agrega la normatividad sin leyes de la
publicidad para el consumo.
De
la misma manera ocurre con las nuevas formas productivas del post-fordismo y
del crecimiento exponencial del crédito para el consumo como resorte básico de
la hegemonía del capital financiero que, dando lugar a nuevas formas de
propiedad, también da lugar a nuevas formas de pobreza. Una de ellas es la de
las llamadas nuevas clases medias o cuasi-medias.
El
carácter de los bienes fundamentales es condicionante del conjunto de las relaciones
sociales. La tierra, su posesión fue condicionante, cuando era el bien
fundamental, del modo de producción bélico. Su modo de apropiación fue la
conquista y la ocupación y su forma la posesión, que subyace en el concepto de
propiedad. Pero la producción cognitiva, la información, la comunicación no
puede ser objeto de posesión. La apropiación de los bienes intangibles ha
generado otro tipo también de la forma de la apropiación y, por lo tanto otras
formas de propiedad.
Si
esto es así, entonces, nuevas carencias determinarían nuevas formas de pobreza.
Y nuevos pobres, sin que desaparezcan del todo los anteriores.
Nuevos
expropiados y nuevos excluidos. Lo que subsiste es el punto de partida
histórico y presupuesto lógico: la desigualdad. Y la desigualdad es que algunos
hombres se apropian del trabajo de otros de distintos modos que tienen
distintas formas.
Por
ello parece desaparecer la pobreza, medida en la forma de propiedad o acceso a
bienes no fundamentales y, sin embargo la desigualdad se acrecienta.
“La
fábrica del hombre endeudado” es el título de un libro del filósofo italiano
Maurizio Lazzarato y es así como describe la economía capitalista actual.
Productora de hombres endeudados, hombres obligados por sus deudas. No parece
posible ubicarlos como clases medias, salvo que por pobres entendiéramos
solamente a los excluidos del sistema. Pero no lo eran, ni lo son, los obreros
de la sociedad capitalista industrial, y eran los pobres, los proletarios, los
obreros desnudos que lo único que poseían era su fuerza de trabajo o, mejor, su
capacidad laboral.
Excluidos
eran y son los que ni siquiera integraban el ejército industrial de reserva,
los temporariamente desocupados según las necesidades de propietarios de los
medios de producción y de subsistencia. Excluidos eran y son los expulsados de
la producción. Excluidos eran y son los considerados inservibles para generar
ganancias. Y esos son hoy los expulsados del consumo que genera las deudas, los
que no son fabricados como deudores. Esto es lo que hoy sociológicamente se
denomina extrema pobreza.
Excluidos
recluidos en los guetos, en las cárceles, en las pateras, en los campos de
refugiados.
No
menos recluidos están los que trabajan sin libertad de horarios, es decir todo
el día, en su casa.
Las
nuevas tecnologías de información y comunicación, la robotización, nuevos
materiales, posibilitan nuevas formas de división del trabajo y de organización
tanto de la producción como de su circulación. Se trata de una revolución en el
modo de producir con una incorporación creciente del conocimiento. Y, con ello,
el crecimiento de los servicios, prestaciones de toda índole no necesariamente
consistente en bienes físicos o tangibles. Diferenciados de, pero fusionados
con, la producción de estos últimos. La logística y el comercio on line son casos paradigmáticos. Tal es
su peso en el comercio internacional que supera al de los bienes industriales.
Cuando
hablamos de servicios ya no podemos pensar solamente en los choferes, los
porteros, los canillitas ni los lustrabotas.
Y,
en todos ellos, todos estos servicios, está la gente que vive de su
trabajo.
Aquí
es donde aparecen fundamentalmente los emprendedores y los franquiciados.
Todas
las formas de tercerización y subcontratación recubriendo nuevos modos de
apropiación del trabajo ajeno. Formas que sustituyen la forma salarial.
Así
como el salario constituía en propietarios a los proletarios, estas nuevas
formas también constituyen a expropiados, muchas veces deudores, en
propietarios pero ya no sólo de algún artículo que antes se consideraba de
lujo, sino hasta de instrumentos de producción. Y no por ello se transforman en
capitalistas, aunque sí pueden pensar que lo son.
La
presunta libertad de horario y de decisiones no los libera de la reclusión
social que significa la mayor parte de las veces estar permanentemente
conectado al móvil, cuyos mensajes dirigen sus acciones. Si látigo y sin
capataces.
Se
trata, en realidad, de nuevos pobres. Su desigualdad con las grandes cadenas de
valor, a las que muchas veces sirve, lo constata. Desigualdad con una nueva
forma de propiedad. Pero esto queda para otro merodeo.
Edgardo
Octubre
2016
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